Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo XXVI

Wilfredo y Tomás pensaron que el último destino para buscar a Leonardo era el castillo del rey Horacio. Hacia allá se dirigieron cuando encontraron al rey en las puertas del castillo gritando.

-¿Escuchas esos gritos, Wilfredo? -Preguntó Tomás acercándose al castillo.

-Sí, sí los escucho -Respondía el joven lobo acercándose hacia él.

-¡Leonardo! ¡Leonardo, hijo! ¿Dónde estás? -Gritaba y rugía el león muy preocupado ya a altas horas de la madrugada.

-¡Rey Horacio! ¡Rey Horacio! -Exclamaba Wilfredo mientras corría hacia la entrada del castillo- Rey Horacio... ¿Qué ha pasado con Leonardo? -Preguntó.

-No lo sé... No lo he visto desde hace horas... Fui a su habitación y no lo encontré -Dijo él preocupado- ¡Me excedí...! ¡Me excedí con dejarlo encerrado...! Lo lamento... Lo lamento tanto...

-No se preocupe... Yo lo entiendo, majestad. Se lo que él sentía porque mi padre me tenía encerrado en una torre hasta que pude escapar. Escapé gracias al amor que yo le tengo a su hijo que haría cualquier cosa por él.

Al decir esas palabras, algo se conmovió en el corazón del rey Horacio y dándole un abrazo al joven lobo, lo estrechó hacia él.

-Wilfredo, eres un príncipe muy valiente. Arriesgas todo por mi hijo, a pesar de tantas cosas que han pasado -Decía el rey quién lo miraba y se sorprendía de su valentía.

-Rey, yo amo a Leonardo y justo ahora dejo todo por ir en su búsqueda. Espero encontrarlo sano y salvo, mi corazón me lo dice -Decía el lobo quién correspondía al abrazo del rey- Aunque ahora, es muy tarde y necesitamos descansar. 

-Lo mejor es descansar para recuperar un poco de nuestras fuerzas y perfectamente podremos continuar nuestra búsqueda mañana -Dijo Tomás quién suspiraba- Además, es tarde ya.

-Sí, tienen razón... Por la mañana temprano lo buscaremos mejor y con más claridad -Dijo el rey invitando a los lobos hacia el castillo- Gracias, Wilfredo. Gracias a la valentía de ambos, ahora nuestros reinos pueden convivir en paz.

-No agradezca, rey. Lo que hicimos fue para que nuestros reinos ya no estuvieran divididos. Sin embargo, el corazón de ustedes si lo está -Dijo Wilfredo caminando los pasillos del castillo.

-¿El corazón de nosotros? ¿Qué quieres decir? -Decía confundido el rey Horacio.

-Que tanto usted como mi padre son los reyes de estos territorios pero que a pesar de que el odio ya no existe, no quieren que Leonardo y yo estemos juntos -Decía el lobo con una expresión de tristeza- Yo quiero brindarle todo mi amor, pero hay barreras que lo impiden.

El rey Horacio suspiró tras lo que decía Wilfredo y seguía guiándolos hacia una de las habitaciones para que se quedara a dormir. Tomás había guardado silencio mientras ellos hablaban y accedió a quedarse en una de aquellas habitaciones del reino para dormir pero Wilfredo no. 

-Perdón, majestad. Me gustaría dormir mejor en el cuarto de Leonardo. Así, puedo encontrar pistas sobre dónde podría estar.

-No es algo que todo rey acepte pero si así lo deseas, entonces duerme allí por esta noche -Dijo el rey león. 

-Tranquilo, majestad. Ya encontraré alguna pista quizás estando en su cuarto que me indique dónde puede estar -Dijo quitándose su mochila.

-Está bien -Dijo el rey- Duerme esta noche en su habitación y descansa.

-Lo haré, majestad.

Y así lo hizo el joven príncipe, entró a la habitación de su amado para allí poder pasar la noche guiado por el rey. Luego, cerró la puerta de la habitación y retiró poco a poco su ropa dándose cuenta de algo al mirarse al espejo.

-Vaya, no me había dado cuenta del progreso que he tenido tanto física como mentalmente, jaja -Sonreía él mirándose en el espejo, admirando su cuerpo fuerte y atractivo- Con tantas cosas, no me había puesto a ver esto.

El príncipe seguía mirando su cuerpo y más tarde, se tumbó en la cálida cama de su amado, comenzó a olfatearla, detallando cada lugar de ella y recordando el olor de su león.

-Mmm... Leonardo... Como quisiera que estuvieras aquí, mi amado y querido príncipe -Dijo Wilfredo acariciando las sábanas hasta quedarse dormido.

Y así, ya con el príncipe Wilfredo dormido tanto el rey Horacio como Tomás esperaban que llegara el día siguiente para ir tras la búsqueda de Leonardo.   

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro