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Haru abrió la puerta de su casa al momento de llegar. Tomó aire como pudo, había corrido desde que había salido de la cafetería luego de hablar con Mera. Sintió sus orejas rojas ante la corrida, al igual que su acelerado corazón e intranquila respiración; se dio un descanso mínimo para no preocupar a sus padres.

Arregló su traje escolar y se fijó en su caja de regalo por parte de la cafetería Mami, donde en ella contenía el deseado pastel de chocolate para su padre, sonrió levemente. Por fin podría tener un tiempo con su progenitor, ya que cuando lo tenía él siempre se iba a acostar sin ver a nadie, solamente unos saludos e ir directo a su cama.

Puede que esta vez sea diferente.

Se sacó sus zapatos con rapidez para colocarse las pantuflas que estaban en el pequeño mueble, mientras tanto pudo escuchar unas voces dentro de la casa, no le fue difícil saber de quienes provenían, e inevitablemente una deslumbrante sonrisa se hizo presente en sus rasgos.

"¡Papá vino antes de lo esperado!"

Se apresuró en caminar de donde venían esas voces, quiso concentrarse de lo que hablaban y de lo que le iba a decir a su padre también. Le diría que pudo tener una apreciada amiga, quien siempre estaba a su lado, además de que cada vez se le hacía más fácil hablar con la gente que era amable, que habían personas que se molestaba en hablar con él; Toritsuka, Teruhashi, Kaido y obviamente Mera. Le iba a contar que no estaba solo ahora.

Giró hasta la habitación de al lado, que era la cocina; pudo ver a su madre junto a su padre, quien se tomaba los hombros con pesadez, seguramente por sus dolores que sufría de vez en cuando. Dio un suspiro antes de ir hacia los dos, abrió la boca para hablar.

— Cariño, ¿no puedes estar aunque sea una hora aquí? Haru ha estado muy entusiasmado por tu llegada, aunque sea habla con él un poco.— La voz de su madre lo descolocó un poco. Esperó la respuesta de su padre, quien soltó un suspiro de frustración y de negación.

— Estoy muy cansado ahora, luego podré escucharlo todo lo que él quiera, además te tiene a ti, ¿por qué no habla contigo?

— Sabes como es él, y lo mucho que te ama. ¿Sabes las veces de que se desveló esperandote? Hubo noches donde no regresabas e iba a la escuela muy cansado.

— Pero siempre digo cuando me quedaré en el trabajo para las horas extras, también tengo mis problemas. Yo también lo amo, es mi hijo, pero no quiero llegar y lo primero que escuche sea sobre sus problemas de autoestima.

— ¿Y eso qué? Él quiere que su padre lo escuche y lo apoye. Es tu hijo, ten un tiempo para él aunque sea.— La voz de su progenitora se hacía cada vez más irritada, mientras tanto el mayor negaba con la cabeza.

— No tengo tiempo.

— ¡Claro que sí lo tienes, ahora mismo puedes esperarlo! No sabes lo feliz que lo harías si pudieras esperarlo como él lo ha hecho contigo. ¿Acaso quieres que él venga justo ahora y escuche todo esto?

— Él llegará en unos minutos más, solamente dile que estoy cansado, iré a nuestra habitación. Me llamas cuando sea la hora del almuerzo.

— ¡Hiroko! — Alzó su voz.— Quédate aquí, espera a nuestro hijo.

— Yuo, por favor, solo quiero-...

—  No. Está bien... Puedo esperar.

Ambos adultos fijaron sus ojos inmediatamente en su hijo, quien sostenía esa pequeña caja entre sus pecosas manos, sus dorados ojos no apartaban la vista de él, siendo incapaz de fijarlos en sus padres. La Shimizu mayor dio un suspiro frustrado, masajeando su entreceja mientras se apoyaba en el mueble más cercano a ella. Entretanto, Hiroko tiró de sus castaños cabellos hacia atras, cerrando sus ojos en el proceso, pensando en que decirle a su hijo.

— Haru, yo...— Trató de hablar como normalmente lo hace, pero su voz sale de una manera incómoda y débil.— No fue mi intención, puedo escucharte. Solamente dime.

— No, en serio... Está bien...— Dio unos pasos para dejar el regalo encima de la mesa, siendo lo más silencioso posible.— Esto es para ti papá, espero que descanses lo suficiente...

— Cariño...— Su madre habló, colocándose atrás de él mientras lo tomaba de sus hombros.— Mira, en serio no sabíamos que estabas aquí, quizá fue un malentendido y pienses algo que no es. Dinos lo que sea... Lo que sea, por favor.

