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"Santo cielo..."
Su mirada se posó en la pecosa anatomía del contrario, quien se había sentado al frente de él con otro libro entre sus manos.
Suspiró a sus adentros, se había cambiado de mesa para poder evitarlo y comer de su gelatina de café con tranquilidad. Sus padres estaban demasiados acaramelados en su hogar y él realmente no quería estar entre medio, y los que se denominaban sus amigos habían sido más desesperante que otros días, así que en este día en verdad quería estar en calma.
Dudaba que se sentaba en la misma mesa a propósito para molestarlo, después de todo nunca posó su mirada hacia su persona o había escuchado un pensamiento de él aparte de lo que estaba leyendo. Y no quería volver a comprobar después de saber qué tipos de libros leía aquel peli negro.
Aún tenía su pedido entre sus manos-Mera le había entregado la gelatina de café apenas unos dos minutos atrás- así que solamente agarró la cuchara para degustar de su ansioso pedido. Estaba demasiado estresado para agregarse más problemas él solo.
Por lo menos la cafetería Mami estaba con escacez de clientes, exceptuando al pecoso, habían solamente dos personas más. Cerró sus ojos, habría traído el anillo que suprimía su telequinesis por completo, habría sido mejor en esos momentos de tranquilidad.
Abrió sus párpados para posar su mirada en el chico que estaba al frente de él. Éste leía un libro diferente entre sus manos -se mostraba en la portada- esperando pacientemente a la camarera para pedir su pedido. Obviamente él sabía del retraso de su compañera, en ese mismo instante estaba siendo regañada por su jefe por haber comido un postre a escondidas.
Las pupilas del contrario se movían rápidamente por la lectura, parecía realmente intrigado por la historia, aunque su rostro no mostraba ninguna emoción ante ella. Bajó la mirada hacia su pequeña y respingada nariz, sus pestañas eran cortas y sus labios eran finos. Siguió explorando su rostro mientras que comía su pedido.
En cada parte de su cara, incluyendo sus orejas, habían pecas de distintas tonalidades, una más claras u oscuras que otras, sus manos estaban cubiertas de pecas también. Su cabello negro se veía algo esponjoso y desordenado pero no al grado como Kaido. Abrió levemente sus ojos al ver su vestimenta.
Tenía puesto el uniforme de la academia P.K.
Se sintió estúpido al no haberse dado cuenta antes. Frunció levemente el entrecejo, no recordaba haberlo visto en los pasillos u otro lugar dentro de la academia, y estaba completamente seguro que la voz de sus pensamientos no lo había escuchado antes. Suponía que debía ser nuevo, o que sus pensamientos eran ignorados por él anteriormente. Aún así, no le importaba.
En el bolso que se encontraba al lado del pecoso sobresalía una decoración, un llavero de un personaje para ser exactos. Lo conocía, suponía que el chico le gustaba aquel extraño muñeco de oso, Kumamon se llamaba si no mal recordaba. Alzó nuevamente la vista al presenciar a su compañera al lado del peli negro.
— Lamento muchísimo la demora.—
Se disculpó con una leve reverencia ante el chico, éste negó con la cabeza por eso, se sentía algo incómodo por la acción de la chica.— S-Su pedido será lo de la otra vez ¿verdad? me refiero al café amargo.— Esta vez asintió, ella sonrió ligeramente.— En seguida lo traeré.
Mera posó su mirada en el esper, para después dirigirse a él y levantar la pequeña taza de cristal que tenía en frente.
— Gracias por la visita otra vez por la cafeteria, Saiki-kun.— Soltó la fémina para luego marcharse con la taza vacía.
No se había dado cuenta de cuando se había terminado su gelatina de café.
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