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Reto #10: Comida desagradable

Puntos:

1) ¿Por qué no le gusta?

2) ¿Qué siente al probarlo?

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A veces se preguntaba por qué aceptaba participar en juegos y apuestas en los que acabaría muy mal si perdía. Claro, solía tener mucha suerte porque ganaba la mayoría de las veces, pero cuando le tocaba perder...

Esta vez, en otra de las fiestas aleatorias con alguna explicación rebuscada de Hydra, el castigo de los perdedores era el mismo para todos los juegos. Fue algo muy bien planeado: les preguntó a sus invitados qué comidas o bebidas les disgustaban con varios días de anticipación. Hubo varios que pensaron que era simplemente para saber qué no servirles, Lemony incluido y más sabiendo lo mucho que le preocupaba a la modelo mantenerlo contento. Sin embargo, después de ver cómo al primer perdedor se lo llevaron a la cocina y regresó a los diez minutos con una cara muy asqueada, la mayoría entendió el porqué de la pregunta.

Sabía que a veces le daba por ser creativa con las penitencias, ¡pero nunca esperó algo tan despiadado de ella!

Saber lo que aguardaba por ellos si resultaban ser vencidos no los hizo frenar, en cambio, se veía un empeño mayor al habitual en cada dinámica. Lemony cruzaba los dedos antes de su turno para no pisar la cocina. Logró mantenerse a salvo por algo más de una hora, pero apenas vio que el próximo juego sería el limbo, estaba casi convencido de que su suerte nunca lo había acompañado por el tiempo suficiente.

Si había alguna desventaja de ser el más alto de los presentes, eran las mayores probabilidades de no inclinarse tanto como lo requería para salir ileso de ese juego que muy pocas veces había logrado superar. Tampoco era tan flexible, más puntos en su contra. Por eso no se sorprendió en absoluto cuando su cabeza no pasó sin chocar con la vara.

Mientras se dirigía a la cocina con los ánimos por el subsuelo, Hydra se le acercó trotando, como si hubiese decidido seguirlo a última hora.

—¡No quería que Lemony perdiera! ¡Hydra lo siente tanto!

—¿No pensaste que podría perder con tantos juegos que hay? —ignoró el tono tan arrepentido de la modelo. Tuvo que imaginarlo, así que ganas de ver a todos perder debía tener.

—Pero no quería que perdiera. —Hizo puchero—. Fue idea de Storm.

—¿Ahora le vas a echar la culpa a tu hermano? —Casi rio un poco.

—Hydra solo no quiere que Lemony piense que esto fue a propósito. Puede preparar cualquier comida que ame como compensación más tarde u otro día —ofreció como disculpas.

—A menos que hagas eso con todos, no aceptaré.

Hydra rezongó.

—¿No puedes hacer que Hydra se sienta menos culpable?

—Estuviste de acuerdo con aplicar estas penitencias, ¿por qué no debería tener un poco de venganza?

—¿Por qué eres así con Hydra? —Se encorvó por unos segundos y frunció los labios.

—Soy así con todo el mundo, no sé de qué hablas. —Lemony se encogió de hombros con cierta sonrisilla. 

Al llegar a la cocina y ver el plato de solo champiñones —ningún tipo de adorno para mejorarlo— esperando por él, las comisuras de sus labios se fueron hacia abajo en una mueca inmediata de disgusto.

—Al menos no es mucho —comentó, tratando de ver el lado bueno de la situación.

—Tampoco iba a pasarse de malvada, Lemony. Son porciones muy pequeñas; la idea no es que vomiten de asco.

—Pero casi. —Se sentó muy lentamente.

—Lo siento.

Lemony volteó a verla. Después de un año de conocerla, había ciertas cosas que había descifrado de su peculiar forma de hablar. Si Hydra llegaba a decir algo en primera persona, probablemente era porque iba muy en serio y quería enfatizar su sinceridad; o al menos así lo interpretaba. No significaba que mintiera el resto del tiempo, solo era mucho más sensible en esos casos.

—Supongo que me lo puedes compensar otro día sin que se enteren.

