Zyde Martin era precioso y Jude lo había comprobado en el momento que, por sí mismo, Martin se desnudó y se metió en su cama dejando su cuerpo dorado expuesto a sus ojos.

El niño era como un maldito oscar, dorado de pies a cabeza, desde su cabello, sus ojos almendrados, hasta la piel que cubría su musculado cuerpo juvenil recubierto por una ligera capa de vello rubio que le daban ese toque de luz dorada que parecía iluminarlo como el jodido amanecer.

¿Cómo demonios un especimen como ese podía permanecer oculto debajo de tantas capas de ropa aburrida?

Sí, Jude Rose no podía entender que alguien pudiera dejar a un chico como ese. Vamos, él era un hombre que fácilmente podría ser su padre, no debía de tener ese tipo de pensamientos lujuriosos hacia un pequeño borracho con el corazón roto, pero ahí estaba servido en bandeja en su cama. Luciendo hermoso y sonrojado.

Jude recorrió la curva de su espalda hasta su trasero en pompa, sus piernas separadas a todo lo ancho de la cama mientras abrazaba una almohada le daban una buena vista de su rosada abertura.

Tan malditamente follable.

Jude sacudió la cabeza obligándose a apartar la mirada del estupido cachorro e hizo lo que mejor sabía hacer, robarse la inspiración de su bonito cuerpo, así que poniendo su ordenador sobre sus piernas, se sentó en el borde de la cama y comenzó a escribir pensando en el mar de cosas que quería hacerle, como hundirse entre esos muslos que tan descaradamente se abrían para él.

Vamos, cuando el chico empezó a llorar intentando marcar el número de su reciente ex después del tercer trago, Jude decidió que ya era suficiente para que la resaca del día siguiente no le permitiera pensar en "Dave-la-planta-carnívora" según lo había bautizado el propio chico.

Lo que no esperaba era que Martin insistiera en quedarse con él después de los tragos. Vamos, el chico parecía tener un repelús natural por él. Sus dos primeros encuentros anteriores lo habían dejado claro, pero durante toda la noche se la había pasado pegado al cuerpo del mayor como un jodido cachorro en busca de afecto.

En cuanto volvieron en busca del coche del chico no le quedó más remedio que quitarle las llaves, no era que Jude no supiera manejar, pero no acostumbraba hacerlo cuando estaba en el lado incorrecto de la calle, además había bebido un poco y no tenía intenciones de chocar el viejo Peugeot de su asistente. El seguro le cobraría más de lo que realmente valía esa chatarra, así que luego de dejar resguardado el vehículo en el estacionamiento, se metieron en un taxi hasta el piso que Patrick había alquilado para Jude.

Sorprendentemente, en vez de darle su propia dirección al conductor, Martin se bajó detrás del escritor sin ser invitado y por segunda vez en ese día pensó que ese lugar se veía demasiado impersonal, solo que estaba lo suficientemente tomado para que su filtro boca-cerebro comenzara a fallar.

—no se ve como si vivieras aquí.—Dijo mientras comenzaba a desprenderse de su abrigo de lana.

—No vivo aquí.—Respondió Jude viendo con sorpresa como Martin caminaba hasta la licorera y la abría para darle un trago. El gesto de puro asco que puso en su rostro le aseguraba que el muchacho no era un adepto bebedor de licores fuertes.

—¿entonces dónde?—Dijo bajando su vista a su mano que sujetaba el cuello del envase como si se tratara de una serpiente que amenazara con picarlo.

—En ningún lado.—Respondió Jude caminando para quitarle la botella.—Suficiente.

Si se refería a las preguntas o la botella, no tenía idea.

—¿lo es?—Martin alzó la barbilla dejando ir sus dedos de la licorera, y antes de que pudiera siquiera verlo venir, tiró de la camisa de Jude y le estampó un beso llevándoselo con él hasta el cuarto.