— Bien... Tómate tu tiempo... Esa descripción ya no es de su físico ya que los tenemos detenidos y no saldrán de allí hasta dentro de mucho tiempo, por eso no te preocupes; esta es una descripción sobre lo que te han hecho, durante varios años. No hace falta que cuentes todo, pero una o dos historias vendrán bien para tener más pruebas.

— Entiendo.

Las chicas estaban todas sentadas en la hierba, Yoyo agarraba la mano de su amiga con fuerza para darle a entender que no estaba sola, que tenía a un montón de amigas que la apoyaban y la apoyaría siempre, pasase lo que pasase.

— Cuando quieras...

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5 de enero de 2015, con 7 años.

Salí de mi casa para ir al colegio y llegué tarde cinco minutos. Cualquier padre normal se habría enfadado con su hijo y le hubiese reñido. Pero mis padres, aquella mañana, habían bebido mucho y, cuando les llegó la notificación, se plantaron en la puerta a esperar a que saliera. Yo tenía miedo. Mucho miedo. Me quedé en el colegio una hora más ayudando a una profesora para hacer tiempo. Fue una mala elección. Cuando salí, mi padre agarraba una ras de un árbol y me señaló con ella el coche. Me monté sin hablar. Me llevaron hacia la otra punta de la ciudad y me dejaron allí, para que me buscase la vida para volver sola. Solo me dijeron que no podía tardar más de quince minutos o moriría. Corrí por toda la ciudad y llegué a los veinte minutos. Llamé al timbre y me dejaron pasar. Me metieron en mi habitación y me dejaron allí hasta la noche del día siguiente, sin poder comer y, sin poder comunicarme con el exterior. Cuando llegue al colegio al día siguiente, los profesores se sorprendieron ya que llegue media hora antes de que la sirena sonara. No me riñeron por faltar un día, mis padres se inventaron que había enfermado.

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21 de mayo de 2018, con 10 años.

Salí con Zoe y Cloe para hacer un trabajo de ciencias, avisé a mis padres y estuvieron de acuerdo. No me dijeron hora de llegada y me sorprendí. Llegue a mi casa a las diez de la noche ya que cene en la casa de mis amigas. Sus padres avisaron a los míos. Nada más llegar mi casa parecía la cárcel, el fin del mundo. Mi madre lloraba en la cocina y mi padre, nada más verme, me pegó una torta que no olvidé jamás.

— ¿Se puede saber por qué has tardado tanto en llegar? Fíjate en tu madre, estaba descompuesta...

— Te dijimos a las nueve en casa, ¡Y mira qué hora es!

No pude quejarme, solo asentir y pedir disculpas. Entonces me fijé en la botella. Otra de alcohol, completamente vacía.

Me encerraron en mi habitación hasta el día siguiente y me obligaron a ir al supermercado durante un mes entero para compensar "la preocupación de mi madre".

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10 de septiembre de 2022, con 12 años.

Nada más levantarme vi la botella y recogí todo rápido para ir al instituto por primera vez. Me arruinaron la vida. Se plantaron allí y empezaron a gritarme insultos delante de todos mis compañeros y profesores. Nadie dijo y nadie llamó a nadie. Los alumnos me miraban y se reían. Los profesores preferían no escucharlo. Solo su hija y mis amigas me echaron cuenta y empezaron a gritarme palabras de ánimo.

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— Y, bueno... Poco más... No sé qué más puedo contarle... Han pasado tantas cosas... — dijo Andrea mientras sus ojos se llenaron de lágrimas —. Las únicas que me apoyaron fueron las personas que tengo aquí delante. El resto de compañeros se metían conmigo por mi situación y... No sé... No lo veía normal... Siempre se habla del Buying como algo lejano pero luego, cuando parece que está cerca, los profesores lo llaman "bromas de compañeros"... No sé...

— Tranquila... — le dijo el padre de Yoyo mientras le acariciaba la mejilla y me daba un abrazo —. Ya todo lo que has vivido no lo vas a repetir, a partir de ahora vas a ser libre y feliz... Ya lo verás.

Entonces, las manos de Andrómeda se soltaron de las cadenas y abrazaron al padre de su mejor amiga.

La piedra se fue derritiendo hasta convertirse en solo unas cadenas, las cuales Andrea guardó en su bolsa, eran un recuerdo de lo que fue y de lo que ahora era.