Planteamiento, nudo y desenlace
Para escribir un relato, debemos recurrir a la estructura en tres actos de planteamiento, nudo y desenlace. ¿Por qué? Porque es lo que funciona.
Si tu objetivo es persuadir o convencer a un público determinado sobre una idea concreta, mi recomendación es que uses esta estructura.
Debemos tener en cuenta que, cuando no planificamos correctamente los relatos, la principal disminuye. Si no logramos corregirlo a tiempo, no conseguiremos .
Planteamiento, nudo y desenlace para tu relato:
Aristóteles tiene mucho que enseñarnos. A pesar de tener más de dos mil años, sus estudios sobre retórica continúan vigentes.
Estableció que los relatos debían estar divididos en tres actos: el principio, el medio y el fin, eso que hoy en día llamamos planteamiento, nudo y desenlace.
Planteamiento, principio o introducción:
El primer acto de todo relato sirve como introducción para la audiencia. Es el momento de presentar a nuestro protagonista, su objetivo y el contexto en el que se desarrolla. Esto incluye la atmósfera y el resto de personajes del esquema actancial que resulten relevantes para nuestra historia. Dentro de este primer acto, tienen lugar el detonante y el primer punto de giro, que marcarán el devenir de la narración.
El detonante tiene lugar cuando cambian las circunstancias del protagonista, provocando que este reaccione y emprenda su marcha en dirección a su objetivo. En la película , por ejemplo, el detonante tiene lugar cuando Harold Crick se hace consciente de la voz en off.
El primer punto de giro da final al primer acto del relato y tiene como objetivo dar un vuelco a la historia, por lo que lo aconsejable es que sea inesperado. La situación cambia para el protagonista y, también, su objetivo. No quiere decir que el objetivo final del relato desaparezca, sino que el personaje debe hacer frente a un objetivo diferente primero. Para alcanzarlo, debe enfrentarse a una serie de retos y obstáculos. Es lo que en la teoría narrativa se conoce como conflicto.
En esta primera parte, hemos tenido que establecer el pacto con el espectador. Si en el primer acto no hemos logrado convencer a nuestra audiencia de las reglas de nuestro relato, ya no lo conseguiremos. También hemos tenido que llamar su atención. De otro modo, probablemente ni siquiera espere al primer punto de giro para marcharse.
Nudo, medio o desarrollo:
En el segundo acto del relato es donde aparecen los obstáculos a los que tendrá que hacer frente el protagonista si quiere alcanzar su objetivo final. Por lo general, debe emprender un viaje (interno o externo) que lo llevará a un momento de catarsis en el acto final. En el nudo es donde tienen lugar la mayoría de los acontecimientos y donde se desarrolla el conflicto. En un relato más complejo, además, tienen lugar las tramas secundarias y que, idealmente, deben estar relacionadas de modo alguno con la principal.
Lo que caracteriza a esta segunda parte es la progresión dramática, que debe ir de menor a mayor. Como resulta lógico, no tendría sentido que el protagonista se enfrentara primero a un león para después vérselas con un tierno gatito. La coherencia debe marcar esta progresión, que hará que el protagonista madure.
Su final se produce con la llegada del segundo punto de giro, que da lugar al desenlace. Con este punto de inflexión, el protagonista vuelve a recuperar su objetivo inicial. Sin embargo, su actitud ya no es la misma: ha evolucionado, ha crecido y, ahora, cuenta con más y mejores herramientas para hacer frente al acto final. Lo vemos claramente en la película de : Simba quiere ser rey en el primer acto por puro divertimento. Sin embargo, cuando cree que su padre ha muerto por su culpa (primer punto de giro), decide desaparecer. Su objetivo es no hacer daño a nadie más. Cuando se encuentra con Nala en la selva (segundo punto de giro), ésta lo convence de lo contrario. Su objetivo vuelve a ser convertirse en rey, pero esta vez su motivación es la responsabilidad.
Desenlace, fin o conclusión:
En el tercer acto, existe un sentimiento de urgencia. Todo el tiempo del que hemos disfrutado en el nudo, desaparece en el desenlace. El protagonista debe enfrentarse a su mayor obstáculo si desea alcanzar su objetivo. El momento de clímax y catarsis se produce cuando el protagonista llega al punto álgido de la historia y descubre la moraleja del relato. Con él, se produce también la catarsis en la audiencia, que descubre al fin la premisa de la narración. Aristóteles la definía como la purificación del público a través de la piedad y el terror.
Para que así sea, el clímax debe constituir el culmen y estar a la altura de la progresión dramática que hemos establecido. Si aquí no tienes a tu audiencia con los ojos abiertos de par en par y con el corazón encogido, es que algo has hecho mal. En el storytelling empresarial, es el momento de la conversión: habrás ganado o perdido un cliente o un prescriptor.
Como vemos, la estructura de planteamiento, nudo y desenlace es fundamental si queremos que nuestro relato funcione. La división en tres actos nos permitirá llevar a nuestra audiencia al punto que deseemos, siempre y cuando todos los elementos sean coherentes y funcionen entre sí. Si queremos que nuestra historia logre persuadir, es importante que controlemos la evolución del protagonista. Para ello, debemos tener nuestro objetivo claro desde el principio. Si no sabemos construir buenas historias, lo mejor es contratar a un profesional que nos asesore.
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