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AVISO: LEED PRIMERO EL QUE PONE "21" QUE ES EL UNICO QUE ESTÁ DESORDENADO Y LUEGO YA PODEIS VOLVER A ESTE <3
14 de Julio, 2021
Me levanto con cuidado de la cama, intentando no despertar a Austin. Hace un rato que estoy despierta y por fin me he decidido a levantarme y recoger mi ropa doblada del escritorio.
Ando hacia la puerta, intentando no hacer ruido. Antes de salir, miro por encima de mí hombro hacia la cama. Donde se encuentra un estirado y dormido Austin.
Cierro la puerta con cuidado y cruzo el estrecho pasillo hasta mi habitación. Antes de dar un paso al interior escucho como una puerta comienza a abrirse con el mismo cuidado que hice yo. Miro hacia mí derecha, de donde proviene aquel ruido y veo como un Zack en pantalones cortos, pelo revuelto y sin camiseta, sale de la habitación de Adela.
Zack se queda quieto cuando se da cuenta de mi presencia y de que le estoy observando. El mira un momento mí cuerpo y sonríe a la vez que niega con la cabeza. Me doy cuenta que solo voy en bragas, con la camiseta de Austin y mi ropa en mis manos.
—Ni una palabra de lo que acabas de ver— le digo, susurrando.
—¿El que acabo de ver?— vacila, sonrío y entro dentro de la habitación.
Dejo las cosas en mi cama y miro la hora en mi móvil. Son las diez de la mañana y por primera vez nadie se encuentra despierto— excepto Zack y yo, que lo más probable que mi hermano vuelva a dormirse—.
Decido darme una ducha completa, dándome mi tiempo, no como la de anoche. Saco de mi armario unos pantalones cortos deportivos negros y una camiseta larga junto con nueva ropa interior y coloco todo dentro del baño en un lugar donde no pueda mojarse. Comienzo a desvestirme poco a poco hasta que estoy completamente desnuda. Pongo varios mechones de mi pelo detrás delas orejas y espero hasta que la temperatura del agua me gusta.
No puedo evitar rememorar todo lo ocurrido anoche desde que entre dentro de la habitación de Austin e inevitablemente siento que mis mejillas se calientan levemente. Siento un breve escalofrío que me recorre todo el cuerpo. Parece como si sus manos aún siguieran recorriendo mi cuerpo con ansias, descubriendo y tocando cada parte de mí. Suelto un largo y profundo suspiro.
Agarro el bote donde guardo el champú para comenzar a lavarme el pelo. Escucho de fondo como mi móvil suena, indicio de que una notificación me ha llegado.
Salgo de la ducha cuando termino de lavarme el cuerpo. Envuelvo mi pelo con una toalla para secarlo mientras que me hunto crema por el cuerpo para suavizar la piel. Termino echandome un poco de crema por la cara cuando me visto.
Recojo el teléfono y observo que es una notificación de Instagram. Miro fijamente a la pantalla, extrañada al ver que es un mensaje. Nadie me escribe por Instagram. Lo desbloqueo y me dirijo directamente hacia la aplicación.
User456732: Eres demasiado preciosa, lo mejor de todo es que vas a ser mía. Tengo ganas de que llegue ese día.
Se me para el corazón cuando termino de leer el mensaje. Entro dentro de la cuenta y veo que está vacío, sin imagenes ni seguidores y que solo me sigue a mí. Ignoro el mensaje y le doy a bloquear la cuenta. Suspiro y dejo el móvil en la mesita.
Me deshago de la toalla enredada en mi pelo para dejar secarlo sin el secador. Cepillo un poco mi pelo con mis dedos para luego mover mis mechones hacia atrás.
Escucho como la puerta de mí habitación se abre e inmediatamente me giro para ver quien es. Un adormilado Austin entra al interior a la vez que revuelve suavemente su pelo hasta dejarlo más despeinado de lo que ya está.
—Me he despertado y no t he visto en mí cama, ¿Cuándo te has ido?
