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Acomodó el cubrebocas negro que tenía puesto, mientras siente la familiarizada tela tocar la parte inferior de su rostro. Se ahorra otro suspiro más.

Había amanecido mejor que antes, muchísimo mejor de lo que pensaba que estaría; quizá ya no tenía el molesto resfriado en él, pero que por precaución debía tener el cubrebocas ocultando sus pecosas mejillas y nariz, al igual que sus secos labios que algún día cuidará e hidratará.

Su madre le había dicho que se quedara en cama todavía, pero él no pensaba lo mismo. No quería quedarse atrasado con sus clases y era aburrido sin Mera, quien con sus trabajos y responsabilidades no pudo visitarlo, a excepción del día martes cuando se quedó una media hora con él. La Chisato ya conocía su casa pero no tuvo la oportunidad de estar dentro, al menos esta vez ya conocía un poco donde vivía.

Observa calmado su reflejo en el espejo del baño, mueve nuevamente su oscuro cabello hacia un lado, para posteriormente volver a su lugar principal. Ignora lo último y se enfoca más en contemplar sus dorados ojos además de la parte descubierta de su rostro.

Inevitablemente unos amargos recuerdos se instalan en su ser cada vez que se coloca un cubrebocas. Escucha esas risas sofocadas por el silencio de la habitación, las burlas y los malos momentos que tuvo que pasar mientras tenía ese cubrebocas por su inseguridad.

— No...— Se niega, cerrando sus párpados y girando su cabeza de un lado a otro.— Estoy bien ahora, los tengo por mi resfriado, no para ocultarme.— Trata de calmarse a sí mismo ante esos recuerdos que persisten en su mente.— Estoy bien.

Abre sus ojos para irse y agarrar sus cosas para la academia, no obstante antes de partir se dirigió a su madre para despedirse brevemente de ella. Como acostumbraba a hacer en las caminatas, observaba el azulado cielo y algunos gatos pasar encima de las murallas de las casas, acariciaba a unos pocos que podía para aliviar su mañana. No obstante, no le bastó tantos minutos en llegar a la entrada de PK, para su buena suerte.

— ¡Haru-kun! — No tuvo que voltear para darse cuenta de quien era, mas lo hizo para regalarle una sonrisa no vista para ella por la tela que lo cubría, aún así sus ojos delataban su felicidad al ver a su amiga trotando hacia él.— ¡No sabía que ibas a venir hoy! — Luego de unos instantes pudo colocarse a un costado de él, acomodó su bolso para que no cayese.

— Yo tampoco.— Soltó unas risas suaves. Empezó a caminar para entrar al edificio delante de ellos, Mera imitó su acción con una sonrisa deslumbrante.— Hoy desperté mucho mejor que los demás días, así que aproveché en venir... Además, no quise faltar más.

— ¿Y el cubrebocas es por precaución? — Haru asintió ante su pregunta.— Ya veo, que bien que estés mejor, Haru-kun. ¡Aún así, me alegra de que estés en la academia otra vez! Estos días han sido aburridos sin ti, ¿sabes?

— ¿Sin mí? — Sintió un sentimiento cálido atravesar todo su cuerpo y mente. Desvió la mirada a los casilleros delante de ambos al llegar, empezó a abrir el suyo para sacar sus zapatos.— B-Bueno... También he estado aburrido en casa.— Mera rió por lo último; sabía que evitaba lo de antes para no avergonzarse más.

— ¿En serio? — Shimizu asintió mientras se colocaba sus zapatos y dejaba los otros en el casillero. Mera se alejó unos metros para acotar las mismas acciones del pecoso con sus propios zapatos, ya un poco maltratados, luego de terminar volvió donde él.— Ah, yo extrañaba la comida que me dabas, son muy deliciosas...— Shimizu podía jurar ver la cascada de saliva caer por la boca de la fémina, o quizá no era su imaginación y de verdad ella babeaba. Ignoró esto y prosiguió en preguntar

— ¿Eso fue lo único que extrañaste de mí?

— Algo.

Se miraron un rato más, para posteriormente reír. Haru en este punto ya había olvidado lo que sucedió en la mañana, y todas sus inseguridades habían sido reemplazadas por felicidad al estar nuevamente con Mera.

Sí. Ahora definitivamente se sentía mejor. Solamente necesitaba estar con su amiga para desviarse mínimamente de sus problemas.

