34 💕 Enfrentar Es De Fuertes
[Días después]
L A Y L A
Por más que lo evites, tarde o temprano tienes que enfrentar los problemas, no puedes huir de ellos con facilidad. Hay que enfrentarlos, es la mejor manera. Entré más pretextos pongas, será peor porque tarde o temprano hay que dar la cara, escuchar apesar de no querer saber toda la verdad.
Por más excusas que di, por más que alargue el tiempo, hoy tengo que enfrentar eso que tanto me negué, eso que le prometí a ella en esa noche buena. Después de haber dejado los días pasar, pensar con claridad, después de escuchar los consejos de Aidan (supongo que él tiene razón) me decidí a hablar con mi madre. Es hora de darle una oportunidad, de escucharla y sobre todo, descubrir toda la verdad por más dolorosa que sea.
Tengo miedo de hacerlo. Tengo miedo de que lo que me entere sea demasiado. Lo único que quiero es escucharla, no puedo seguir así. No puedo estar enojada con aquella mujer que me dió la vida y a la que tanto admiro desde que era una pequeña niña. Kimberly es y siempre será mi madre apesar de los errores que cometa.
Justamente en este momento me encuentro frente a la puerta de mi antiguo hogar. Aidan se ofreció a acompañarme, me negué y realmente aprecio ese detalle de él en no dejarme sola. Pero quiero hacer esto sola, quiero ser lo suficiente valiente para enfrentar y llevar la situacion. Por suerte, la distancia del departamento y la casa no es mucho, me ayudó mucho a pensar durante el camino. Entre más me acercaba a esa casa, más mis nervios aumentaban.
Vamos Layla, solo será una plática entre madre e hija ¿Qué puede salir mal? me regaño y me digo mentalmente a mí misma.
Tomo una bocanada de aire, levanto mi mano y toco el timbre dos veces. Bajo la mano y espero a que sea abierta la puerta, rezo mentalmente que sea por ella. No me gustaría que fuera abierta por él. Aunque ese hombre viva ahora aquí, nuestra relación es rara. De él a mí madre, prefiero arreglar las cosas con ella. Después de todo, no puedo seguir con mi vida y más al descubrir que algo mi madre me oculta, las palabras que me dijo Aidan rondan por mí cabeza una y otra vez:
Hay cosas que no sé y mi madre me oculta y hoy voy a descubrirlas.
Seguiré el consejo de Aidan, tranquila, escucha, déjala hablar y al final, di lo que piensas; asegúrate de usar las palabras correctas sin lastimarse ambas.
Que fácil lo decía, desgraciadamente yo soy diferente a él. No escuchó, estalló y al final digo cosas hirientes que me termino arrepintiendo. Trataré de seguir su consejo.
Tú puedes Layla
Salgo de mis pensamientos cuando veo la puerta ser abierta por ella. Me ve, me sonríe y abre la puerta completamente.
—Hola hija
—Hola mamá —me acomodo mi bolsa en mi hombro.
—Entra por favor
Asiento, suspiro y entro a la casa. Avanzo varios pasos, juego con mis manos nerviosa, escucho la puerta ser cerrada por ella. Me detengo y me doy la vuelta.
Es increíble, apesar de haber vivido aquí desde que era una niña y recuerdo, la casa se me hace tan extraña. Por primera vez no siento este hogar como lo era antes.
—Sientate hija —asiento y me doy la vuelta. Avanzo hasta la sala y me siento en el sillón. Mi madre imita mi acción tomando asiento a mí lado— me alegré cuando vi ese mensaje Layla, gracias por darme la oportunidad de explicarme.
—Tarde o temprano tenemos que hablar— miro la casa alrededor y regreso la vista en mi madre— ¿Y él?
—No está, Robert y Kendal y salieron, estamos solo tú y yo hija.
Suspiro
Me alegra escuchar eso. Sería demasiado incómodo con su presencia.
—¿Quieres tomar algo?
Niego y me acomodo en el sillón. Me quito la bolsa y la dejo sobre la mesa de centro.
—Asi estoy bien
Mi madre asiente y se acerca más a mí.
—Sera mejor que empiece hablar ahora —ella agarra mi mano— solo te pido que me escuches, no me juzgues y trates de entender.
—Por eso estoy aquí mamá, creo que necesitamos ambas está plática. Quiero saber la verdad, te pido que no me ocultes nada. Sea lo que sea —hago una pausa— quiero saberlo todo.
Le sonrio y coloco mi mano sobre la de ella. Mi madre me devuelve la sonrisa y posa la vista al frente.
