Capítulo 27: ¿Dónde estás?
[NamJoon]
A la mañana siguiente desperté con un peso encima mío que sólo yo podía sentir y palpar, abrí mis ojos dificultosamente, pues los rayos del sol de la primera hora de la mañana pegaban fuerte frente a mi rostro. Cubrí mis ojos con la mano y miré al ser que había en mi regazo, éste me miraba con una sonrisa de oreja a oreja subiendo su mano a mi mejilla y provocando en mí la misma sonrisa.
— Buenos días.
— Buenos días —respondí de igual forma, besando sus labios con un simple roce—. ¿Qué hora es?
— Aún te queda cerca de una hora para que empiece tu turno, es por eso que no quería despertarte.
— Está bien, no me molesta que lo hagas.
— Eso no lo habrías dicho antes.
— Hay muchas cosas que no habría dicho antes —solté una pequeña risa y el castaño sin borrar la sonrisa se levantó esperando a que yo también lo hiciera, sólo que tardé más ya que acababa de despertar y el sillón no es que fuera precisamente muy cómodo—. Tengo hambre.
— Abajo debe de haber una cafetería.
— Un café me vendría muy bien, ¿vamos? —Jin asintió sin siquiera mirar su propio cuerpo postrado en la cama, sin pensárselo o quejarse como lo habría hecho antes. Creí que había llegado a tal punto de que pasara lo que pasara con él ya no le importaba tanto y eso a mí me llegó a preocupar.
Efectivamente había una pequeña cafetería en la parte baja del hospital y para mi suerte estaba casi vacía, ni tuve que esperar cola alguna. Con el café calentito entre mis manos me senté en la primera silla que avisté, Jin lo hice frente a mí.
— ¿Qué pasará de ahora en adelante? —pregunté muy curioso sobre el tema.
— ¿A qué te refieres?
— Pues... a nosotros. ¿Qué pasará ahora?
— No lo sé, no lo había pensado.
— Jin... —lo llamé y él dejó su mano sobre la mía— No te estarás rindiendo, ¿verdad? —se quedó callado, no dijo nada, tan sólo me miraba con una expresión seria.
— Si no llego a despertar nunca... ¿Me abandonarías?
— Nunca. Aunque jamás llegues a despertar no dejaré que te separes de mí. Aunque... quiero que lo hagas —sujetó con más fuerza mi mano.
— ¿Serías capaz de vivir con alguien que nadie puede ver?
— Yo te veo, no me importa que el resto no lo haga —su seria expresión cambió a una más tranquila, incluso pude notar como sus hombros bajaron levemente, soltando así la tensión—. Pero prométeme algo. Promete que no te abandonarás.
— No lo haré, tengo algo muy valioso por lo que despertar —con mi mano libre la dejé encima de la suya, que aún sujetaba la otra mía, y la acaricié con la yema de mis dedos.
— Despertarás, lo sé —dije antes de que ambos permaneciéramos callados.
Mi hora de trabajo se acercaba, tenía que marcharme y Jin lo hizo conmigo. Antes de ir a la cafetería me pasé por el apartamento donde me puse la ropa de trabajo. Cuando entré en la sala acomodando mi camisa, Jin estaba encendiendo y apagando el interruptor de la luz, el cual no daba la orden deseada.
— ¿Se ha estropeado?
— No, es que llevo sin luz bastante —caminé hasta la cocina y fui a coger una taza para hacerme otro café antes de salir, aunque éste tuviera que ser frío, pero no había tazas limpias por lo que cogí una del fregadero. Fui a abrir el agua, pero al igual que la luz, ésta no reaccionó—. Al parecer también me cortaron el agua.
— ¡Te dije que te hicieras cargo!
— Ya, ya..., lo haré cuando cobre, será dentro de un par de días.
— ¿En qué te gastas tanto dinero como para no tener para pagar?
— Bueno... —era una pregunta algo tonta, pues él mismo ha visto en toda la mierda que llegaba a gastármelo, no había que ser muy inteligente para llegar a esa conclusión.
— No sé para qué pregunto —negó con la cabeza y giró su cuerpo para salir de la pequeña cocina, antes de hacerlo lo abracé por detrás y posé mi cabeza en su hombro.
— No habrán más meses así, lo prometo.
— ¿Cómo puedo creerte?
— Mmm, bueno...
— Nam, te quedan quince minutos para entrar al trabajo —dijo señalando al reloj que tenía en mi muñeca, lo miré de igual manera para comprobar que efectivamente no me quedaba mucho. Sin darle una respuesta me aligeré en salir y llegué con tan sólo cinco minutos de retraso.
