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Crítica 24: The F world

Libro: The F world

Género: Novela juvenil, romance.

Autora: Bedeta


Primeras impresiones:

Portada.

La portada me encantó, es muy bonita, las letras, la imagen, todo me pareció llamativo. Las notas musicales van muy de la mano con la sinopsis, y lo que transmiten la chica y el chico se percibe a simple vista, hay una conexión, un sentimiento particular entre ambos, una chispa que invita a ser conocida. El estilo de las letras también me gustó mucho, pues entrega ese toque juvenil que ciertamente la historia tiene. Eso sí, no sé cómo relacionar el título con todo lo demás. The F word me habla de un fail, pero ¿dónde está este? Nada en la imagen lo sugiere, entonces le queda a uno suponer que el entorno de la pareja o la misma pareja serán un F, pero tales ideas son ambiguas, así que el objetivo como tal que puede existir el respecto, es algo difuso.

La sinopsis.

Edu quiere ser músico. Cassie quiere ser astrofísica. Edu cree en su guitarra. Cassie solo cree en sí misma. Cassie sabe que la vida no es sencilla y que a menudo te recibe con una patada en los ****. Y Edu... Edu solo sabe que Cassie es la persona más malhablada que ha conocido jamás.

La sinopsis es claramente corta, abocándose en mostrarnos a los personajes que conformarían el romance principal de esta historia, cómo funciona cada uno, entregándonos una diferenciación que me pareció interesante. Es decir, mientras uno parece ser más calmado, el otro demuestra ser incluso un dolor de persona. ¿Cómo se relacionarán ambos a pesar de esto? Aquí vemos el objetivo principal de la historia, el desafío, y me resultó bueno y llamativo.

De por sí, me encanta cuando las historias me ofrecen personajes opuestos o relativamente opuestos, y cómo se trabaja para desarrollarlos, así que, a decir verdad, me vi tentado a leer. Así la sinopsis fuese muy justa, invitando a una lectura más bien ligera, funcionó conmigo.

Contenido.

Debo decir que una de las cosas que le halagué a la autora, fue el hecho de ofrecerme un romance fresco, fuera de toxicidades extremadamente cansinas que vemos explotadas en wattpad, lejos también de amores instantáneos o exagerados. Sin embargo, debo reconocer que me decepcionaron algunas cosas, lo que me manchó la sonrisa que llevaba en el rostro mientras comenzaba a leer. 

En primer lugar, no esperaba que Edu conociera a Cass bajo la típica situación de la nueva vecina mudándose al barrio. Es claramente un cliché, aunque tampoco diré que el uso de cliché esté mal, especialmente cuando le otorgamos una característica única. Sin embargo, este en particular, es explotado en demasía, y entre las cientos de veces (en serio, cientos) que la he leído, sigo sin encontrarle la necesidad o un toque creativo que me sorprenda, mas se muestra cómo la excusa para que los personajes se conozcan y estén obligados a compartir el barrio y una mirada.

Hay demasiadas formas para que dos personajes se conozcan, y entre todas, debo admitir con honestidad brutal que esta es la que más me desagrada, ya que es un recurso flojo y por sobre todo poco creativo, llevando a que los personajes socialicen más porque deben, mientras tienen reducido espacio para que puedan huir el uno del otro, en vez de que todo se mueva a base de lo que sienten y desean, pero principalmente a raíz de la conexión y chispa que se ha generado entre ambos.

Y a veces ocurre que el hecho de ser vecinos no basta, entonces se usan otros recursos para que los protagonistas interactúen: personajes secundarios; padres y amigos. En estos escenarios, los padres suelen ser muy, muy sociables, así que ya están preparando una cena para los nuevos vecinos, invitándolos o yendo a su casa. No digo que esto no pueda suceder, ya que el mundo es vasto y hay algunas pocas regiones donde hay más posibilidades de un evento así, no obstante, se alinean muchos astros cuando el encuentro con los nuevos vecinos va tan bien, que prácticamente son aceptados como nuevos miembros de la familia, cuando esto es no fácil. También los padres, aunque suele ser más la madre, empujan de una forma u otra al protagonista a hacerse amigo de la nueva o nuevo vecino. No bastando con ello, están los amigos, siempre con un ligero o exagerado toque de locura, cuestionando al protagonista el porqué no se revuelve ya con esa maravilla que ha caído al barrio.

En el mundo de la literatura, expresado en libros escritos por editores como Sandra Newman o Howard Mittelmark, las coincidencias o el uso excesivo de recursos que catapulten la trama sin dejar que esta se mueva más por su propia fuerza, no son muy bien recibidos, ya que a diferencia del mundo en real, en un libro sabemos que hay un autor tejiendo las escenas y los personajes. Cuando estos últimos necesitan demasiada ayuda externa para poder estar juntos y mover el núcleo de la trama, es porque hay algo entre ellos que no cohesiona bien o simplemente el autor carece de otras ideas para moverlos y pulirlos.

