capítulo 2
Jude Rose llevaba desde las 9 sonriendo y dejando que un montón de desconocidos lo tocaran y saludaran. Aquello no estaba ni cerca del Top 10 de sus actividades favoritas en el mundo.
La tira en su cuello de la que colgaba el cartel con su nombre picaba. Para esa hora alguien le había arrancado un par de cabellos luego de abrazarlo y su humor iba en picada a medida que los minutos pasaban.
Venía mal dormido de una entrevista en la CBS que había dado la noche anterior anunciando la promoción de su nuevo gran éxito de ventas, tras lo cual se había acostado con uno de los directivos del canal y no había tenido tiempo de ducharse después de eso.
Su representante Patrick-Jodido-Mitchel lo había sacado a patadas de la cama del Sr. Productor Caliente esa mañana y lo había obligado a embutirse en el traje una talla más pequeña de lo que le hubiera gustado, que su asesor de imagen había elegido para él.
Quería darse una ducha, por todos los malditos cielos.
Aún podía sentir el olor del Sr.Productor Caliente en su piel, no había estado mal. Había sido buen sexo, pero estaba malditamente harto, tenía hambre, y el vaso de café relleno de wisky que le había pedido a su asistente se había vaciado hacía más de una hora. No recordaba el nombre del chico, pero definitivamente ya estaba despedido.
Su único maldito trabajo era mantener el vaso relleno el tiempo que durara esa mierda de presentación.
¿Cómo demonios se suponía que soportaría toda una mañana de estar rodeado de toda esa gente sin un poco de ayuda etílica?
Él mal humor lo volvía grosero y nada peor para un reconocido artista que volverse grosero con sus fans. Patrick no estaría feliz con él. El chico vaya-uno-a-saber-cómo-demonios-se-llamaba, definitivamente acababa de atentar contra su carrera y Jude no le permitiría que volviera a hacerlo. No era un hombre conocido por ser benevolente. Hostigaría a Patrick hasta que lo despidiera, era un maldito hecho. Necesitaba un nuevo asistente.
Volvió sus ojos al vaso de Starbucks vacío en una esquina de la mesa que brillaba como un recordatorio de lo malo que estaba siendo su día.
Le exigiría, en lo posible uno con las competencias necesarias para rellenar su vaso a tiempo.
Miró la hora. ¡Al fin!
—Terminamos por hoy.—Sentenció Jude con un gesto a uno de sus guardaespaldas para que lo acompañara fuera de allí.
Sip, la seguridad había sido algo a lo que había tenido que optar durante ese tipo de actividades luego que en Brighton un fanático queriendo emular Misery intentara secuestrarlo luego de que "Troy y Ryan no quedaran juntos tras la devastadora muerte de Cameron en Ferless Love".
Malditos maniáticos.
Jude no odiaba a sus Fans, odiaba las estúpidas historias de amor que sus fans lo obligaban a escribir. Porque sí, Jude Rose, el mundialmente reconocido escritor de novelas románticas más vendido de los últimos 20 años, odiaba con jodidamente todo su corazón las novelas rosas y toda la mierda cursi.
De hecho salir del closet cerca de 5 años atrás y comenzar a escribir homoerotico había sido solo un parche en su vida, uno que había traído muchas críticas negativas hasta que Patrick había conseguido venderlo nuevamente con la mierda de que todo valía en el amor.
Jude casi se había sentido aliviado cuando la demanda por sus libros se redujo. Odiaba un poco sus mierdas de historias, sentirse malditamente atado a lo que "vendía", irse un poco por las ramas había sido como respirar un poco de aire fresco.
No había tardado en ser más de lo mismo.
—¡No!—La exclamación obligó a Jude a voltearse a ver al chico que en ese momento lucía como si acabaran de arrancarle algo de dentro del pecho.
Diablos, otro maniático, pensó Jude viendo al chico cuyos cabellos dorados escapaban por debajo de un ridículo gorro de lana verde con pompón. Sus mejillas rojas, al igual que sus ojos enrojecidos. Parecía a punto de llorar.
Jude inclinó una de sus cejas en su dirección invitándolo a hablar con un gesto ligeramente cínico. No supo porqué, tal vez sólo estaba demasiado cansado, pero algo en la vehemencia del muchacho de ojos almendra había llamado lo suficientemente su atención para que se detuviera a desperdiciar un par de sus preciados minutos de paz en él.
—No puede irse ahora, no justo ahora. Por favor—Dijo Martin, había quedado a solo dos malditos pasos del Jodido Jude Rose. Solo un tipo por delante de él en la fila para ser autografiados.
Miró la hora en el reloj que colgaba en la pared por detrás de ellos sintiendo la ansiedad subir por sus dedos mientras las personas a su alrededor comenzaban a dispersarse. La hora de la presentación había terminado hacía cosa de 15 minutos.
Martin sabía que debía hacer lo mismo, dispersarse, Jesus, pero ahí estaba, clavado al piso con su mejor cara de cachorro asustado intentando convencer al mismísimo Jude Rose, por lo que entendía una superestrella de la literatura, de que se quedara un momento más por él.
No. Por Dave, lo haces por Dave, se dijo, sus mejillas ardiendo. Nunca había sido especialmente confiado a la hora de hablar con extraños. De hecho Dave había hecho todo eso de romper el hielo entre ellos y llevárselo a la cama la noche que se conocieron.