—Debo contar el principio, antes que nada —gira a verme— quiero que sepas que así como todo el mundo, tuve errores. Que te quiero apesar de todo. Eres mi única hija Layla y daría cualquier cosa por ti. Te quiero hija y en verdad, todo lo que hice fue pensando en ti.
Asiento
Escuchar decir eso a mí madre, de cierta forma me causa... Temor. Miedo a lo que estoy apunto de escuchar.
Ella permanece varios minutos en silencio. No la presiono a hablar, será cuando ella esté lista, solo tengo que escucharla. Kimberly suspira y preciona mi mano dando un leve apretón.
—Conoci a tu padre cuando tenía 25 años, en ese entonces yo trabaja en una empresa donde él trabajaba también ahí. Yo era su secretaria. Al principio nuestra relación era solo profesional, Robert siempre fué tan atento conmigo. No podía quejarme. Era un buen trabajo, hasta que todo cambió. Empecé a sentir cosas por él en secreto. Dejé de verlo como lo que era, mi jefe. Siempre traté de esconder lo que sentía por él y más estando cerca. No quería que él malinterpretara, viera mis intenciones y me terminará corriendo. Pero eso no pasó, fue todo lo contrario. Lo nuestro paso a algo profesional a algo sentimental. Primero fuimos amigos, salíamos muy seguido. Fuera del trabajo la pasabamos de maravilla, hasta que me le declaré, le hablé de mis sentimientos por él y por fortuna era recíproco. Desde ahi comenzó una relación, linda no podía quejarme.
»»Hasta que me enteré que él era casado. Robert estaba casado con Karla, la madre de Kendal. Mi error fué creerle, seguir con lo nuestro apesar de eso. En ese entonces, su relación estaba dañada, Robert tantas veces me dijo que quería separarse de ella y yo misma comprobé que esa relación no tenía futuro. Por eso le creí, seguí con él. Me prometió divorciarse y estar sólo conmigo hasta que pasó, ella nos descubrió. —mi madre hace una pausa— ese día él llegó, se suponía que ya había metido los papeles para llevar a acabo el divorcio, sin embargo, fue todo lo contrario. Me dijo que Karla estaba embarazada, que no podía dejarla sola y que el divorcio se había anulado. Que lo nuestro no podía seguir, la prefirió a ella. Por más que me dolió, acepté. Fuí tan tonta por creer y por haberme metido con un hombre que aún no estaba completamente libre —mi madre se limpia una lágrima que baja por su mejilla— ese día yo iba a darle la noticia que también estaba embarazada. Que íbamos a tener un bebé y esa bebé eras tú Layla —tomo la mano de mi madre con más fuerza— no lo hice, no pude. Después, dejé el trabajo, me alejé de él. Nadie ni mucho menos Robert podía saber sobre mi embarazo. Sabes que tu abuela murió cuando era yo una niña y tú abuelo no me apoyó. Sola te crié, sola te saque adelante. No sabes la alegría que me dió cuando me enteré de que estaba esperando un bebé, cuando sentí las pataditas, cuando te tuve entre mis brazos fuí tan feliz Layla. Cada momento que pasé contigo hija. Le agradezco a la vida de haberme dado una hija tan linda como tú —ella acaricia mi mejilla— tu no tenías la culpa de nada y si Layla, fue increíble, con esfuerzo te saqué adelante, te cuide sola porque tú eras mi motivo. Eras mi fuerza.
Y era verdad, mi abuelo no apoyó a mí madre al principio y cuando lo hizo, fue demasiado tarde. Tenía diez años cuando mi madre lo perdono, desgraciadamente el murió dos años después.
Suspiro y limpio una lágrima que bajó por mí mejilla.
—Entonces ¿yo y Kendal somos de la misma edad? —mi madre asiente— ¿cómo... Cómo él se enteró de mi?
—Años más tarde me encontré con Robert. Te vió y sacó cuentas, lo negué, le mentí; estuvo apunto de hacerte una prueba de ADN cuando no pude más y le terminé confesando que tú eras su hija. Al principio me negué a que él te diera su apellido, que se hiciera cargo de ti. No lo necesitaba y no lo quería cerca de ti. Entonces entendí que no podía hacer eso. Apesar de como terminó lo nuestro, nuestra hija no tenía la culpa de nada. Robert te dio tu apellido, al principio venía muy seguido a verte, me ayudaba con dinero a criarte hasta que esas visitas fueron cada vez menos hasta llegar el momento que ya no vino a visitarte. Según él, porque Karla se lo prohibía y tenía que cuidar a su otra hija. Para él pasamos a segundo plano, no le prohibi verte, sea como sea eres su hija. Robert me siguió mandando dinero y aunque a veces no quería aceptarlo, lo necesitaba para pagar tus estudios y era su obligación como padre. Seguí en contacto con él, entre más pasaron los años entendí que tú no merecías a un padre como él. Por eso te conté otra versión de la historia. Esto tú no lo sabías y preferí así. Entiendo que lo odies hija, que no lo veas como un padre porque nunca lo fué para ti.