JungKook llegaría en un par de horas, así que me encargué de tenerlo todo más o menos impecable, ya que la hora a la que solía llegar él era la hora punta, donde se nos acumulaba todo el trabajo y que a veces entre dos no dábamos a basto.
— ¡Hyung, yo me encargado de las tres primeras mesas! —elevó un poco la voz para que pudiera escucharle, con tan sólo un asentimiento me quedé tras la barra, empezando a hacer los cafés. JungKook y yo solíamos entendernos bien y distribuirnos el trabajo correctamente, por lo que HoSeok estaba muy satisfecho con ello y es por eso siempre conectaba nuestros turnos.
Mientras terminaba por poner las tazas en la bandeja esperé a que JungKook se las llevara y soltando un suspiro miré a Jin, quien estaba de espaldas y su cabeza ligeramente agachada. Algo preocupado pasé por su lado y le susurré que me siguiera.
— ¿Te ocurre algo?
— No sé, es extraño.
— ¿Qué es tan extraño?
— ¿Mi cuerpo? ¿Mis manos? No lo sé, sólo sé que me siento muy liviano.
— ¿Y eso que significa?
— Nam, te dije que no lo sé.
— Espera, llamaré al hospital —Jin arqueó una ceja, quizás le sorprendió mi forma de preocuparme por él tan exagerada.
Mientras hablaba con el doctor no dejé de observar al castaño quien no paraba de mirarse las manos, más confuso si podía. En el hospital, según el doctor, todo estaba en orden, no había señal de nada y Jin seguía tal y como esta mañana, bueno, seguía igual desde el día de su accidente.
— Todo está bien, Jin.
— No será nada, no te preocupes —mostró un amplia sonrisa, donde sus blancos dientes dieron a entender que no debía preocuparme.
— Por cierto, antes no te contesté.
— ¿Hmm?
— Cuando te dije que no habrían más meses así —Jin hizo una adorable "o" con sus labios y asintió varias veces acordándose—. ¿Recuerdas cuando me dijiste que buscara algo mejor que me hiciera sentir bien sin necesidad de mis... vicios? —no respondió, simplemente se quedó mirándome fijamente y pendiente a mis palabras— Bien, pues ya lo encontré.
— Me alegro que sea así —el castaño con una gran mueca de felicidad se abrazó a mí, pude sentir el enorme orgullo que sentía por mí, pero lo cierto es que no me dejó terminar.
— Eres tú, Jin —se separó un poco para mirarme sorprendido—. Eres lo mejor que me ha pasado nunca, no tengo necesidad de recurrir a toda esa mierda. Tú me haces sentir bien. Incluso con sólo tu presencia, no necesito más.
— Eres tan dulce... Yo tenía razón cuando decía que el verdadero NamJoon se encontraba bajo esas capas —rodeó mi cuello con sus brazos y se acercó a mis labios—. Tú también eres lo mejor que me ha pasado nunca —y nos volvimos a besar.
Las horas continuaban pasando y a pesar del día tan ajetreado que tuvimos apenas lo noté, mi mente estaba demasiado desconectada de mi cuerpo, sólo pensaba en el castaño y en sus palabras y gestos. Nos llevamos toda la mañana cruzando miradas que acababan en sonrisas y luego volteábamos la cara tímidos para continuar con lo que hacíamos, bueno, con lo que hacía, ya que Jin sólo se quedaba sentado.
Después de almorzar y volver a la cafetería lo volví a notar raro, como antes, me acerqué con disimulo y al preguntar mi sorpresa fue tan grande que solté una sonora palabrota. Algunos clientes me miraron y pedí disculpas, JungKook me observó desde la barra y negué para que no se preocupara.
Posicionando mi cuerpo detrás del de Jin, lo empujé hasta el baño y al cerrar la puerta lo giré bruscamente y cogí sus manos horrorizado.
— Jin..., ¿qué es esto?
— N-no lo sé —sus manos se veían extrañas, translúcidas, podía ver borroso el otro lado a través de ellas, y mentiría si dijera que no daba miedo—. ¿Qué me pasa?
— Ni idea, pero vamos al hospital.
— Pero te dijeron que todo estaba bien.
— Pues no me fío, vamos —agarré su mano y tiré de él hasta salir del baño. Una vez fuera, la solté para que no se viera extraño y llamé a JungKook, quien corrió hasta mí algo asustado por mi expresión.
— Hyung, ¿pasa algo?, estás muy pálido.
— JungKook, necesito que me cubras, debo ir al hospital urgentemente.
