Capítulo trece: Venidero
Aquella habitación impregnada por el dulce aroma de caramelos y postres, cierto pirata se hallaba ante la presencia de su imponente capitana. Fuese o no fuese su hijo, de hacerla enojar, pagaría con su vida. Literalmente hablando.
— ¿Y bien? ¿Cómo va Caesar con el experimento? Ya ansío que gigantes empiecen a habitar Totto Land~
— Todo perfecto, mamá. Solamente que Caesar probablemente tardará un par de años en tener todo listo, ya sabes, para que sea posible agigantar personas normales sin que los demás se den cuenta.
Tuvo que mentirle, si le decía que Caesar se había fugado... No quería ni pensar en el caos que se desataría. Craker y Smoothie lo habían dejado solo para tratar con Big Mom, después los haría pagar.
La tensión que se instaló sobre él era lo suficientemente fuerte como para sentir que se desmayaría en cualquier instante. Una mueca surcó los labios de Linlin, para su sorpresa, fue una sonrisa.
— ¿Un par de años? Bueno, no importa. Puedo esperar, después de todo, por más listo que sea sigue siendo un mocoso. ¡Cuando Caesar termine el trabajo celebraremos con un enorme y delicioso pastel!
El pobre hijo de aquella Yonko se permitió suspirar de alivio al notar el aparente buen humor de la pirata. Verla así, por lo menos, le garantizaba vivir un poco más.
— Por cierto, Perospero. ¿Los encontraron? En especial a esa inmunda ladrona de cabello azul.
O quizás no.
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Buggy se encontraba tumbada sobre uno de los tejados, más específicamente, sobre el techo de la casa del Alcalde. La brisa marina le revolvía suavemente los cabellos, la tentación de beber un poco y dejarse adormecer por los encantos de aquel sitio eran enormes.
Justo cuando creyó que podría tener un día pacífico y tranquilo, tuvo que hacerse un ovillo contra el techo, impidiendo que esos tres idiotas pudiesen pisarla. Ver como dos desafortunados niños corrían en afán de escapar de un demonio de pelo rojo fue su colmo.
— ¿¡Qué le sucede a este loco!? ¿¡Por qué nos persigue!?
— ¡Sólo corre y no te detengas! ¡Si te atrapa es el fin!
— ¿¡Tan malo es!? ¿¡Qué es lo que hace!?
— ¿¡Y yo que voy a saber!? ¡No quiero averiguarlo!
— ¡¡VUELVAN AQUÍ PEQUEÑOS MONSTRUOS CON INTENCIONES INSANAS!!
Trafalgar Law y Eustass Kid se veían obligados a huir por sus vidas. A las cuatro semanas de arribar a Dawn y formar una rutina, con el objetivo de reunir fondos para cuando decidieran zarpar, al niño de cabello pelirrojo le había tocado conocer a Akagami Shanks.
Según su capitana, era alguien genial y amable pese a su oficio, aunque solía burlarse de ella cuando le decía que se convertiría en la próxima reina de los piratas. Sin embargo, aquel sujeto no se parecía en nada a aquella descripción. Vaya que empezaron con el pie izquierdo.
— ¡Nos va a matar!
— ¡Es un demonio!
Sin otro techo al cual saltar, tuvieron que bajar a tierra firme y buscar un camino para huir, pero Shanks no tardó en interponerse en su vía de escape. Cuando Kid creyó que moriría a la joven edad de 10 años, cierta pirata de cabellos azules atizó un poderoso coscorrón en la cabeza de su infantil, y un tanto idiota, novio.
— ¿¡Qué mierdas crees que haces!? ¿¡Cuántas veces tengo que decirte que dejes en paz a esos mocosos!?
— ¡Pero Luffy-...!
— ¡Pero nada! ¡Compórtate como un verdadero capitán y lárgate ahora mismo hacia el bar a controlar a tus demonios! Mihawk ya llegó.
Buggy permaneció unos cuantos segundos, observando con severidad al pelirrojo, antes de posar de regreso su mirada a la entrada del bar.
— ¿¡Mihawk ya llegó!? ¡Ese maldito...! ¡Ahora mismo me las va a pagar por no decirme nada en Loguetown!
— ¿¡Eh!? ¡Sabes que Mihawk no va a dudar en defenderse!
— ¿¡Y eso a mi qué, idiota!?
— ¡Él sabe usar haki! ¡Te puede asesinar!
— ¿¡Ah!? ¿¡Acaso estás dudando de mis capacidades, bakagami!?
La distracción que les había creado sirvió para que pudiesen escabullirse hasta la casa del árbol. Aunque no lo pareciera, Buggy retaba al pelirrojo intencionalmente, a sabiendas que permitiría que ellos se fueran. ¿Sus razones? No sabían en qué pensaban aquella capitana pirata, solamente esperaban que Luffy no resultara igual de bipolar.
— ¿Por qué tardaron? ¡Debieron regresar hace una hora!
El primero en asomarse fue Caesar, Law lo fulminó con la mirada y tuvo que resistir el impulso de intentar coserle la boca permanentemente. Subió la escalera de cuerda y, tanto él como Kid, dejaron las cosas en el piso del sitio.
— Nos topamos a Akagami. Comenzó a perseguirnos, apenas conseguimos librarnos de él fuimos capaces de regresar.
— ¡Ese tipo está loco! Luffy, dijiste que era alguien genial y amable ¡No un demente!
