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Veinticuatro

–Que… ¿Qué has dicho?

–Lo que escuchaste —su madre estaba tranquila.

–¿Por qué piensas que lo haré? —Jimin cerró sus puños.

–Sé que hice mal en casarte con él. Aún si no lo conocías por eso voy a corregir mi error.

–Yo ahora estoy bien con Hoseok —respondió jimin —Así que gracias pero no. Gracias.

–Jimin cariño, no lo hagas más difícil, Sólo hazme caso.

–No, ¿Por qué quieres que me divorcie de él?

–Te lo dije, hice mal en casarte con él si no lo conocías. Ahora, voy a darte la oportunidad de que lo hagas con alguien que conoces. —la mujer sonrió.

–¿Así? ¿Quien? —Jimin se cruzó de brazos.

–Con Jungkookie hijo. —La mujer sonrió más ampliamente.

–Él cuando se entere de esto se rehusara, Así que no.

–Te equivocas, sus padres ya han hablado con él y a aceptado.

Jimin simplemente no lo podía creer.

–Aún así me niego —dijo él.

–Si te sigues negando, haré algo encontra de esa escuela que tiene tu esposo.

–¿De qué hablas? —Jimin frunció el ceño

–Su escuela no está autorizada, así que puedo ver manos en el asunto Y hacer que esa pequeña escuela sea demolida. —Respondió con calma.

Jimin abrió la boca incrédulo.

–Eres de lo peor.

–Puedes decirme lo que quieras. Eso no importa ya, tienes Hasta mañana para decirle, vendré por ti a eso de las 4 de la tarde.

Su madre se levantó y se acercó a él entregándole un papel.

–Haz que firme esto para el divorcio y que no se lleve tanto tiempo.

Sin agregar más la mujer se acercó a la puerta y la abrió para salir entrando una camioneta que la esperaba.

Jimin no pudo reclamarle nada, no pudo gritarle no pudo negarse más, lo que estaba pasando aún no podía dar crédito. Miró el papel que le había entregado teniendo muchas ganas de romperlo en miles de pedazos ante la rabia que estaba sintiendo.

Primero lo había obligado a casarse y ahora lo estamos llegando a disolver matrimonio que ella misma creó, de verdad que su madre no tenía límites.

Pensó en las posibilidades del porque estaba pidiendo eso. Aunque la respuesta fue muy fácil de adivinar. Dinero, era de lo que podía tratarse solamente. A su madre no le importaba más.

Entró a su habitación y guardó el papel en uno de sus cajones, se acostó en la cama mientras se envolvía en su sábana.

¿Porque cuando había alcanzado la felicidad le pasaba eso? Maldecía su suerte. Se preguntaba cómo es que habían convencido a Jungkook para que aceptar, él había sido la primera persona en intentar que Jimin aceptara sus sentimientos por Hoseok.

Las lágrimas le recorrían por las mejillas cayendo finalmente en su almohada, no sabía qué hacer si se negaba la escuela que tanto le había costado al mayor construir iba a ser destruida y se aceptaba, significaba que tendría que alejarse de su mayor y era algo que no quería. Necesitaba estar al lado de su mayor, necesitaba sus caricias, necesitaba escucharlo reír, lo necesitaba a él.

–Jimin… Jiminie, despierta.

Sentía como alguien lo sacudía por los hombros y abrió los ojos.

–¿Hyung? –preguntó frotándose los ojos —¿Cuando ha llegado?

–hace como hora y media pero estabas dormido y no quise levantarte –hoseok sonrío pero después borró su sonrisa al ver el rostro de jimin —¿Estuviste llorando? – preguntó.

–¿Eh? Oh, yo… quizás tuve una pesadilla, y yo lloro cuando las tengo.

–¿seguro? –Hoseok se veía inseguro.

–Seguro —Jimin intentó sonreír – Mejor vamos a comer ya, ¿Si?

Ambos comían en silencio, jimin aún seguían dando vueltas al asunto, carraspeó un poco para llamar la atención de Hoseok.

