giyu miró perdidamente el lugar, sus ojos vacíos solo demostraban una abismal penuria y su rostro estoico estaba bañado en la amarga sensación de pérdida, su cuerpo estaba vendado en el torso y él miraba con tanta indiferencia el mundo, todo a su alrededor eran sombras y no captaba ningún color, todo blanco y negro, frívolo.

a pesar de que escuchaba, él no podía concentrare en nada, su cerebro estaba consumido en el elixir que intentaba calmar el dolor de su corazón inútilmente, sus sentidos estaban sumergidos bajo una gruesa y espesa capa de tristeza y muerte, oh muerte, nunca la había deseado tanto como ahora.

el hombre no escuchaba a nadie de la habitación que le hablaban, los pilares artos de no ser escuchados algunos de poca paciencia empezaron a gritar, pero el no atendía a absolutamente nada, era un cuerpo vacío, un recipiente sin alma, un cuerpo sin dueño.

los meses pasaron y el hombre estaba completamente recuperado de su herida, pero eso no significaba que estuviera como si nada y el mundo girara para él, pues seguía en esa abrumadora soledad y tristeza en la que se enfrascó, a pesar de que incluso oyokata-sama le había hablado él no respondía ni se valía por si mismo, ya no era el fuerte pilar, sino, un simple muñeco.

tomioka giyu era un ser vacío el cual no contentaba nada, solo seguía órdenes y siempre era vigilado por algún pilar para que no intentara atentar contra su vida como durante todo ese periodo de tiempo, no podía estar cerca de nada peligroso, lo único que parecía moverlo por su cuenta era cuando él asesinaba los demonios.