Peticiones extrañas...
Ansatsu Sentjutsu Tokushu Butai.
Fuerzas especiales ANBU.
El escuadrón del infierno.
Todos esos adjetivos Rin los conocía, o al menos eso creía... En realidad nunca imaginó la profundidad de todo lo que abarcaba pertenecer a ese grupo.
Sin embargo lo deseaba, deseaba ser respetada y hacer valer su talento, porque eso le habían dicho; "tienes talento, eres una gran médico, seguro en ANBU serás muy útil". Y ella sabía que podía lograrlo.
Ahora estaba en aquel salón frió y gris, esperando por el resultado de tres meses de entrenamiento como recluta, esperando ansiosa por que le dijeran Sí. Ya había aprobado cada filtro y ahora estaba con un par de chicas que habían sobrevivido a las pruebas. Tan solo faltaba que los examinadores salieran de su oficina y dieran los resultados. Si damas y caballeros ; sería oficialmente un ANBU médico, alguien sin identidad que protegería la aldea desde las sombras.
A partir de que Minato y Kushina murieron durante el ataque del Kyūbi , Rin se quedó realmente sola. De no ser por la compañía de Kakashi seguro habría perdido al cabeza, o al menos eso pensaba ella. Sin embargo quién era su amigo más cercano se ausentaba por mucho tiempo, Rin jamas se lo recriminaría claro estaba, pero sí necesitaba sentirse verdaderamente útil o perdería en serio la razón. Y así, con tan solo 16 años le tocaba a ella proteger lo que amaba. Cansada estaba de que todos se preocuparan por su bienestar, ella era fuerte y podía hacerlo. Eso se repetía mentalmente, ella iba a lograrlo.
La puerta se abrió dando salida a una mujer de unos 30 años, su semblante era como de roca. Avanzó a paso lento y seguro hasta el frente del salón y tras aclararse la garganta comenzó a hablar
—Bien chicas, las tres han sido aprobadas. Pueden pasar al tercer piso por sus uniformes, deberán presentarse la semana que viene, el lunes a las 7am para sus respectivos tatuajes y después conmigo para que les asigne a sus capitanes.
Se quedó en silencio unos segundos, pensando cómo continuar. —El código ANBU dicta que a nadie de nosotros nos interesa la vida personal de los compañeros. Sin embargo son muy jóvenes las tres y me siento con deber de preguntar lo siguiente... ¿Son vírgenes? No necesito que me respondan, tan solo lo pregunté porque nuestro trabajo en ANBU es... Quiero que estén conscientes de algo que pasa todo el tiempo con las mujeres que pertenecemos a esta organización.
De nuevo una pausa incomoda donde la examinadora parecía buscar las palabras adecuadas para continuar. —La mayoría hemos sido brutalmente violadas en varias ocasiones. —los ojos de la mujer miraron a cada chica por unos segundo que para ellas parecieron eternos. —Les aconsejo que si alguna de ustedes aún es virgen arregle ese problema lo antes posible... Bienvenidas al escuadrón del infierno. Y sin decir más, la mujer se marchó dejando a Rin en Shock.
Sin bien era cierto que cualquier kunoichi podría llegar a enfrentarse a una atrocidad así, eran contados los casos de este tipo de agresiones. Sin embargo lo que la examinadora les había dicho no sonaba a un "por si acaso" sonaba a un "estoy segura que pasará". Por primera vez en meses Rin dudaba en serio de su decisión.
Aquella semana transcurría lenta a los ojos de Nohara, en tres días apenas y había salido de casa. Las palabras que la Anbu les dijo resonaban en su cabeza como tambores. Rin estaba segura de querer continuar, o al menos esos días de meditación le estaban sirviendo para darse ánimos y no claudicar.
Un tarde, después de tomar té se maldijo por esos sentimientos de miedo que experimentaba, ella era una kunoichi y si había pasado cada filtro de aquella selección es porque tenía el temple y las habilidades necesarias para sobrevivir en un ambiente hostil para las mujeres. Así que espabiló y sacudiéndose el aura negativa tomó la decisión de seguir el consejo de la Anbu; acabar con "ese problema". Si iba a perder su virginidad no sería con un cerdo que la forzara, lo haría con quien a ella le pareciera indicado.
El problema era ¿Quién? Bueno, si se sinceraba, ya sabía con quien, el asunto era cómo decirle. Y después de darle vueltas toda la noche al asunto decidió que lo correcto era no poner excusas, soltarle la verdad y ya.
Al día siguiente fue en su búsqueda, conociendo perfectamente el itinerario del Ninja, sabía que seguro estaba en casa hasta las 10 am. Acababa de regresar de misión así que estaría descansando unos días. Era su oportunidad.
Tocó la puerta un par de veces y se quedó quieta escuchando los pasos tranquilos que avanzaban dentro. La perilla se giró y ella puso su mejor sonrisa a modo de saludo.