—Creci sin él —la interrumpo— no voy a mentirte, si lo necesite, eché de menos sentir el cariño de un padre. Sentía envidia cuando mis amigas tenían uno apesar de yo tenerte a ti. Yo sí quise un padre y recuerdo muy poco de él. No te juzgo, entiendo lo que hiciste pero él, nos abandonó, se olvidó que tenía una hija y si, tal vez entré ustedes acabó mal pero yo no tengo la culpa de nada y él se olvidó de mi existencia y ahora años después viene a pedirme perdón. No puedo mamá, no puedo ver a ese hombre como un padre porque para mí no lo fué.
Me safo de su agarre y limpio mis lágrimas. Inhalo y exhalo aire varías veces, desvío la vista mordiendo mi labio inferior tratando de no soltar en llanto.
—Nunca quise causarte este dolor hija.
Paso el nudo en mi garganta. Limpio mis mejillas con brusquedad y giro a verla. Al igual que yo, sus ojos están cristalizados.
—¿Por qué regresó? ¿Por qué ahora? —pronuncio con un hilo de voz.
Ella guarda silencio un momento y toma una respiración profunda.
—Porque tiene problemas con Karla. Creo que esta vez si va a separarse de ella y está vez lo vi tan sincero. Me contó que a tenido muchos problemas con ella, si soportó mucho fue por Kendal, creo que ella también tuvo problemas con ella no estoy segura. Robert quiere recuperar el tiempo perdido contigo.
—Demasiado tarde, no lo necesito ahora —digo con rencor— ahora que necesita ayuda ahora sí piensa en nosotras. No mamá, ese hombre no entrá en nuestras vidas o al menos no en la mía. No puedo perdonarlo porque lo que siento por él es... Odio.
—Layla no digas eso
Desvío la vista al frente
—Dime algo mamá, ¿tú aún sientes algo por él? —giro a verla— sé sincera por favor.
Ella dura en contestar
—Si Layla, apesar de todo lo sigo haciendo y sé que está mal después de todo el daño que nos hizo pero no puedo evitarlo. Nunca dejé de quererlo y ahora que regresó, confirmé que lo amo como hace tantos años atrás o incluso más.
Termino abrazando a mí madre. Ella suelta en llanto, por más valiente que traté de ser, no puedo. Las lágrimas salen por si solas. El maldito dolor en el pecho se hace presente.
—No quiero que me odies hija —la escucho decir entre sollozos.
La suelto y me alejo de ella. Tomo su cara con ambas manos.
—No lo hago ¿cómo podría con la mujer que me dió la vida? No te odio Madre, te admiro cada vez más y lo siento, debí escucharte antes —la abrazo y recargo mi barbilla en su hombro— perdoname mamá —siento las lágrimas deslizarse por mis mejillas. Por más que lo evite, terminé llorando sin control entre los brazos de mi madre.
+
Tiempo después y me alejo de ella. Limpio las lágrimas de mis mejillas. Ella se levanta, me inclino y tomo mi bolsa. Me levanto, la veo acercarse y me entrega un paño. Lo tomo y limpio mis mejillas con el. Así como yo, le ayudó mucho desahogarse.
Después de todo, no está mal derramar varias lágrimas cuando son necesarias. Llega el punto que es difícil soportar lo que sientes, estallas y dejas salir eso que tanto soportaste.
—Sera mejor que me vaya —sorbo mi nariz.
—Hija gracias por escucharme, entenderme. Tal vez consideres regresar a casa.
—No sé que pensar al respecto, es demasiado, tengo que pensar con claridad pero por ahora no estoy segura. No quiero regresar ahora, mucho menos con ese hombre estando aquí —acomodo la bolsa en mi hombro— vendré a visitarte, igual eres bienvenida al departamento. Por ahora quiero seguir viviendo con Aidan, es mejor marcar distancia.
—No voy a presionarte hija, si ahora crees que es necesario seguir así respeto tu decisión. Sólo ten en cuenta que está casa siempre será tuya, puedes volver cuando quieras y estés lista. Te recibiré con los brazos extendidos.
