ʚ🧺ɞ Capitulo 1.
Jeff Satur rodaba su sombrero en su mano mientras caminaba hacia la tienda de repuestos. Había alargado demasiado la tarea de arreglar los dos tractores que tenían en el rancho. Se suponía que ese trabajo lo debería hacer uno de sus empleados, pero todos estaban ocupados reparando vallas, limpiando las camas de los animales, alimentándolos...
Él debería estar haciendo su trabajo administrativo, pero lo cierto era que odiaba estar en su oficina y prefería estar trabajando la tierra o haciendo estos trabajos de compras, antes que encerrarse.
Iba pensando en las muchas cosas que tenía que hacer cuando una voz muy-lamentablemente-familiar se escuchó a un lado de la tienda. Rápidamente se escondió en un pequeño callejón entre la tienda y la farmacia. Justo a tiempo para ver a pasar a su maldición junto a su sobrino.
Barcode Isarapongporn
Un nombre que no le agradaba para nada.
Nunca supo que ese chico existía hasta un día en la veterinaria Graham, cuando el muy demonio le pisó el pie a propósito y luego sonrio sin si quiera verse arrepentido.
Eso hace un mes y medio.
El pequeño infeliz llevaba fastidiándolo desde esa fecha. Haciendo su vida miserable. Cada vez que se encontraban, el chico lo observaba y se lo comía con los ojos y luego, cuando Jeff quitaba sus ojos de él para ver a una linda chica, venía un golpe y una sonrisa del demonio que le invitaba a irse al infierno.
Y en ninguna de esas ocasiones recibió una disculpa. Excepto de Clar, la hermana de Barcode, que no paraba de justificarlo y decirle que era un niño inmaduro que no sabía lo que hacía. No conocía la edad del demonio, pero estaba seguro que era mayor de 18, así que eso le hacía un adulto a ojos de sus abogados.
Frunció el ceño esperando que Barcode saliera de la tienda y así no encontrarse con él. No deseaba esos encuentros que lo dejaban en ridículo y que ya no lo hacían reír, si no que le comenzaban a hacer enojar.
Esperó unos buenos 10 minutos, hasta que vio a ambos chicos alejarse. Entonces entró rápidamente a la tienda y compró los repuestos y algunas cosas más. Salió de allí directo a su camioneta y condujo hasta el RS-Rancho Satur- que estaba a media hora del pueblo.
Gruñó cuando vio a uno de sus empleados esperándolo en la puerta de la casa central, se acarició la sien lentamente, tratando de relajarse. Sabía que algo malo le esperaba al bajar. Tomó el paquete y salió, cerrando la puerta de su camioneta de un portazo. Se acercó a grandes pasos a Job -¿Qué sucede?-preguntó cuándo estuvo lo suficientemente cerca.
-Una de las vallas de los corrales de los caballos estaba totalmente destruida, nos faltan dos potros.
-Maldita sea-gruñó pasándole el paquete y corriendo a los establos donde estaba Fire, un pura sangre negro que fue regalo de su padre cuando cumplió los 18 años. Lo ensilló con la eficacia que le daba haber nacido entre caballos y lo montó, galopando lo más rápido que podía hacia el lugar donde tenía a los potros pastando―. ¿Solo son dos? ¿Encontraron algún rastro de lo que les pudo suceder?-preguntó una vez hubo llegado, bajó de Fire y le dio una manzana acariciando su cuello-. Descansa chica -susurro soltándola. Se acercó hasta donde sus hombres trabajaban en reparar el cercado.
-Sí, solo son dos y no, ningún rastro, jefe. Al menos fueron dos y no los siete potros purasangre, eso si hubiera sido una pérdida -comentó Santiago, uno de sus más antiguos empleados.
-Demonios, aun cuando sean solo dos es una pérdida -observó el cercado y el suelo, buscando algún rastro que le dijera que pasó.
-Ésta valla fue destruida a propósito, jefe. Alguien usó alicates para cortarla. No quiero confirmarlo, pero creo que alguien robó esos potros.
-Mierda, mierda, mierda... Lo que me faltaba, algún maldito ladrón de caballos - gruñó― Quiero esa maldita vaya arreglada antes de que oscurezca. Still, ayúdame a llevar a los caballos a los establos, los dejaremos ahí esta noche.
-Sí, señor -Ambos hombres se montaron en sus caballos y comenzaron a llevar a potros y yeguas a sus establos. Cuando la tarea terminó, entró a su gran casa por la puerta trasera que lo dejaba entrar directo a la cocina, allí su madre se movía con la gracia de una bailarina clásica, era ama y señora del lugar y no dejaba que nadie lo dudara.
-Hey, mamá -Le dio un suave beso en la mejilla y se lavó las manos después de acomodar su sombrero en el perchero
-Hola cariño, ¿problemas?-preguntó, sin dejar lo que hacía. Su madre tenía la destreza de saber todo lo que sucedía en el rancho sin salir de esas paredes―. Oí lo de las cercas, enojándote no solucionarás nada.
