Capítulo 26: Despedidas
Volver a mi departamento esa mañana había sido difícil y como no había querido que fuera aún más difícil, me había ido del departamento de Nicholas antes de que él despertara y debiéramos tener una verdadera y tortuosa despedida.
Antes de dormir, habíamos acordado de seguir en el trabajo como simples compañeros, pero sabía que sería difícil, en especial cuando pensaba que algún día no lo volvería a ver.
Estaba bajándome del ascensor, cuando pude ver unas cajas acumuladas en el pasillo y luego noté que la puerta del departamento de enfrente estaba abierta.
Me quedé un momento de pie en el pasillo, intentando ver si alguien aparecía por ahí y en unos segundos, Diane apareció con unas maletas en sus manos.
—Caroline —dijo al verme. A diferencia de todas las veces anteriores, no me dio una sonrisa.
—Hola, Diane... —hubo unos segundos de silencio incómodo—. ¿Te vas a mudar?
Diane asintió.
—Volveré con mis padres a Vancouver... de allá soy.
—Ah...
Otro momento de silencio y cuando creí que lo mejor sería ir a mi puerta y entrar a mi departamento, Diane volvió a hablar:
—Gracias por decirme la verdad.
Yo negué rápidamente.
—Si te soy sincera, lo hice en ese momento porque quería hacerle daño a Nathan —confesé—. No fue por la motivación correcta...
—Eso da igual, Caroline, lo importante es que me lo dijiste, algo que Nate aun no es capaz de hacer del todo —me dijo—. Y, por como lo veo, lo seguirá negando hasta la muerte, pero te creo... y también le creo a sus amigos que no parecen saber guardar bien un secreto.
Me alegraba que esos pobres idiotas hubieran servido de algo y hubieran sido más sinceros que Nate.
—Espero que algún día puedas perdonar que haya arruinado parte de tu vida —le dije.
Diane negó.
—Todo lo contrario, creo que me diste una oportunidad de empezar de nuevo, con alguien que sea sincero conmigo y que me de confianza —me explicó.
—Te lo mereces —dije con sinceridad—. Te deseo suerte, Diane.
—Igualmente, Caroline.
Ella me tendió la mano y compartimos un apretón de manos como forma de despedida. Luego de eso, entré a mi departamento.
Realmente esperaba que Diane encontrara a una persona mejor y que tuviera una vida feliz, ya fuera sola o con alguien que la amara. Con lo poco que la había conocido, me había dado cuenta de que era una buena persona y seguramente no tendría problemas en conseguir una vida mejor que la que tenía junto a Nate.
[...]
—Entonces, ¿te vas a devolver? —me preguntó mi papá.
Había ido a hablar primero con él, ya que aún no estaba segura de nada y quizás, esa vez si necesitaba un consejo de alguien más sabio que yo, ¿y quién mejor que él?
Todavía no quería comentarle nada a mi mamá, ya que no quería que se sintiera mal por algo que aún no era seguro. Tal vez mis antiguos jefes tenían la suerte de encontrar un arquitecto que les gustara más que yo o que cobrara un menor sueldo por un trabajo que sería similar al mío.
Ambos estábamos en la sala, tomando unos cafés y comiendo unos dulces que mi papá había comprado en una pastelería. Estábamos en el mismo sofá, uno sentado al lado del otro.
—Bueno, no estoy cien por ciento segura, primero debo ver si acepto el trabajo y si todo sale bien —le dije—. Por eso vine a hablar contigo... quería saber que pensabas.
Mi papá me dio una sonrisa.
—Ay, mi dulce Caroline, esta es tu vida, tienes que hacer lo que tu sientas que es correcto —me dijo—. Si te soy completamente sincero, amo tener a mi niña aquí cerca, pero no te puedo atar. Tú eres una mujer independiente que debe hacer la vida que quiere, sin intentar complacer a los demás.
—Pero no quiero lastimar a los demás...
