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Consecuencias del licor Asgadiano en un súper soldado

La televisión encendida muestra uno de los tantos canales que está transmitiendo el desfile por la independencia de Estados Unidos para aquellos que no pueden estar presente en las calles y ver el espectáculo en primera fila. Natasha lleva una de las papas del tazón a su boca, da un sorbo al refresco y enarca una de las cejas en dirección contraria, tiene su mejor expresión de intimidación que da frutos en cuanto Bruce agacha la cabeza avergonzado y abrumado a partes iguales, ella sonríe triunfante.

—¡No es justo! —exclama Tony quien hace apenas minutos ha cambiado la gaseosa por una lata de cerveza—. Este juego es demasiado infantil —agrega acomodando el gorro de fiesta que lleva en la cabeza.

—Fue idea del cumpleañero —utiliza como defensa, luego decide que también desea un poco de alcohol en su organismo y agarra una de las botellas que descansan en el centro de la mesa.

—Fue la tuya porque sabías que ganarías, nadie aguanta la mirada de la letal Viuda Negra.

Clint también se une a la acción anterior de sus compañeros, hasta se atreve a extender una cerveza para Bruce, sin embargo, cuando está a punto de realizar lo mismo para Steve, la voz de Tony lo detiene.

—Ni lo intentes, no puede embriagarse, es un efecto terrible del suero de súper soldado.

—Pero puedo disfrutar el sabor.

—¿Sin gozar de los efectos de la bebida? Eso sería muy aburrido, capitán.

Thor, quien ha estado en completo silencio, de repente se levanta del asiento produciendo un ruido exagerado en su accionar, su boca está entreabierta y de estos solo sale una especie de quejido o al menos eso creen el resto de Vengadores. El dios del trueno avisa con emoción renovada junto a una sonrisa amplia y resplandeciente que volverá a la máxima brevedad. Luego el resto de los que yacen en el complejo oyen un trueno en la distancia.

—Se fue a Asgard.

—Espero no nos traiga a su hermano.

○●○

Cansados de quedarse en incómodas sillas aguardando por el regreso de su compañero, deciden ir a la sala en donde caen encima de los muebles. La televisión continúa con su programación habitual, aumentan el volumen y permanecen entretenidos hasta que Thor está de regreso, consigo no lleva solo a Mjolnir sino un envase mediano. Todos prestan atención, sin perderse detalles de los movimientos ajenos. La botella es colocada sobre la pequeña mesa de la sala.

—El mejor licor de Asgard, apuesto que hará caer hasta al amigo Steve.

—¿Apto para mortales?

—Por supuesto, pero en menores cantidades o puede tener consecuencias terribles e irreversibles.

—¿Nos crecerá un tercer brazo? Así formaremos un equipo de mutantes, competiremos contra Xavier.

—Nada de eso —Thor agarra vasos a los que vierte un poco del líquido, extiende cada uno a su dueño y procede a dar las últimas explicaciones—. El primer trago debe ser en esa pequeña porción o podrían desmayarse ahora mismo.

—Esa bebida asgardiana tiene demasiadas advertencias.

—¿Es seguro para el otro sujeto? Porque entonces tendrán que lidiar con un problema mayor.

—Claro que lo es, no te preocupes por ello.

—¡De acuerdo! —clama Romanoff de pie y con el vaso en alto—. Primero vamos nosotros, al último Steve para ver su reacción.

—Tres.

—Dos.

—¡Uno!

Ingieren todo de un solo sorbo, hay algunas muecas presentes que se transforman a curiosidad al voltear hacia Steve quien desde su sitio en el enorme sofá lleva el vaso a su nariz para oler el contenido.

—Hazlo de una vez, capitán. No puede dar un paso hacia atrás a partir de ahora —comenta Tony situado a su derecha mientras se quita el gorro de fiesta. El tono de voz divertido y la cercanía provoca un escalofrío en la otra persona.

Con la misma rapidez que utilizaron los demás, desaparece el alcohol entre aplausos.

—¡Por el cumpleañero!

Y cada recipiente vuelve a ser rellenado.

○●○

La botella ha sido consumida casi en su totalidad quedando tan solo las medidas adecuadas para una última ronda. Tony parpadea repetidas veces para no caer ante el sueño que parece querer afectar a algunos de los presentes, Bruce fue el primero en caer al quinto vaso, refugiado en el sofá más pequeño duerme en una posición incómoda, seguro luego le dará dolores en la espalda. Clint acostado en la alfombra tararea canciones a las cuales les modifica la letra, Natasha sentada en el sofá mediano sigue la música con movimientos de cabeza, en determinado momento finge tocar una guitarra o batería, Thor, ocupando un espacio al lado de la rusa, no luce afectado en lo más mínimo y Steve parece estar en igualdad de condiciones hasta que el último vaso es servido e ingerido posteriormente.