-Lo sé, mamá. Es solo... -gruñó- ¿Quién demonios querría robarme los caballos? Cuando papá estaba vivo nunca sucedió.
-Si sucedió, que nunca lo supieras es distinto. Además, todavía eras muy pequeño. De todas maneras, es normal que quieran tus potros, son pura sangre de gran costo. Una raza muy demandada... El negocio de las crías es así -Jeff bufó y bebió un sorbo del agua que su madre le ofreció.
-Lo sé, mamá. Solo que ahora tendré que contratar más gente para que vigilen a la manada en la noche y durante el día. Los chicos tienen sus trabajos asignados, no quiero moverlos de ahí.
-Pues contrata, tienes el dinero y el rancho tiene buena reputación. Llegarán de inmediato.
-Lo, sé. Pero entrevistar a quienes lleguen tomará tiempo que no tengo.
-Entonces, deja que James haga el trabajo, por algo es el capataz. Deja de pensar tanto y actúa más -En ese momento, los chicos entraron por la cocina colgando sus sombreros y haciendo fila para lavarse las manos, todos besaron la mejilla de Maggi, la madre de Jeff. Pasaron a sentarse y comenzaron a hablar de lo que aún les quedaba por hacer en el día. La reparación de la valla había sido algo fuera de programa por lo que atrasó las otras tareas.
-Oye jefe, te quería preguntar si puedes acompañar a mi prima al pueblo.
-¿Poe? -Santiago asintió.
-Dice que quiere comprar comida para sus nuevos caballos y como no sabe mucho acerca de ello...-La risa de James lo hizo dejar de prestar atención a Santiago para mirarlo a él.
-¿Qué es lo gracioso?
-Nada, me sorprenden las escusas de las mujeres para salir con el tipo que les gusta -Jeff no hizo más que sonreír de medio lado.
[• 🧺 •]
Barcode terminó de armar el ramo de flores que estaba preparando.
Suspiró, lo extrañaba mucho. Habían pasado tres días desde que no lo veía y estaba volviéndose loco. Pero estaba seguro que faltaba poco para que Jeff lo viera y le dijera cuanto lo amaba.
Hace un par de días descubrió que el cumpleaños de Jeff estaba muy cerca y luego de pensar mucho en lo que podría regalarle, lo decidió. Pero para eso necesitaba juntar dinero y, por lo tanto, buscó trabajo y en el único lugar donde lo contrataron fue en la florería. Al parecer, nadie quería contratar al hijo loco de Apo Isarapongporn
Sin querer pensar en cosas desagradables, se dedicó por completo a los arreglos florales. Según le habían dicho, lo hacía bastante bien y eso le hizo sentir orgulloso de sí mismo. No muchas cosas le salían bien, aunque no todas las cosas le gustaban tanto como hacer arreglos florales o arreglar un jardín o un huerto.
Estaba terminando su tercer arreglo cuando Jenny, su jefa, apareció por la puerta y le sonrió. Barcode le devolvió la mirada. Estaba agradecido de ella, por aceptarlo y convertirse en su amiga.
-Hola guapo-dijo ella pasando hacia el mostrador y besando su mejilla- ¿qué tal va la mañana?
-Bien, la señora Jara ordenó tres arreglos de petunias y rosas, María dijo que necesitaba un arreglo de flores de siete colores, le comenté que podría ser costoso, pero dijo que no importaba, así que en eso estoy. ¿Qué tal?
-Me parece perfecto, debí contratarte antes Barcode -dijo con una gran sonrisa. Code se sonrojó levemente y continuó haciendo su trabajo. En eso estaba cuando vio pasar a Jeff a través del ventanal de la florería, acompañado de una chica. Barcode frunció el ceño y se mordió el labio inferior. No le gustaba ver a Jeff con ella, no le gustaba ver la mano de Jeff en su espalda y definitivamente no le gustaba como la pequeña tonta le sonreía a su vaquero- ¿Pasa algo, Barcode?-El rizado desvió su atención a su jefa y no le costó decidir qué hacer.
-Vuelvo en un minuto-dijo antes de salir de la florería hacia donde estaba Jeff. Caminaban hacia la pérgola que estaba en la plaza central del pueblo. Respiró profundamente y gruñó cuando Jeff le susurró algo que hizo reír a la chica. Corrió hacia ellos y su mirada fue hasta la chica y sin pensarlo, tomó la manguera con la que regaba el pasto de los jardines y dirigió el chorro de agua a ellos. Mojó por completo sus espaldas, ambos soltaron gritos de sorpresa y se giraron tratando de apartarse del agua, pero Barcode estaba decidido a hacer que separaran.
-¡¿Qué te pasa enfermo?!-gritó enfurecida la chica corriendo lejos de Barcode. Jeff le dirigió una mirada llena de ira y acercándose le arrebató la manguera y la dejó en el suelo.
