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Capítulo catorce: Honrar

Los rayos iluminaban el cielo, los ensordecedores truenos provocaban que los residentes de la Isla Dawn se estremecieran cuando se distraían lo suficiente como para ser tomados desprevenidos. Y en la casa del árbol, Law veía la lluvia arremeter con fuerza.

— ¿Cómo es que pueden dormir como troncos con tanto ruido...?

Law era el único despierto para esas horas. El molesto sonido de la lluvia al caer, sumando el irritante ruido del viento contra el follaje de los árboles, impedían que pudiese conciliar el sueño. O, por lo menos, era la excusa que adoraría dar.

"¿Y? ¡Apuesto a que pudiste dormir tranquilamente!"

En los últimos días, cada que se iba a dormir, no podía evitar soñar con ese tipo de cosas. Rememorar todos los recuerdos que creó con Cora-san le traía un cálido sentimiento de tranquilidad, así como una amarga tristeza. A veces, poder razonar era el peor de los castigos...

«¡Necesito ayuda! ¡Por favor!» 

Apretó los dientes con furia al escuchar su propia voz. ¿¡Por qué tuvo que ser tan poco cuidadoso!? Dejó escapar un pesado suspiro y miró a Kid con cierta lástima. La única vez que decidió depositar su confianza en la marine ¡Vaya sorpresa! El soldado que logró interceptar, por desgracia, resultó ser Vergo.

Debió ser más inteligente y receloso, debió preguntar primero por su nombre ¡Realmente que fue un completo estúpido! Cora-san inclusive le había contado sobre Vergo, fue capaz de confiarle que el hombre recibió órdenes de infiltrarse a la Marine por parte de Doflamingo. Pero ese día estaba demasiado asustado.

"¡Claro que estaré bien! Doffy estará muy enojado conmigo, pero no va a matarme. Después de todo, somos hermanos"

Y ahí estaba, aquella sonrisa de burla y amargura. Aquel picor en los ojos por ser tan ingenuo como para tragarse esa mentira piadosa y sonreírle al torpe pero amable rubio. Sabía lo despiadado que era Donquixote Doflamingo, después de aquel año de servicio. ¿Cómo fue capaz de creer que realmente perdonaría la vida de Cora-san?

El despiadado líder de la Familia Donquixote era ambicioso, déspota. Deseaba tener las habilidades de la Ope-Ope bajo su poder, tener la vida eterna, recurrir a ella para recobrar su estatuto de "dios". Asesinar a su propio hermano quedaba como una nimiedad.

Cuando la ira estaba siendo demasiado para él, se dispuso a subir a la cofa de la casa del árbol, pese al terrible clima que había esa noche. Dudaba si era algo bueno, o por el contrario fuese algo terrible, pero Law venía siendo la parte racional y madura del pequeño grupo. Aunque Caesar fuese el mayor.

"Te quiero, Law"

Así que, mientras rememoraba esos últimos momentos compartidos con aquel alto y torpe marine, se aferró con fuerza a la orilla de la cofa mientras traga saliva de forma dolorosa debido al nudo en su garganta. Confiando en que el ruido de la tormenta ahogaría todo sonido que emitiera, tomó aire y dejó salir toda la rabia que tenía por dentro.

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En la habitación que ocupaba durante su estadía en la Villa, Buggy no podía dejar de observar fijamente por la ventana. Cierta preocupación y nerviosismo anidaban en su mirada. No pasó mucho antes de que se pusiera de pie y rebuscara entre sus cosas, con una mortal lentitud sacó uno de los libros más aburridos que llegó a leer alguna vez.

Lo abrió y, en el hueco que había hecho en las hojas, encontró dos objetos. El primero, fue una antigua fotografía, tomada el día exacto en el que fue arrastrada al Oro Jackson por cierto pelirrojo atolondrado. Y el segundo, fue un mapa del tesoro muy prometedor.

Cuando escuchó unos pasos aproximarse a su habitación, regresó ambos artículos a su escondite y volvió a poner el libro en mismo sitio del que lo había extraído minutos atrás. Sin tocar la puerta, Shanks abrió y asomó su cabeza por esta.

— ¡Buggy! Si no bajas a cenar ahora, los chicos se comerán todo.

— Sí, aún recuerdo la vez que Lucky Roo casi se comió uno de los platos por accidente.

— ¡Hablo en serio!

— ¡Yo también hablo en serio, Bakagami!