—Lo sufiente para que me haya dado tiempo para ducharme con calma.
—¿Y la ducha de ayer?— sonríe, pícaro.
—Sólo nos lavamos el cuerpo y muy rápidamente—alego.
—Bueno, la intención es lo que cuenta— dice, tirándose de golpe a mí cama.
—Claro— ruedo mis ojos, divertida—. Si quieres quedarte aquí, puedes hacerlo, pero yo me bajo a desayunar que estoy muerta de hambre— muevo mis pasos hacia la puerta.
Instantáneamente escucho los pasos de Austin detrás mía, hasta colocarse a mí lado.
—Te sigo morena.
Cuando entramos al interior de la cocina vemos como mi madre y Sarah esperan a que la cafetera termine y puedan rellenar sus tazas de café.
—Buenos días— hablamos ambos al unísono.
Austin se dirige hacia ellas para darle a cada una un beso en la mejilla y luego rebuscar hasta encontrar un vaso para rellenarlo de leche y colacao. Repito la misma acción que él.
Conforme van pasando los minutos, todos los demás comienzan a bajar para desayunar.
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Me siento de golpe en el sillón al igual que los demás cuando mis padres y los de Austin y Adela nos dicen que han hecho un nuevo plan.
Ellos quedan delante nuestra. Papá nos mira a cada uno antes de soltar directamente la actividad.
—¿Os apetece pasar tres días en la playa?
—¡PAYAA!¡PAYAAA!—Chilla Alex, emocionado, a la vez que comienza a correr hacia nuestros padres y dar pequeños brincos. Mamá ríe al ver que Alex está emocionado.
Miro a Adela, Austin y a mí hermano con los ojos abiertos, sorprendidanpor lo que acababa de decir mi padre. Ellos sonríen. Todos asentimos hacia nuestros padres.
—Me parece muy buena idea— respondo.
—¿Que días tenéis pensado que vayamos?— pregunta Zack, quien se encuentra repanchingado en el sillón.
—Pues los días diecisiete, dieciocho y diecinueve. Aunque iremos al pequeño hotel que pagamos el dieciséis por la noche para que al día siguiente tengamos las energías recargadas— habla Peter.
—¿Nos vamos en dos días?— se sorprende Adela.
—Sí.
—¿Desde cuando lo lleváis planeando?— veo como Austin alza una ceja, curioso.
—Desde hace unos días— sonríe Sarah.
—Tenemos algunas actividades pensadas, pero lo sabréis cuando estemos allí— la voz suave de mamá habla después de que terminase Sarah de responder a su hijo.
—Van a ser unos tres días movidos entonces— digo.
Y tú no sabes cuando significado que tiene eso Noa Moore.
16 julio, 2021
Termino de guardar las cosas en mi pequeña maleta. Cierro la puerta que da al pequeño balcón, al instante siento un pequeño escalofrío a la vez que los brazos comienzana ponerse la piel de gallina. Ya es completamente de noche. Hace un rato que hemos terminado de cenar y todos nos hemos esparcido para terminar de hacer las cosas.
Llaman a mi puerta, grito que puede pasar. Austin se cuela en el interior de mí habitación, haciendo que con solo su simple presencia hace que llene por completo la habitación.
—¿Estás lista? Ya están todos comenzando a bajar para ir al coche— cierro la cremallera de la maleta y me giro para mirarle.
—Ahora si lo estoy.
—Bien— da un par de pasos hacia mí para agarrar la maleta y comenzar a llevarla hacia fuera.
—Puedo llevarla yo, Austin, no seas bruto— digo cuando veo que agarra su mochila del suelo del pasillo.
—Que no sea bruto, ¿Eh?— me dedica una sonrisa pícara, bufo.
—No puedes hacer eso Austin.
—¿El qué hago?— pregunta, inocente.
—Hablar con doble sentido.
—Seguramente eres tu la que piensa con doble sentido todo lo que te digo.
—No te hagas el tonto— doy un par de pasos para ponerme a la altura de Austin.