Luego de unos minutos tuvieron que separarse para entrar a sus respectivas clases. Haru fue directo a su asiento e ignoró su entorno. La clase pasaban lenta y tortuosamente, aunque él quiso matar ese tiempo en prestar su total atención para tratar de estar al día y entender lo que salía de la boca de su profesora de historia. Inevitablemente se estaba colocando nervioso al no entender del todo.

"Maldición, ni siquiera estoy entiendo la mitad de lo que dice la profesora...". Piensa, tratando de seguir con la lectura. Entendía algunas pero lo demás le era difícil de saber, después de todo los días que estuvo ausente eran mayormente de su especialidad. Sudó ante eso, mirando a su alrededor a sus compañeros de aula.

¿Quién de todos ellos podría ayudarle? Ninguno era su amigo ni nadie hablaba con él, simplemente era apartado de cada grupo de amigos que se habitaba en esas cuatro paredes llenas de adolescentes. Unos se burlaban y otros no hablaban, no tenía nada que ganar... pero tampoco perder.

Posó su dorada mirada en uno que se encontraba al lado izquierdo de la fila de donde se encontraba. Su cabello rojo vino que se acomodaba a un costado con rebeldía, después de todo sus hebras no eran lisas y eran un poco menos desordenadas que las suyas. También podía reconocer que su rostro era lindo, con mentón fino y quijada marcada. Pero toda su belleza carecía al lado de su carácter seco y malhumorado. Pero Haru nunca pensó mal de él, después de todo nunca se dirigieron una sola palabra y sabe que no debe creer en los chismes. Tragó duramente.

"Puedo intentar con él. Quizá me pueda ayudar... Solo quizás".

Esperó hasta el final de la clase, hasta que el anhelado receso se hizo presente. Guardó sus cuadernos sin perder de vista en el pelirojo que miraba su celular sin apuro. Observó de reojo como los demás estudiantes salían del salón a excepción de ambos. Shimizu sentía que su valentía se desvanecía cada vez más.

"No, no puedo. Ni siquiera hablamos, puede que ni quiera estar cerca mío". Se levantó de su asiento con lentitud, aún atento a la anatomía del contrario. "Yo no... ¡Ah-...!"

Observó con desesperación al ver que el peli rojo se levantaba también de su silla, sin mirar otra parte que no sea su celular entre manos. Se iba a ir del salón hasta que Haru no pudo aguantar más su voz en su garganta.

— ¡D-Disculpe, Arishima-san! — Elevó su voz sin querer. Aún así, pudo ver como el recién nombrado dejó de caminar para voltear su cabeza hacia él. Casi se retracta de llamarlo al fijarse en su mirada enojada.— ¿P-Puedo hablar con usted...? — Aguantó su respiración inconscientemente, tratando de prepararse mentalmente para su posible respuesta ante su petición.

— No.

— ¿Eh? — Ni siquiera pudo pensar más allá de su respuesta, hasta que volvió a ver como el peli rojo iba a irse del salón una vez más.— E-Espere, aún no terminé de hablar-...

— ¿Y eso qué? — La mirada que le dirigía el peli rojo le causaba un escalofrío en su espalda, juraba que se estaba poniendo más pálido al pasar de los segundos.— Dije que no. No molestes. Además, no me interesas en lo más mínimo.— Volvió a darle la espalda. Haru se confundió por lo último.

— ¡E-Espere, a qué se refiere con lo de interesar! — Su pregunta sonó más bien una orden que contestar. Pudo escuchar un suspiro cansador recorrer los labios del contrario, quien ahora lo miraba más enojado que de costumbre.

— ¿Y tú que piensas, idiota? — Shimizu ni siquiera habló por el insulto.— Rechazo tu declaración, no soy gay.

Un silencio cayó sobre ambos, Haru pudo jurar que su rostro demostraba su decepción y algo de vergüenza. Desvió su mirada por la incomodidad.

— Eh, yo no quería declararme...— Habló bajo.

Otro silencio más, todavía más largo que el anterior. El rostro de Arishima demostró su aclaración.

— Oh, mala mía. Entonces dime, pero rápido.

El pecoso se sorprendió un poco, pero dejó de lado su asombro para poder juntar más valentía para lo que diría.