Sonrío
—Gracias mamá
La termino abrazando, me alejo de ella y me despido con un beso en la mejilla.
—Seguimos en contacto
Ella asiente, me doy la vuelta y camino a la salida. Termino por salir de la casa. Cierro la puerta y me recargo en ella. Tomo una respiración profunda. Me aparto, meto mis manos en mis bolsillos de la chamarra y empiezo a caminar lejos de la casa de mi madre.
Emprendo mi caminata en dirección al edificio, caminar me ayudará a pensar, asimilarlo todo. Al estar tranquila. Las palabras de mi madre siguen rondando por mí cabeza. Por ahora no quiero pensar en eso, tomar una decisión ahora. Sé que tarde o temprano tendré que enfrentar al culpable de todo. Robert Bennett, mi padre. Tengo mucho que aclarar con él, escuchar sus motivos, excusas, ver si realmente vale la pena perdonar tanto daño; pero ahora lo único que quiero es tranquilidad y tal vez, Aidan sea esa tranquilidad que necesito.
♡♡
Abro la puerta del departamento y entro. Termino por cerrar la puerta detrás de mí y avanzo hasta la sala. Lanzo mi bolsa sobre el sillón, me quito la chamarra y la dejo en el respaldo del sillón. Toco mi frente, me volteo y suelto un bufido.
—Layla —escucho su voz.
Me giro y veo a Aidan de pie en el marco de la cocina, lleva un mandil puesto. Le sonrio, finjo hacerlo. Debo admitir que se bien con esa cosa puesta. Él se empieza a acercar. Avanzo y tomo asiento en el sillón.
—Listo, hablé con ella
Aidan llega hasta mi y toma asiento a lado mío.
—¿Quieres hablar de ello?
Niego
Él toma mi mano y la entrelaza con la suya.
—Sabes que puedes contar conmigo, si quieres hablarlo, puedes hacerlo. No voy a presionarte Lay, sólo te escucharé.
Giro a verlo.
—Lo sé, sé que puedo confiar en ti.
Él acaricia mi mejilla con ternura.
—Lo único que quiero ahora es un abrazo— añado—solo abrazame Aidan.
Bastan segundos para que él me rodee con sus brazos y me acercar más a él. Termino recargada en su pecho aferrandome a su mano y sientiendo la tranquilidad que siento al tenerlo tan cerca.
Aidan es el único hombre que confío. No confío en mi padre, él me falló. Es extraño pero antes no creí en ellos, para mí todos eran iguales, unos mentirosos. Pasé lo mismo con mi primer novio, me engañó, me utilizó, terminé con él. Creí que no volvería a sentir lo mismo hasta que Aidan apareció en mi vida y hasta el momento me a demostrado que él es diferente, en él puedo confiar.
Tal vez estoy demasiada enganchada con él, sin duda, me dolería demásiado si él me fallara, de todos, no quiero pasar lo mismo con él. No podria y espero que Aidan nunca me haga lo mismo. Que me lastime como todos lo han hecho.
—Mi madre me contó todo —digo de pronto—le dije que por ahora quiero seguir viviendo contigo.
—Y yo soy feliz de tenerte aquí
Sonrio a medias, lo suelto y me alejo de él. Lo miro a los ojos.
—¿Estabas cocinando?
—De echo la comida ya está casi lista. Me apresuré para que estuviera lista antes de que llegaras —Aidan acaricia mi mejilla— te amo Lay.
Le sonrio y llevo la vista al frente.
—No tengo hambre
—Debes comer algo nena
Niego y giro a verlo
—Lo único que quiero es olvidarme de esté día, no tengo apetito.
—Layla no puedes...
—Huele a quemado —lo interrumpo
Aidan se levanta rápidamente.
—¡Me olvidé de la pasta!
Él avanza hasta la cocina hasta perderlo de vista. Me levanto y me dirijo hasta alla. Al llegar entro, me recargo en el marco de la puerta y me cruzo de brazos. Lo veo frente a la estufa. Un rico olor se hace presente entrando en mis fosas nasales, siendo el culpable de que mi estómago empiece a gruñir
—Creo que cambie de opinión. No puedo resistirme a la deliciosa comidas del profesor Wesley.
Él gira a verme
—En ese caso —Aidan se acerca a la mesa y jala una silla hacia atrás— tome asiento Señorita Bennett.
Sonrio y me acerco a él. Beso su mejilla, lavo mis manos y tomo asiento. Aidan se dedica a servirme de comer. Me acomodo en la silla. Él se encarga en colocar un plato de exquisita pasta frente a mí, que por suerte no se ha quemado. Me regala un beso en la mejilla y se marcha a servirse.
