Capítulo IV:Los días en que Igor estuvo fuera de casa(4)
—Yo espero que con el favor de Dios esa niña dure por muchos más años de lo estimado. Constanza V, mostró patrones que ninguna Constanza hizo. También ella creció como un niño normal. Realmente tiene tres años mientras que Constanza IV tiene seis y parece de catorce.
—Por Dios no te bases en esperanza, somos científicos, no religiosos —protestó Wolfgang, sacando un cigarro—. Dime algo con hechos reales.
—Es verdad —corroboró Evans—. Pero durante mi estudió de la biología, he llegado a pensar que este mundo es tan perfecto que no me parece insólito si existe un Dios que lo creó.
—Dios mío —expresó con incredulidad Wolfgang—. ¿Quién te exorcizó para hablar así?
Evans soltó una carcajada para luego responder:—Creo que mis hijos, soy padre de gemelos idénticos naturales. Nacieron hace dos meses y son lo mejor que me pasó.
Evans no sabía porque le dijo eso a la persona que peor le caía, pero se sintió bien abrirse un poco. Aunque sentía que Wolfgang no era el indicado.
—Viéndote no me dan ganas de tener otro más... porque me dará algo si me vuelvo como tú—Wolfgang se levantó y fue hacia la puerta—. Me encargaré de Constanza... venderemos sus órganos y todo lo vendible para que quede en nuestros fondos.
—Pensé que íbamos esperar a que muriera —protestó Evans incómodo, había tratado ser lo más frío posible pero no podía y menos con personas que son genéticamente humanos como él.
—Alguien necesita esos órganos más que ella —contestó Wolfgang saliendo de ella—. No te atrevas a decirle a Charles que con quién tratamos es con otro inversor.
«Alguien tiene que hacer el trabajo sucio»pensó Wolfgang. No era que sintiera afecto o sentimentalismo porque los clones se consideran humanos a los ojos de las leyes impuestas por la humanidad, simplemente quería ganar dinero, más sabía que no era correcto, pero igual lo hacía.
Mientras Wolfgang se iba, el doctor Evans se quedó solo en la habitación, inseguro de todo lo que estaba pasando y si era correcto quedarse allí. También necesitaba el dinero, sus hijos lo necesitaban.
Cuando cayó la noche, el doctor Evans llegó a su casa y fue recibido con la doble bendición de sus gemelos junto a su bella esposa, él durmió con ellos y se levantó temprano en la mañana completamente determinado a ayudar a Constanza V a vivir más años.
Lo que no espero es que Constanza IV había escapado de la instalación.
—Ahora tenemos un fantasma rondando las calles —bromeó uno de los que estaba dentro del proyecto Constanza mientras, miraba de una manera no muy amable a Wolfgang que estaba lastimado.
Evans analizó la apariencia de su compañero de trabajó, tenía un ojo morado y el cachete hinchado. Había un vendaje en su mano izquierda y terminaba dentro de la manga de su bata, por lo que no pudo decir cuanto fue el daño del brazo.
—Luces como basura —informó Evans.
—Gracias por la observación, lo tomaré en cuenta —dijo de forma sarcástica Wolfgang.
—Al final te lo mereces —lo acusó una doctora.
—Ok. Vamos a aclarar algo aquí —dice Wolgang levantándose de su asiento—. Ninguno presente aquí es un santo. Todos tenemos en nuestro currículum ocultó la inhumanidad desde el momento en que iniciamos este proyecto de mierda.
—Lamentablemente el bastardo tiene toda la razón —concordó Evans—. Sin embargó yo terminaré lo que empecé.
El "bastardo" solo se rió a carcajadas, sabiendo que su conciencia ya estaba siendo por completo distorsionada.
Este proyecto lo había cambiado.
«Cualquier cosa que se le haga a los animales, también es posible hacérselas a un ser humano» Wolfgang pensó a la vez se tapó los ojos con el dorso de su mano derecha, su sonrisa se mantenía.
«Lunático» pensaron todos los de la sala.
De repente le llegó una idea a Wolfgang que lo hizo levantarse de su asiento y mirar a todo la sala.
—Ahora recuerdo algo —empezó a decir, Wolfgang—. Cuando tengamos más avanzada la clonación podríamos traer a los muertos y moribundos.
—Que alguien llame al manicomio porque alguien necesita ser llevado —susurro la misma doctora que anteriormente había hablado. Su mirada azulada lo único que transmitía era asco y total despreció hacia Wolfgang.
