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Volvió

Cómo todas las mañanas la joven despertó al sonar el despertador, de baño, se puso su uniforme y fue a desayunar con su pequeño felino.
Mientras comía sus tostadas recordaba la nota leída la noche anterior, le parecía algo absurdo que alguien que apenas la conoce diga que quiere ser su amiga, más bien le parecía acto hipócrita o eso se intentaba convencer ya que de lo poco que había tratado veía que no había nada de maldad en sus ojos, más bien eran tan sinceros y amables que hacían que se sintiera algo incómoda.

-No he venido ha hacer amigos, debo enfocarme en mi misión, aunque sigo sin saber cuál es....

Aún no sabía ni el motivo ni la razón por la cuál estaba en ese lugar ya que el muchacho que "la contrato",por así decirlo, aún no había dado señales desde que ella llegó a Namimori.

-Dijo que yo sabría cuando sea el momento y lo que debo hacer, eso es algo estúpido, como voy ha saber yo que hacer y cuando. -bufo molesta mientras se tomaba su chocolate.

Al terminar acomodó los cuadernos en su cartera, se cambió sus pantuflas por zapatos y se despidió de su acompañante de casa; aún faltaban 40 minutos pero iba ha pasar por una cafetería para comprar algo para llevar como lunch ya que no tenía pensado volver ha relacionarse con nadie, prefería su hasta ahora eterna soledad.
Pidió un zumo natural recién exprimido, un sándwich y un chessecake como de costumbre para llevar, al pagar dejo el vuelto como propina, una buena propina que el dueño del local agradeció invitándola ha ir más seguido.Ella sólo ignoro y se fue para encaminarse a Nami-chu, está vez ya se había aprendido el camino así que caminaba tranquilamente ignorando todo a su alrededor.

Llegó a su destino sin novedad, pero esta vez su recibimiento fue distinto, habían alumnos en el patio, en la entrada, en los casilleros pero todos miraban en una sola dirección, ella.
No era de extrañar, era tan bonita que parecía una muñeca de porcelana, un cuerpo bien formado, unos ojos azules como el cielo y un cabello largo y sedoso que parecía de oro; a simple vista se veía tan delicada, pero en realidad era tan fría como el hielo. Cualquier hombres de fijaría en ella y cualquier mujer tendría envidia.

Caminó hacía su salón ignorando a todo aquel que se le acercarse, simplemente no le importaba lo que decían o mormuraban. Se sentó en su pupitre cruzando las piernas y miro por la ventana perdida en sus pensamientos hasta que alguien la interrumpió.

-¡Buenos días Nana! -dijeron dos chicas al unísono.

La joven saco unos cuadernos de su cartera y se los entregó a la castaña que estaba en frente de ella.
-Grazzie Mille

-No hay de que Nana, para eso estamos.

Fueron entrando los alumnos a sus salones mientras sonaba el timbre que daba inicio a las clases.

-Buenos días Cafiero -dijo un Tsuna algo tímido sentándose en el pupitre de al lado de la joven.
-¡Tsk estúpida mujer no ignores al décimo! -dijo un Gokudera molesto al ver la actitud de la joven

-Quien habla de estúpidos

-¿¡Que me quisiste decir!? -dijo levantándose de la mesa de forma amenazante
-Vamos vamos, tranquilos. -dijo Yamamoto dándole unas palmadas en el hombro a Gokudera

El día paso de lo más normal, en la hora del almuerzo las chicas fueron a invitar a Nanami para comer juntas pero esta se negó diciendo que tenía mejores cosas que hacer mientras les entregaba a cada una un chocolate y un sándwich que les había comprado en la cafetería en forma de agradecimiento del almuerzo del día anterior.

A la hora de salida todos los alumnos salieron, mientras Nanami era la última en salir ya que otra vez se negó a ir con las chicas a casa de Tsuna diciendo que otro día iría para quitárselas de encima porque sabía que si seguía la iban ha terminar convenciendo sin saber cómo.

Caminaba tranquilamente por las calles de Namimori camino hacía su casa hasta que unos jóvenes se le acercaron.

-Hola preciosa, que haces tan sola.
-De donde eres hermosa, se nota que no eres de aquí.
-Vamos nena no seas tímida, déjate acompañar.

La joven solo los ignoro una y otra vez mientras seguía su camino, aunque se dió cuenta que aquellos chicos la iban siguiendo decidió tomar otro camino quedando en un pequeño callejón.

-¡Maldita riquilla! Quien te crees que eres para ignorarnos. -dijeron al unísono

-¡Tsk! Ya callense, no son más que escoria, y ya colmaron mi paciencia. -respondió la joven dándose la vuelta hacia aquellos delincuentes sin levantar la mirada

-¡Ahora vas ha saber lo que es bueno maldita zorra!

sólo se escucho un eco retumbante en aquel oscuro callejón y dejo de escucharse voces, un silencio invadió el lugar solo dejando escuchar el sonido de la calle.
La joven se acomodó un poco el uniforme y su cabello, nisiquiera se desacomodo un cabello, miro los tres cuerpos tendidos en el suelo lleno de sangre y sonrió de lado dejado ver unos ojos rojos como el fuego.
Todo fue muy rápido, muy pulcro, cerró los ojos y suspiro dándose la vuelta dejando ver de nuevo esos ojos cielo que cautivan a cualquiera.

No tardó mucho en esparcirse el rumor ,unos decían que era un espíritu maligno, otros que era el fantasma de una mujer que se llevaba ha los hombres, otros que era el mismo diablo. Pero todo indicaba una cosa, era una mujer.

-Miau
-Tranquilo prynce no los mate, solo aprendieron la lección.
Dijo aquella joven leyendo el periódico y riéndose de tanto disparate que decían.

Mientras en otro lugar de la ciudad se veía un pequeño rubio observando desde lejos, "la hija del fuego" volvió; se dijo a sí mismo.

-Veo que has aprendido ha controlarlo, vamos ha ver hasta que punto.

Él sabía perfectamente que ahora que volvía ha aparecer todos la buscarían, por mucho tiempo se creyó que estaba muerta,ya que eso se hizo creer porque sabían que todos querían ese poder, usarla como arma asesina.
Y ahora que regresó comenzará la cacería,

¿Será que se dejará capturar?

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