—Sabes, si quisiera hablar contigo. Quiero escuchar tu opinión, quiero que alguien me escuche y desahogarme un poco.
Aidan regresa a la mesa y toma asiento dejándo su plato frente a él.
—Si quieres puedes esperar después de comer. No quiero arruinar tu apetito.
Niego y tomo la cuchara.
—Me siento lista para hablar, además esto se ve delicioso.
Aidan me sonríe. Toma mi mano, se inclina y me da un corto beso en los labios.
—Estoy aquí para escucharte nena
Tomo una respiración profunda, empiezo a comer. Él se levanta, deja la jarra de jugo en la mesa y se vuelve a sentar.
—¿Listo?
—¿Lo estás tú?
Asiento
—No se que haría sin ti Aidan.
—Lo sé, soy el mejor novio que puedes tener.
Eso me causa una risilla. Ambos empezamos a comer.
Le empiezo a contar todo, él me escucha atentamente, ciertas veces da su opinión, se queda callado. Tomo varias pausas y le sigo contando, le doy mi opinión. Él se dedica a escucharme, a tomar mi mano, con él me siento bien, protegida, segura de mi misma. Aidan es mi fortaleza como lo soy yo para mi madre.
(...)
Después de comer, regresamos a la sala. Nos hayamos en este momento ambos en el sillón. Yo acostada a lado de Aidan mientras tengo las piernas extendidas sobre él. Él sentado. Estoy descalza mientras que Aidan se encarga de hacerme cosquillas en mis pies.
—Basta Aidan
Le lanzo un cojín. Dejo de reír, él deja de hacerme cosquillas y toma mi mano.
—Prefiero mil veces verte reír que triste.
Le sonrío
Y sí, nuevamente solté en llanto en la cocina al estar contándole todo. Lo que más me dolió fué ver a mi madre así, imaginar todo el sufrimiento que pasó y apesar de todo, siempre se las ingenio para que yo no me diera cuenta de su sufrimiento. Viviera mi niñez feliz.
—Sabes, creo que Kendal no tiene la culpa de nada, así como yo, ella solo estuvo en medio de un matrimonio dañado. Y dada las circunstancias sólo fue testigo de eso.
—Y la juzgaste mal
—Lo sé
—Puedes intentar llevarte mejor con ella, después de todo y aunque no quieras es tu hermana.
—Media hermana —le digo seria— y tal vez tengas razón, no ahora, pero trataré de llevarme mejor con ella. —me incorporo en el sillón y flexiono mis rodillas —pero no puedo decir lo mismo que él.
—¿Qué vas a hacer? —me encojo de hombros— no sé, son tantas emociones y por ahora lo único que quiero es no pensar en eso.
—No puedes huir Layla
—Lo sé, al menos por ahora puedo evitarlas. No es fácil Aidan y mucho menos hablar con es hombre. Seguí tu consejo, traté de estar tranquila y escuché a mí madre pero con él, dudo que pueda quedarme callada.
—Cierto, lamentablemente así eres
—Y así me quieres
—No te quiero —Aidan se inclina, me toma de la cintura y se acerca más a mí. Nuestras narices rozan, río— te amo.
—Eres tan cursi —lo alejo con mi mano en su pecho. Él se queja, me acerco más a él y coloco mi mano en sus hombros —¿Me ayudas a olvidar?
Sin esperar su respuesta, uno mis labios con los suyos y lo termino besando. Al principio es un beso tierno, delicado hasta que aumentamos el ritmo, movemos nuestras bocas con sincronización, él muerde mi labio. Suelto un gemido. Lo beso con desesperación.
Aidan me toma de la nuca y profundiza más el beso, ladea un poco su cabeza. Por inecercia, me levanto sin dejar de besarlo y me subo a horcajadas sobré él. Me separo, tomo aire y vuelvo a unir nuestras bocas. Dejo mis manos en sus hombros. Subo una de mis manos a su mejilla. Dejo de besarlo y me alejo de él mordiendo mi labio mientras una sonrisa traviesa se apodera de mi. Aidan me sujeta de la cintura.