–Hoseok.

–¿Si? —El mayor lo miró

–Yo quiero hablar con usted.

–Claro, de que quieres hablar. —Hoseok sonrió.

«Esa hermosa sonrisa, no quiero que desaparezca»

–Yo…

–¿Tú…?

«No puedo»

–Yo… quiero ir a casa de mi madre mañana, unos días quizás. Quedarme allá.

–¿Por qué? –Hoseok lo miró confuso.

–Porque la extraño. –Una excusa que le salió tan fácil.

–Claro, Oye… ¿Puedes prestarme el anillo que te di? Te lo devolveré cuando regreses.

–S-si.

–Jimin.

–¿Si?

–Te quiero.

Jimin trago duro antes de responder. –Y yo lo quiero a usted.






En la mañana Jimin estaba muy distraído, Hoseok llegó a notarlo pero el sólo lo veía con algo de gracia.

–¿Jungkook vendrá por ti verdad? – Preguntó Hoseok poniéndose su abrigo.

–Si, me lo ha confirmado.

–Bueno, espero no te quedes allá mucho tiempo. No podré dormir mucho si ti a mí lado

Jimin sonrió con un poco de tristeza.

–Ire a dar clases.

–Antes que se vaya… antes de que me vaya, ¿puede darme un beso?

–Lo que quieras. –Hoseok se acercó besándolo rápidamente, amaba besarlo. Aunque ahora no se sentía feliz, queria llorar.

–Nos vemos Jiminie.



YoonGi estaba hablando con Minho en la bodega cuando llegó Jimin.

–Hyung… ¿Lo interrumpo? – preguntó el pelinaranja con timidez.

YoonGi se despidió de Minho y se acercó a Jimin –Claro que no Jiminie.

–Pasaba por aquí… y quizás podríamos ir a su casa juntos, le prometí a Taehyung que me despediría de Ustedes.

Ambos empezaron a caminar.

–Gracias por el consejo de París Jimin, me has salvado.

–No es nada Hyung… puedo… ¿Puedo preguntarle algo?

–Claro.

–Supe que renunció a una oferta de trabajo muy importante, productor en una empresa de música ¿Por qué?

–Porque la persona que me lo ofreció era amigo de mis padres, para ese entonces pensaba en pedirle matrimonio a Taehyung, cuando el se enterara iba a chantajearme.

–Pero ama la música. Ama producir.

–Pero amo más a ese castaño que está esperándome en casa. —Yoongi sonrió —A veces hay que renunciar a cosas importantes por la persona que amas.

Jimin solo asintió en silencio.





Metió la última prenda en la maleta, la cerró y la sacó de la habitación, el sonido de las manecillas del reloj era lo único que se escuchaba en la casa, las ganas de volver a llorar estaban presentes, se reprimia aquellas lágrimas, tenía que ser fuerte.

El sonido del claxón lo hicieron volver a la realidad, tomó la maleta y abrió la puerta.

El chofer se lo esperaba le dio la maleta con brusquedad y sin esperar a que esté abriera la puerta entró a la camioneta.

El viaje era silencioso era de esperarse. Cada segundo, cada metro más cerca de su casa lo inundaba de ira. Divisó la imponente casa de sus padres, antes de que el auto se estacionara jimin ya había salido de este camino con pasos firmes y rápidos, tocó la puerta con fuerza.

Su padre le abrió con una sonrisa.

–¡Hijo! –exclamó su padre con alegría.

–Padre. – respondió con sequedad.

–Jimin…

–Ni una palabra joder, dices algo más y hecho a todos tus empleados.

Después de sentenciar eso pasó a su lado ignorando a su madre que estaba acercándose a él subió las escaleras y se dirigió rápidamente a su antigua habitación. Nada había cambiado todo seguía igual a cuando se había ido.

Cuando se había ido con Hoseok.

En su cama había una caja de regalo, miró la etiqueta. Uno de sus amigos le había mandado por motivo de su futuro compromiso.

