Capítulo quince: Crear lazos
Law podría haber experimentado los horrores de la catástrofe de Flevance, conllevar el repudio de la gente hacia él cuando permanecía enfermo por el Plomo Blanco, inclusive hacerse el fuerte ante la perdida de Cora-san. Sí, él era perfectamente capaz de conservar la calma y la compostura ante esas situaciones...
— ¡Que alejes esa maldita cosa de mi!
— ¡Como si fuera hacerlo! ¡Cómete el pan!
— ¡Déjame tranquilo! ¡Esa porquería no debería existir!
Sin embargo, su disgusto hacia ese alimento en especial superaba sus propios límites. Jamás le había gustado el pan, por más que su padre lo intentara persuadir o su madre le insistiera, simplemente no podía ceder a comer eso.
— ¿A ese mocoso no le gusta el pan?
— No, capitán. Al parecer lo odia con toda el alma y con todas sus fuerzas. Es un niño muy raro, aunque bueno, entre él y el chico que se convierte en gas no sé cuál es más extraño.
Y antes de que Shanks pudiese reparar del todo en la presencia de Law y procesara lo dicho por Yassop, se vio inmediatamente arrastrado a las afueras del bar. Cuando se dio la vuelta, para encarar a quien lo había sacado a rastras con tan poca delicadeza, no le sorprendió mucho encontrarse frente a Buggy.
— ¿Pasa algo...?
— ¡Esa mocosa no debería estar aquí! ¡Ah! ¡Todos estamos perdidos y vamos a morir!
Aunque Shanks intentaba calmar a Buggy, quien solamente se molestaba más con la despreocupación del pelirrojo, por dentro comenzaba a temer lo peor. Pudiese ser que él pasara de ingenuo, tal vez demasiado relajado e imprudente, pero no por nada era un capitán pirata en constante ascenso. Él sabía quién era esa niña, y aún con esto no quería alarmar a los demás.
Dentro del bar, Luffy observaba tanto a la chica como al joven futuro cirujano de la muerte. Los piratas Akagami disfrutaban burlarse de esos dos mientras se peleaban por algo realmente infantil, pero nadie intervino. O por lo menos nadie lo hizo hasta que el trato se tornó brusco, al punto que la joven intentó forzar un trozo de pan por la garganta de Law.
— ¡Oye! ¡Deja a Torao en paz!
— ¿Torao? ¿Qué clase de nombre ridículo es ese? ¡Pobrecito! Con razón es tan amargado.
El obvio insulto fue percibido al instante por el más joven de ese par. Después de fulminar a Luffy con la mirada, posó sus ojos sobre la pelirosa. Su irritación crecía de forma alarmante, lo que menos deseaba era que alguien más lo sacara de quicio, a parte de Luffy.
— Mi nombre es Trafalgar Law. ¿Segura de qué soy yo quien se avergüenza de su nombre? Alguien que se la pasa burlándose de los demás demuestra lo contrario a lo que quiere dejar ver.
— ¡A mi no me avergüenza mi nombre! ¡Retráctate!
— ¡Oblígame!
Ante el constante intercambio de comentarios acusadores, hubo un momento en la que la joven perdió la paciencia e intentó atizar un golpe en la cabeza del pelinegro, cosa que para su efímera alegría funcionó. En venganza, Law no dudó en patear la pata del taburete, botando a la chica en el proceso.
— ¿¡Qué demonios te sucede!?
— ¡Tú empezaste!
— ¡Soy una chica, tarado! ¡Deberías tenerme más respeto, maldito!
— Pues al parecer eres una bastante boba. ¡Jamás le tendría respeto a alguien tan...! Solamente déjame en paz.
El oji-gris tuvo que tragarse sus palabras ¿No tenerle respeto a alguien tan qué? ¿Tan torpe? Negó para sí mismo, Cora-san era la única excepción. Esa chica era totalmente desquiciante y molesta, internamente esperaba que Luffy no se fuera por ese camino al crecer. Primero se arrojaría al mar antes de ser subordinado de alguien tan irritante.
Una vez el niño se fue, ella no tuvo problema alguno en ponerse de pie y acomodar el taburete. Sacar de quicio a las personas era relativamente sencillo, y bastante divertido también. Cuando estuvo dispuesta a reanudar su comida, se sintió incómoda de la fija mirada que le dirigía la monita.
— ¿Tú eres una niña?
— ¿¡Ah!? ¡Por supuesto que lo soy! ¿¡Qué demonios creías que era!?
La menor tuvo la gracia de reírse pese a la molestia de la mayor.
— Es que en una ocasión, a Shanks y su tripulación los visitaron por un hombre que se vestía de mujer. ¡Y realmente parecía mujer!
— ¡Yo no soy un okama ni seré uno! Aunque debo reconocer que son bastante fuertes.
— ¿En serio? ¡Apuesto que podría derrotarlos de un solo puñetazo!