—No lo hago— me sonríe.
Nos acercamos al coche de mis padres donde Alex ya se encuentra sentado en su asiento. Veo como papá levanta una maleta para comenzar a meterla en el maletero.
—Aquí traigo la maleta de Noa, Harry— le dice a mí padre.
El se gira hacia Austin y le dedica una pequeña sonrisa antes de agarrar la maleta. Adela sale de la casa junto con mi madre. Ellas eran las últimas. Veo como Adela le dice algo a mamá y ella asiente.
Se gira hacia mí y me dedica una sonrisa amplia, baja los escalones del porche y se dirige hacia donde yo me encuentro.
—Le he pedido permiso a tu madre para ver si podías venir con nosotros en el viaje de ida.
—¿Y no vamos a estar muy pegados en los asientos de atrás?— cuestiono.
—No, no vais a estar pegados— habla Zack—. Tú ves con ellos, así yo tengo más espacio en justo coche para poder echarme una siestecita.
—Que aprovechado— le digo.
—Sólo un poco— sonríe.
—Pues voy a agarrar una chaqueta o algo para arrojarse de la maleta.
—No hace falta, tenemos siempre a mano una manta en el coche— dice Austin, Adela me agarra de la mano y tira un poco de ella para ir hacia el otro coche, que se encuentra al lado.
Unos minutos ya nos encontramos todos metidos en el coche. Quedamos los tres en el siguiente orden: yo sentada en el que da a la ventana izquierda, Austin en el medio y Adela a su derecha. Los tres estados arropados por una manta bastante grande y muy calentita. Miro el exterior desde la ventana. El paisaje que me ofrece es el bosque, los altos árboles que hay antes de llegar a todas las cabañas que hay cerca del lago van quedando poco a poco atrás.
Apoyo mi cabeza en la ventana y cierro un instante mis ojos. Estos dos días no ha vuelto a escribirme la cuenta anónima. Sigo dándole vueltas a ello, aunque solo acabo con la misma conclusión, debe de haber sido alguna broma por algún desconocido.
Abro mis ojos cuando siento que una mano se apoya en mi pierna derecha, en el muslo. Miro a Austin, quien se encuentra tranquilo. Se gira para mirarme cuando siente que lo observo.
—¿Qué pasa?— dice, a la vez que me sa un leve apretón.
No respondo al instante, ya que su mano ande rondando por mi muslo me afecta mucho. Mis piernas, al igual que el cuello, son mi debilidad.
—Nada— me dedica una sonrisa y vuelve la vista hacia el frente.
En un principio deja su mano descansando en mi muslo, pero luego comienza con leves caricias haciendo pequeños círculos. Mi corazón se acelera un poco. El coche está a oscuras excepto el brillo del móvil de Adela, quien se encuentra con él.
Austin comienza a subir y bajar lentamente su mano por mi pierna, sin llegar a un punto en concreto. Intento controlar mi respiración, quien poco a poco se va alterando. De vez en cuando aprieta, sin hacerme saño, el muslo. Cierro de nuevo mis ojos y dejo descansar mi cabeza en el asiento.
Amo que me acaricien los muslos.
Poco a poco dejo que una de mis manos descanse encima de la suya y comienzo a acariciarla. El da la vuelta para que pase a acariciar la palma de su mano.
Austin se deja unos segundo hasta que su mano vuelve a por mí muslo. Mi corazón bombardea con rapidez y yo intento controlarlo.
—Noa— la voz de Adela me hace abrir los ojos e inclinarse un poco hacia delante para poder mirarle. Austin sigue haciendo el mismo recorrido en mi pierna.
—¿Qué pasa?— pregunto, y en serio, necesito que me den un premio porque no se me note que Austin me esta haciendo algo que me afecta mucho.
—Acabo de terminar mi primer trabajo de planificar una boda y necesito que mires que tal te parece a ti lo que he escogido. Ahora se lo mandaré a la pareja, pero querría que lo miraras tu primera.