Odiaba, odiaba todo. Odiaba ese maldito regalo. Odiaba las decisiones que sus padres tomaban por él.

Odiaba lo que estaba pasando.

Tiró el regalo al suelo, sin importar si lo que estaba dentro de la caja se rompía. Tiró El retrato que estaba en su mesita de noche retrato en el cual él estaba con sus padres. El enojo se había apoderado de él por completo, comenzó a tirar todo lo que estaba en su habitación.

Cuando terminó de hacer eso, respiró entrecortadamente por la adrenalina. Se dejó caer en la cama y empezó a llorar.

Se levantó por el ruido que hacían en su puerta al tocar.

–¿Quien? – preguntó molesto.

–Joven Jimin, le ha llegado un paquete.

–Si es del jodido compromiso, botalo.

–No… creo que sea de eso joven.

–Déjalo afuera.

Después de que escuchó los pasos alejarse se levantó y abrió la puerta. Tomó la caja y cerró su cuarto de nuevo.

Era pequeña, la abrió y se encontró una pequeña nota y una caja más pequeña.

Tomó una nota y la leyó.

Jiminie, pensaba darte el anillo cuando regresaras pero no me he podido resistir a que los veas, soy muy malo esperando.

Tiene algo grabado en el. Algo que tú sabes a la perfección.

Espero te guste. Te quiero Jiminie.

Hoseok.

Jimin abrió la caja, ahí estaba el anillo, pero había algo diferente en el.

Lo sacó y leyó lo que decía. Sólo tres palabras.

Palabras que hicieron que Jimin sollozara con fuerza, sin importarle que alguien lo oyera.

Eres mi serendipia.

Alguien tocaba su puerta, ya era como la cuarta vez que lo hacían y eso le estaba fastidiando.

–¡DEJENME DE UNA PUTA VEZ! ¡NO ME MOLESTEN!

–Joven Park… abreme por favor.

Conocía esa voz.

Jungkook.

Se levantó lo más rápido que pudo y abrió la puerta.

Del otro lado estaba parado Jungkook, con los ojos hinchados y con una tristeza notable.

–Kookie… –murmuró Jimin con la voz rota.

Ambos se abrazaron y se echaron a llorar.

–¿Cuando llegaste? – Preguntó Jungkook.

Ambos ya se habían calmado un poco,

–Hace dos días. –Jimin sonó su nariz en un pañuelo.

–Siento no venir antes. Estaba en un viaje con mis padres. –Jungkook bajó la cabeza.

–Tranquilo. –jimin le tomó una mano —¿Cómo se lo ha tomado la chica? —preguntó con suavidad.

–¿Cómo crees? —Jungkook rió con ironía –Se ha puesto a llorar y a preguntarme que hizo mal. Tuve que decirle que las cosas no iban a funcionar entre nosotros.

Jimin no dijo nada.

–Maldigo la hora en que sus padres buscaron empleo en la estupida empresa de los Jeon.

–¿Así es como te han chantajeado tus padres? –Preguntó Jimin

–¿Con que más? Son unos idiotas.

El pelinaranja suspiró.

–Y… ¿Cómo se lo ha tomado hobi Hyung? – preguntó Jungkook.

–Aun no se lo digo. –Jimin desvió la mirada.

–¿Qué? ¿Y qué vas a hacer? ¿Por qué no se los has dicho?

–¿Qué quieres que le diga? “Hyung sé que me ayudó con mis problemas, también sé que nos besamos muchas veces, ya se, le dije que lo queria. Nos acostamos, si. Pero fíjese que siempre no. No lo quiero." ¿Quieres que le diga eso? A él que me está haciendo falta.

–No me refiero a eso. – respondió Jungkook con dureza, ¿pero cuando se lo dirás? No puedes seguir así, sin decírselo.

–No lo sé. —Jimin escuchó como su teléfono empezaba a sonar.

Jungkook tomó el teléfono de la mesita y miró la llamada entrante.

–Es Hobi Hyung.


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