—Vamos no sean hipócritas e intenten no cerrar los ojos a las circunstancias. Queremos traerle una chica a su papi por dinero....—intentó razonar—. ¿Cuánto nos pagaría cierto presidente solo por traer a su predecesor? El cual ama con ahínco.
—También malas lenguas dicen que ese sujeto lo mató, traicionándolo así de la peor forma posible —informó la doctora—. Posiblemente lo tomen como un crimen de lesa humanidad.
—O Dioses Nairelys—comentó Wolgang logrando que todos se rieran a carcajadas, burlándose de sus ocurrencias.
—¿Estás senil? —preguntó la doctora Nairelys, mirándolo con más detalle. No obstante, para ella, todo el gritaba loco.
—No, siento que no he estado mejor—respondió Wolfgang saliendo por la puerta.
El doctor Evans nunca más vió a Wolfgang luego de ese día hasta que lo contactó hace una semana mientras, Constanza IV estaba desaparecida hasta un cierto día en el terminal y ahora.
—Muy bien —empezó Wolgang —. Tenemos la teoría de que podemos detener el envejecimiento de Constanza IV si la introducimos o más bien a su corazón en una máquina que tenga las características de cuando los astronautas se encuentran en el espacio —Wolfgang hizo una pausa—. Recordemos que cuando vuelven a la tierra se ven mucho más jóvenes que su edad real. No obstante, no sabemos si se acelerará su envejecimiento cuando salga, pero lo importante aquí es que será lo que gane tiempo para conseguir un corazón y Constanza V podrá vivir bien luego del trasplante como se debe.
Constanza IV será sacrificada para que Constanza V pueda vivir, ya que ahora está última no dispone de un corazón que pueda usar.
No es que no estuviera en las listas, pero es que no había tiempo.
También crear un clon nuevo sería contraproducente por el costo y porque Constanza no puede esperar.
Moriría en este mes.
—Ya que ya la tenía lo dejó trabajar —dice el CEO Charles, caminan hacia la salida seguido de Igor.
En la puerta el hombre más viejo dice:—Iré a ver a mi hija.
—Me quedaré afuera de la habitación.
—Bien.
Caminaron un rato antes de llegar a los almacenes del instituto San Miguel, Charles entró en la puerta con el número quince en el centro.
Al entrar, la mirada de Charles cayó con gran melancolía en uno de los grandes cilindros de vidrio que se encontraba en la esquina de la habitación.
Había pasado mucho tiempo desde que fue a ese lugar y sin embargo ya no lloraba. Parecía que sus lágrimas se habían casi secado como un río en época de sequía.
El hombre de piel oscura estaba tan cansado que no sabía que más hacer. Había rezado incontables veces, se volvió un filántropo y sin embargo Dios no había devuelto a Constanza.
Dentro del cilindro de vidrio se encontraba flotando una chica, ella era la original Constanza. Cuando determinaron que estaba legalmente muerta. Su padre mandó a conservarla en criogenia para proteger su cerebro y cuerpo. Todo con el fin de esperar a que la ciencia y la tecnología pudieran avanzar más en la medicina hasta el punto en que pudieran despertar de su sueño a Constanza.
No había garantía que despertará en un futuro y él lo sabía, incluso se lo habían dicho o mejor dicho lo escuchó y leyó en las redes malos comentarios como " excentricidades de rico", pero Charles estaba seguro que ningún de ellos ha tenido un hijo o uno lo quiere como se merece porque un verdadero padre entenderá que el dolor de perder a un ser que nació de ti y vive contigo la mayor parte de su vida es una experiencia insustituible.
Peor es perder a ese ser cuando apenas comenzaba a vivir.
Es una pena que te acostumbres a escucharla y a verla para que luego desaparezca de tu hogar sin llevarse sus cosas o vivir con su pareja, simplemente se fue porque no puede abrir los ojos, caminar mientras camina hacia ti.
Charles escuchó "papá"en su mente. Sabía que era él mismo quien solo recordaba, pero igual fue feliz. De alguna manera su hija estaba con él.
Si, una vil mentira que Charles estaba dispuesto a creer.
—Constanza tienes una hermanita —empezó a decir Charles—. Es una niña muy linda que también tiene tu nombre. Al principio quería que ella fuera tú, pero había diferencias —Charles se quedó en silencio analizando lo que pronto diría—. Ella no podría reemplazarte jamás. Tú eres Constanza mi hija y eso nunca cambiará.
Charles recordó porque decidió descongelar a su hija, su vecino había perdido a su perro y no quería otro, por lo que al final el canino fue clonado.
