El desamor no es algo privativo de la especie humana, sino un fenómeno corriente en la Galaxia. Algunas especies buscan el olvido en el alcohol, al igual que hombres y mujeres; otras, en el sistema Kori por ejemplo, atiborrándose de unos espárragos silvestres que crecen libremente en el bosque, por lo que se ven allí auténticas expediciones campestres como si se tratase de recoger setas.

Muchas razas galácticas suelen hacerse distintos tipos de lobotomía, que en algunos casos es muy práctica y eficaz, como les sucede a los bataquios, los cuales tienen en su cerebro una bolsita del olvido, donde van metiendo todas las cosas a desechar. Cuando se llena, la vacían y santas pascuas galácticas.

Todo esto viene a cuento de un caso por medio del cual comprendí que el tesón y la voluntad a veces son insuficientes frente a la cabezonería de la vida y los condicionantes tanto sociales como de la especie.

Vino a mí un trufanio, aquejado de una fuerte depresión por un asunto amoroso. La colonia lo había rechazado y no había podido efectuar el enganche. Hay que decir que los trufanios solo tienen un género y las relaciones amorosas se realizan en colonias de media docena de individuos que, en una primera fase, se enganchan unos a otros por un apéndice similar a un rabo en forma de sacacorchos.

Mi labor, en un principio, fue convencerlo de que no se rindiera y siguiera intentando engancharse, pero el trufanio volvió a mi consulta en un estado más lamentable aún. Los de la colonia le habían dicho de todo, insultándolo con apelativos como "polipito indigente" o "cegato cuadrado" (esto último por su torpeza al intentar engancharse al círculo amoroso de la colonia).

Volví a recomendarle que no se diese por vencido, que quien la sigue la consigue y lo convencí de que lo intentase una última vez. Él aceptó a regañadientes, me decía que seguramente ya era demasiado tarde, pero al final se decidió. Como digo, regresó diciendo que efectivamente era demasiado tarde, pero aquella falta de iniciativa me desquiciaba y me comprometí a contactar con la colonia y a convencerlos de que lo aceptasen.

Así que lo acompañé adonde la colonia estaba realizando sus actividades amorosas. Él movía la cabeza negativamente y me iba diciendo durante todo el trayecto: "¡demasiado tarde, demasiado tarde!" . Yo intentaba rebatirlo sin éxito.

Cuando llegamos al lugar, un transporte oficial estaba cargando una gran caja y yo les pregunté a los cargadores:

—Por favor, ¿la colonia trufa 5?

—Demasiado tarde —me respondieron—. La colonia ya se solidificó y ha pasado al estado de pólipo metamórfico. La llevamos al paritorio.

Me sentí como si me hubieran arrojado un balde de agua fría. Lo peor es que mi cliente sigue con la depresión y los trufanios no pueden tomar alcohol. Así que estoy procurando aficionarlo a los espárragos silvestres.