Capítulo 5: Mal de ojo
Dos capucchinos para la mesa dos, un café solo con tostada para la cuatro y tres macchiatos y un café con leche con muffins para la mesa uno, en las cuales habían cuatro chicas preciosas que nuevamente no apartaban la mirada del pelinegro. Al menos esta vez no se aprovechaban de él o lo acosaban, simplemente se limitaban a verlo y cuchichear entre ellas.
Después de servir los pedidos de mis mesas, fui hasta la uno, donde las cuatro chicas se decepcionaron por ser yo quien les sirviera.
"Es lo que hay marujas"
— Aquí tienen, que disfruten de su desayuno —les dije cortés, pero más bien disfrutando de sus desanimadas caras.
— Gracias —dijeron al unísono con tono apagado.
Volví hasta la barra, dejando la bandeja en ella y apoyando mis codos sin apartar la vista de las chicas; que todavía seguían mirando a JungKook. El chico pelinegro iba a su aire y ni se enteraba que lo estaban observando con demasiado detenimiento.
— ¿Crees que soy feo? —pregunté, quizás se pudo notar que lo preguntaba para mí, pero sabía que tenía al castaño detrás mío.
— ¿Tienes envidia de que todas las miradas se las lleve el chico? —lo escuché reír por lo bajo.
— Sólo era una pregunta tonta.
— Bueno, yo pienso que...
— Me voy a limpiar los baños —interrumpiéndolo me metí en el interior de los aseos y los cuales me tocaban limpiar a mí.
Limpiar el baño era de lo más asqueroso, con suerte no me tocaba todos los días, nos íbamos turnando entre los tres, pero desgraciadamente hoy era mi turno. Lo bueno, es que no eran unos baños que solían ensuciarse mucho, las personas que venían aquí mayormente eran trabajadores y estudiantes por lo que permanecían poco tiempo en la cafetería y la mayoría ni entraba a los baños. Era una suerte ya que anteriormente había trabajado en un bar y solían dejarlo completamente asqueroso. Una abominación.
Esta mañana había llamado a HoSeok, le pedí el favor que el chico fantasma me pidió pero por supuesto aún no le dije mi motivo, tan sólo que necesitaba su ayuda y, como buen amigo y compañero, aceptó, quedando conmigo hoy a la hora de mi salida.
El problema ahora era: ¿cómo iba a pedirle semejante cosa? De seguro me tomaba por loco y montaría tal escándalo que todo el vecindario terminaría por enterarse. Esperé que valiera la pena, porque ya estaba harto de pasar tanto bochorno por culpa del chico fantasma.
[...]
A eso de las cuatro y media de la tarde, apareció HoSeok, saludándonos y elogiando a JungKook por su eficiente trabajo, "que menos, es prácticamente su fuente de ingresos". HoSeok y yo nos sentamos en una de las mesas vacías y por supuesto el castaño no pudo faltar junto a mí, sin perderse ni un detalle de nuestra conversación.
— Bueno, ¿qué ese ese favor que querías pedirme? —mientras me preguntaba, llamó al pelinegro a quien le pidió que le trajera un refresco.
— Verás es algo... raro lo que te voy a pedir —masajeé mi nuca, buscando las palabras correctas para no quedar como un auténtico idiota.
— Ni pienses en pedirme un adelanto, ya te di uno el mes pasado.
— Aquí tienes, hyung —JungKook le pasó el refresco y esperé a que se marchara para contestarle.
— No es eso.
— Te metiste en algún lío.
— ¡Qué no!
— ¿Entonces?, habla ya.
— ¿Recuerdas cuando me contaste que te echaron un mal de ojo? —HoSeok se atragantó con la bebida al oírme.
— No me lo recuerdes —simuló un escalofrío encogiendo su cuerpo de forma exagerada.
— ¿Tienes aún el número de contacto de esa persona? —se quedó callado y mirándome con la boca abierta.
— ¡¿También te echaron un mal de ojo?! —se levantó de la mesa, alejándose un poco de mí. Oí reír al castaño a mi lado.
"No le veo la gracia"
— No tengo ningún mal de ojo...
— Eso mismo creía yo al principio —me señaló con el dedo—. Ten cuidado, te ocurrirá de todo y no podrás hacer nada —rápidamente sacó su móvil del bolsillo y buscó algo en él—. Apunta el número, debes ir con urgencia a que te lo quiten.
Explicarle iba a ser una pérdida de tiempo, así que sin más apunté el número que me iba dictando.
— Espero que tengas suerte —sentí lástima en sus palabras.
— Tu amigo es muy gracioso —comentó el fantasma que no paraba de reírse.