— Claro que no podrías, intentarlo sería algo estúpido.
— ¡No es estúpido! ¡Derrotaré a quien sea! Después de todo ¡Yo seré la próxima Reina de los piratas!
Ese último chillido provocó que la pelirosa se estremeciera. La voz de su madre resonaba en sus oídos, en los momentos justos cuando ella clamaba lo mismo, con tanta convicción y seguridad. Por un momento, sintió lástima de Luffy. Si es que llegaba a embarcarse al mar, no sobreviviría a ese modo de vida, mucho menos aguantaría un asalto contra Big Mom.
— Para ser pirata debes ser alguien fuerte. Aún eres débil.
— ¡No lo soy! Ahora soy un ho...una mujer de goma — se corrigió mientras se jalaba las mejillas— ¡Mi puño pega tan fuerte como una pistola!
— ¿Comiste una fruta del diablo? ¿¡Eres una usuaria!? Espera ¿¡Tú también eres una niña!?
— Sí, me comí la gomu gomu no mi ¿Tú tienes algún poder?
Dicha pregunta solamente sirvió para que la fémina de cabellos rosas esbozara una sonrisa y asintiera. Su hermano le había pedido que evitara hacerlo, que mientras menos personas supieran sería mejor, pero los presentes eran gente que posiblemente nunca más se volviesen a topar ¿Qué tenía que perder?
Con cierta malicia, caminó hasta unos de los nakama de Shanks y posó una mano en el hombro de cada hombre, no tardó para que un anciano y un niño pequeño ocuparan los lugares de Lucky Roo y Yassop respectivamente. Luffy parpadeó perpleja hasta que se dio cuenta de lo que había pasado.
— ¡Eso es increíble! ¡Sé mi nakama!
Con esa directa petición, la niña consiguió que el bar entero estallara en risas. Era el método menos convencional que existía, de hecho, estaban seguros que Luffy aún no comprendía del todo la magnitud de esa palabra. Pero, tal y como la conocían, podían asegurar que una vez conociera el significado de lo que era un nakama sería una capitana extraordinaria.
— No.
Fue en ese momento en el que la pelirosa revirtió los efectos de su habilidad.
— ¿¡Por qué no~!? ¡Quiero que seas mi nakama!
Luffy estaba harta, siempre le decían que no, aunque debería ver el lado bueno. A fin de cuentas, de una u otra forma, lograba obtener la respuesta que deseaba. Sin embargo, en esta ocasión no estaba tan segura de poder convencer a la joven.
— No puedo comprometerme con algo así. Mi hermano se...bueno, supongo que solamente se enojaría si él...si aún estuviese... ¡Maldición!
Cuando ella echó la cabeza hacia atrás, en un intento de reprimir sus lágrimas, preocupó a Makino. Luffy se le acercó y habló antes de que la peli-verde pudiese hacerlo.
— ¿Tienes un hermano?
— ¡No sé si todavía lo tengo! Él estaba muy herido cuando nos vimos atrapados en esa tormenta... Podría haber sobrevivido y llegado aquí o...él se podría haber ahogado...
— ¿Él es fuerte?
— ¡Claro que lo es! No voy a tolerar que dudes de eso.
Ante la mirada de advertencia de la chica y el ceño fruncido de esta, la niña de goma le regaló una amplia sonrisa.
— Entonces aún debe estar vivo ¿Verdad? ¡Y cuando te ayude a encontrarlo te convertirás en mi nakama!
La pequeña esperanza que se avivó en ella con aquel primer comentario logró aturdirla lo suficiente para asentir al indirecto trato. Después de todo, era la primera vez que conocía a alguien tan ingenua y transparente como Luffy.
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En el hospital del Cuartel General de la Marine, el actual Almirante de flota mantenía sus ojos sobre los internados. Sengoku atinó a suspirar antes de escanear nuevamente el sitio. ¿Cuándo dejarían de surgir enfermedades tan raras? Peor aún ¿Cuándo pararían de crearlas? Era lamentable que tantas personas tuviesen que morir antes de que la cura fuese encontrada.
Pensar en ello no le hizo bien, se tragó su bilis y tomó el Den Den Mushi a un lado suyo. Tardó un rato antes de que le contestaran al otro lado de la línea, la espera no ayudó mucho al humor que se cargaba en esos momentos. Especialmente, al mirar de reojo a tres heridos en especial. Un rubio, un peli-gris y una niña de cabellos azul obscuro.
— ¿Qué ocurre?
— Garp. Necesito que prepares todo y lleves a los afectados a la Isla Goat. Es urgente.
— ¿La Isla Goat? ¿Qué ocurrió con la cura? ¿No se supone que Vegapunk iba a prepararla?
Sengoku tuvo que apretar la mandíbula y suspirar, con tal de mantenerse lo más sereno posible.
