♣-6
El filo de la navaja rozaba mis comisuras de mis labios, cerré los ojos , mis lagrimas se acumulaban en mis ojos. Tenía tanto miedo a que de verdad me desgarrara la boca para su pura diversión.
¿Qué había hecho yo para merecer un final tan fatal como este?.
—Eres un llorón.—Escuche de él.
Se retiro de encima mío dejándome respirar tranquilo, me cohibí en mi lugar haciéndome bolita y llevando mis manos a mi boca donde tenía la sensación de la navaja todavía en mis labios, además de que probe un poco de mi sangre donde me di cuenta que había cortado un poco.
—Vamos, levántate del suelo.—Me pateo quedito en mi pierna queriendo decir que lo hiciera deprisa. Y yo , temblando todavía por lo que me había hecho, me pare tontamente aun tambaleándome.—Eres muy débil.—Me repitió, eso ya lo sabía pero no había por que volver a decirlo con la paliza que me dio.
Me mantuve callado, apoyándome en el borde de una mesa sucia mientras lo veía caminar tranquilamente a una silla que estaba cerca, la tomo y la atrajo hasta donde yo estaba recargado para sentarse.
—De rodillas.—Dijo.
—¿Qué?.—Hice una mueca de dolor al sentir las heridas en mis comisuras, dolía y ardía.
—Cómo oyes, postrate ante mi.—Me ordeno como si fuera mi jefe.
—No, no lo voy hacer.—Hable un poco bajo.
Lo escuche suspirar y nuevamente de sus bolsillos saco otra arma, ¡¿Pero que esta loco?!.
—Que te arrodilles ante mi.—Me apunto con la pistola que llevaba en su mano. Lo dude por un momento, no se por que el sentimiento de que no me dispararía aparecio, pero cuando jalo el gatillo y escuche el estruendo de la arma al ser disparada me arrodille frente a él.—Que lindo.—Me dijo.
Respire con fuerza, no me atrevía a mirarlo directo a sus ojos ya que sentía su mirada; tan pesada, tan intensa e incomoda. Tenía unas enormes ganas de irme de ahí como de llorar.
—Levanta la vista.—Me ordeno.
Como dije antes, no quería levantar la vista, no podía, estaba asustado. ¿Y si me disparaba en medio de los ojos?
—¿No escuchaste?.—
Reuní todo mi valor que pude y lo mire.
—Tus ojos son amatistas.—Dijo y acarició mis mejillas con suavidad, pero yo sentía que me hería, incluso con su toque. El miedo era mucho, demasiado, ya hasta había dejado de respirar un momento.—¿Por qué lloras? ¿No te da gusto de verme otra vez Yugi?.—
No contestaba, estaba muy nervioso.
—¿Yugi?.—Puso más fuerza en mis mejillas lastimándome.—Contéstame.—
—N-No.—
Sonrió más.
—Adoro que me teman, no sabes cuento.—Me soltó y jadee.—Se supone que ya deberías estar en casa a estas horas, Miu debe de tener mucha hambre y esperándote.—¿Cómo sabe de ella?.—Pero descuida que la tengo justo aquí. ¡Yusei, traela!.—Grito.
Unos minutos después apareció el mismo azabache del la escuela y en sus manos tenía a Miu.
—¡No! ¡Sueltala!.—Trate de pararme pero de nuevo el oji-carmin me había apuntado con su arma en mi pecho.—Por favor, no. Ella no.—
Cuando ya la tenía en sus brazos, acarició su pelaje negro, era muy pequeña como para morir en las manos de ese idiota.
—Calmado llorón, no le voy hacer nada.—Me aseguro.—Sólo quería que vieras que esta bien y que ya comió.—Dijo acariciando su cabecita.—Es muy linda, ¿la adoptaste?.—Asentí.—Es digno de tú parte adoptar animalitos así, ¿sabes? A pesar de que yo soy alguien peligroso para ti, para los animales no lo soy. ¿Te confieso algo? Me gustan los animales.—
—Me alegra, pero suéltala.—Dije tratando de acercarme a él para quitarle a mi gatita. Pero el fue más insistente y apoyo más el arma en mi pecho.
—¿Darias tú vida por ella?.—
♣Continuará..
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