—Sin duda me traes loco
Vuelvo a besarlo. Mis manos se deslizan por su pecho hasta bajar al final de su camisa. Trato de quitársela. Logro esta tarea sin dejar de besarlo. La camisa termina siendo lanzada a alguna parte del departamento. Él muerde mi labio inferior, su lengua se cuela dentro de mi boca. Algo en mi se enciende. Dejo de besarlo y voy hasta su cuello dejando cortos besos. Muevo mis caderas por inecercia, la química, la fricción entre nuestros cuerpos juntos se hace presente. Sigo mis movimientos, Aidan cuela su mano por debajo de mi blusa acariciando con las yemas de sus dedos mi vientre mientras sigue subiendo cada vez más hasta llegar a mis pechos. Lo beso, muevo mis caderas ocasionando un gemido por parte de él y sientiendo el bulto que roza mi intimidad. Estando con ropa, no quita que se sienta de maravilla. No obstante, Aidan toma mi cintura, corta el beso y me aleja de él.
—Lay debemos parar —dice agitado
Sonrio pícaramente
—¿Por qué? —subo mis manos acariciando su abdomen y subo hasta su pecho.
—Nena por favor
Suelto una risilla. Muerdo mi labio inferior.
—Podemos hacerlo en el sillón
Su cara me causa cierta risa
—No, no es el lugar ni el momento Layla.
—Pero yo quiero —hago puchero— tal vez esto me ayude a olvidar.
Beso su cuello, él me aparta.
—Nena por favor quedate quieta, bájate.
—No —dejo mis manos en sus hombros— no puedes con la tentación.
—Eres una tentación peligrosa
Sonrío y lo miro a los ojos
Lo sé...
Vivir juntos tiene sus pros y contras. No puedo evitarlo. Estando en un mismo lugar compartido, viéndolo a diario me es difícil controlarme. Siempre que tengo a Aidan enfrente, me lanzo a besarlo y tarde o temprano esos "besos inocentes" terminan siendo algo más.
Como olvidar lo ocurrido en año nuevo. Ambos nos quedamos aquí, juntos encerrados en la habitación mientras cenamos, vimos películas, platicamos, besos de por medio hasta que terminamos teniendo relaciones. Fue increíble. Inolvidable.
Desde entonces, marcamos distancia o al menos nos detenemos antes de "eso", pero ahora me es difícil hacerlo, porque lo deseó, quiero ser suya de nuevo.
—Podemos...
—Layla —me interrumpe y niega.
Río
—Vamos Aidan
Él suelta un bufido
—A menos que no quieras—añado y lamo mis labios.
—Ese es el problema... que quiero.
Basto para que dicho eso, él me bese. Besos desesperados. De un momento a otro, logra deshacerse de mi blusa y la lanza lejos. Bajo mis manos y empiezo a desabrochar su pantalón.
—Lay hay que ir a la habitación —murmura contra mi boca.
Dejo de besarlo y sigo con mi tarea. Logro desabrocharle el botón de su pantalón.
—Es más divertido aquí
Lo beso y muerdo su labio inferior. Lo beso con desesperación. Aidan lleva sus manos a mi espalda mientras me acaricia, me toca con sus manos, se aleja y entierra el rostro en mi cuello. Deja cortos besos, muerde el lóbulo de mi oreja. Beso su cuello mientras muevo mis caderas ocasionados un leve gemido de mi parte. Sé que es peligroso, si seguimos así dudo que podamos parar, sin embargo, es lo último que quiero.
No obstante, el sonido de la puerta nos hace detenernos. Nos alejamos respirando agitadamente. Desviamos la vista hacia la puerta.
—¿Escuchaste eso?
Aidan asiente y deja sus manos en mi cintura. La puerta se vuelve a escuchar.
Giro a verlo
—¿Esperas a alguien?
—No ¿tú?
Me obligo a alejarme de él y a levantarme. Camino descalza hasta la puerta. Al llegar me asomo por el orificio. Abro los ojos y retrocedo un paso atrás.
—Son ellos —giro a ver a Aidan, él frunce el ceño— tus padres están aquí —murmuro.
Él rápidamente se levanta. La puerta se vuelve a escuchar.
—¡Hijo! —se escucha la voz de Marisol.
Me alejo de la puerta y regreso a la sala buscando mi blusa. La encuentro y me la pongo.
—Tu abre la puerta yo tengo que ocuparme con algo.
Fijo la vista en Aidan. Tiene sus manos sobre ese bulto notorio. Desvío la vista y asiento. Lo veo márcharse por el pasillo. Río y me doy la vuelta. Regreso a la puerta.
Antes de abrir, observo mi reflejo en ese espejo puesto en la pared cerca de la puerta. Acomodo mi cabello con mis dedos, mis mejillas se han tornado con un rubor visible. Suspiro. Tomo mis cachetes, los froto. Bajo mis manos y me dispongo a abrir.
Marisol se sorprende al verme. Les sonrio a ambos.