La primera consecuencia es una acción tan sutil como es Steve desatando los primeros botones de su camisa a cuadros, exhala un suspiro pesado y se recuesta en el respaldar del sofá que comparte con Tony. Al no estar satisfecho con su anterior accionar, deja más piel al descubierto.

—¿Qué estás haciendo?

—Aquí hace demasiado calor, ¿no lo crees?

—Ahora lo hace.

Tony bebe todo de un solo trago, se siente mareado, con los sentidos aturdidos y latidos que puede sentir en los oídos, pero no piensa perderse el espectáculo de ver a Steve quitarse la prenda superior para llevarla alrededor de los hombros como si acabara de entrenar en el gimnasio y la camisa fuera una toalla. El torso desnudo adornado por la placa metálica de identificación sube y baja siguiendo la respiración acompasada. El Capitán América también da un sorbo a su vaso o al menos eso intenta porque su coordinación se ve afectada dando como resultado un poco de alcohol encima de la piel expuesta, gotas doradas demasiado parecidas al oro descienden hasta perderse en los marcados abdominales. Tony debe apartar la mirada a una máxima velocidad, oye una risa de Thor en la distancia.

—¿Qué se supone que hace tu maravilloso alcohol asgardiano?

—En ocasiones, se dice que puede llegar a mostrar la personalidad oculta del individuo.

—Ha logrado derribar inclusive a un súper soldado.

—Amigo de metal, creo y afirmo que ha hecho más que eso, ¿sabes que podemos esconder dentro de nosotros mismos? —No aguarda una contestación porque prosigue hablando sin darle tiempo a la otra persona siquiera de pensar algo al respecto—. Sentimientos, temores, pensamientos que creemos no son los adecuados o nos genera una interminable batalla interna.

A continuación, el dios sonríe calmado, se aproxima a uno de los muebles para tomar a un dormido Bruce en brazos y llevarlo a su cuarto correspondiente, regresa a la sala esta vez para levantar a Natasha que hasta ese entonces había encontrado diversión al realizar dibujos con un plumón sobre la piel de Clint. Su extremidad libre atrapa la mano del arquero aturdido, lleva en el rostro un montón de símbolos que caracterizan a los Vengadores, un par de corazones en la frente y flechas en las mejillas. Sosteniendo a los dos como si se tratara de unos niños, también los dirige al pasillo. Cuando retorna es para agarrar la ahora vacía botella.

—Hasta mañana entonces.

—¡Espera! —clama soltando un suspiro—. ¿No vas a llevarme a mí también? Lo merezco.

—Tienes un asunto que atender —dice viendo la escena peculiar que se desarrolla delante suyo—, feliz cumpleaños, amigo Steve —agrega con una sonrisa, da media vuelta hasta irse por el mismo camino por el que vino.

Tony quiere protestar, por supuesto que está en total desacuerdo en quedarse y lo cierto es que, se hubiera ido de no ser por la segunda consecuencia. Steve ha reducido la brecha entre los dos, el mismo hombre que solía mantener su distancia ahora se encuentra descansando su cabeza en el hombro del compañero con quien ha protagonizado incontables enfrentamientos verbales.

—¿Rogers?

Siente la respiración ajena, el suspiro que prosigue le eriza la piel. No entiende como puede mantenerse consciente o piensa si todo lo sucedido es un sueño, debe pellizcar su brazo para comprobar la realidad y al hacerlo, Steve lo envuelve en una especie de abrazo, resulta un poco incómodo debido a las posiciones. De todas formas, Tony no tiene ni un solo segundo para contestar con alguna frase o acción porque es atraído hacia el cuerpo ajeno. Ambos caen sobre el sofá, uno encima del otro. Tony apoya los brazos a cada costado para mantener distancia y con ello, el último ápice de cordura que le queda.

Los ojos azules tan profundos, nublados por el alcohol se transforman a un azul más intenso, una marea, una tormenta que arrasa con todo a su paso. Entonces, aparece la tercera consecuencia de la noche; Steve acaricia las mejillas del hombre de hierro, traza círculos imaginarios, algunas líneas siguiendo el camino de la barba. Lo sucedido se siente como un sueño, cree recordar a sí mismo cerrando los ojos en determinado momento, afirma que, si es producto de su imaginación, sus acciones no tendrán consecuencias, en la mañana seguirá fingiendo que no tolera estar en el mismo espacio que él cuando hace meses sus sentimientos han cambiado de una manera que le produce temor.