—¡¿Sí?! —La expresión caída de la de cabello azulado recobró su brillo usual.

—Te diré lo que quiero la próxima vez que tenga que visitarte. ¡Que nadie se entere! —recalcó.

—¡Será la mejor comida que Hydra haya preparado! —exclamó en un susurro.

Algún beneficio tendría que sacar por gustarle, ¿no?

Miró fijo al plato por más de diez segundos sin moverse, como si así fuese a transformarse en cualquier otra cosa más agradable. Lemony se consideraba alguien con un sentido del gusto bastante amplio, pues eran pocos los alimentos que no soportaba. Siempre era ese al que miraban raro por decir que le gustaba alguna receta que la mayoría no toleraba, entonces él les devolvía esas expresiones consternadas pero con el sentido completamente opuesto. Incluso, una de sus comidas favoritas solía ser causante de caras espantadas del montón que estaba en contra de los mariscos; pero él había crecido en una ciudad pesquera, ¿qué esperaban?

Entre las pocas cosas que no le gustaban, la mayoría eran más bien complementos. Al no ser muy fanático de lo picante, los pimentones no eran muy buenos amigos, aunque podía pasarlos si se los daban; el maíz en la pizza era un no definitivo; solo aguantaba media tableta de chocolate amargo si no tenía con qué acompañarlo. Sin embargo, algo a lo que nunca se había adaptado era al sabor de los champiñones. No importaba si eran el plato principal o si estaban como un ingrediente visible más, aún no hallaba una manera de no arrugar la cara al degustarlos.

—Lemony, no puedes quedarte aquí toda la noche —dijo Hydra para hacerlo reaccionar.

—Me estoy preparando para comer tierra, espera.

Hydra aguantó una risa con la mano frente a la boca.

—¿Por eso no te gustan?

—Sí, son tierra para mí. Es como si nunca se les despegara, ¿sabes? No importa cómo quieran disfrazar el sabor, siempre está ahí y... —Hizo una mueca asqueada.

—Come antes de que Hydra se sienta peor por haberle hecho caso a Storm. —Casi hacía ojitos de cachorro regañado.

—Mándale mis más sinceros pellizcos a tu hermano.

—Sí, los tendrá de mi parte también.

Lemony le echó un vistazo al vaso de agua a su derecha y de vuelta al plato; no alcanzaba para picarlos en trocitos y tragarlos como a píldoras. Suspiró, trataría de comer lo más rápido posible para que no tuviera mucho tiempo de percibir el sabor.

Apenas acababa de morder el primero cuando tuvo que hacer una pausa para evitar dar arcadas, aunque sí se sacudió. Luego masticó apenas lo suficiente y pasó el resto con agua.

—Realmente los odias. —Hydra levantó las cejas.

—Quisiera tener más agua.

—Puedo...

—No, suficiente trampa hago con hacerte pagarme esta —interrumpió—. Puedo con esto.

A los dos siguientes los mascó lo más apartados de la lengua como le fue posible, casi los arrinconaba entre las muelas y los cachetes; pero ya el tercero tuvo que pasarlo con agua. Y así fue hasta terminar: un par lograba comerlos con mala cara, el siguiente debía hacerlo bajar con bebida.

—Voy a acabar con todas las fresas de la fuente de chocolate —dijo casi como una amenaza cuando por fin vació el plato.

—Hay un poco más guardadas, no importaría.

—Entonces me voy a comer todas esas también. —Se levantaron, ya camino de regreso a donde estaban los demás.

—¿Se te quedó el sabor en la boca?

—Un poco, nada que un montón de fresas no puedan solucionar. ¿Puedo seguir jugando sin miedo a que haya más champiñones?

—Claro, es solo una penitencia por persona. No te pases.

—Solo pregunto. —Se encogió de hombres y elevó las manos—. Aún no sé cuánta malicia hay en Storm y hasta dónde te convenció de esto.

—Storm no es tan malo, pero sí le gusta hacer una que otra broma pesadita.

—No hace falta que lo digas.

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*1235 palabras de 1200 mínimo.

Y con esto ya va la mitad de los retos, vaya.

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