-¡¿Otra vez tú?! -gritó enfurecido-. ¿Quieres que vuelva a repetir que te alejes de mí, niñito?-Barcode se mordió el labio inferior y girándose corrió de vuelta a la florería. Al menos ellos ya no estaban juntos. ¡Santo infierno! -Escuchó gritar a Jeff. Sonrió de medio lado antes de entrar a la tienda donde Jenny lo miraba entre divertida y sorprendida.
-¿Por qué sigues haciendo eso? Vas a lograr que te odie.
-Lo amo y él también me ama, solo no se ha dado cuenta. Y cuando lo haga, me agradecerá que lo alejara de todas esas perras que se le cuelgan del brazo -Ella negó divertida y comenzó a trabajar. Barcode tomó eso como un "vuelve al trabajo", y así lo hizo.
[• 🧺 •]
-¡Dios! Maldito mocoso -gruñó Jeff entrando a su cuarto y tirando de su ropa que estaba empapada por culpa de ese pequeño demonio. Dejó todo en el canasto de ropa sucia y entró al baño para preparar el agua caliente. No podía creer que no se diera cuenta que Barcode estaba cerca, a penas y lo noto cuando ya estaba mojado de pies a cabeza, aunque no tanto como Poe, una chica que había conocido a través de uno de los trabajadores del rancho.
Antes de volver al trabajo, se dio una rápida ducha y se vistió. Bajó las escaleras rápido, su madre lo llamó y le hizo señas para que sentara.
-¿Qué pasó? ¿Por qué llegaste despotricando como loco? -Jeff gruñó y se sentó frente a su madre.
-Ese niño Isarapongporn de nuevo, no sé de donde salió, solo me di cuenta de él cundo lo vi con la manguera tirándonos agua a Poe y a mi en medio del pueblo. Tsk... no sé qué tiene en la cabeza, cada vez que me ve con alguien me ataca. Ni si quiera lo conozco, nunca crucé una palabra con él -Su madre sonrió divertida y bebió delicadamente de su café.
-Chico inteligente. Tampoco me agradaba Poe... ni ninguna de las mujeres con las que sales-comentó con un deje de diversión en su voz. Jeff rodó los ojos y miró a su madre sin creer que animara las acciones del chico.
-Madre, no lo conoces.
-A él no, pero a su madre la conocí. Gran mujer debo decir, muy impulsiva y divertida... Una gran amiga y muy apasionada para defender lo suyo -Hizo una pausa y Jeff pudo ver la tristeza en su mirada.- Ella tenía problemas mentales, ¿sabes? Creo que el chico pudo heredarlos o al menos un poco de ello -Bueno eso cambiaba todos los sentimientos de odio que tenía en ese minuto por el chico.
-¿Problemas mentales? ¿Qué tipo de problemas mentales?
-Desconocido. Nunca lo supimos. Verás, ella era divertida e inteligente, muy amable, tú papá estuvo enamorado de ella cuando éramos jóvenes, pero ella estaba loca de amor por Apo -Sonrió como si recordara algo divertido. Con Carla fuimos muy buenas amigas hasta que ella decidió que no podíamos ser amigas mientras tu padre la amara a ella y yo estuviera enamorada de tu padre. Dijo que prefería alejarse, porque presentía que junto a Mark seriamos una gran dupla y tendríamos una hermosa familia y linda vida. Creo que pensaba que si se quitaba de la ecuación tu padre se fijaría en mí.
-Y no se equivocó, ¿verdad?-Maggi negó.
-Nunca lo hacía, era una bastarda asertiva -dijo con emoción. -Cuando murió no pudimos ir al funeral, te habíamos llevado a la ciudad, porque querías conocer a un superhéroe que amabas, justo ese día había una presentación teatral de eso y nos rogaste ir...
-Él tuvo que perderla muy joven...
-Sí, solo tenía dos años cuando ella murió, así que comprenderás que no la conoció lo suficiente como para recordarla. -Suspiró - Bueno, solo te comenté esto para que no odies a ese chico por lo que hace, te aseguro que no es por maldad. -Jeff gruñó cuando recordó todas las veces que le gritó enfermo al mocoso y todas las veces que le hizo algo. Pasó sus manos por su cara.
-Si, como sea, pero su historia no justifica que no pueda salir al pueblo y tener un día tranquilo. -Se puso de pie y se puso el sombrero despidiéndose de su madre. Nos vemos en la cena, mamá.
Maggi observó a su hijo y suspiró. Estaba segura que lo que hacía Barcode, con Jeff, era lo mismo que Carla hizo para conquistar a Apo, el padre de Barcode. Y estaba completamente segura de que su hijo terminaría total y locamente enamorado de él. Aunque eso se viera como algo muy difícil en ese momento. Suspiró y caminó hasta su sala de bordar. No había nada que la tranquilizara más que tejer.
¿Que tal este inicio? Jajaja
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