"Paciencia"
— Bueno, gracias HoSeok —me levanté también para recoger mis cosas e irme.
— ¿Qué le pasa a hyung? —me preguntó JungKook que vino hasta mí cuando me separé del otro.
— Nada, tan colgado como siempre —quité mi delantal y me puse la chaqueta de cuero negro—. ¿No deberías irte ya?
— Sí, sólo terminaba de barrer.
— ¿Quieres que te lleve?
— Ni se te ocurra —sentí la mano del castaño posarse en mi hombro—. Seguro quieres ir para ver al otro chico de ayer. Déjalos ya —sacudí disimuladamente mi hombro, quitando su mano.
— No, gracias, hyung. Ya haces mucho por mí —me sonrió y se marchó a cambiarse. Cuando se alejó lo suficiente de mí, miré al que tenía detrás.
— Deja de hablar cuando estoy hablando con alguien, deja de decirme que hacer o no y deja de tocarme —bufó, marchándose de la cafetería.
— Es el mal de ojo, ¿verdad? —giré mi cabeza viendo a HoSeok, con la cara pálida.
— ¿Eh?
— Te está volviendo loco —abrió sus ojos de forma exagerada, tanto que hasta dio miedo—. Empiezas hablando solo y luego... —otro escalofrío fingido recorrió su cuerpo y sin decir nada más se fue a seguir con su trabajo.
Suspiré molesto ante toda esta historia. Quizás terminaría volviéndome loco, más de lo que ya estaba HoSeok.
Me despedí de ambos chicos y salí de la cafetería viendo al castaño ahí parado. Tenía la vista fija en las personas que iban pasando por su lado. Quizás era porque no me pasaba a mí, pero debía ser duro sentirse invisible y no en el buen sentido de la palabra, porque, ¿quién no ha querido sentirse invisible alguna vez?
— Llamaré al médium —al escuchar mi voz disimuladamente parpadeó sus ojos varias veces, obligando a esas lágrimas que amenazaban con salir a que volvieran dentro.
— Bien.
Marqué el número y me llevé el aparato a la oreja, escuchando las primeras señales. JungKook salió justo en ese momento y se volvió a despedir de mí con la mano.
— "Videntes Kim" al habla. Limpiamos su casa de fantasmas, exorcizamos sus cuerpos poseídos por demonios, limpiamos mal de ojos, leemos el futuro y contactamos con seres del más allá. No nos hacemos cargo de efectos secundarios o trastornos mentales.
— ...
— ¿Hola?
"NamJoon, aguanta el impulso de no colgar..."
— H-hola.
— Oh, por un momento creí que me había llamado un fantasma de verdad —se le escuchó reír a carcajadas al otro lado.
— Ya...
— ¿Qué necesita?
— Quería una cita para hablar sobre un tema... —miré al castaño que no apartaba la vista de mí— algo delicado.
— ¿Qué le parece ahora? Tenemos la tarde libre de citas.
"No me extraña"
— Me parece perfecto.
— ¿Cuál es el problema?
— Se lo contaré cuando lo vea.
— Debo saberlo, para apuntarlo, ya sabe.
"¿Para qué apuntar si me va a ver ahora?"
— A-ah, pues... ¿mal de ojo? —dije lo primero que se me ocurrió, gracias a mi amigo.
— ¡Apuntado! Le mando la dirección en un mensaje a éste mismo número.
— Bien, gracias.
— Que tenga una bonita tarde libre de espíritus —y me colgó.
"Libre de espíritus, já, qué gracioso"
— ¿Y bien? —me preguntó el chico fantasma.
— Vamos a verlo ahora.
— ¡¿En serio?! ¡Genial!
— Sí, pero... no te hagas muchas ilusiones, por si acaso —ladeó su cabeza confuso—. No me pareció muy... profesional.
"De hecho me pregunto si un trabajo así se le puede llamar profesional"
Su ánimo se esfumó al instante y volvió a su cara de preocupación
— De todas formas lo intentaremos, chico fantasma.
— No me llames así, ¿cuántas veces te lo tengo que decir? —puso sus brazos en jarra.
— No sé tu nombre.
— Claro que lo sabes, te lo dije pero como no te importó lo olvidaste —me encogí de hombros, pues tenía razón, solía olvidar todo lo que no me importaba—. Es Kim SeokJin. Que no se te olvide —puse mis ojos en blanco y me limité a contestarle con un simple "vale".
Con la dirección ya en mis manos sólo teníamos ir que al lugar de encuentro. Pude sentir que sería una gran pérdida de tiempo, pero el dolor de cabeza que tendría cada día por escuchar a SeokJin sería mucho peor.
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