Apretó el libro un poco más contra su pecho como si se tratara de un escudo. Por Dave, se repitió, sintiéndose diminuto bajo la atenta mirada azul ártico del escritor, tragó saliva y dio un paso más en su dirección, lo haces por Dave, por otro año más juntos. Todo sea por ese hombre perfecto que no tenía idea de porqué demonios se había fijado en alguien como él pero lo había hecho. Martin estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por Dave.
—La hora de las firmas terminó. Suerte la próxima o cómpralo por Amazon—Dijo Jude en el tono más amable que consiguió mientras ignoraba al chico poniéndose de pie y se despedía del resto con un saludo vago para huir por la puerta trasera de la librería.
Por el rabillo del ojo Jude vió a Patrick el jodido-sonriente-Partick haciendo su magia social mientras justificaba su carácter con una dosis extra de cansancio y jet-lag.
—Estaremos mañana en Giron Books de 9 a 12—Informó Patrick siempre amable para aquellos que no habían conseguido llegar a tiempo.
Jude rodó los ojos, no lo veía pero incluso por el tono de su voz podía jurar que el hombre sonreía. Estupido y sonriente Patrick, pensó deslizándose fuera del recinto mientras pensaba en qué excusa podía ponerle para no ir a esa firma.
Estaba a punto de llegar a la preciada calle posterior donde lo esperaba su coche de alquiler cuando el mismo muchachito que había saltado minutos atrás le cortó el camino.
—Por favor, necesito que firme este libro, ni siquiera es para mi. Lo juro. Solo necesito que ponga para Dave con amor, por favor.Llevo horas esperando—Dijo el chico abriendo la copia de Secretos compartidos por la primer hoja.
—Como todos.
—P-Pero es nuestro aniversario. ¡Él lo ama señor Rose!
—Entonces deberías replantearte tu relación, chico, nada sano sale de enamorarse de un hombre enamorado de otro, sé de lo que hablo.—El chico pestañeó tardando un momento en comprender la insinuación antes de fruncir el ceño.
—Dave ama como escribe.—Aclaró Martin con un toque de ligera molestia y una sonrisa cínica que no pudo comprender apareció en el rostro del escritor antes de que volviera a seguir su camino.
Martin decidió ignorarla y se apresuró a caminando a la par del hombre para no perderle el paso.
—Por favor...En serio, es importante. Llevamos 3 años juntos. Realmente lo amo.
—Entonces firmarlo tú, seguro es igual de especial, chico. Se me hace tarde.
—Por favor, por favor, son solo unos minutos, ¿por el amor al amor?—Pidió esperanzado en un mal intento por tocar su fibra sensible.
Jude entonces se detuvo y por poco Martin no choca con su espalda. Entonces el mayor se giró a darle cara y observó a Martin por unos largos segundos, sus ojos almendra de cachorro pateado casi, lo convencieron, casi. Ese era el Q question. Jude no tardó en recordar la verdadera razón por la que se había pasado las últimas 2 décadas escribiendo ficciones alegres sobre "vivieron Felices Por siempre"
—Mala jugada, chico. Yo no creo en el amor. —Dijo con voz amarga retomando su camino a la salida.
Martin tardó un par de segundos en registrar sus palabras antes de salir corriendo de nuevo detrás de él.
El chico era insistente. Cielos, Jude le reconocía eso.
—Entonces, entonces... no lo haga por amor, hágalo porque, porque...—Comenzó Martin, su cabeza volando tan rápido sobre las posibles razones que podía usar para convencer al hombre frente a él, que cualquiera podría haber visto los engranajes de su cerebro trabajar. Jude se giró entonces de brazos cruzados a verlo para darle tiempo a que pensara, había llegado a la puerta del coche pero su curiosidad había picado por saber que saldría de la cabeza del desesperado jovencito.
—...Porque le patearé el trasero si no lo hace.—Soltó al fin desesperado.
Jude soltó una real carcajada por el arrebato del muchacho y en menos de dos segundos los guardaespaldas de Jude estuvieron sobre el chico.
Jude esperó a que lo tuvieran bien sujeto y entonces se acercó, vamos, nunca se sabía con qué clase de fan lunático podría tratar. Jude estaba feliz con su solitaria vida acomodada y se encontraba muy lejos de querer acabar a lo Lennon como para no ser precavido. Gracias.
—Mira niño, será el amor el que te patee el trasero a ti y cuando lo haga agradecerás que no haya firmado eso "para Dave" Así que feliz aniversario.—Dijo y entonces se subió al coche, recostó su cabeza en el asiento acolchado de cuero blanco y cerró los ojos esperando a que su representante subiera a su lado para por fin, arrancar hacia el hotel.
Maldita sea, solo quería una ducha y una cama.
—Eso fue malditamente mezquino viniendo de un hombre que se gana la vida vendiendo novelas románticas.
—tu las vendes, Pat yo solo las escribo.—Dijo Jude sin abrir los ojos. — Y llevo 20 años haciendo historias cursis para que se masturben y crean en el amor, me gané el derecho a ser un poco mezquino con los tontos enamorados que amenazan con patear mi trasero. Así que no—Alzó su mano en señal de Stop hacia Patrick— No quiero oír tu discurso de cómo hago tu trabajo más difícil, ya me duele lo suficiente la cabeza por un día. Gracias.
Patrik observó a su cliente y amigo de más de dos décadas y suspiró.
—Eres un hombre Jodido, Jude.
—No soy jodido, Pat. Soy Jodible.
y sí, Jude Rose, siempre tenía la última palabra.
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