Capítulo 07. Cumpleaños fallido.
Desde que era pequeña hasta el día de hoy mi cumpleaños siempre había sido un día sagrado. Para mi familia, era importante celebrar aquel día, quizá no siempre se podía hacer una gran fiesta, pero sí se podía hacer un pastel, hacer la comida favorita del celebrado y, sí existía el recurso, darle un pequeño regalo al cumpleañero.
No era necesario el salón de fiestas, la decoración extravagante, el invitar a cientos de personas ni tampoco hacer un escándalo para atraer la atención de todos. Con que las personas cercanas se acordarán y te celebrarán, era suficiente.
Conforme fui creciendo, me di cuenta que no todos celebraban su cumpleaños. Ya sea por la religión, porqué sentían que era un día normal, les daba tristeza celebrarlo o.... nunca en su vida se lo habían celebrado.
Mi primer error era creer que yo podía crear cumpleaños sorpresas sin saber el contexto.
Cuando me enteré que Orión Zegler cumplía años el día ocho de marzo, me emocioné demasiado y quería hacerle una fiesta sorpresa, sin embargo, aquello no resultó como yo esperaba.
Febrero transcurrió y, Andy, aunque aún seguía siendo un niño silencioso y reservado, ya podía comenzar a visualizar pequeños momentos en dónde él comenzaba a expresarse. Era cada vez más sonriente y animado, eso no era sinónimo de siempre estar mostrando sus dientes con emoción y soltar carcajadas. Por parte de Orión, eran ciertas cada palabra que me dijo en navidad, pues cada vez compartía más momentos con su hijo demostrando más el amor que le sentía.
En ocasiones, en mis días libres, me dedicaba a contemplarlos en silencio y en secreto para presenciar aquella compañía que se daban entre ellos. También, mientras observaba, no paraba de pensar en Lorraine y en cómo sería tan bello que ella también se incluyera en estos momentos y comenzará a intentar amar a su hijo en vez de fingir que él no existía.
Probablemente sí Orión y Lorraine intentaran reparar su matrimonio, podrían ser finalmente aquella familia tan bonita a cómo es la misma. Sin embargo, eso estaba fuera de mis manos.
Por parte de mis avances sobre mis pasatiempos, Orión decidió ignorar todos los objetos que había en su estudio para mejor inclinarse en enseñarme sobre actuación. Me mencionó que quizá en mi país tardaría en ver una ganancia sobre ello, pero que podría aprovechar mi estadía en Estados Unidos para meterme a un club de teatro los fines de semana. Claramente me advirtió que no era lo mismo el teatro y la actuación de series y películas, pero era una buena base el teatro para empezar.
Debía de admitir que los primeros ensayos y prácticas las tomé como burla en dónde sentía tanta vergüenza y no me sentía cómoda. Varias veces recibí regaños por parte de Orión, ninguno era seco y cruel, pero sí me afectaban un poco.
—Eva... No debes avergonzarte. Uno no nace aprendiendo, es cierto que muchas veces cuando uno intenta algo, hay gente que entiende y mejora la habilidad más rápido que otros. Mientras hay personas que necesitan de practicar y practicar hasta poder lograrlo, e incluso hay gente que no logra nada. Nunca te pongas triste si no logras algo a la primera. Hay que seguir intentando.
Constantemente esas eran sus palabras a las cuales siempre me decía de diferentes maneras y expresiones, pero yo me terminaba en negarme a escuchar y entender. Siempre me era penoso reconocer que Orión me estaba regañando, que lo estaba fallando y que peor aún, que sin importar el tiempo que pasaba, yo seguía decepcionándome a mí misma.
Tener miedo a fracasar sin sí quiera intentarlo dolía hasta el alma.
—Es que no puede ser que tú tengas tantas habilidades y yo no —solté en un día cualquiera, provocando involuntariamente caer en lo de siempre, haciendo que una vez más Orión soltará un enorme suspiro ante mi terquedad en la misma situación.