—Mi pregunta es ¿por qué me haces levantarme de la cama para abrirte si tienes llaves? —dijo él, fingiendo enfado.
—A mí también me da gusto verte de nuevo —contestó sonriente haciéndolo de lado para pasar. —Tengo muchísimas cosas que contarte.
—¿Puede ser en la comodidad de mi cama? Estuve sin dormir tres días completos, si estoy más tiempo en pie voy a desmayarme Rin.
Ambos caminaron en silencio hasta la habitación donde el joven se dejo caer sobre las almohadas y ella, en un gesto de ternura, sentándose en la orilla de la cama, comenzó a acariciar su espalda arrullándole el sueño.
—Dijiste que tenías muchas cosas que contarme, te escucho. —habló desde su cómoda posición. Rin se lo pensó un segundo antes de responder, intuía su reacción.
—Fui aceptada como médico en ANBU, —apretó los parpados esperando la respuesta del joven, pero sólo lo escuchó suspirar, así que continuó — El lunes comienzo mi servicio y he venido porque quería contarte y también porque necesito que hagas algo... que me ayudes con algo. Verás... —titubeó —Mi examinadora nos advirtió sobre los peligro potenciales para las jóvenes que formamos parte de ANBU, entre ellos mencionó el hecho de que muchas sufren abusos sexuales —Rin sintió como los músculos de la espalda del joven se tensaron bajo la caricia de su mano. —Y que sería menos doloroso tanto física como emocionalmente que antes de internarnos en misión perdiéramos... dejáramos de ser vírgenes. —Las manos del chico apretaron con fuerza las sabanas. —Es muy vergonzoso para mí y créeme que jamas te lo pediría sino lo necesitara. Kakashi, eres la persona en la que más confió, ayúdame con esto. —El silencio reinó en la habitación por segundos que parecieron horas, hasta que el aludido se dispuso a hablar.
—Tú nunca escuchas ¿verdad Nohara? —recriminó el muchacho incorporándose pesadamente. —Esto es un juego para ti. No tienes idea de los horrores que se ven ¡Te lo dije! ¡Te dije que no lo hicieras! ¡Lo imploré! Pero jamás me escuchas. —Rin solo miraba los gestos furiosos que el chico le dedicaba sin siquiera prestar atención a sus palabras. Sabía que de hacerlo su voluntad se iba a quebrar.
—Y ahora encima me vienes con estas cosas. ¿Qué clase de persona crees que soy? ¡Es una burla para mí y para el cariño que te tengo! Eres mi mejor amiga ¡No puedo simplemente desnudarte y ya! No mereces eso, ni yo lo merezco. ¿Qué quieres? ¿Qué te diga que sí y te abra las piernas como a una prostituta para arreglar algo que para ti se ha vuelto un problema? —Los ojos de Nohara se cristalizaron y su labio inferior tembló.
—Tienes razón, no te derecho a pedirte algo así, pero te equivocas... No pretendí que me desnudaras y me abrieras las las piernas como a una prostituta. Pretendí que me desnudaras y me abrieras las piernas como a alguien especial para ti...Porque yo solo abriría mis piernas delante de ti, y lo haría por eso; porque eres especial para mí.
La respiración de Kakashi se detuvo al captando el punto de todo. Rin leyó en su expresión que había comprendido perfecto lo que ella decir realmente con esa petición extraña. —Exacto —dijo ella confirmándole al joven su hipótesis.
—No quieres que me deshaga de tu problema —ella negó algo avergonzada. Kakashi la estrechó entre sus brazos —Quieres que lo tome como un regalo.
—Quiero que seas tú —susurró ella con la voz quebrada. Se quedaron allí abrazos largo rato, hundidos cada quien en sus pensamientos, disfrutando del aroma del otro.
—Lo haré —afirmó rompiendo el silencio. La joven separó el abrazo y le sonrió con timidez. Sus manos nerviosas buscaron los botones de su blusa, el hijo de Sakumo miraba con curiosidad como empezaba a desabrocharlos. Uno, dos, tres botones... el nacimiento de sus senos fue visible para él, cuatro, cinco... Las manos fuertes del muchacho aprisionaron las muñecas de ella, Rin dio un saltito por el gesto.
—Lo haré, pero no así. —La joven puso mueca de no entender. —Aunque te hayan aceptado aún no van a mandarte a misiones. Los médicos pasan por un entrenamiento exhaustivo durante seis meses antes de que los pongan en servicio. Tenemos tiempo Nohara, quiero hacer de esto algo muy especial para los dos. —Rin sonrió y sus ojos brillaron como siempre, como tanto le gustaba a Kakashi.
Volvieron a fundirse en un abrazo cariñoso, pero esta vez no era fraternal...
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