Pero listo, ahora, después de haberme desahogado bastante, vayamos más a la puntualidad de esta historia. Fuera de los trampolines usados, Cass y Edu tienen un mal primer encuentro, donde Cass lo trata a las patadas y Edu se le acerca como... porque sí, porque él es así y lo necesita, haciéndole preguntas algo incómodas y desbordadas. Cass, quien ya tiene un carácter complicado, empeora en su reacción y por poco lo manda a freír monos al África.

La escena me pareció creíble, aunque fuese rara, es decir, la psicología de Edu me hacía preguntar cosillas y me hacía interesar. ¿Por qué su afán por acercarse así a Cass? La narrativa nos explica luego esto, diciéndonos que Edu es de esas personas que necesitan el apruebo de otras. Pero eso quedó allí, sin ser explorado más a fondo, o ejemplificado con más escenas que nos lleven a entender este aspecto del chico, por lo que no nos queda de otra que conformarnos con lo que se nos ha dado, y aceptar que se quiere acercar a Cass porque... bueno, lo dejó inconforme, y que pese al maltrato de la chica, él no quiere llevarse mal con ella, solo quiere entender por qué es así. Esto conduce a otros encuentros con Cass y así se irá formando la relación.

Cuando hay romance, es fundamental el encuentro entre los personajes, ya que en él vemos la chispa que hubo, lo que conduce el resto de la relación; es como el primer piso de un edificio. La motivación de Edu me pareció creíble, pero incompleta, y al ser incompleta tiene sabor a forcejeo: él solo quiere acercarse a Cass porque debe hacerlo. Y me apena decirlo y verlo así, ya que siento que su motivación sí pudiese tener más profundidad, pero sencillamente no se ahonda en ella.

En cambio, con Cass, sí tenemos una mayor exploración hacia su ser y mente. La terapia que lleva a cabo con su psicóloga es de gran ayuda para el lector, ya que nos ayuda a conocerla. Me dio mucho gusto cuando empecé a entender el porqué de su comportamiento, por qué actuaba así con los hombres y con Edu. Sin embargo, este un desafío que la historia trata más como para sus adentros y para sí misma, así nos muestre lo que ocurre, ya que estamos conociendo el desafío cuando ya está siendo solucionado, por lo tanto, no hubo una barrera con el que el lector haya logrado chocar verdaderamente, una oposición que debe ser solucionada, un objetivo más que nutra el viaje. No hubo un momento en el que conociéramos el problema de Cass, lo entendiéramos y deseáramos solucionarlo con ella; esto ya estaba casi dado, por ende experimentamos cierto salto, de una Cass complicada y hasta peligrosa, a una chica mucho más dada y amena, que de repente se ve mucho más abierta con Edu, abriendo puertas en los momentos más oportunos.

Consideré que aquí se le quitaron ciertas experiencias al lector, para llevarlo al momento donde la historia quería estar. Por otro lado, ¿en dónde quedó la promesa de ponerme a dos personajes distintos a ser pulidos y desarrollados?

De aquí en adelante, las cosas entre Edu y Cass se van dando más y más, y todo, a decir verdad, se percibe hasta muy bonito, tanto que hasta se podría percibir que nunca hubo ni roces ni forcejeos involucrados. Y es que en sí los personajes congenian de maravilla, están dados para eso. La sensación me resultó extraña y desconcertante, haciéndome notar un narrador hábil para opacar ruidos, llevándome al momento donde todo sí funciona bien. Fue como si me mezclaran el mango con el maracuyá, pero sin dejarme presenciar y entender cómo ambas frutas fueron peladas; no, solo me disponen el vaso con la increíble combinación. Y al experimentar tal sabor, ¿a quién le preocupan los procesos que la produjeron? Diría que a mí sí, y mucho.

Veremos escenas tras escenas donde Cass y Edu fluyen, veremos bromas, jueguitos, actitudes tiernas y demás, y claro, mientras los demás recursos de la historia van ayudando a que todo se engrose más. Llegamos así rápidamente a un momento donde uno no ve obstáculos ni nada que los separe. El lector solo ve a dos personajes que en el fondo gritan por ser novios, pero entonces... ¿por qué no lo son? Ambos no quieren admitir lo que sienten, especialmente Cass. La pregunta es... ¿por qué?

Esta es una situación muy típica que podemos ver en el mundo real. ¿Quién no ha conocido a alguien que no admite sus sentimientos por otra persona? Es quizás frustrante, pues vemos a dos personas que se llevan de maravilla, pero ahí están, dando vueltas en lo mismo, problema que se puede dilatar por años o fácilmente no ser solucionado nunca. ¿Qué pasa en estas situaciones? Pasa que hay razones que explican absolutamente todo, y entre más engorrosas y complicadas sean, más difícil resulta para esas personas superar el bloqueo que los separa. Puede ser que sean traumas, miedos intensos, timidez; un etcétera infinito.

Con Cass y Edu, el lector simplemente se tiene que acomodar a lo que el narrador disponga. Este no nos lleva a una exploración de motivaciones, los evade, o se los guarda, llevándonos a ver a dos personajes que solo no quieren admitir lo que sienten, situación que se va dilatando y haciéndose poco a poco cansina.