—Eva... Tú tienes mucha inteligencia emocional y de razonamiento. Yo carezco de la misma —comentó cambiando completamente su regaño que hacía con frecuencia—. Pon atención; me volví famoso, sí, conseguí riqueza, sí, pero no me casé con una persona que amara de verdad, ya que nunca fui bueno en las relaciones y los lazos sentimentales. Escaseó de eso, mientras que tú sabes muy bien cómo desenvolverte con la gente e interactuar con las personas —comentó con dulzura, sin embargo, yo sentía que eso era una total mentira ya que no me sentía lo suficientemente buena para poder hacer amigos, pues extrañamente esa manera en la cual me expresé cuando lo conocí y esa manera en la cual opté por regañar en varios aspectos al hombre, fue un momento involuntario, algo que salió de mí sin reaccionar: —Yo rechacé a mi hijo por cómo nació, y tú, sin conocerlo decidiste aceptar cuidarlo, decidiste cambiar de casa y de país en vez de escoger a cualquier otro niño o familia. Llegaste y demostraste más amor a Andy de lo que le demostramos su propia madre y padre —dijo alzando un poco las palabras y comenzando a invadir de lágrimas sus ojos, demostrándome que aún era una herida grave para él esta situación de haber desprestigiado a su hijo durante tanto tiempo—. Eres estupenda, Eva. Quizá deberías comenzar a valorar en lo que eres buena para poder comenzar a crear cosas nuevas y volverte experta en ello.
Sin darme cuenta, yo ya era un mar de lágrimas. Realmente nunca sentí cuando comencé a llorar, fue hasta que Orión terminó de decir su última palabra y se acercó a darme un pañuelo, que reaccioné a todo el pesar que yo sentía.
Sus palabras me habían llegado de golpe, ya que era cierto. Me dolía tanto todo este pesar. Me dolía que durante todo este tiempo siempre me enfoqué en regañar al hombre que estaba frente a mí, a intentarlo cambiar, mientras que él cuando me ayudaba a cambiar, yo solía ignorar y querer mantenerme en mi circulo en dónde yo me sentía segura.
Cuando Orión decidió dejar de su lugar seguro para intentar aquello a lo que tanto le insistí, mientras que yo no podía hacer lo mismo. No por Orión, sino por mí.
—No llores, pequeña. Sólo... —dijo acercándose a mí y colocando su mano en mi hombro izquierdo, apretando del mismo para darme un poco de paz: —Recuerda lo que te dije y valóralo. Tómalo en cuenta. Al igual que yo, cuando me aconsejaste, tardé en entenderlo y en procesarlo, pero finalmente lo hago y comienzo a amar a mi hijo como lo debí de haber hecho desde antes. Tú tranquila, es parte del proceso.
Orión sabía lo que sentía, él recordaba y relacionaba este momento con el suyo, pero lo que más me dolía era admitirle que me daba miedo confesar mi miedo al fracaso y que por eso nunca hacía nada. Por eso todo lo mantenía siempre oculto, por eso amaba la soledad y sólo mantenerme en tranquilidad.
Quizá por eso desde un principio pude ayudar a Orión, porqué ciertamente ambos vivíamos algo similar.
—Gracias, Sr. Orión. ¿Podemos intentarlo de nuevo? —inquirí después de unos instantes de limpiarme las lágrimas y calmarme.
—Por supuesto.
Sin embargo, tanto ese día como otros seguimos practicando y yo seguí fracasando. Me estresé, pero no escapé.
Notaba como poco a poco Orión comenzaba a cansarse de esta situación, pero no lo decía e intentaba no expresarlo, aunque todo este tiempo estando con él me ayudaba a darme cuenta de sus expresiones y cómo reaccionaba, haciéndome sentir una tonta.
