🔱Capítulo 1
Christyn dormía plácidamente en su cama, la monótona rutina se hacía presente, ella durmiendo y su atolondrada madre intentando enviarla a sus respectivas clases.
Sí, ella era inteligente pero holgazana.
Como a cualquier estudiante ordinario; madrugar no era lo suyo.
—¡Hija, levántate!
Su madre le gritaba para despertarle, pero no quería ir a clases porque se quedó haciendo tarea hasta tarde y estaba agotada.
La rutina de una estudiante promedio y su obsesión con hacer todo hasta tarde gastaba sus energías.
Además, nadie la mandaba a leer tantas historietas durante toda la tarde. No le enfermaban la mente, sin embargo, perdía la noción del tiempo y se comportaba como la floja que era. Imaginaba que era una persona con superpoderes, pero las notables ojeras bajos sus ojos decían lo contrario.
Quizás los superhéroes si tenían bolsas oscuras bajo sus ojos y se las maquillaban.
—Mamá, hoy no me quiero levantar, imagina que estoy dormida. —Comentó lo suficientemente fuerte para que su madre la escuchase. La progenitora tenía un carácter un poco pesado y explosivo, por lo tal tenía que levantarse.
Como toda una madre exigente y de mal carácter, era una bomba de mecha corta, Fácilmente se encolerizaba.
—¿Qué has dicho? Si no te levantas ahora iré yo misma a levantarte —amenazó la mujer mientras preparaba rápidamente el desayuno de la familia.
Las advertencias de las madres siempre surtían efecto en sus hijos, aunque los rebeldes eran una excepción.
«Pero mamá...» pensó ella e hizo un pequeño berrinche al patalear en su cama, desordenando el poco orden que había. Se sentó en medio de las sábanas que parecían un nido de pájaros y frotó sus ojos con la palma de sus manos. No tenía ánimos de levantarse.
Cuando su madre la amenazaba –o le advertía como decía la progenitora– se levantaba inmediatamente e iba a alistarse para irse a clases lo antes posible. Era un completo fastidio levantarse temprano al dormir tarde. No le quedaba de otra y se levantó de mala gana. Se arregló para irse a sus clases, después de todo, no había dejado su preciado sueño para hacer su tarea y dejarla en casa por quedarse durmiendo, no era tan malo porque iría a la biblioteca despues de clases, ¡habían miles de cómics disponibles!
En ciertas ocasiones visitaba una cabaña en el bosque y se quedaba en ella. Como era fin de semana era el día perfecto. ¡Se quedaría en la cabaña del bosque esa noche, no tenía motivos para quejarse! ¡Que belleza de vida!
Cuando terminó de arreglar su enmarañada melena decidió marcharse al instituto junto a Roberto, su apático hermano mayor. Él era todo lo contrario a ella, era atractivo, popular, tenia muchos amigos e iba a muchas fiestas fuera de casa, sólo ella era la friki tragalibros de cómics de la familia, era tan distinta, ja. ¡Típico de la castaña! Perder su tiempo leyendo historietas.
Siempre había un bicho raro en las familias.
O quizás no, pues, de hecho, ambos se parecían demasiado. La descripción de Christyn era sololo que veía superficialmente, no lo que realmente era su consanguíneo.
También tenia un hermano menor el cual se llamaba Richard, era muy tierno y le encantaba que su hermana le contase historias antes de dormir. La joven tenía una gran imaginación y amaba compartirla con el pequeño cuando visitaba a sus padres y se quedaba en casa de su madre. Era afortunada con esa belleza de familia.
—Hermana —dijo el pequeño mientras tímidamente abrazaba su pierna con mucha ternura. Sus claros ojos denotaban ternura infantil... esto era señal de que el infante quería algo.
—¿Qué pasa, Richard? —cuestionó la mayor.
—Me... ¿me traerás algo cuando vuelvas a visitarnos? —Como pensó ella, él quería algo, mas no se atrevía a negarse. A pesar de que su hermano menor era un consentido que le pedía hasta lo que no podía comer, no podía evitar sonreír al ver su hermosa sonrisa la cual la llenaba de felicidad, le resultaba imposible decirle que no, iba a responder, pero Roberto le interrumpió, muy común en los hermanos.
—Si no nos vamos ahora llegarás tarde —anunció el pelinegro. «Eso no me interesa», pensó la castaña.
—Cálmate hermano, aún quedan muchos minutos, no seas impaciente. —Trató de razonar con su impaciente hermano, ¿por qué era tan amargado? Mejor ser una floja feliz que una trabajadora amargada.
Si bien no podía quejarse de su familiar, pues ella no era la persona más alegre y feliz del planeta. Simplemente sus pensamientos se contradecían.
Tuvo que tragarse su muy notable enojo a causa de que no le permitió hablar tranquilamente con Richard, pero le respondíó tranquila. Diciéndolo sarcásticamente, claro.
Miró al pequeño Richard, que aún tenía su mirada en ella, esperando una respuesta con una gran sonrisa. La ojigris estaba algo molesta empero el pequeño infante no tenía la culpa.
¡Todo porque los hermanos pelean!.
—Dime Richard, ¿que quieres que te traiga cuando regrese? —Preguntó Christyn regresándole la sonrisa.
—¡Muchos caramelos!
Ella lo pensó por un momento... Si le traía lo que él pedía estaría muy hiperactivo y le haría un desastre a su mamá y a su papá, así que pensó en otra idea. Porque de otra forma, pobre de su madre.
—Oye Richard, ¿y si mejor escribo una historia solo para ti y te la leo antes de dormir?— preguntó.
—¿De dragones y caballeros? ¿traerá dibujos?
Asintió; —claro, lo mejor para mi hermanito consentido— dijo mientras jugaba con su cabello.
—¡No hagas eso, hermana!
—Bien, hermanito, debo irme a mis clases.
Christyn se despidió de Richard besándole la cabeza. Luego de su madre y por último del padre.
—Cuidate hija, la próxima vez jugaremos ajedrez, te ganaré —decía el progenitor mientras la despedía.
Ella odiaba ese juego de mesa, no obstante lo jugaba en ocasiones cuando su padre estaba aburrido o insoportable, para entretenerlo un poco.
—Pórtate bien, Christyn —recomendó su madre.
—¡Descuida mamá, me portaré bien! —respondió irónicamente. Su madre se lo repetía siempre.
Luego de despedirse de toda su amada familia, decidió marcharse junto con su hermano mayor; Roberto.
La monotonía estaba lista para repetirse nuevamente en un nuevo día.
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