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Capítulo 25: Recipiente vacío


No era así como me esperaba que terminaran las cosas. De hecho tuve una pequeña esperanza de que me dejara al menos hablar, hacerme explicar... pero desapareció y lo más seguro es que no volvería más, pues no querría ni verme, ni siquiera saber de mí. Igual tenía razón, era el causante de su accidente, fui yo quien lo atropelló aquella noche y por más que intentaba recordar no podía, no recordaba absolutamente nada; si no hubiese sido por las pruebas jamás lo habría sabido. Y ahora que lo pensaba... ¿Hubiese sido mejor que no buscáramos el origen de su extraño caso? No, eso sería demasiado egoísta, él se merecía saber la verdad y, aunque doliera, alejarse de mí.

"Volví a mi antigua vida"

Bebí del botellín que había ido a comprar, haciéndolo desaparecer casi todo de un trago. ¿Otra vez acabaría borracho? Apenas habían pasado unas horas y sin haber dormido ya estaba alcoholizándome de nuevo.

La puerta sonó en el momento que comenzaba a dormirme con el botellín en mi mano, di un sobresalto cuando la oí y la pequeña botella voló por los aires y se derramó un poco en el sofá y el resto en el suelo; de milagro no se rompió.

— ¡¿Quién es?! —abrí de repente asustando a la otra persona.

— Vaya humor... —cambié mi arrugada e irritada cara por una de sorpresa.

— ¿YoonGi?

— ¿Puedo pasar? —asentí y cerré una vez entró.

— ¡Cuidado, no te sientes en el sofá! Se me ha derramado cerveza —miró el estropicio y se sentó en uno de los sillones—. ¿Quieres algo de beber?

— Un cerveza —fui hasta la cocina, cogí dos y le pasé una. Me senté en el otro sillón, ya luego limpiaría todo, pues mis ganas de hacer algo eran reducidas a la nada—. ¿Qué has hecho para que...?

— Es tu culpa, me asustaste —rió y dio el primer trago.

— Se me hace raro que vengas. Normalmente siempre avisas o directamente esperas a que yo te llame.

— Me tenías preocupado. ¿Sabes que no sé nada de ti desde la última vez que nos vimos en el bar? ¿Qué has estado haciendo? —suspiré clavando mis ojos en el suelo.

— Larga historia.

— ¿Ha pasado algo grave?

— He perdido algo muy importante para mí —dije tranquilamente, sin importar qué pudiera pensar de mí o lo débil que pudiera verme. Ya todo me daba igual—. Quiero recuperarlo —dejé el botellín en la mesa y enterré mi rostro entre mis manos.

— ¿NamJoon...? —no contesté, oí sus pasos llegar hasta mí y sentir como se sentaba en el posabrazos. Dejó su mano en mi espalda y la acarició— Nunca te he visto así...

— Yo tampoco..., no sé qué ha hecho conmigo.

— ¿Quién?

— Mi fantasma.

— ... —quitó mis manos de la cara y con las suyas acunó mi rostro, obligándome a mirarlo— Puedo hacerte sentir mejor y hacer que olvides todo.

Sin decir nada me besó con sus finos labios, quedando enterrados por los míos. Eran tan diferente a los de Jin; su sabor, textura, todo era diferente, ni por asomo se sentía igual. Estos sabían a lujuria, pero sentimientos vacíos es lo que me hacía sentir, mientras que los de mi fantasma, a pesar de ser invisible para todos, estaban llenos de algo que no sabría cómo describir, era, como tocar esponjosas nubes, sintiendo el mayor sabor del cariño, nada comparado a los de YoonGi.

— Detente —dije cuando me separé de él—. Será mejor que te vayas.

— No te entiendo... ¿Por qué actúas así?

— No quiero tener nada más contigo —me levanté y me alejé algunos pasos—. No más sexo, seamos simplemente amigos.

— Tú no eres el NamJoon que conocía.

