Capítulo IX:Visita Productiva
Una semana atrás.
Frank estaba sentado en una silla alta, frente de la barra, bebiendo un bloody Mary sin hablar con nadie y escuchando la música que sonaba. Quien lo viera pensaría que era un borracho con la nariz y las mejillas rosadas.
Pese a lucir como un ebrio, su pelirrojo cabello aún seguía peinado hacia atrás. Quizás era una pista de que simplemente estaba fingiendo porque estaba muy pendiente de su entorno.
No hubo mucha gente en el restaurante y tampoco ninguna mujer sola con quien el pelirrojo pudiese coquetear.
Para Frank, su objetivo no debió elegir este lugar para pasar el rato. Sin embargo, su opinión difería de quien vigilaba porque está estaba estaba tomándose un campari con deleite mientras hablaba con hombre bastante actrativo.
La mujer era Julieta Martinez, la cual tiene veintisiete años y es la hija mayor de una familia de cuatro miembros: los padres y una hermana de cinco años.
Antiguamente era maestra de un jardín de infantes hasta qué logro hacer fortuna y ahora vive mantenida por un sugar daddy bastante notorio, Ricardo Sinclair.
Aparentemente ella no tiene nada turbio , sin embargo el cuerpo del informante que la investigaba fue encontrado en el río Príamo hace treinta y siete horas.
Es cien por ciento seguro que fue obra de su amante. No obstante, ella vino apareciendo hace dos años y que fue maestra es falso según la última información que pudo pasar el difunto.
Otro engaño es que la familia de ella no es gente común, sino gente ficticia. La única persona real es el cuñado que es la mano izquierda de Ricardo Sinclair.
Ahora, por sus afiliaciones esta siendo vigilada.
Frank bostezó con flojera. En esos segundos en que su boca se abría tan grande como un fresa, se sentó una femenina a su lado. La mujer llevaba un vestido cóctel y su cabello castaño eran rizos hasta la media espalda. Su maquillaje le daba un aspecto gatuno.
-Buenas noches -murmuró la chica, lanzandole un vistazo por un breve momento para luego dirigirse al bartender-. Deme un ABC.
-Si señorita de inmediato.
-¿Qué hace una hermosa mujer sin acompañante? -preguntó en voz baja Frank, encontrando un nuevo interés.
-Nada que le interese -contestó de inmediato la chica, sabiendo que él solo quería urgar en su vida porque no tenía nada bueno que hacer.
-¿De verdad? -volvió a preguntar Frank-. Pues tienes razón, solo que hacerte conversación porque estoy aburrido y Dios te trajo a mi para hablar conmigo.
-¿Qué? -la hermosa chica se echó a reír con incredulidad-. Que locura.
El bartender le entrega su bebida a la chica y esta bebe unos sorbos.
-¡Te reíste! -exclamo Frank emocionado.
-Soy Nora.
-Mi nombre es Elliot -se presento Frank, sonriendo. Ese era su nombre clave en esta misión.
-No suelo hablar con extraños.
-Yo tampoco, pero creo que solo por ser tú lo haré hoy.
¿Un hombre normal sería tan amistoso con una mujer que acaba de conocer? Nora se burló en sus adentros, este tipo de hombres solo la quería para hacer intimidad, por lo que tuvo que aclarar desde el principio:-Yo también, solo porque eres guapo. Eso sí, no te pienses que me llevarás a la cama.
-No hay tal pensamiento, pero me alegra que que mi cara sirva para algo.
-¿En qué trabajas? -Nora cambio de tema.
-En una compañía de autos ¿y tú?
-Trabajo a tiempo parcial, ya que estoy terminando la universidad.
De repente el celular de la chica comienza a sonar.
-Dame unos minutos, voy a salir a contestar -responde Nora para luego salir del restaurante y quedarse en el pasillo con su bebida de tres colores.
El restaurante estaba ubicado dentro del Centro Comercial Mercury, así que Nora solo veía a los traseuntes caminar o entrar en comercios cercanos.
Mientras tanto adentro, Frank echo un vistazo rápido a su objetivo, notando que se había levantado y se estaba yendo por una puerta a otra parte del restaurante.
Frank iba a cambiar su posición, pero un proyectil lo obligó a levantarse y esquivarlo.
Una de las meseras le había lanzado su bandeja circular de metal como si fuera un disco de frisbee. Lo curioso fue que cuando el estante de licores recibió el disco termino, clavándose en la madera, rompiéndose la vidriera y un par de botellas.
La mirada de incredulidad de la mayoría de las personas quedo pegada en sus caras un buen rato, el disco estaba tan incrustado que no daba visto que pronto se caería.
El bartender se sentó en el suelo con terror absoluto, él estaba hace unos segundos frente a ese estante.
Si se hubiera quedado en ese lugar, su cuerpo quedaría partido en dos. El bartender se abrazo y se sentó en el suelo.
Frank analizó a su oponente mientras, corría hacía él con un cuchillo de cocina.