En ningún momento alguien nos explica que Cass aún guarda traumas, por dar ejemplo, y ello sea la raíz de todo. Aquel recurso disponible, en realidad ni se utiliza, sino que se entrega a la tierra de la suposición o a las neblinas. Edu, por su parte, ¿es tímido? No realmente. De hecho, me pregunté si acaso esta sería su primera vez con una mujer, pero no lo es. Con su amigo Marc se encargan de hacernos ver que ya tiene su buena lista de experiencias. Y lo mismo ocurre con Cass. ¿Entonces? Entonces se siente más bien al narrador diciéndoles a sus personajes: "esperen un poco más, aún no quiero que estén juntos", dilatando así la recompensa que el lector espera mientras se le distrae con otro tipo de escenas. Llegó un momento en el que ya me empezaba a agotar, especialmente cuando de la nada los personajes pasan de tener mucha madurez, a ser niños haciéndose preguntas con las que demuestran no saber ni lo básico de un sentimiento, a pesar de que han tenido relaciones donde debieron aprender como mínimo lo esencial, a pesar de que ya están dejando la adolescencia atrás.

La chispa entre los personajes entusiasma, pero el manejo casi absoluto que el narrador tiene sobre ellos, somete la mira del barco, mostrándonos lo que él prefiere. Es muy bueno para mantener el ritmo, para mostrar escenas de diverso tipo con tal de ir haciéndonos conocer más a todos los personajes, pero siempre bajo su selección personal.

Puede que haya mil motivos detrás de Cass y Edu, como también puede que no. Esta neblina a veces se camufla bien, pero es difícil esconder algo así del todo. La profundidad de los personajes está presente en varias áreas de sus vidas, pero cuando la busco en los aspectos que me parecen más fundamentales, suele ser remplazada por dulces, y los dulces a la larga pueden ir hostigando el paladar.

La relación entre los protagonistas se basa más en los dulces mencionados, pero yo tengo la tendencia a disfrutar del desarrollo. Esto, en cambio y muchas veces, es tomado por el narrador, lo procesa él y a los lectores nos da algo que ya está casi listo y cocinado. Por otro lado, disfruto de los personajes mientras muestren un constructo psicológico rico, con una amplia gama de motivaciones detrás de cada mirada o actitud, simplemente porque así somos los seres humanos reales, y los personajes buscan imitarnos. Esta imitación multiplica los objetivos de una historia, romántica en este caso. El lector puede dejar de esperar, a ansiar algo, a necesitarlo con urgencia, a clamar porque llegue.

¿Qué pasa si Edu y Cass al fin se reúnen en una relación formal? Puede que sea muy genial —aunque yo mantendría cierto conformismo agrio con el principio de ambos—. Pero ¿qué pasa si no están juntos? Me daba cuenta de que esto último tampoco me afectaba como debería, cuando en realidad debería ser algo que me destroce, ya que estaría muriendo aquello por lo que luché como lector, el supuesto motor principal de la historia.

Con todo esto sé que puedo sonar demasiado exigente, y sí lo soy cuando se trata de romance. No podía guardarme las quejas, porque no estaría siendo honesto con aquello que me hizo y me hacía ruido.

Pero cabe recalcar que mis problemas van más por cómo el narrador maneja sus propios personajes y los recursos utilizados para catapultar la trama. Fuera de esto, los personajes tienen mucha chispa, sacan risas, son bacanes, como diríamos en mi país, aunque a veces hay un esfuerzo un pelín extra por ser muy correctos, por ejemplo cuando Cass cuenta que disfrutaba los chismes con sus amigas, y de inmediato reconoce que esto no es bueno, o cuando habla con su padre, ese villano que todos detestamos, y reconoce lo que no está bien por parte de ella. También Edu, cuando se pregunta enseguida, en el calor de una discusión reciente, si había actuado más allá de lo que debió con Cass. 

Pd: esta escena me gustó, pues al fin estaba viendo un desliz más fuerte por parte de un personaje, en este caso de Cass. Ella y Edu dejaban de ser tan geniales por un momento y me mostraban errores más reales. Y hubo drama.

Pero en general, sentía que el narrador no dejaba que los personajes mostraran una versión negativa de ellos, y cuando los dejaba, ya la estaba solucionando antes de que pudiésemos enterarnos. De este modo, no hallé muchas oscuridades en los personajes, ni siquiera en Cass, quien ha tenido una vida más turbia. Lo gris en los personajes se basaba más en "maldades" livianas. Las palabrotas de Cass jamás se sintieron venenosas, no eran dolorosas en ningún aspecto; todo lo contrario. Esto me hizo sentir muy engañado respecto a la sinopsis, que me hizo imaginar algo totalmente distinto.

Ortografía:

Aplaudo tu perfecta ortografía y exquisita redacción. En serio, cero quejas aquí. Se nota que tienes mucha habilidad para transmitir tus escenarios y todo, para darnos algo que fácilmente se puede devorar.

En conclusión, The F world es una historia que se inclina más hacia una atmósfera ligera, algo propio de las novelas juveniles. Cayó muy probablemente en ojos de un lector muy exigente con lo que pretende mostrar, pero eso no quiere decir que no deba reconocer su potencial para quien disfruta dicho estilo. 

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