Hace unos días una pareja contactó con Adela gracias a unos contactos de mí madre y la preguntaron si estaba dispuesta a planificar la boda. Adela vino corriendo y chillando a mi habitación. No puedo estar más feliz y orgullosa de ella.
—Claro, trae.
Adela me extiende su móvil y comienzo a observar con detalle desde los cubiertos y la organización de la mesa hasta diferentes platos que habrá. Amo cada detalle que Adela ha puesto. Hace maravillas.
—Es increíble Adela. Si algún día me caso, te llamaré para que seas tú quien me organice la boda.
—Ya sabes que sí, y si no me llamas a mí, iré a tu casa en la madrugada y te asesinare con un cuchillo para que así no puedas casarte— me amenaza cuando le devuelvo el móvil.
—Me das miedo hermanita— habla Austin.
—Lo mismo te digo a ti— le señala amenazante.
—Entendido— hace el gesto militar con la mano que tiene libre.
Me doy cuenta que ha parado de hacer círculos a solo tener su mano entre mis dos muslos. Y se siente demasiado bien.
Toda el camino lo hacemos de golpe hasta cuando queda solo una hora, que es cuando Alex necesita ir al baño con urgencia por o que nos dice Sarah cuando termina de hablar con mí madre.
Quedan minutos para llegar al hotel según indica el GPS. Desde la ventanilla de Adela ya podemos ver el mar en completa calma y algunas paseando por la orilla. Hace un rato pasamos por el paseo marítimo que estuvimos la otra vez. El recuerdo ese 4 de julio, de los fuegos artificiales y aquel beso entre la multitud aparece en mi mente. Sonrío al instante.
Llegamos a un parking donde ambos coches se estacionan. Salimos todos. Estiro mis piernas y un poco mis brazos y cuello. Bostezo. Tengo bastante sueño acumulado y me ha sido imposible dormir en el coche por cierta persona en especial.
Mi madre, Sarah, Adela y yo comenzamos a andar al interior del hotel para confirmar las habitaciones, mientras que los chicos se quedan fuera para que les avisemos y traigan las maletas.
—Buenas noches, ¿Qué desean?— la voz del recepcionista nos llama. Nos dirigimos hacia él. Su pelo es de un color castaño claro y ondulado y parece tener la edad de Zack y Austin.
—Hace unos días hice una reserva de cuatro habitaciones, para estar tres días— habla mamá.
El asiente.
—Dime tu nombre y apellidos y confirmo la reserva.
—Emma Moore.
El chico comienza a teclear en el ordenador y parece haber dado con la reserva ya que levanta la mirada y nos dedica una pequeña sonrisa.
—Reserva de tres días, cuatro habitaciones— mi madre asiente—. Las cuatro habitaciones se encuentran en la segunda planta, habitaciones 124, 127, 131 y 132. Tenéis el restaurante en ese pasillo y la piscina al final de ese otro pasillo— conforme va diciéndolo, el chico nos señala con su mano los pasillos correspondientes. También nos tiende cuatro tarjetas para poder entrar al interior de las habitaciones.
Miro a mi alrededor. La recepción es bastante simple, pero muy acogedora. Tiene un sillón blanco en frente del mostrador y a su derecha un par de ascensores. El suelo está decorado por una alfombra beis y hay varias plantas repartidas por el lugar.
—Muchas gracias— le dice Sarah con una sonrisa.
Adela sale un momento para llamar a los chicos y un rato después ellos de encuentran entrando al interior. Alex anda al lado de Zack y por su cara, se nota que nada más que le tumben en la cama, Alex se va a quedar dormido.
Todos nos subimos en un ascensor, nos damos cuenta que su interior es bastante amplio. Recorremos el largo pasillo hasta la primera habitación, quien se ha decido que será la de Adela y mía. Nos despedimos de los demás y entramos a, interior cuando Sarah me tiende la tarjeta. Vuelvo a bostezar.
Nos esperan tres días bastante movidos e intensos.
Y que lo digas.
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