El silencio cayó sobre la familia, esperando la respuesta del menor. Sin embargo, Haru ni siquiera pudo levantar la mirada y darles una respuesta adecuada. Sus padres sabían que él no estaba bien ahora mismo, que habían cometido un error. Sabían que él trataría de no darles problemas y que haría todo lo posible para no preocuparlos. Maldita sea, sabían que él les daría una sonrisa fingida para ambos.

Y así fue, el Shimizu menor levantó su cabeza, dandoles una sonrisa amable con sus ojos cerrados. Sus corazones dieron un doloroso brinco en su pecho al verlo fingir así.

— No se preocupen. Yo... Me daré una ducha, sigan con lo suyo.

Luego de decirlo, se fue directamente al segundo piso, dejando a ambos adultos con sus nuevos problemas causados por ellos mismos. Yuo se sentó en una de las sillas, colocando su mano en su frente, tratando de pensar en algo, mientras tanto Hiroko abrió la pequeña caja, frunció sus cejas con dolor al ver su pastel favorito.

— Haru...

El sonido de las gotas caer sobre el piso sonaban entre las cuatro paredes del baño, se podía ver visible la borrosa figura de Haru entre la neblina, quien solamente se abrazaba a sí mismo, dejando que el agua fluya por todo su cuerpo. Sus ojos estaban en un punto inexacto, sin saber que hacer ni de que pensar por lo recién sucedido.

"Esto es mi culpa."

Pensó luego de unos minutos, el agua sofocaba cualquier sonido exterior, aquello lo hacía centrarse más en sus nuevos pensamientos.

"Todo es mi culpa. Mis padres no tienen nada que ver."

Empezó a fregarse el cuerpo, aún mirando ese punto inexacto. Sus ojos se encontraban opacos y su rostro no demostraba ninguna emoción. Alzó su brazo para frotar su mano en ella, limpiando cualquier suciedad que pueda estar ahí.

Sin tan solo no dejara que sus inseguridades se apoderaran de él, si tan solo fuera más fuerte y confiable, si fuera mejor persona... Quizá esto no estuviera pasando. Con razón su padre siempre está lejos de casa, ¿quien querría tener un hijo así de decepcionante? Nadie, mierda, nadie.

Nadie, nadie, nadie.

Ni siquiera una persona podría aguantarlo. Porque él tiene miles de problemas consigo mismo, tanto por su personalidad como con su frágil cuerpo... Eso era. Miró su brazo extendido, fijando su mirada en esas sucias pecas repartidas en todo su ser, sin dejar un espacio de pureza. Frunció su ceño, arrugando su nariz mientras mordía su labio interior.

Si tan solo no tuviera esas pecas...

Empezó a fregar su brazo con más fuerza, una y otra vez.

Si tan solo hubiera nacido sin ellas, él no tendría esos problemas. Es obvio que todos sus problemas no recaían en esas manchas, pero sí la mayoría de ellas. Odiaba cada peca, sin importar su tamaño, los repudiaba completamente, porque ellas eran las responsable de sus inseguridades de su exterior tanto como interior.

Su brazo empezó a doler por la fuerza que ejercía, incrustó sus uñas levemente largas en su piel, aún sin parar de fregar su extremidad.

Si tan solo... Si tan solo...

— Agh...

Un alarido salió de sus labios, sus ojos recuperaron su brillo al tener su consciencia nuevamente. Cerró la llave del grifo para que el agua dejara de caer sobre su anatomía.

Su brazo tenía marcas de sus uñas, no salía tanta sangre, sino lo mínimo. Le ardía un poco y le resultaba incómodo ese dolor. Se agachó lentamente, abrazando sus piernas entre su pecho, dejando salir sus amargas lágrimas, aguantando sus sollozos y temblores.

Ya no quería más de esto. Se supone que no debería haber pasado, pensó que habría sido mejor si se hubiera quedado más tiempo con Mera en la cafetería. Ella lo había ayudado en sus problemas y lo hacía dejar de pensar en ellas por un tiempo. Miró sus uñas ya largas. Antes de que su amistad se forjara él usualmente se las mordía, causando que sean cortas y mal tratadas. Pero todo su progreso se fue al caño ahora, se hizo daño a sí mismo.

Siempre cuando él trata de avanzar, parece que retrocede todavía más de lo que ya había hecho.

Ah... Esto es una mierda.

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Holiu.

Espero que les haya gustado el capítulo de hoy... Dios mío, es la primera vez que realmente profundizo el tema de la familia de Haru. Quiero protegerlo y lo único que hago es hacerlo sufrir. 😔

¡También quería decirles que hice un libro sobre sus fanarts y edits que hicieron de este fanfic! Por si lo quieren ver, lo pueden encontrar en mi perfil. De portada está Haru, ¿como quedó el dibujo? <3

Y eso, cuidense mucho y love yourself. 💜

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