— Bueno, he estado ausente lo que pasaba esta semana y... no estoy activo con la clase de hoy, y seguramente con las demás especialidades que pasaron... Y quería pedir, s-si podrías prestarme tus cuadernos hasta que pueda estar al corriente.— Quedó en silencio una vez más.— P-Por favor... Trataré de hacerlo rápido y... Hasta-...

— Ya cállate, entendí.— Fue interrumpido por la voz del peli rojo. Pestañó varias veces al no creer lo que dijo.— Te los prestaré, solamente no lo manches o escribas, ni dobles una hoja.

— ¿En serio? — El contrario asintió algo cabreado.— N-No lo arrugaré ni escribiré algo... ¡De verdad gracias, Arishima-san! Se lo compensaré luego.

— Ya, no jodas.— Lo cortó.— Y no me llames por mi apellido, me molesta.

— ¿Lo llamo por su nombre entonces? — Volvió en asentir con la cabeza.— Entonces... gracias por su ayuda, Yukio-san.— Sus ojos se achicaron levemente ante su sonrisa tapada por el cubrebocas.

— Sí, de nada.— Habló desinteresado, entregando su cuaderno de historia al pecoso. Quedó callado unos segundos más, observando como el pecoso guardaba su cuaderno en su bolso y volvía a estar frente a él, probablemente para despedirse. Lo interrumpió si ese fuera el caso.—... Oye, pecas.

— M-Me llamo Shimizu Haru...— Contestó algo desanimado, no queriendo volver a tener un nuevo apodo famoso. Alzó la vista para encontrar sus ojos dorados reflejados con los del contrario.— ¿Qué pasa?

— Mmhn...— Yukio rodó sus ojos.— ¿Tú conoces al que habla con los fantasmas? El médium ese.— Shimizu abrió sus ojos con leve sorpresa.

— ¿Te refieres a Toritsuka-san? He hablado con él algunas veces en los recesos.— No quiso preguntar más, porque puede ver la mirada interesada del peli rojo.

— ¿Ese puede ver nuestros ángeles guardianes, verdad? — Asintió.— Escuché que fue algo famoso aquí, me gustaría hablar con él para saber el mío...— Habló con voz calmada.

— Oh, entonces solamente habla con él. No cobra ni nada, puedes preguntar el tuyo si deseas, Toritsuka-san te contestará.— Respondió un poco animado.— Es una buena persona.

— Dicen que es un pervertido.— Yukio alzó una ceja.

— N-No lo niego...— Habló algo incómodo.— Pero eso no lo hace mala persona, supongo...

— Está bien...— Dijo, para luego darle la espalda e irse del salón, Haru se puso atrás de él para salir también del aula.— No pierdo nada en saber.

— Buena suerte...

— Lo que digas. Adiós.

— ¡A-Adiós! — Se despidió del peli rojo, quien se alejaba cada vez más de su vista. Una nueva y pequeña sonrisa se dibujaba en su pecoso rostro.

"Él no me ignoró. Sabía que era falso todo lo malo que decían de Yukio-san". Dejó de observar el pasillo en donde se había ido Arishima para así encaminarse al salón de su fémina amiga. "¡Le diré esto a Mera-chan!"

"Santo cielo, cada vez estás más alegre y despreocupado que antes."

Saiki utilizaba su clarividencia nuevamente en Haru, y por ello pudo ver todo lo ocurrido. Y ciertamente, le sorprendía el lento proceso del pecoso en ser más social y no quedarse más tiempo en su solitaria burbuja.

Una leve curvilínea se hizo visible en sus rasgos. De un modo u otro puede estar algo calmado al verlo feliz y en apreciar su sonrisa intacta nuevamente. Está seguro que por ahora, Haru puede demostrar sin miedo lo mucho que vale.

El medidor de simpatía de Saiki hacia Haru aumentó a un cuarenta y siete por ciento.

— ¡SAIKI, TIENES LOS OJOS CRUZADOS! — Su sonrisa se desvaneció al escuchar la voz chillona y aterrada de Kaido.

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Holiu.

Supongo que algunos de ustedes ya deben conocer a Yukio; si no lo hacen, pues es el mismo que aparece en el one shot de Toritsuka. Lo pueden en encontrar en mi perfil como Couple. 💕
(Debo aclarar que ese one shot es de un universo alternativo)

Espero que les haya gustado el capítulo, ha sido un poco más largo ah asjkwkd. Cuidense mucho y love yourself. 💜

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