—Marisol, señor Harold pasen
—Layla que sorpresa, no creí encontrarte aquí—me dice Marisol mientras le da una mirada a su esposo.
Me alejo de la puerta y les permito el paso. Ellos entran al departamento, termino por cerrar la puerta. Ellos avanzan hasta la sala, los sigo.
—¿Y nuestro hijo?
—Oh él está... en el baño. Ahora viene.
Marisol toma asiento en el sillón junto a su esposo.
—Cielo ¿no creés que ya es tarde para estar aquí con nuestro hijo?
—Marisol —la regaña su esposo.
Ella me observa de arriba a abajo. Agacho la vista y me doy cuenta que estoy descalza. Maldigo mentalmente. Camino hasta el sillón, tomo asiento y rápido me coloco mis zapatos.
—Yo... ah...
—Madre, padre que sorpresa —soy interrumpida por la voz de Aidan, que siendo sincera, llegó en el mejor momento.
Él se acerca hasta sus padres y los abraza a ambos. Se aleja y toma asiento a lado mío.
—Bueno hijo teníamos ganas de verte, ya que no has ido a la casa desde Navidad, pensamos en darte una sorpresa aquí.
—Tu madre insistió tanto hijo
—¡Harold no digas eso!
—Son bienvenidos siempre cuando gusten—les dice Aidan.
Ellos sonríen
—Le decía a Layla, ¿no crees que ya es muy tarde para que ella esté aquí? Su madre debe estar preocupada por ella, además está por anochecer —giro a ver a Aidan— entiendo que sean novios y quieren verse, por ustedes todo el día, pero hijo, Layla tiene una casa.
Aidan regresa la vista al frente y carraspea.
—Madre es que... Layla vive conmigo.
Marisol abre los ojos sorprendida. Ese detalle ellos no lo sabían.
—¿Qué?
—¿A qué te refieres hijo? —le pregunta su padre.
Aidan toma mi mano, me sonríe y regresa la vista al frente.
—Madre, padre... Layla vive ahora conmigo, vivimos juntos.
—¡¿Desde cuándo?!
—Antes de Navidad
—¿Y hasta cuándo pensaban decirme? —vuelve a preguntar Marisol exaltada— entiendo que te creas independiente Aidan, que no te gusta que nos metamos en tú vida pero al menos pudiste avisarnos. Somos tus padres y debemos estar enterados de esto. Si decidieron vivir juntos como pareja debieron decirnos.
—Madre no es así...
—¡No Aidan! —lo interrumpe Marisol— creo que yo y tú padre les dimos la confianza a los dos para hablar con nosotros.
—¡Madre no es como piensas! —grita él.
—¡Aídan no le grites a tu madre!
—Lo siento padre —dice más calmado— las cosas no es como piensas. Si, Layla vive aquí pero solo por un tiempo. Aún no hemos decidido juntarnos.
Ellos se ven con confusión
—Layla tuvo problemas con su madre y no tenía a donde ir. Le ofrecí quedarse aquí al menos hasta que ella se sienta lista para regresar a su casa. —añade Aidan— no iba a dejar a mi novia sola.
—Yo... Yo no quiero causar problemas. Su hijo me a dejado vivir con él pero les juro que no será por mucho. Hoy hablé con mi madre y voy a arreglar las cosas con ella —digo.
—Layla tú no eres un problema —me dice Aidan— así como mis padres, eres bien recibida en mi departamento.
—Bien, lo siento, no debí reaccionar así. Pero entiendan debieron decirnos. Yo creí otra cosa —Marisol toca su frente— lo siento hijo, Layla. Entiendo tu situacion es sólo que... Lo siento tanto.
—No te preocupes Madre
—Aunque Aidan tu madre tiene razón. Son solo novios y tú como nuestro hijo debieron avisarnos de esto.
—Lo sé padre, es sólo que no pensé en eso.
—Bueno ya hay que olvidarnos de esté mal momento —dice Marisol— espero que se estén adaptando a vivir juntos.
—No es tan difícil —le responde Aidan.
—Las cosas siguen igual, sigo yendo al instituto sólo que ahora vivo aquí por un tiempo —digo.
—Me alegra escuchar eso— Marisol nos mira ambos— ahora viven juntos, solo quiero recordarles que se cuiden.
—No empieces Madre
—No hijo es verdad y no es por molestarlos pero bueno los hijos llegan tarde o temprano.
Aidan rueda los ojos
—Eso no está en nuestros planes
—Igual ya estás en edad para tener hijos.
—¡Madre!
Aidan se levanta y se dirige a la cocina. Su madre se levanta y lo sigue mientras sigue hablando. Río por eso.