—Lamento las discusiones, creo que no soy bueno demostrando lo mucho que me preocupo por ti. No puedes arriesgarte por todos en cada oportunidad.

—No tengo nada que perder.

—Pero yo si —suelta sintiendo el vacío en el corazón por imaginar una vida sin Tony, sabe que tuvo una antes, pero ahora, en esa época en donde pudo conocerlo, su pérdida sería dolorosa. De suceder, sería capaz de todo con tal de reencontrarlo, se permite ser un poco egoísta.

—¿Tú si?

—Te perdería a ti.

La última consecuencia cruza un nuevo límite, elimina todas las barreras anteriores a una velocidad increíble, en su lugar deja un gesto tan sencillo como un beso. Hay fuegos artificiales en las afueras, Tony imagina la cantidad de colores en el firmamento mientras siente los labios de Steve moverse contra los suyos a un ritmo lento como si los dos quisieran recordar cada detalle de ese instante. Guardarlo en la memoria a pesar del alcohol recorriendo sus venas.

—Feliz cumpleaños, capitán.

Se separan un poco, no tardan en encontrarse de nuevo, buscarse en medio de la oscuridad y producir caricias torpes viniendo de uno e inexpertas del otro.

○●○

La mañana trae consigo a Natasha, Clint, Bruce y Thor dirigiéndose a la sala entre bostezos acompañados de algunos dolores de cuello. Se detienen al ver la escena delante de ellos; Tony y Steve durmiendo en el sofá abrazados con expresiones de felicidad y relajo en sus facciones.

—¿Qué demonios sucedió anoche?

—Lo que debió ser hace mucho.

—¿Qué fue lo que hiciste, Thor? Tengo una variante de ese suero de súper soldado recorriendo mi cuerpo, pero no he podido mantenerme despierta anoche a pesar de eso, no como Steve e incluso Tony.

—¿No debía afectarle como a nosotros? —cuestiona Bruce en un susurro para no incordiar a sus dos compañeros descansando.

—¿Puedo preguntar de qué color vieron la bebida?

—Rojo —contestan al unísono esperando por una explicación.

—Es dorado para aquellos que están enamorados y creo que podemos ver bien quienes son.

—¿Por qué?

—Es un buen regalo. Tiene al amor que creía no era correspondido, ustedes los midgardianos pueden ser realmente complicados. Cambiando de tema, ¿quieren desayunar en Asgard?

—Cuando despierten se deben una conversación y no quiero estar presente para los detalles posteriores, yo si me apunto a esa comida —menciona Clint envolviendo su brazo alrededor de la extremidad izquierda de Thor.

Natasha y Bruce se dedican una mirada, encogen sus hombros y siguen a ambos compañeros hacia el último piso de la torre para poder trasladarse a uno de los nueve reinos.

En el lugar que acaban de dejar, Tony despierta perezoso, siente el cuerpo debajo de él, toma la placa militar entre sus dedos, acaricia la inscripción que hay en el objeto, traza cada letra con paciencia hasta que Steve abre los párpados y bosteza.

—Buenos días.

—Buenos días, capitán.

—Recuerdo lo de anoche.

—Lo sé, no suenas arrepentido.

—¿Por qué lo estaría? —Tiene un mechón de cabello castaño entre su tacto, permite que hebras se deslicen entre los espacios de su palma abierta—. ¿Lo estás tú?

—Para nada. Lamento no haber tenido un regalo para ti.

—Tú eres suficiente.

—Sigue diciendo ese tipo de cosas y vas a tener que afrontar las consecuencias.

—No importa, puedo soportarlo.

Steve presiona ligeramente el mentón ajeno, sin poder resistir otro segundo más, lo besa antes de continuar alargando la conversación. Los fuegos artificiales ya no están en el cielo sino en su propio corazón, hay más de una explosión cuando su gesto es correspondido.

Es entonces cuando piensa que, afrontaría cada uno de los sucesos del día anterior si eso significa poder tener a Tony entre sus brazos para besarlo tal y como soñó incontables veces, pero, en definitiva, la realidad vivida es un millón de veces mejor porque nada se compara a la felicidad que recorre su cuerpo acompañado de descargas eléctricas por su columna vertebral, latidos fuertes y su piel erizada por el toque de la persona querida.

Considera que ha sido su mejor cumpleaños y espera que sean más al lado de Tony.



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