Llegó marzo y noté que era el cumpleaños de Orión. Creí que alguien como él desearía hacer de una gran fiesta o comprarse algo escandaloso, pero después reaccioné que no era él ese tipo de personas y en realidad Orión no celebraba algo tan bello como lo eran los cumpleaños.
Durante días me cuestioné sí era apropiado el querer realizarle algo pequeño por su cumpleaños. Quizá algo como lo que se hacía en mi hogar. Después de analizarlo, decidí ejecutar todo a escondidas de él y con un poco de la colaboración de Andy.
Ese día desde temprana hora, Orión se fue de la casa. Creí que eso era bueno y que tendría más tiempo para preparar todo.
Ese día llevé a Andy a su rutina de siempre mientras con mis ahorros compraba lo esencial.
Compré un pastel y una pizza. Desconocía de su sabor favorito de pastel, pues por más que busqué en internet, no encontré información sobre ello, pero opté por comprar el de chocolate. Por parte de la comida, no sabía cuál era su favorita, pero en su mayoría la gente amaba la pizza, por eso la creí correcta.
Envolví el regalo que le compré al hombre, que constaba de dos rompecabezas que eran sobre paisajes naturales muy bonitos. Ambos eran de 2,000 piezas. Cuando llegó Andy, le dije que le hiciera un regalo a su padre y él optó en hacer un dibujo.
Esperamos un buen momento a qué llegará, sin embargo, nunca lo hizo.
Ya era tarde y ambos teníamos hambre. Sólo comió Andy, yo quería seguir esperando. Fue entonces que recibí una llamada que me dejó helada.
Lorraine estaba muerta por un choqué.
Orión por eso se había ido desde muy temprano, ya que él seguía siendo su esposo. Orión le contó por llamada a Andy y Andy no reaccionó como ya era costumbre. Orión estaba llorando, le dolía de verdad, pero Andy no.
La llamada acabó y no sabía cómo sentirme. Había conocido a la mujer y de verdad no merecía algo así. Era muy joven, era una hermosa modelo y ella merecía haber gozado a Andy como Orión comenzaba a hacerlo.
—Debe ser triste perder a tu madre.
Andy sólo me ignoró.
Me dolía la muerte de Lorraine, pero estar sola en una casa en dónde mi acompañante no sentía ni lo más mínimo, me era tan frustrante que no sabía que palabras decir ni cómo actuar.
Nunca me había gustado decirle algo a la gente que perdía un ser querido porqué cualquier cosa que le dijera no serviría para sanar su dolor, sin embargo, Andy no sentía dolor.
—Yo no sabría que hacer sí pierdo a mi madre. Sería tan doloroso.
Seguí hablando sintiendo la incomodidad, pero él estaba tan cómodo viendo la televisión. Era como un día normal para él. Y, por primera vez, sentí tan horrible el conocer a alguien como ese niño.
—Debe ser más triste no sentir nada.
Pero él siguió sin decir nada.
El llanto se acumuló en mis ojos y ya no pude más que terminé llorando. Llorando frente a una persona que no se acercó a abrazarme ni a darme consuelo, pues sólo fijo su vista a mí, me sonrió y desvió la mirada. Sentí tanta impotencia y molestia. Fue en ese momento que Orión llegó a la casa con la mirada en el suelo y los ojos tan rojos.
Al instante me alcé del sofá y me acerqué de él, extrañada.
—¿Qué pasó?
—Su familia se hará cargo del funeral.
—Eso es bueno —mencioné sin pensar—. ¿Tú irás?
—Su familia se hará cargo, Eva.
—Bueno... Andy debe de ir —solté moviendo incontrolablemente mis manos ante la ansiedad—. Andy debe de despedirse de su madre.
—Seamos sinceros, no hace la diferencia si Andy está ahí o no —dijo con rudeza provocando que sintiera un apretón en mi corazón. Aunque me doliera, no había mentiras en sus palabras.