Para el CEO no fue diferente a cuando estaba el original.
Que equivocado estaba y se dió cuenta luego de una semana con Constanza V que su hija original era única.
Pese a saber eso, no quería separarse de Constanza V quien era exactamente igual a Constanza.
Nadie podría tomar el lugar de Constanza.
De repente Charles sintió un mareo y casi se cae, pero fue sostenido por Igor, quien puso su mano en la frente del hombre más mayor.
El rubio sintió gran angustia al notar la frente de Charles caliente y lentamente lo guió hacia la salida de la habitación.
—No te escuche entrar —comentó Charles—. No esperaba verte aquí, pero me alegro. Ella lo más seguro está feliz de verte.
—Puede ser —contestó de mala gana el rubio. Igor ya dejó esa etapa hace tiempo y no estaba interesado en volver a revivirla.
De repente escuchan el sonido de un líquido cayendo y chocando con el suelo. Ambos al instante se dan la vuelta y ven que uno de los cilindros de la habitación se había abierto.
Cómo si fuera cortado a la mitad, parte del cilindro había bajado y una chica salió tambaleándose.
Esa chica terminó desmayándose y cayendo al suelo.
Ninguno de los dos hombres se movió y ambos se miraron.
Charles se detuvo, viendo el cuerpo de su hija con esperanza y añoranza, esperando que ella se moviera aunque sea un poco.
«Constanza dale una señal a papá» pensó Charles viendo en detalle a su primogénita.
Igor no podía dar crédito a lo vío hace unos segundos atrás y ahora estaba en un dilema. Quería acercarse a la chica, pero Charles se sentía mal y si lo suelta podría caerse.
Al final el rubio tomó una decisión, notando que será difícil salir de la habitación por un rato.
—Dame un momento. —masculló Ignor. El rubio iba a buscar una silla, pero recordó que tenía el número de uno de los científicos locos del laboratorio.
Llamó al doctor Evans y antes que esa persona pudiera contestar, Igor le habló primero:—Por favor ven a la sala de almacenamiento quince dónde guardan los cuerpos en criogenia. Una chica acaba de salir de uno de los tubos y ha causado un desorden aquí.
—¡Voy enseguida! —exclamó medio confundió Evans ¿Cómo podía ser posible que alguno de ellos saliera? Eso sería científicamente imposible.
El doctor Evans sintió algo en la garganta al momento en que llegó a esa habitación de almacenamiento. Allí estaba la chica que todavía se veía inconsiste, pero cuando se acercó observo cómo su pecho subía y bajada.
No obstante, después se intentó calmar Charles pensando: «ella quizás no estaba muerta cuando fue almacenada».
El afroamericano se agacho a un lado de la femenina y puso su dedo en su nariz, verificando que sus ojos no lo engañaban. Posteriormente, se levantó y fue a la computadora para verificar quien estaba durmiendo allí. Sin embargo no pudo ver la información por una contraseña.
La criogenia no era su área de especialización.
Rápidamente llamó a otra científica:—Hola Vilma, te necesito aquí en el almacén número quince Una chica acaba salir de un de los tubos y quería ver su información ¿Me podrías dar contraseña?
—Voy para allá —dijo ella antes de colgar y correr de forma apresurada hacía el almacén.
Ningunos de los caballeros tuvo la gentileza de cargar y llevar a la joven, solo la miraban como si fuera una extraño ser extraterrestre, quitando a Charles que seguía viendo a su descendencia.
Cuando la doctora Vilma llegó hizo lo mismo que el doctor afroamericano, pero ella sí pudo entrar al sistema.
Leyendo la pantalla a la doctora casi se le caen los lentes. Alguien había cronometrado a esta paciente para que saliera este día y por eso se descongeló. También al parecer no estaba muerta sino que sufría de una enfermedad terminal.
El nombre de esta chica era Shiloh Monique Maria Mendes Cabello, una tataranieta de una familia de músicos.
—Es un caso bastante serio —murmura para sí misma la doctora, luego, comenta de forma despectiva—. Aquí se perdió la caballerosidad. Al parecer ningún patán de aquí la puede cargar.
El doctor Evans rápidamente corre hacia la chica y pasa el brazo por las axilas de esta mientras su otra mano debajo de las rodillas y se levanta, cargándola.
La chica era bastante delicada y estaba muy helada.
—Voy a llevarla para que el doctor Bernan la examine —dijo El doctor Evans antes de salir de allí.
