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Capítulo 1

  Capitulo 1

—Dios mío. Él en serio vendrá. Jude Rose, estará aquí por primera vez desde que publicó su último libro en Inglaterra.—Dijo Dave con una alegría que a Martin le resultaba tiernamente ridícula.

Dave y Martin se habían conocido en un club nocturno hacía un par de años, gracias al amigo de un amigo que estaba saliendo con el amigo de otro amigo, ellos fueron como dos estrellas que habían congeniado en el acto.

Dave era un chico amable y seguro de sí mismo, estudiaba danza y le gustaban los libros, a Martin le había gustado eso desde el primer día. Sus padres eran amables igual que los Martin, sus amigos eran amigos. Ambos estaban fuera del closet, sin familia homofóbicas ni historias lacrimógenas de por medio.

Ellos estaban hechos el uno para el otro, con mayúsculas.

—No entiendo por qué te gusta tanto—Dijo Martin con un poquito de celosa paciencia. —Solo es un tipo que escribe sobre dos tipos que se enamoran. Ni siquiera hay misterio o lo que sea, si al menos le pusiera algo de magia...

Martin era un acérrimo lector de historias de fantasía.

—El amor es magia—Lo corrigió Dave con un puchero dejándose caer sobre el sillón que compartía en ese momento con su novio.

Y no, Martin no pudo decir lo contrario cuando lo vio luciendo uno de esos suéteres largos y acolchados que tanto le gustaba usar cayendo de forma holgazana sobre aquellos muslos envueltos en calzas de ballet y calentadores grises.

Dave era mágico. Al menos así le parecía a Martin, con todo su cabello negro revuelto y sus ojos cristalinos como dos pozos de agua clara. Era toda una cosita comestible y Martin se lo comió allí mismo sobre ese sillón familiar aprovechando la ausencia de los padres de su novio que habían ido a "comprar la cena"

Si debía hacerse una cola de casi dos cuadras para conseguir que un pomposo escritor le firmara un libro de mierda por su 3er aniversario entonces al menos tenía derecho de comerse el postre antes de la cena ¿no?

Sip. Pensó besando la rosada y dulce boca de Dave. Él caminaría sobre fuego por su chico.

O sobre hielo.

Eso fue exactamente lo que hizo a la mañana siguiente luego de despedirse de sus suegros tras el desayuno.

Ellos eran una pareja "sólida" de casi 3 años, los padres de Dave nunca habían puesto pega en que su hijo trajera el novio a casa. Eran relativamente adultos, nunca habían peleado, como realmente nunca. Martin solía tomar inestables trabajos de medio tiempo que ayudaban a pagar las cosas de ballet de Dave y tenía un plan a 2 años de casarse al final de la universidad.

Era un buen chico.

Sí, ellos eran todo lo perfectos que Martin consideraba podía llegar a ser una pareja joven que comenzaba a cimentarse.

Arrebujando en su chaleco de lana, con los guantes de piel que le había heredado al abuelo Earl, y una gorra verde de pompón, Martin salió a la calle.

Sus mejillas estaban rojas por la ventisca que se había levantado en Chicago. El invierno hacía de la ciudad un lago blanco, con montones de nieve por todos lados y la maldita librería del centro de la ciudad no habría sino hasta las 9 a.M ese día.

Martin miró de nuevo la hora. Su primera clase había empezado hacía media hora, había decidido quitársela para estar allí a las 7:30 luego de conseguir desenredarse de las piernas de su novio que había estado especialmente cariñoso la noche anterior.

Él había creido que sería lo suficientemente temprano, pero incluso una hora y media antes de que la gran figura del escritor apareciera por las puertas de Book&HillStore, la cola era de al menos dos cuadras.

¡JESÚS!

La última vez que Martin había hecho una cola tan larga por un libro probablemente su madre aún lo llevaba de compras, debía de tener como 12 y su mejor amigo Richie también hubiera estado congelándose los huevos a su lado.

Ellos habían sido fanáticos de una serie de libros de magia. Se habían conocido en una "cosa friki de esas" como solía llamarlas Dave, una competencia de disfraces de Magos, ambos habían llegado disfrazados del protagonista y habían terminado clavándose las varitas en una pelea absurda por quién era el mejor Mago de toda la historia.

Sonrió pensando en Richie.

Llevaban tiempo fuera de contacto, Dave pensaba que Richie era inmaduro (cosa que Martin no podía negar) y Richie pensaba que Dave era una Dionaea muscipula. Literal, habían sido sus palabras.

Richie estudiaba biotecnología en plantas o algo de eso.

Martin había tenido que googlear para entender que había comparado a su dulce novio con una planta Carnivora que atrapaba y digería insectos hasta matarlos para nutrirse de ellos.

Dave se había ofendido al punto que sus orejas y su piel lechosa se pusieron rojas, vamos, Martin había pensado que era gracioso, pero como el buen novio que era había tenido que defender a Dave y recriminar a Richie.

Su amigo solo se había reído con su amable voz de barítono y había pedido otra hamburguesa.

Después de eso los encuentros con Richie se hicieron un poco más complicados. Extrañaba un poco al tonto de Richie.