Decidió olvidar aquel papel por el momento, aunque era difícil hacerlo. Después de todo, sabiendo que tan temible pirata la tenía fichado, causaba que cada fibra de su ser permaneciera en alerta. Tal vez, y solamente tal vez, no fue tan buena idea provocar la ira de Big Mom

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— El clima está horrible. 

— ¿Para qué demonios salimos en primer lugar?

— Sólo cállense. No recuerdo haberles mencionado que necesitaba sus presencias en esta ocasión.

Law debía admitir que desahogarse durante un estado climático tan desastroso no fue ni de lejos una buena idea. Poco a poco, tras haber salido de la casa del árbol, comenzaba a sentir los síntomas de un resfriado queriendo cernirse sobre él. Realmente ¿Qué hizo para merecer todo lo que le sucedía?

— ¿Qué haremos hoy? ¿¡Acaso iremos a patearles el trasero a algunos piratas!?

La estridente voz de Luffy causó que el chico resoplara con fastidio. Lo único que él quería era obtener un periódico y enterarse qué demonios había sucedido. Lastimosamente, para ello, se veía en la necesidad de ir a la Villa. En el momento en que los viesen vagando con ese clima, estaba seguro que Makino les daría una buena regañiza.

Justo cuando pusieron un pie en el bar de la peli-verde, el cual estaba abierto para sorpresa de los cuatro, se percataron de todo el caos que se desataba en ese lugar. Los piratas Akagami se encontraban atiborrados en el sitio mientras Makino poseía un semblante de profunda preocupación.

— ¿Makino-san?

— ¡Oye, Makino!

Únicamente hasta que la estridente voz de Luffy la llamó fue cuando Makino les prestó atención. Cada uno de los nakamas de Shanks, incluido el mismo pelirrojo, se encontraban alterados. Y no era para menos, puesto que el médico del barco y el médico de la villa salieron de la habitación tras la barra de pedidos y negaron tristemente con la cabeza.

— ¿Qué ocurre?

Nadie quiso responder. Sin embargo, Shanks clavó la mirada sobre Law y fue quien se animó a contestar, para su genuina sorpresa.

— Hace un rato atrás, en el puerto de desembarque, Yassop encontró a un niño justo cuando regresaba del barco. Está gravemente herido y...bueno...

No hizo falta decir nada más. A simple vista, el chico de Flevance podía intuir la situación. Ninguno de los dos médicos era capaz de ayudar, así que... ¿Básicamente lo estaban desahuciando? Los semblantes de impotencia de ambos hombres le indicaba que estaba en lo correcto.

— Lo siento, Shanks. Pero el daño que sufrió es imposible de curar. Solamente una operación milagrosa podría hacer la diferencia...

"No es magia, tienes que tener conocimientos médicos. Tu habilidad te permitirá realizar operaciones imposibles. Podrás curar tu enfermedad, Law"

La vez pasada, pese a que ya había ingerido la fruta, no pudo hacer nada por Cora-san. El miedo, la angustia y el hecho de recién haber conseguido su habilidad le impidieron ayudar al hombre. Ignoró la frustración de lo impulsivo que se estaba volviendo debido a la constante compañía de Luffy y se internó en la habitación de la que ambos médicos salieron.

Estos fueron inmediatamente tras él y, después de una necia y corta discusión, consiguió que no lo echaran de ahí y le dejaran ver al paciente. Después de todo, aunque comúnmente jamás permitirían algo así, cedieron el beneficio de la duda a Law. Si él, con los poderes otorgados por la Akuma no mi, podía ayudar a curar al joven herido ellos lo supervisarían.

Aunque claro, los dos médicos no contaron con que el parcialmente nervioso oji-gris se pusiera tan concentrado y serio en tan pocos segundos. Tampoco que, pese a que no querían dejarlo sin supervisión, desearían retirarse del cuarto al par de minutos y evitar presenciar la intuitiva pero eficaz operación.

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En la Terminal Gray, en una de las muchas destartaladas y mas sencillas viviendas improvisadas, una joven no podía hacer otra cosa que no fuera contener su rabioso llanto. Después de despertar en la costa de aquel sitio, lo primero que se le ocurrió hacer fue tratar de ubicar a su hermano. Que su búsqueda no arrojara resultados positivos la derrumbó.