—Yo te sigo —gritó la Doctora, corriendo detrás de él y dejando solos a Igor y a Charles.
—Te llevaré a tu casa —dice Igor, guiando a Charles para el estacionamiento.
—Eres muy frío con mi Constanza —señaló Charles.
—Eso fue solo un cuerpo vacío y yo debo salir adelante —aclaró su posición Igor, pero si expresión por unos momentos mostraba gran melancolía.
Charles se percató, pero no comentó nada y siguió caminando. Cada persona lidia con su dolor a su manera y no hay excepciones.
Además, antes de que todo esto pasará Igor era el novio de Constanza y eran muy unidos.
De repente Charles recordó algo y le cuchichio al hombre más joven:—Tu amigo Felix llamó a mi esposa y le preguntó cuándo irás a casa, Natasha me dijo que parecía un poco desesperado.
—Ese entrometido...—balbuceo Igor mientras, la comisura de sus labios se elevaban ligeramente con buen humor.
—Tenía tiempo sin verte así muchacho. Gracias a Dios —Charles se lo comunicó—. Desde ese accidente dejaste de sonreír.
—Es un buen amigo —comentó Igor desviando la mirada.
No dijeron más nada en el camino y siguieron caminando hasta llegar al auto de Igor, quien le abrió la puerta de copiloto a Charles y luego entró él mismo al auto.
Tan pronto como el moreno entró, se puso su cinturón de seguridad, ya que Igor era corredor de automóviles y las altas velocidades eran usuales en él hasta el punto de ser incontables las multas que han adornado su coche.
Cuando el carro comenzó a rodar, sopesó ciertas cosas. Antes, Charles dudaba si hacerle eso a Constanza IV pero era la única oportunidad para su segunda hija por lo que decidió pedirle ayuda Igor que además de corredor de automóviles, el hacia ciertas misiones al gobierno a veces para atrapar gente dañina para el país, por lo que podía conseguir con sus amigos donde se escondía Constanza IV.
Fue una sorpresa que la chica estuviera escondida en una universidad pública escondida y estudiando una carrera.
Según el informe que consiguió Igor, Connie vendió varias veces su cuerpo para sobrevivir y así pagó por sus falsos certificados de primaria y secundaria.
Le iba bastante bien allí. Aunque ya no lo hace y ganaba dinero como repartidor de pizzas.
El ex-novio de su hija había tardado mucho tiempo allí. Charles cerró los ojos y se pensó estando en la posición de Igor y se horrorizó.
—Lo siento Igor —hablo Charles, volviendo a mirarlo y detallandolo, cabello rubio platinado desordenado y ojos cansados—. Te mandé a atacar al clon de mi hija— el moreno no supo como esas palabras salieron de sus labios, ya que su garganta comenzó a sentirse como si algo estuviera arrancado—. Tus muchos días en esa universidad de tercera debieron ser porque dudabas —balbuceo por primera vez en muchos años.
El rostro de Igor se endureció en ese momento y apretó con más fuerza el volante para luego soltar unas palabras conteniendo algo que Charles no estaba seguro que era:—Constanza IV no es un ser humano. No esta demás hacer uso de ella.
—No —negó Charles—. Tienen todas las cosas necesarias para ser considerados humanos—guardó silencio un momento y prosiguió—. Me recuerdas a mí cuando le decía a mi hermano menor que era hijo de una máquina porque mi madre en ese tiempo se hizo una inseminación a un vitro.
Charles recordó con buen humor las peleas que tuvo con su hermano con el cual era usual rodar por el suelo por cualquier tontería.
—Esa historia quiero escucharla —comentó Igor, intentando desviar el tema.
Sin embargo, Charles tenía otros planes.
—No quiero ser celoso pero porque esa chica despertó y no mi hija. Yo he orado incontables horas, enviaba dinero a los más necesitados... Pero la hija de otro apareció en mi cara.
—No te lo voy a negar. Pensé en matarla por unos segundos —respondió Igor con honestidad—. Pero también era inocente... así que lo tengo que aguantar.
No había falsedad en sus palabras, incluso cuando lo decía con calma o mejor dicho era una calma aparente porque todavía mantenía su expresión tensa y la fuerza en sus manos hacía que sus dedos tomarán una tonalidad ligeramente más clara.
—Espero nunca volver a ver a esa chica.
Dentro de la mente de Igor se evocaron una variedad de memorias parecidas a una película con muchas imágenes de Constanza, Connie y Constanza V. Todo lo que sabía de ellas.
Le tocan el hombro de repente, provocando que se sobresaltara.
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