La niña ignoró aquel comentario y sonrió ampliamente.
— Shishishishi ¿Volvió a perseguir a Torao? Ustedes juegan de formas extrañas.
— ¡No estabamos jugando, niña boba! ¡Nos quería matar!
La enorme sonrisa que traía no se borró del rostro de la pelinegra. Law no tuvo más remedio que suspirar pesadamente y dirigirse al comedor del sitio. Odiaba comer en su lugar de trabajo, al igual que trabajar en el mismo cuarto donde dormía.
La casa del árbol era lo suficientemente amplia como para que una, a lo mucho dos, personas viviesen cómodamente ahí. Sin embargo, notaba que estaban a poco de estar justos de espacio. Su capitana tenía la tendencia de interesarse por gente con habilidades peculiares.
Debería cuidar que Luffy no intentase reclutar a todo el mundo. Lastimosamente, ignoraba que dentro de unos cuantos años, su problema ya no serían solamente 7 personas. Sino una flota pirata entera.
— Como sea, ¿Qué tipos de venenos quieres? Suaves, moderados, mortales, corrosivos. ¡Ya lo tengo! ¿Quieres un gas venenoso que sea capaz de petrificar gente?
— Moderados están bien, aún me falta estudiar más para tratar envenenamientos más severos.
— Si tú lo dices, aunque creí que tendrías más confianza después de curar la enfermedad del plomo blanco.
Con eso Law formó una mueca
— Ese es un caso diferente, es un envenenamiento lento.
— Lento o rápido, un envenenamiento es un envenenamiento. ¿Por qué no intentas curar algo más difícil? ¡Eso es! ¡Soy un genio! ¡Crearé un virus que derrumbe el sistema inhumológico en 7 días!
— Inténtalo y te mato, científico chiflado.
— ¿¡Chiflado yo!? ¡Tú eres el idiota que quiso ir a un cuartel de la marina! ¡Lo único que haces es frustrar mi ingenio creativo!
Kid simplemente los ignoraba, inmerso en perfeccionar el pequeño robot que andaba consigo, como único recuerdo que le quedaba de su hogar. Sin embargo, reaccionó y comenzó a prestar atención tras escuchar la palabra envenenamiento más veces de las que le hubiesen gustado.
— ¿A quién piensan envenenar? ¡Pensé que había dicho que no quería asesinar a nadie!
— No es para asesinar a nadie, es para nosotros.
— ¿Qué? Espera ¿¡Piensas que voy a comerme mi propio veneno!? ¡No estoy tan loco!
— ¡No pienso comer veneno!
Las voces del pelirrojo y del de ojos ambarinos se iban tornando demasiado irritantes. Pronto, Law llegó a su límite.
— ¡Nos conviene entrenarnos en la tolerancia y exposición de ese tipo de sustancias! Llegará el día en el que no puedan recibir atención médica pronto y se acordarán de lo que les dije.
Cuando creyó que ambos reflexionaron en lo dicho y se darían por vencidos, obtuvo una terrible decepción por respuesta.
— ¡No lo voy a hacer, Trafalgar! ¡Ni en mil años!
— ¡Yo tampoco! ¿¡Quién me garantiza que realmente no te caigo mal y quieres deshacerte de mi!?
— ¡Cállense de una vez! ¡Lo harán y fin de la discusión!
— ¡Luffy! ¡Tú eres la capitana! ¡Dile algo!
Los tres niños voltearon solamente para atestiguar como su capitana se devoraba la despensa que apenas minutos atrás habían traído. La caja de provisiones ya casi iba a la mitad. Cuando un escalofrío recorrió la espalda de la monita, se llevó a la boca lo que le restaba del melón y salió corriendo.
— ¡Regresa aquí, maldita glotona!
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La noche cernió el cielo, esa en especial, era una bastante lúgubre. El bote en el que los habían abandonado se incendiaba en llamas, pronto estas los alcanzarían y ese sería su final. La única razón por la cual demoraba tanto en matarlos, era por la fuerte tormenta que se desataba en esos instantes. La piel de ambos estaba fría, casi congelada.
La lluvia caía sobre ellos sin piedad. Ella sólo podía aspirar a colocarse en un rincón junto con su inconsciente hermano, esperando tener suerte y arribar pronto en tierra firme. ¿Saltar al agua? No, se ahogarían. Eran martillos después de todo. Creyó que, si él estuviese despierto, tendrían más probabilidades de sobrevivir.
Se sintió impotente y tonta. En aquel instante pensó que huir, por perseguir el sueño de ser libres del estigma de su madre y hacer sus vidas como deseaban, fue una estupidez. Justo cuando ya no les quedaba donde más arrinconarse, una enorme ola hundió el bote.
Perdió toda movilidad cuando tocó el salado y tempestuoso líquido. Su conciencia se fue con una aterradora rapidez. Pensó que así acabaría todo, no obstante, tendría el orgullo de presumir su suerte y lamentar la separación de su hermano aquella fatídica noche. El salvaje oleaje tuvo la consideración de arrastrarla a la costa del vertedero perteneciente a la isla cercana.
¿Quiénes serán los próximos integrantes de los futuros sombreros de paja? Sip, a fin de cuentas, decidí arriesgarme y realizar cierta idea que surgió desde que Kid se integró ¡Hagan sus apuestas! XD
Espero que este cap les haya gustado, ruiseñores :3 Ya quiero ver como reaccionan a los siguientes capítulos :D
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