En todas estas horas había estado con Andy y él no había reaccionado. Me dolió tanto, pero no se lo quería demostrar al hombre.
—No seas así con tu propio hijo.
—Cualquier niño sufriría que su madre se fuera y no estuviera para él. Cualquier niño le dolería el enterarse que sus padres se van a divorciar y, por último, cualquier pequeño se daría cuenta que su madre está muerta y sufriría con la noticia. Andy no ha llorado ni un sólo momento, de eso estoy seguro —gritó cada una de las palabras estremeciéndome. Sentía y entendía su coraje, comprendía completamente su dolor. Yo era testigo de todo aquello, pero debía seguir intentando encontrar la manera en ver a Andy como alguien normal—. Está jugando como si nada, porqué él no siente... No... No sabe nada.
Y comenzó a llorar sin cesar. Fijé mi vista en Andy y él nos estaba observando, pero al instante volvió a hacer sus cosas sin importarle nada más. Mi corazón se estrujo más y sin poder soportar más, abracé a Orión comenzando a llorar.
Ambos nos abrazamos, nos dábamos consuelo y paz.
Orión se apartó de mí y pegó su frente contra la mía. Él permanecía con sus ojos cerrados, las marcas de edad cada vez eran más notorias. Se mostraba y notaba su pesar. No era su mejor momento. Estaba sufriendo, estaba herido, y como una tonta tomé de sus mejillas y junté nuestros labios.
Sólo unos instantes, un micro segundo. Lo hice de manera involuntaria, mi cuerpo actúo por mí. Mi cuerpo anhelaba de aquel acercamiento. Pero lo hizo sin pensar en él y en la situación tan errónea. Y lo entendí cuando él fue el que se separó de mí.
—Lo siento... No debí de... Lo lamento tanto —murmuré lo más rápido que podía, viéndolo con total arrepentimiento, recordando el contexto y que Andy estaba en la misma habitación.
—No... No te preocupes. Una disculpa, quizás las situaciones, no quise... —soltó balbuceando el hombre, sin mirarme a los ojos y apartándose de mí cada vez más—. Tú discúlpame, Eva.
Al instante miré a Andy que parecía no haber notado de mi error.
—Es mejor que me centre en él. Para eso vine, ¿cierto?
—Lo lamento sí te ilusione o algo cuando convivimos. Sólo quise... ser amable —dijo Orión aun balbuceando, aún sin verme, aun apartándose.
—No se apure, Sr. Orión.
El silencio nos invadió mientras yo sentía como las lágrimas comenzaban a acumularse dentro de mis ojos ante aquel momento tan bochornoso.
—Gracias, por cierto —articuló el hombre tomándome por sorpresa—. Creí que mi cumpleaños era un dato desconocido para ti.
—Lo era, pero para internet no lo es —respondí agradeciendo mentalmente que el hombre optara por cambiar el tema para no mantener la tensión—. Lo lamento, no creo que sea oportuno celebrar su cumpleaños después de esa noticia.
—Creo que podemos comer y partir el pastel. Después de todo, te tomaste el tiempo de hacerme algo especial.
—Mi mamá me acostumbro a qué cuando alguien muriera no se debía escuchar ni música ni nada —dije, sintiéndome un poco incómoda.
—¿Eso, por qué?
—Porqué estabas de luto.
—Igual, no quiero desperdiciar algo que hiciste con tiempo y esfuerzo —indicó con pena.
—Ya no importa.
Al instante, ambos nos miramos a los ojos y Orión entendió todo.
—Comprendo. Iré a mi cuarto, sí necesitas algo.
—Sí, claro.
Cuando se fue, terminé llorando mientras convivía con Andy. En esos momentos agradecía estar con un niño como él que no cuestionaba los sentimientos. Después me incliné en limpiar todo lo de la fiesta e intentar y rezar que mañana sea un mejor día.
En las constelaciones, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧
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