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Único

En una de sus tantas excursión al desierto, Al-Haitham y Kaveh terminaron en un pequeño oasis, la noche se avecinaba, el duo estaba en costante discusiones muy típica de ellos, sobre todo un Kaveh gritando y mencionando cada idea loca.

Al-Haitham solo escuchaba en silencio, en algunos casos defendiendose y atacando, pero la mayor parte ignorando todo esos ruidosos comentarios al encender sus audiculares.

Una hora más tarde el duo estaba enfrente de una fogata, el silencio reinaba en el momento, el lugar era muy lindo, era extraño que tales paisajes existieran en el desierto, muchos decían que era la ayuda de la difunta diosa de las flores a los viajeros, que sé atrevian a pasar por el extenso desierto, Kaveh dirigió su vista hacia los horizonte, viendo la leve oscuridad de la zona, incluso las pocas luciérnagas que había hacían un lindo encuentro.

El frío comenzaba a ser tan molesto, incluso sus dedos se sentía tan helados, a tal punto de romperse, claro era una metáfora, debido que el rubio jamás había pisado el espinadragon, por ende no sabía de la gravedad en sus palabras. Se aferró a la sábana que estaba cubierto la mayor parte de su cuerpo, observando y deleitándose con el paisaje, la luna era de gran ayuda.

Sin embargo, todo ese paisaje se vio envuelto en algo extraño, ya que el rubio quedó viendo a cierto punto, su mente comenzó a divagar, haciendo que sus recuerdos llegarán a su cabeza, incluso el día de la muerte de su padre y como toda esa felicidad y luz que alguna vez tuvo en su vida se fue apagando. Sus orbes carmis que brillaban intensamente se opacaron, incluso en la orilla de aquel pequeño oasis vio a dos personas, reconoció al hombre, era su padre, sin embargo a su costado se encontraba una mujer, no podía reconocer el rostro de la mujer, pero podía jurar que era hermosa, con ese largo cabello rubio, que tenía flores adornando su cabello,ninckuso una corona de flores, su vestido blanco con adornos dorados, Kaveh siguió mirando al duo, sin embargo el padre se giro, lo miro y le dió una sonrisa.

- Padre...

Susurro, incluso el escriba que se encontraba a su lado logro escuchar, quien se giro y miro atento, viendo como la mirada de su compañero de piso estaba hacia un punto fijo, pero la cosa más extraña, fue cuando se levantó, sus orbes opacos, como si algo no anduviera bien, la tristeza y depresión invadieron al rubio, quien con pasos pequeños y lentos se dirigió hacia el estanque.

Kaveh miro como su padre le pedía que le siguiera, con una sonrisa, la mujer al costado se negaba, moviendo su cabeza, incluso extendiendo su mano, puesto la voz de aquella mujer no salía en lo más mínimo.

"Vamos Kaveh, hijo, recuerda que por tu culpa he muerto, pero no te preocupes, estaremos juntos, acompáñame"

El hombre hablo, mientras en el rostro tenía una sonrisa, Kaveh sintió un hueco en su pecho y solo acepto, comenzando a caminar, haciendo que la sábana cayera detrás de él.

- Papá... Estaré contigo...

Volvió a decir en un simple susurro, sus pasos se detuvieron cuando uno de sus zapatos estaba por tocar el agua de aquel oasis.

- ¿Que demonios te pasa Kaveh?

Al-Haitham estaba a su lado, su brazo pasaba por el abdomen del rubio, deteniendo el andar del rubio, haciendo que este saliera de aquel trance, solo para verse en esa situación, incluso su vista la dirigió al frente, esperando ver a esas dos personas, en cambio, solo vio la soledad del momento.

- ¿Y bien?

La voz del escriba sonó tan cerca, que incluso el rubio se dió cuenta, mirándolo, se ruborizo un poco, pero eso no quedó ahí, ya que poco a poco comenzó a intensificarse cuando se percató de su agarre, sin responder se dió la vuelta, caminando de regreso a su lugar, esperando que el más alto no siguiera insistiendo.

Pero tal parece que no es así, ya que el escriba tomo asiento a su costado, sin verle en absoluto, el rubio sabía que si no daba una explicación, que le sirviera al escriba sería su fin. Así que pensó con claridad las cosas hasta que abrió sus labios y antes de que pudiera decir algo, fue interrumpido.

— No debí preguntar cosas que no me concierne, sin embargo la preocupación es notoria debido que aún me debes el alquiler del mes pasado.

Kaveh estaba por reprenderlo, pero, a final de cuenta esa actitud de Haitham por tenerlo ocupado con esa idea era suficiente para no sentirse culpable y es que Al-Haitham había descubierto muchas cosas durante un tiempo atras, por ende no era, ni es exigente con el rubio cuando se trata del alquiler.