— Eso se suponía... El Gobierno Mundial le dio más importancia al Proyecto Pacifista que al hecho de atender las repercusiones médicas que se sufren en servicio. ¡Todo esto es culpa de los Vismoke!
Transcurrieron unos segundos en silencio antes de que Garp carraspeara.
— ¿Por qué quieres que los lleve a Goat?
— Ahí reside actualmente un médico que podría ayudarnos a sobrellevar todo esto de la mejor forma.
— ¿No sería mejor que viniese al Cuartel?
— No. Por mucho que le ofrezcamos o por mucho que le roguemos, jamás vendría aquí. No tenemos tiempo para negociaciones que no irán a ningún lado, es mejor llevar a los enfermos hasta él, es un método desagradable pero te aseguro que estando frente a ellos y pudiendo hacer algo no los dejará morir.
Garp se quedó callado por un corto tiempo, sin embargo, decidió omitir el comentario que casi escapaba de sus labios y lo cambió por otro.
— ¿Cómo estás tan seguro que no vendrá al Cuartel? ¿Acaso...?
— Sí, todo apunta a que él tiene intenciones de ser un pirata. Una vez que llegues a Goat pregunta por él, es un médico conocido en la Isla. Su nombre es Marco.
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Aunque el sol se encontraba bloqueado por un sinfín de nubes, la luminosidad de lámpara a un lado suyo causó que despertara. Sobraba mencionar que una vez la vista se le aclaró, no dudó en incorporarse de golpe en la cama y tratar desesperadamente de ubicarse. La herida de su costado aún le dolía, pero el sufrimiento actual era insignificante.
Mientras él y su hermana escapaban, terminó con una severa herida. Estaba más que seguro de que, sin duda alguna, uno o dos órganos suyos resultaron gravemente dañados. Pensar en su hermana causó que el pánico quisiera consumirlo, antes de poder buscar la forma de salir de ahí sin llamar la atención, escuchó una serie de voces acercarse con rapidez.
— ¡Quiero verlo!
— ¡Ya te dije que no, niña boba!
— ¡Luffy! ¡Vas a hacer que tire toda la comida al suelo!
De una patada la puerta se abrió, revelando a tres niños. O, bueno, dos niños y una niña que parecía niño. Pese a que el azabache del trío intentaba sujetar a la menor y sacarla de la habitación, esta fue lo suficientemente escurridiza como para librarse de su agarre y plantarse frente al herido.
— Tu boca parece la de una anguila ¡Eso es-...!
Antes de que la monita pudiese terminar su frase, con los ojos brillantes por la increíble apariencia del joven, tanto esta como Law y Kid se encontraron aplastados por una especie de masa blanca. La pequeña no tardó en darse cuenta que era mochi y comenzó a comérselo para la sorpresa y shock de su atacante.
— ¿Qué se supone que estás haciendo...?
— Comer.
— ¡De eso ya me di cuenta! Me refiero a porque te lo estás comiendo.
— Tengo hambre y esto se puede comer.
— ¡No se supone que te comas el ataque de un enemigo! ¡Se supone que lo regreses!
— ¿Esto es un ataque? Pero es mochi.
— ¡Incluso el mochi puede ser de mucha utilidad en un combate! No voy a permitir que te burles de mi habilidad.
Kid luchó para liberarse del mochi, mientras que a Law le bastó intercambiarse por una de las sillas yacientes en la habitación. Con oír al pobre chico de cabello fucsia obscuro, y ver la radiante expresión surcando el rostro de la monita, se resignó a ayudar al pelirrojo y tener que modificar nuevamente los planes que tenía hecho para que operaran con una persona más.
— ¿¡Tu habilidad es crear mochi!? ¡Eso mola mucho más! ¡Sé mi nakama!
Law pensó que ya ni siquiera valía la pena suspirar en cansancio. Sabía que no pasaría mucho antes de tener a un infortunado más en aquel grupo tan dispar que formaba su capitana. Y ese mal presentimiento aumentó cuando, tras llegar la noche, hubo un emotivo reencuentro de hermanos en el bar.
— Casi puedo escuchar las quejas que va a dar Caesar.
— No me lo recuerdes.
Por más que quisiera saber cómo demonios lo lograba, Law creyó que aquel dato sería igual o más difícil de deducir que el propio origen de las frutas del diablo. Aunque se quejara, dudaba que eso pudiese cambiar la decisión de Luffy. Así que, mientras intentaba evitar pensar en el desastre que sería la tripulación en un futuro, sólo pudo poner atención en los nombres de esos dos.
— Mi nombre es Katakuri Charlotte. Ella...es mi hermana, Bonney.
Yo siento pena de las pobres almas que tendrán que enfrentarse a los Mugiwara en un futuro. ¿Ustedes no? :)
Y, como dije, estoy haciendo lo que esté en mis posibilidades para actualizar este fic. Espero que este capítulo les haya gustado y la intriga no los mate :D
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