— ¿P-por qué? ¿Ha pasado algo?
— Tranquilo, simplemente debo ver a alguien que está ingresado allí... Algo no va bien.
— Está bien, no hay problema, puedes irte —todavía no llegaba a entender como JungKook después de todo lo que le hice, siguía estando a mi lado; sonriéndome, tratándome como un buen amigo y cubriéndome cuando lo necesitaba.
"Siento que le dedo tanto que con sólo pensarlo me asusta"
Giré sobre mis pies para darle una señal a Jin de que saliéramos pero no estaba, miré en todas direcciones y nada. Volví al baño, buscando en cada cubículo y ni rastro de él; al igual que en la pequeña habitación que había. ¿Dónde se había metido? De repente una horrible sensación caló hasta mis huesos. Recordé sus manos y la sensación fue a peor, tanto que no me importó gritar su nombre por todo el local.
Los clientes me miraban asustados, incluso JungKook lo hacía. Corrió hasta mí e intentó tranquilizarme en vano, ni siquiera podía oírlo con claridad, estaba demasiado pendiente de mi alrededor, de poder ver su silueta y hacerme saber que podía respirar tranquilo y no con esta opresión que tenía en el pecho.
Al no encontrarlo decidí ir al hospital, aunque conducir en este estado de histeria no era una buena idea.
— Perdone, es aqu-... —un hombre acompañado de otro entraron a la misma vez que yo me disponía a salir. Ambos se detuvieron al verme y al ver que yo hice lo mismo, continuaron hablando— ¿Es aquí dónde trabaja el señor Kim NamJoon?
JungKook me miró desconcertado, sin entender, aunque yo tampoco entendía nada. El hombre más alto sacó una placa de policía en cuanto levanté mi mano y me hizo saber que tenían que hablar conmigo. Por supuesto me negué rotundamente, no tenía tiempo para esto, debía llegar al hospital cuanto antes.
— ¡Hyung, tranquilízate! —gritó JungKook intentado detenerme en quitar a esos dos hombres del medio y echar a correr, sabía que si hacía eso lo empeoraría todo, pero no mentí cuando dije que no tenía tiempo.
— ¡Tengo que ir al hospital! —empujé a uno de los policías y ahí fue donde se armó un buen jaleo. Las personas querían marcharse pero para no acercarse se mantenían de pie cerca de las mesas. El policía más bajo agarró uno de mis brazos y me tuvo impedido mientras el otro se colocaba bien la corbata y sacaba unas esposas— ¡No, no, no! ¡Esperad! ¡No lo entendéis, debo ir al hospital!
— Cierra la maldita boca —me incorporó cuando tuve las esposas puestas y antes de sacarme de allí miré a JungKook, quien con lágrimas en sus ojos me preguntaba qué debía hacer, pero no supe qué responderle.
[...]
— ¿Ya te calmaste?
Después de aquel numerito me llevaron a comisaria y me mantuvieron en un calabozo por dos horas..., y contando. El policía más alto entró y se quedó de pie frente a mí, esperando que de una vez lo escuchara, ya que me llevé casi las dos horas gritando lo mismo.
— ¿Qué hago aquí? ¡¿Por qué mierdas me habéis detenido?! ¡Yo no he hecho nada!
— Veo que no te has calmado, vendré en otro par de horas.
— ¡No, por favor! — Me pegué a los barrotes e intenté controlarme y sonar tranquilo— Necesito que me saque de aquí.
— Lo siento, pero no puedo. Fuimos a la cafetería para darle un aviso e interrogarlo, pero después de ver su comportamiento creo que sólo corroboró más a su denunciante.
— ¿Mi denunciante?
— Recibimos una denuncia.
— Una... denuncia... —poco a poco comencé a entenderlo todo. La carta, la misma que le dejé en aquel cajón, alguien debió verla y denunciarme.
"¿Cómo fui tan estúpido de no acordarme?"
"¿Está bien así?"
"¿Es así cómo debo pagar?"
"Pero Jin... Él y yo ahora..."
— ¡Joder! —choqué mi cabeza contra uno de los barrotes y luego di reiteradas patadas a estos.
— Vuelvo más tarde, aún te ves inestable —sin importarme, se marchó y volvió a dejarme allí solo.
— Jin..., ven. ¿Dónde estás? —dije más para mí mismo que para él, pues no apareció ni una sola vez por allí... Y entonces una aliviada pero a la vez dolorosa idea se me pasó por la cabeza. ¿Y si había despertado? ¿Y si fue él quién vio la carta? ¿Y si... fue él quién me denunció?
¿Lo haría?
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