§11.
—¿Quién es el muchacho a tu cargo?. — Demandó el hombre sentado en la silla de su gran despacho.
—Solo es un empleado cualquiera. —Respondió Yami sin una pizca de temer por aquel hombre de ojos rojos.
—Es un estudiante de instituto por lo que pude ver. —
Eso despertó intriga en Yami, ¿Porqué su hermano conocía al chico de ojos amatistas?
—¿lo conoces?. —Preguntó Yami intrigado viendo a Atem sonreír ladinamente. El silencio reino por algunos minutos en la habitación.
—Para nada. —Contesto finalmente Atem. —Por cierto, te felicito por tus buenas calificaciones, apenas has entrado y te haz hecho de una buena reputación. —
—No iba hacer siempre el chico malo. —Respondió Yami sin importancia, alzando los hombros.
Atem comenzó a reír bajo.
—¿cómo puedes decir eso? sí somos los chicos malos de todos modos...
—Ya te dije que yo no quiero entrarle en el negocio que haz formado hermano. —Dijo Yami. —Quiero un futuro que no tenga que ver con muerte y destrucción. —
—Ser cirujano con lleva convivir con la muerte. —Comento Atem si. Quitar su sonrisa burlona.
—Y también ser mafioso. —Defendió Yami. —Mira, yo no quiero quitar vidas. —Los ojos de Atem brillaron. —Yo quiero salvar vidas, ¿por qué no puedes entender eso?. —
El moreno se levantó de su asiento, por un momento Yami templo en su lugar al creer que su hermano mayor estaba molesto con él, pero no. Atem solo se levantó para ver la gran vista que le proporcionaba el gran ventanal a sus espaldas.
—Se que quieres tener un futuro Yami. Uno donde no tengas que matar para sobrevivir. —Dijo serio Atem. —Pero sabes que no tenemos otra opción, ¿verdad?. —
Yami bufo molesto y se cruzó de brazos.
—Odio esto. —Musitó Yami entre dientes.
—Lo sé. —
—Odio matar. —
—También lo se. — Atem dio un suspiro cansado y se volteo a ver a su hermano menor. —Cambiando de tema, ¿qué tal tu proyecto personal? Apuesto que tiene que ver con ese bello chico que tienes en las manos manipulandolo. —
—¡Te juro que no quería hacerlo! Él solo se atravesó en mi camino. —Yami se froto las sienes, estaba molesto y frustrado.
—Pudiste matarlo. —Puntualizó Atem. —Una bala en su cabeza y todo terminaría. —
—¡Ya deja de hablar así!. —Bramo Yami dando un fuerte golpe en la mesa que retumbó por toda la habitación. —¡No lo conoces!. —
—¿Y tu si?. —Inquirió Atem. —¿Hace cuanto que lo conoces? ¿24 horas?. —
—Te quivocas. Tal vez... Tal vez no lo conozco tan bien pero... Cuando lo ves, solo sientes que ya nada te importa porqué cuando ves sus ojos; te recuerdan como si estuvieras vivo y no muerto. —
Era impresionante lo que su hermanito decía, era como ¡si no fuera él!.
—No me digas que tú... ¿Estas prendado del chico?. —
Atem fue testigo del gran sonrojo en el rostro de Yami.
—¡¿Te gustan los hombres?!.—Exclamo sorprendido.
—Ah... Yo... Yo voy a ver si ya puso la marrana. —Lentamente Yami se levantó de su asiento camino hasta la puerta sintiendo la tensa mirada de Atem en su espalda.
—¿Qué es una marrana?. —Pregunto Atem. —¿Ir a México le afecto?. —
------»» Pov Yugi. ««--------
—No debería estar aquí, estoy bien. — Celeste estaba, por quinta vez, tratando de pararse de la camilla. Jaden y yo la volvimos a recostar mientras esperábamos a su doctora. —¡Por favor niños! ¡Mamá debe ir a trabajar y ustedes deberían ir a la escuela, es lunes!. —
—Es domingo, Celeste. —Respondí calmado. —Y tu no tienes porqué trabajar, Jaden y yo si asistimos a la escuela, pero no es a la que tu piensas. —Tome sus manos mientras me miraba confundida.— ¿Sabes quien eres?. —
Celeste parpadeo un poco, luego sonrió, me tomo de las mejillas.
Aquí viene de nuevo.
—Claro que sí se quien soy; soy la madre Celeste de la Iglesia de Dominó, tengo 25 años y cuido a dos preciosas criaturas que me alegran el día cada vez que los veo. —
Asentí.
—¿Sabes quien soy?. —Pregunté.
Ella volvió a asentir.
—¡Claro que lo se! ¡Mi pequeño y adorable Yami!. —
×Continuará....
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