Miró de nuevo la cola, los que estaban más cerca de la entrada parecían llevar silletas con ellos y hasta carpas, había un par de tarros de metal a todo lo largo de la fila donde parecía que habían armado fuego que para esa hora ya estaba por completo extinto.

Claramente esa gente había pasado la noche allí ¿Qué tan malditamente difícil podía ser conseguir una firma de ese tonto Jude Rose?

¡Solo era un autor de novelas románticas!

Chico gay conoce a chico gay de closet, se enamoran, Chico gay de closet pasa por proceso de aceptación, negación/separación, reconciliación. Fin. Vivieron felices comiendo perdices.

Martin no entendía como a Dave podía gustarle tanto las historias cliché, pero como el buen novio cliché que era, ahí estaba ese lunes, helándose sus rubias pestañas en el día más jodidamente frío de todo el año.

Definitivamente ese maldito Jude Rose no pudo haber elegido un día peor para hacer su jodida presentación.

Llevó sus manos ahuecadas cerca de su rostro y les echó su aliento para que se le calentaran un poco. Al menos había empezado a amanecer, pronto habría algo de sol, lo que era bastante bueno.

Sacó su teléfono y le envió un mensaje de buenos días a Dave.

Sí, ellos estaban durmiendo juntos no hacía pocos minutos, y Martin lo había dejado durmiendo en la cama luego de llevarle el desayuno para que no tuviera que enfriarse, pero conociendo a Dave, era seguro que para ese momento ya estaría preparándose para practicar en el salón de su casa donde tenía una barra de ballet instalada por su padre.

Como esperaba, Dave le envió una foto de su pierna con sus zapatillas clásicas de entrenamiento puesta ya sobre el frío metal de la barra.

Era su manera amable de decirle "te hablo al rato".

Martin admiraba lo dedicado que su novio era, y admiraba mucho más lo bien que esas apretadas calzas se ajustaban a su cuerpo de músculos finamente esculpidos.

A Martin siempre le había recordado un poco a una pantera. Elegante. Estilizado. Equilibrado. Las tres E de la perfección según su propio criterio. Joder, le encantaba la manera en la que esas flexibles piernas podían rodear su cintura cuando hacían el amor, o la fuerza que los años de ejercicio le había dado para que lo tomara duro contra el colchón. Dave era perfecto y sí, Martin estaba muy enamorado de su novio.

Pensar en Dave y en la noche que habían pasado juntos fue lo bastante caliente para que los siguientes 90 minutos se mantuviera lo suficientemente cálido hasta que la fila comenzó a moverse.

¡Al fin!

Poder llegar al interior del local le llevó otras dos horas de estar de pie en el frío. Pero cuando por fin llegó hasta las puertas giratorias de la librería, el acogedor olorcito del café llenó sus pulmones haciendo que se le hiciera agua la boca.

Definitivamente necesitaba un café.

Miró a los lados en busca de la fuente del exquisito perfume que ahora lo inundaba todo y sus ojos chocaron con los afiches publicitando al escritor, la firma de ejemplares y como no, el libro en sí.

"Secretos compartidos" el titulo no le decía mucho, pero las eróticas figuras de la tapa era un claro indicativo de que se trataba de un romance erótico, si sus ojos no fallaban, entre al menos 3 integrantes.

¿Era siquiera eso una pareja?

Tal vez la historia no era tan cliché después de todo, pensó Martin sintiéndose ligeramente incómodo viendo el anuncio. Desvió sus ojos almendrados por la sala y se sorprendió un poco al notar que la mayoría de las mujeres en la fila eran jovencitas, y otras no tanto, pero mujeres.

Todas apostadas ansiosas por comprar un libro homoerotico. Para ser franco, Martin había esperado que hubiera más hombres que mujeres en la fila. Tal vez alguien amable con el que charlar las siguientes horas de espera que tenía por delante, pero no, todos parecían demasiado ansiosos y concentrados por ver al autor como para compartir opiniones.

Martin volvió a revisar la sala en busca del susodicho. Al final del improvisado stan que se había armado entre dos afiches publicitarios y una pila de libros, Ahí estaba:

Jude Rose.

Cabello oscuro, intensos ojos azules y la apariencia, incluso en sus 40, de estar más destinado a una pasarela que a una firma de libros. El tipo lucía una belleza clásica al mejor estilo Clark ken pero sin los lentes Hipster.

Martin hubiera deseado que los tuviera, tal vez eso ayudaría a distraer la vista de ese rostro duro y cincelado por los jodidos dioses. Tenía que admitir que incluso con su apariencia pretenciosa el hombre era un infierno de caliente. Maldita sea, miró de nuevo a las pancartas donde los tres cuerpos casi desnudos parecían mezclares en un baile erótico y tragó saliva sintiendo sus mejillas calientes mientras se preguntaba si a su novio le gustaba más el autor o su narrativa.

Volvió su vista de forma inconsciente al hombre que en ese momento ocupaba toda la atención de la sala. Traje azul clásico, impecablemente diseñado en tres piezas, con una camisa blanca por debajo ligeramente desabotonada a la altura del cuello. En ese momento empuñaba una pluma dorada con la que firmaba los ejemplares para sus fanáticas.

Sip, estaba decidido, si sus historias solo eran un 10% de lo caliente que ese hombre se veía, definitivamente debía pedirle prestado la colección a su novio para echarle un ojo.  

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