—No les hagas caso Layla, debes entender a tu suegra. Créeme a mí se me a echo difícil entenderla y soportarla a veces todos estos años. —me dice el padre de Aidan y ríe— yo confío que ambos son responsables y bueno al final ser padres será su decisión.
Asiento y me quedo pensando en lo dicho por él.
Hijos con Aidan
No
Por ahora no
Solo quiero resolver mi vida antes de ser... Mamá.
...
Tiempo después
Los padres de Aidan se han marchado después de un sermón por parte de ambos y más de Marisol. Que al menos quedaron más tranquilos, siendo explicado ciertos temas, todo quedó aclarado.
Aidan cierra la puerta y pasa sus manos por su cabello. Me doy la vuelta y camino hasta el sillón dejándome caer de espaldas.
—Hasta que se fueron
—Son tus padres Aidan
Él coloca sus manos en el respaldo del sillón.
—Lo sé pero hay que admitirlo Lay, mi madre es... Difícil de darle por su lado. Es tan insistente.
Río y me levanto. Bajo los pies y recargo mi espalda en el sillón.
—Te entiendo, eso fué incómodo —ambos reímos— debimos decirles.
—Ni que digas, demásiado tarde. —Aidan suspira— puedes creerlo, mi propia madre quiere que ya sea padre porque supuestamente ella ya estoy en edad para eso. Y realmente no lo estoy, un hijo es mucha responsabilidad y si, tal vez estoy viejo pero no estoy listo para ser padre.
—Yo tampoco estoy lista para dar ese paso y no estás tan viejo, solo tienes 23 años, aún eres joven. Ser padres no está en nuestros planes.
Siento las manos de Aidan en mis hombros.
—No ahora, tal vez en un futuro muy lejano —hace una pausa— lo que estoy seguro es que tú serás la madre de mis hijos.
Paso saliva al escucharlo.
—En un futuro
—Por supuesto
Él besa mi mejilla
Suspiro
—Necesito un baño urgente
—¿Podemos bañarnos juntos? —susurra él en mi oído. Volteo a verlo.
Recuerdo la primera y última que pasó eso. Fué en una ocasión que me estaba duchando, él entró al baño riendo. Me cubrí rápidamente con la cortina del baño, traté de correrlo. Según él, ya llevaba mucho tiempo dentro y era verdad que no me dí cuenta. Por más que le pedí que se fuera no lo hizo y verlo frente a mí con solo una toalla alrededor de sus caderas fué tentador. Después de mucha insistencia, él entró a la ducha. Si, fui débil. Venga no podía negarme y tener tan tremenda vista no ayudaba mucho. Nos bañamos juntos, entré besos y caricias lo hicimos. Completamente desnudos, mientras que la agua de la regadera no dejaba por correr y caer sobre nuestros cuerpos. Fué la ducha más larga de mi vida que tomé junto con él.
Paso saliva
—Solo si prometes que será solo un ducha y ya.
—Besos de por medio —Aidan levanta su ceja— y tal vez caricias.
—Contigo no se puede Aidan.
Él ríe, me levanto y me doy la vuelta.
—¿Entonces...?
—Solo si me dejas enjabonarte la espalda —le digo.
—Trato hecho
Empiezo a caminar y me acerco a él. Tomo su mano y él me guía hasta el pasillo.
—Tal vez podamos seguir con lo que quedó pendiente.
Asiento y me dejo guiar por él en dirección a nuestra habitación. Listos para tomar una ducha juntos.
Veo nuestras manos entrelazadas.
Sin duda soy afortunada por tenerlo. Es increíble como el destino nos cruzó en el camino. Estoy agradecida con la vida por haberme permitido conocer a Aidan Wesley. Tal vez fué por algo. Tal vez el destino así lo quiso y ésto son solo pruebas que demuestran el amor que nos tenemos. En verdad me alegra haber tenido ese encuentro con él. Él es el chico perfecto para mi.
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CONTINÚARA...
N/A:
Holiii 😅😘 ¿me extrañaron? Lo sé o eso espero. Gracias por la paciencia, por seguir aquí, se que fué mucho tiempo pero bueno volví. Me ahorrare eso de poner excusas. Sólo no me sentia inspirada, estaba ocupada para escribir pero ahora pretendo continuar con la historia. Como dije, quiero terminarla pronto y tratare de actualizar más seguido, por lo menos cuando pueda y este inspirada. Por lo menos que adelante muchos capítulos de esta bonita historia.
Gracias por leerme y nos seguimos leyendo en el siguiente capítulo💘
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