—Caroline, no nos vas a lastimar —aseguró—. Te extrañaremos mucho, tal como antes, pero me alegra que esta vez estes siendo mucho más comunicativa... además, quizás puedas venir más seguido de visita o quizás invitarnos unas vacaciones allá.
Yo solté una risa.
—Me encantaría que fueran algún día... lamento nunca haberlos invitado.
Mi padre me dio una caricia en el rostro con su mano, muy delicadamente.
—No pasa nada, Line.
—Bueno, entonces te contaré lo que pasa cuando vuelva y así aprovecharé de hablar con mamá —le dije.
—Está bien, ¿por qué no te quedas a cenar hoy?
Lo pensé un momento y luego asentí, después de todo, ahora que las cosas estaban más tranquilas y menos tensas, podría disfrutar de una cena familiar que quizás no tendría en mucho tiempo si me devolvía a Berlín.
[...]
Efectivamente, esa cena familiar se sintió realmente bien. La última vez que me había sentido así de feliz con mi familia había sido antes de que me fuera a Alemania.
Quizás mamá nunca sería una dulce mujer, pero definitivamente había dejado ir ese resentimiento que había guardado contra mí por haberme ido de la forma en la que lo había hecho. Yo, por otro lado, estaba dispuesta a no alejarlos como lo había hecho una vez.
—¿Y qué tal tu novio, Line? —me preguntó mi hermano—. ¿Nicholas?
—Ah, sí —dijo mi madre—. Me había olvidado de él, ¿cuándo lo invitaras a cenar?
—No es mi novio —aclaré—. Solo somos amigos... y compañeros de trabajo, como les dije.
—¿Amigos? —cuestionó mi madre—. Por Dios, Caroline, como te gusta perder el tiempo.
Mis hermanos soltaron una risa ante el comentario de mamá y yo solo intenté fingir que ese tema no era algo sensible.
—No es mi tipo —mentí.
—Así como vas, Line, te quedaras completamente sola —me dijo mi madre—. ¿Realmente quieres eso?
Yo me encogí de hombros.
—Mejor estar sola que mal acompañada.
—Es por lo que te hizo Nathan, ¿no?
—No la presiones, Mirelle —le dijo mi padre, como una advertencia.
—No quiero presionarla, solo que creo que es bueno que hable de ese tema.
—Mamá, ese tema ya está solucionado y sí, en parte me cuesta confiar en las personas porque pueden parecer muy buenas e increíbles y al final, no serlo —le dije—. Pero ya es algo que estoy superando.
Mi madre me analizó un momento y luego asintió convencida.
—Me parece, no quiero que te quedes sola por miedo. Puede ser porque ningún hombre está a tu altura, pero no por miedo.
Yo solté una risa y asentí.
Luego de la cena, lavé los platos junto con mi hermana y luego de terminar, Liam me llevó a casa.
Debía admitir que la idea de volverlos a dejar no me estaba gustando tanto.
Obviamente, cuando me había ido me había costado estar lejos de mi familia, aunque el estar lejos de Toronto y los malos recuerdos que me traía me habían motivado a mantenerme allá, y con el paso del tiempo, me había acostumbrado a la soledad y la lejanía con mi familia..., pero esa vez sería distinto.
Ya no me estaba yendo a un país nuevo que conocer para escapar de otro que ya no me hacía sentir como en casa...
«Mierda, Line, justo ahora te tienes que comenzar a comportar como alguien con sentimientos...».
Tal vez era porque cuando más joven solo estaba pensando en hacer mi vida, estudiar la carrera que siempre había querido y en poder aprender cosas nuevas..., pero parecía que ya mis objetivos no eran los mismos.
Quizás, en ese entonces, quería estar más cerca de mi familia y por fin empezar a pensar en formar la mía... con alguien.
Cuando entré a mi departamento me sentí un poco vacía. Parecía que a la Caroline de ese entonces no le hacían feliz las mismas cosas que a la Caroline de hacía diez años... y, claramente, tenía sentido.
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