Cuando estaban a corta distancia, el pelirrojo en un rapido movimiento agarró el cuchillo por el filo mientras, le lanzó un jal a la mesera que casi la hizo tropezar con sus propios pies.
Muchos de los que estaban comiendo, se quedaron vieron el conflicto interesados. No obstante, pronto se tiraron al piso y comenzaron a escapar gatiando como un bebé del restaurante completamente asustados.
Otra mesera, una rubia, empezó a disparale a Frank, quien volteó la mesa más próxima y esquivo algunas balas, quitando la que quedó en su brazo derecho y otra, a dos centímetros sobre su cintura.
El pelirrojo sacó dos pistolas que estaban bien sujetas por su correa y su ropa. Las tenía guardadas entre el trasero y la espalda, cubiertas por su saco y pantalón. Puede que no sea un gran peleador del cuerpo a cuerpo, pero su puntería era muy buena.
Frank le disparó varios proyectiles en la cabeza a la mesera, quien tampoco se quedó atrás y siguió disparando hasta que dos de las balas del pelirrojo llegaron a su lugar de destino y la mesera cayó tendida en el suelo.
Frank también le disparó a la otra mesera, pero esta uso su propio brazo derecho para bloquear todas las balas y correr hacía él, sorprendiendolo.
«¿Un droide? o ¿Quizás una humana con partes robóticas? Que molestó» pensó con fastidió Frank.
La primera mesera viendo que su compañera fue derrotada, volvió a atacar, intercambiando golpes con Frank.
No había intervenido en el duelo por temor a una bala perdida.
El pelirrojo sentía que no podía aguantar más, la sangre todavía salía de sus heridas y los golpes del brazo derecho de la mujer contra su cuerpo eran bastante dolorosos.
Pronto, Frank empezó a sentir mareos.
«Tengo que acabar con esto» pensó el agente.
El hombre retrocedio, siendo seguido de cerca por la chica a la vez que continuaban peleando. Una que otra patada de la femenina detenía un momento a frank, quien se percató con temor que las dos o una pierna puede ser robótica.
Esa mujer era humana con partes robóticas, todavía los robots no podían imitar la respiración y el subir y bajar del pecho.
Saco otra pistola e hizo como le iba a disparar a la mesera, quien se protegió de nuevo con el mismo brazo. Más, dobló su muñeca hacia atrás y le disparó varias veces al vibrio, rompiéndolo.
No quería seguir luchando, el objetivo se había ido con las otras personas, o eso pensaba Frank por todo el ruido causado. Por eso necesitaba escapar de allí.
La mesera se quedó observando como su enemigo se lanzaba por la ventana destruida.
El terror de morir invadió al hombre, pese a que sabía que si se quedaba allí atrás, iría a la otra vida.
Se escuchó otro ruido y el restaurante explotó para su sorpresa.
Por suerte Dios le sonrió, Frank cayó sobre un carro en movimiento y entro por la ventana del techo del carro.
Quedó vivo, pero muy herido.
Frank no recuerda en que momento se desmayo, pero estaba muy agradecido con Dios por darle un poco más de vida.
Así fue como Frank llegó al hospital desangrandose y termino hablando con Walter una semana después.
-Y eso fue todo -finalizó de contar Frank su historia sin dejar de mirar a Walter, del cual no pudo conseguir empatía o excepticismo, solo frigidez-. Ellos ya sabían que iba a ir y no les importo, ya que manejaron el asunto de forma desordenada o eso es lo que presumo -agrego su opinión.
Walter se quedó como una estatua y no mostró o dijo su propia opinión respecto a eso.
«¿Como consigue enamorar al sexo femenino siendo así?» pensó Frank internamente con amargura, pero regaló nada en su rostro serio e intento adivinar los pensamientos de su jefe.
-¿La chica? -preguntó de forma inesperada Walter, refiendose a la persona que había traído a su empleado al hospital.
-Oh, la conocí en el restaurante. Tuve suerte que ella me atrapo mientras caía, sino hubiera muerto si cayese de esa altura al suelo -explico Frank-. Por cierto su verdadero nombre es Luna y esta terminando su carrera.
-En el hospital creen que es tu novia -comento en modo chisme. Walter ya sabía de ella y su vida.
-Lo es ahora. Desde que me ayudó -contesto un Frank asombrado porque el rígido de Walter hablará de eso, ya que era imposible que ese tipo no la revisa.
Si Luna hubiera sabido que Frank ahora la tomaba como su novia verdadera, le hubiera dicho varias cosas no lindas.
Pero ella no estaba en la habitación.
Durante el tiempo que ocurrió la interacción entre los dos hombres, Luna estaba en cafetería del mismo edificio, perdiendose en sus recuerdos mientras, almorzaba.
Ayer había decidido ir a un restaurant y darse su gustó, pero paso un desastre y tuvo que salvar al hombre con quien hablo.
Desde hace una semana todo el centro comercial estaba cerrado y bajo investigación.
Cuando llevo a ese extraño hombre al hospital había mentido para quedarse con él, diciendo que era su novia.
Vivir esos segundos de desesperación con Elliot, le habia hecho recordar su tiempo visitando al hospital por su tía y la desaparición de Soleil.
