Noa tiene claro que no quiere volver a enamorarse desde él. No puede evitar pensar en aquel chico que hacía que su corazón le hiciera latir con rapidez y en aquellos ojos verdes que la volvían loca. Ella no sabe que va a pasar un verano entero con él.

Austin vuelve a casa después de haber pasado cuatro años lejos de su hogar y sin apenas ver a su familia para conseguir el futuro que desea. Lo que no espera encontrarse es a una Noa cambiada. Se ha impuesto una norma, y es que no puede volver a gustarle Noa, pero parece que no puede mantener las manos de ella y le encanta hacerla sonrojar.

Pero el destino es muy loco y unas vacaciones donde ambas familias se juntan harán replantearse lo que Noa y Austin dictaron: No volver a gustarse.

Pero, ¿Alguna vez dejaron de hacerlo?