— Haitham... Gracias por ayudarme.

— No lo agradezcas.

— Debo hacerlo, desde mucho antes, ya que antes de que me ofreceras tu techo, yo... Estaba por despedirme de este mundo.

— ...

— No lo hice, porque tuve un sueño, uno muy extraño, era la primera vez que soñaba, incluso, mire a nuestra Arconte Kusanali y a alguien más.

— Es evidente que son fantasía, los sueños solo son una puerta al subconsciente.

— Si... Suelen hacerse realidad, sino eres tan listo. Pero ella me dijo que tenía que seguir viviendo, que si moría, iban a sufrir de nuevo, sentirían el inmenso dolor que alguna vez existió en el desierto.

El escriba no entendía, sin embargo pudo notar como el rubio cambio su expresión a vergonzada a una melancólica, incluso sus labios temblaron un poco.

— Cuando recibí mi visión, también soñé con la arconte y mi padre, aunque es extraño, porque hace unos momentos, estaba mi padre, más no era la arconte que conozco, era una mujer, de larga cabellera rubia, un traje tan llamativo y a su alrededor estaba lleno de flores... Ella nunca hablo.

— ¿Ella también quería que te fueras tu?

— No lo sé, supongo que no...

Al-Haitham estaba por criticarlo, de no ser que el rubio lo miro, su expresión fue un poco extraña, no sabía si existía la tristeza, dolor o decepción.

— Ella estaba llorando, cuando me detuvistes ella estaba a mi costado, llorando, esa sonrisa que miren hace momentos no estaba, solo una tristeza, Haitham el día que yo pasé a otra vida, espero no saber que tú sufrirás.

— Claro que no sufriré...

Kaveh sonrió tristemente, era claro que no, Al-Haitham jamás se preocuparía por él, después de todo no tenían ningún tipo de relación, solo eran dos conocidos, un simple inquilo.  Al-Haitham había respondido por mero orgullo, era claro que no iba a aceptarlo, sin embargo no iba dejar que Kaveh sufriera, claro que no, haría lo posible para darle el gusto, buscar la felicidad si era posible, el estaba ahí para cuidarlo y protegerlo.

Horas más tarde, la noche seguía su curso, el fuego aún seguía ardiendo, la mirada del escriba fue dirigida por última vez una vez que se acomodo en su lugar, registrándose y con ayuda de unas mochilas para el apoyo, solo para ver al rubio quien seguía hecho bolita, abrazado a las sábanas mientras su mirada estaba cerra, clara seña de a ver  quedado dormido.

El escriba termino por acercarse, acomodando todo lo necesario para acostarse al costado del rubio, incluso acomodo con cuidado, escuchando una suave queja de parte del rubio, debido a su cuerpo acalambrado por dormir en una posición incómoda, los gemidos adoloridos fueron notorios y con el pasar de los minutos cesaron, ya que el escriba brindo suaves masajes en la zona, solo para que ambos pudieran dormir cómodos.

Al-Haitham estaba seguro que sus vidas estaban unidas, incluso juro que esa persona que Kaveh vio había sido su vida pasada, desconocía quien pudiera ser, ya ue ni siquiera el rubio supo responder a eso, pero era conciente que esa alma del pasado le dolería si su reencarnación llegara a morir. Al-Haitham realmente apreciaba a ese rubio, lo atesoraba, cuando algo le salía mal al rubio él estaba ahí para él, incluso investigando antes de que hiciera alguna cosa, como esa vez del evento, cuando se enteró que Kaveh participaría en el evento por la corona de Sachi, puso manos a la obra, investigo por un largo periodo incluso le hizo saber al rubio, sin embargo jamás miro su información, haciendo que ese día de la competición se preocupara a pesar de no demostrarlo.

Y ahora lo tenía a su lado, protegido, su mano acariciaba la melena rubia, sintiendo lo suave que era. Colocó una sonrisa pequeña en su rostro y de manera cuidadosa beso la frente de su amado compañero.

— Seguiré protegiendote... En todas las reencarnaciones...

Logro decir en un suave susurro, que posible el rubio no escucharía, solo para ver a la distancia una figura femenina, quien en un parpadeo desapareció.

La mañana siguiente el duo caminaba, el viajera ya era poco, Al-Haitham estaba a unos cuantos pasos más adelante que el rubio, mientras esté chillaba del calor que hacía, Al-Haitham por su parte no decía nada ya estaba acostumbrado y es que desde muy temprano, el escriba se levantó para no asustar al rubio y levantar el pequeño mini campamento, para cuando el rubio se despertara solo siguieran el camino.

Kaveh no recordaba nada, ni siquiera las palabras que Al-Haitham le dedicó, pero para el escriba eso no importaba, porque si las escuchaba o no estaría junto a su compañero, sin importar que situación fuera.

Fin

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