Ya habían pasado cuatro años desde que su amiga Constanza desapareció y no volvió, pero a su tía pudieron conseguirle unos ojos, luego, de perder los suyos por ceguera.
Una chica que murió permitió que se donarán sus organos.
Lo extraño es que su tía después de oírla que todavía buscaba a su amiga Constanza, de repente lloró y cada que la ve hace lo mismo.
Tal vez esos ojos eran defectuosos.
A veces los que viven en ignorancia son más felices.
Luna tomo un trozo de su torta tres leches y lo ingirió, después, se puso a ver las fotos en su celular.
-Ese hombre es un caballero a diferencia del bastardo de Igor -murmuró para si misma Luna, viendo y pasando las fotos del día del eclipse y recordando a su viejo compañero quien no ha visto desde hace unos años, Igor quien no ha visto en mucho tiempo.
Los demás todavía siguen en contacto con ella.
Día del eclipse, antes de Constanza desaparecer.
Luna observó encantada como la gente se reunía en el parque acompañados de sus familias, a diferencia de Alfredo que simplemente se acostó en la manta que habían puesto en el suelo para sentarse y colocar sus cosas.
Ellos dos habían venido con todos los de su grupo a divertirse.
-La brisa es maravillosa, pero nadie puede dormir con todo ese ruido -se quejó Alfredo de la familias.
-¿De qué te quejas? -pregunta Carlos con curiosidad-. Casi se suspende el eclipse por culpa de los profesores preguntando cada rato si era un día de clase o no -añadio bromeando.
-Escuche que el profesor Pulgar protesto con el director, ya que no es un día importante por el que nosotros debamos faltar -comentó Connie.
-¡Me voy a limpiar el trasero con su apellido! -exclama Luna levantando las manos al cielo.
Todos se rieron ante la locura de luna que estaba bien pensada está vez.
Alfredo incluso dice:-Que obsena, vas a meter un pulgar en trasero.
-Esto se esta poniendo -comentó Connie y todos estuvieron de acuerdo.
Igor observó la hora en su reloj por unos breves segundos y ordenó:-Pónganse todos los lentes, que dentro de tres minutos iniciará el eclipse.
Todos se pusieron sus lentes especiales para ver el eclipse y proteger sus ojos. La luz del sol directamente a la vista podría ser dañina mientras, observan cómo la luna bloquea lentamente al sol.
Cuando comenzó todo estaba en silencio.
-Bésame la luna y tapa el sol con el pulgar -comenzó a cantar Alfredo en voz alta antes de que lo obligarán a ingerir una tableta de chocolate.
-Nosotros somos otro nivel de jo... ya empezó -dijo Carlos.
Poco a poco la estrella fue bloqueada hasta verse una esfera oscura con bordes de la luz amarilla y naranja del sol, pareciendo un aro de fuego.
En esos momentos de alineación, la luz comenzó a irse de la tierra, como si escondiera como Amaterasu en una cueva.
-¡Esto no es creado por mortales! -exclama Alfredo hipnotizado-. Es hermoso, pero efímero. Es como si la luna anduviera celosa de que vieran a su mujer.
-¡Dios mío! -dijo con exasperación Igor ante la analogía extraña de Alfredo.
-Amo este día -murmura Connie, soltando una lagrima-. Nunca cambiaría este día por el resto de mi vida.
Volviendo al presente con luna sentada dentro del hospital.
-Yo tampoco lo olvidaré mi Connie -mascullo Luna, tocando el rostro de su amiga en la foto.
Una mano toca el hombro de Luna, asustandola y haciendo que casi tire el celular.
Luna se giro y quedó embobada con el extraño hombre de ojos grises.
-Hola, disculpame por asustarte -hablo Walter sonriendo de forma amistosa-. Soy el jefe de tu novio Elliot.
El tiempo de Luna en la cafetería había sobrepasado, el tiempo al de Frank y su jefe, por lo que en los momentos en que Luna estaba abstraida, Walter había salido de la habitación del paciente y la busco para hacer contacto.
«Dios mio bendito ¿Que mal abre hecho? ¿Por qué el bombón dice que tengo novio?» piensa espantada Luna para luego recordar que ella misma se había metido en ese lío.
-Señorita -la llamó Walter.
-Hola señor ¿Qué se le ofrece? - preguntó embobada Luna.
-Nada, solo quería decirle que usted es una jovencita muy valiente -explico Walter-. Muchas gracias por salvar a mi empleado -añadió.
-Ah... ya veo.
-Bueno, me voy -se despidió Walter, dejando a la Luna en el satélite natural que rota alrededor de la tierra y tiene su nombre.
Evaluna Camara, mejor conocida como Luna. Es sobrina de Pilar Camara, a quien hace unos años se le había hecho una operación donde se le implantaron dos ojos comprados por uno de sus hijos. Esos órganos habían sido previamente de Constanza IV según la información que Walter logró conseguir.
«La ignorancia es la mayor felicidad» pensó Walter «no parece que hubiese visto eso».
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