Ambos cayeron al mar, ella tuvo la suerte de ser arrastrada por el cruel oleaje hasta ese sitio. Sin embargo, ignoraba si su hermano tuvo la misma fortuna. En el mejor de los casos, habría sido arrastrado a una isla cercana. En el peor de los casos...ella tendría que asumir que ya no tenía un hermano por el cual preocuparse.

— Todo es mi culpa... ¡Maldita sea! ¡Jamás debí intentar escapar de ese infierno! De habernos quedado por lo menos tú...por lo menos tú estarías vivo...

Intentó mirar hacia el techo y contener sus lágrimas, pero fue inútil. Pronto se estuvo ahogando en llanto y logró calmarlo después de desahogarse un poco. Sin importarle que aún estuviese lloviendo, aprovechó que ya era de mañana para dirigirse a la Villa del sitio. Y aunque casi todo se encontraba cerrado, el bar local estaba abierto.

Se sentía culpable, pues con divisar el sitio, la boca se le hizo agua. En los dos días que llevaba ahí, fue incapaz de comer al estar buscando a su hermano. El remordimiento no le dejaba, el haber sido quien conservara el dinero que no se perdió en la tormenta se lo recordaba cada par de minutos.

"¡Está lleno!" 

No importaba el tempestuoso estado climático, el establecimiento era bullicioso y bastante colorido. Con desconfianza, intentó no llamar la atención, cosa que no fue difícil. Los clientes del bar estaban perdidos celebrando el logro de un tal Torao. Afortunadamente, para ella, la amable mujer que atendía el lugar estuvo pendiente de la chica desde que esta entró.

— ¿Qué deseas ordenar?

— Lo que sea. Me estoy muriendo de hambre.

— No eres de aquí, ¿Cierto? De la isla Dawn.

— No, ni siquiera sabía cómo se llamaba la isla.

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Pese a sus ruegos, exigencias e intentos de negociación, Law ignoraba a la pobre monita de forma olímpica. Había alcanzado a escuchar ciertos comentarios entre el niño del gorro moteado y los dos médicos adultos. La curiosidad por ver al paciente y atestiguar las increíbles características de este se volvió vital.

— ¿Eh~? ¿Por qué no?

— Cállate.

— ¡Dale, Torao~!

— ¡Ya te dije que no y punto!

Así que al llegar a la planta baja del establecimiento y tomar asiento en la barra, lo único que Trafalgar Law deseaba era tener un desayuno tranquilo. Pero claro, con su glotona capitana a un lado suyo y una niña que también parecía barril sin fondo al otro, lograr su objetivo fue imposible.

— Deberían aprender modales a la hora de comer.

Por ese susurro logró que la fémina voltease a verle con el ceño fruncido, pero sin dejar de devorar su comida.

— ¿Cuál es tu problema? ¡Yo voy a comer como se me dé la gana!

— Mi problema es que comes como un cerdo ¡Estás salpicando la salsa por todos lados!

La infantil discusión clamó la atención de los presentes, especialmente la de Makino y la de Shanks, que recién iba llegando. Luffy simplemente volteó a verlos cuando acabó la ración de su plato y le pidió que le sirviera más, pero al ver lo distraída que estaba la peli-verde acabó por buscar la causa de esto.

— ¿Y qué? No me digas que eres tan delicado que temes embarrarte~

— ¡Cállate, exhibicionista!

— ¿¡A quién le dices exhibicionista!? ¡Se nota que todavía eres un maldito mocoso!

Pese a sus palabras, ella no contaba con más de 12 años. El sport blanco y el corto short con tirantes negros que llevaba, no la protegían demasiado del frío, pero fingía soportarlo por mera cuestión de orgullo. Tuvo que correr su gorro hacia atrás cuando este se deslizó por su corta cabellera rosa y se le pasó a caer.

— ¡Tú no me llevas más de dos años!

Ella no pudo hacer otra cosa que no fuera chasquear la lengua y tomar un bollo del cesto de pan. Desgraciadamente, para Law, aquella acción fue acompañada por un mal presentimiento.

— No voy a discutir más tiempo con un mocoso infantil como tú. ¡Cállate y come algo!

— ¡Aleja esa porquería de mí! ¡Odio el pan! 

Y bueno, después de milenios, ¡He traído la conty! Siento si me tardo siglos, pero ya empecé la universidad y... No me da ganas de escribir cuando llego, tengo que hacer mis tareas y me da sueño ^^U Posiblemente los viernes actualice, ruiseñores

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