— No, la verdad que ni yo sé quién soy ahora —masajeé mi nuca y solté un suspiro para controlar mis emociones porque sentía que me derrumbaría en cualquier momento.

— Está bien, llámame si necesitas algo.

— Ya te he dicho que no quiero sexo.

— No me refería a eso, idiota. Somo amigos, ¿no? —me dio un pequeño golpe en el brazo y me sonrió levemente— Estás muy perdido —dio un corto beso en mi mejilla y comenzó a caminar en dirección a la puerta—. Espero soluciones lo que sea que te pase. Nos vemos.

Cuando la puerta se escuchó cerrarse me dejé caer al suelo de rodillas, me sentía perdido con un enorme vacío por dentro, vacío que había creado cierta persona y la cual no podía ver. Quería explicarme, hacerle saber que no tenía ni idea y a pesar de que lo oculté no era mi intención hacerlo, claro que quería que supiera, pero no sabía qué decir. Sólo necesitaba un poco de tiempo para asimilar que yo fui el causante y, por supuesto, para encontrar las palabras correctas a la hora de hacerle saber la verdad, pero no, no tuve mi oportunidad y dejé escapar la única que tuve.

Una vez más oculté mi rostro entre mis manos, quería llorar y por primera vez no me sentía avergonzado de hacerlo.

"Mira lo que me hiciste"

"¿Cómo voy a seguir adelante sin tu molesta presencia?"


[...]

Una semana después me encontraba cerrando la cafetería, JungKook me pasó la llave y terminamos por cerrarla. El pelinegro avistó a alguien en la acera de enfrente y no pude evitar mirar también, viendo a Jimin apoyado en una señal de tráfico esperando por el menor. JungKook sonrió y cuando me pilló mirándole de vuelta se le borró la sonrisa, se despidió de mí para luego correr hasta el otro y que éste le pasara la mano por la cintura y desaparecieran tras cruzar la calle.

Que su sonrisa se borrara no era producto de nuestra antigua relación, sino porque sabía mi estado, como de mal me encontraba y no quería hacerme sentir peor. Él era feliz, no había duda, al final ese enano acosador había conseguido hacerlo feliz y provocarle risas que yo jamás habría conseguido hacer. Me sentía bien por él, aunque al principio no apoyara su nueva relación, pero mientras él estuviera bien, yo lo aprobaría.

Giré mi cuerpo en dirección contraria a los enamorados y decidí ir a casa andando, igual no tenía otra opción, no había traído coche ya que pensé que caminar me vendría bien. Mis días laborales me los pasaba caminando de casa al trabajo y del trabajo a casa, sin paradas ni salidas, tan sólo caminar a mi destino. La última vez que fui de fiesta fue el mismo día que descubrió todo, desde entonces las ganas de salir se redujeron a la nada. 

Cuando llegué a mi pequeño apartamento, me senté como cada día en el sofá, mirando el televisor apagado y sumergiéndome en mis tortuosos pensamientos. Cuando me miraba en el espejo simplemente no me reconocía, esa persona que se reflejaba no era yo. Yo jamás había estado así, tan deprimente, tan penoso... No era yo. Algo en mí había cambiado, y quizás no algo sino todo.

"Y tú tienes la culpa, Kim SeokJin"

Solté un gruñido molesto y alboroté todo mi cabello. Recosté la espalda y solté un muy pesado suspiro mientras a mi mente se vinieron las palabras que la mujer médium me dijo.


Lo sé, sabía que tú debías de tener algo que ver, de ahí a que desarrollaran esa conexión, sino no tendría sentido, aunque por supuesto no conocía los detalles. Si me preguntas qué puedes hacer, realmente no lo sé, debo decirte que eso es algo que tú debes descubrir. Pero puedo darte un consejo, díselo, dile la verdad, no sabrás cómo reaccionará pero lo haga como lo haga merece saber la verdad. Tranquilízate, busca las palabras correctas, intenta no alterarte si él lo hace.

Si vuestro vínculo es fuerte, lo entenderá.


Días después volví a ir, contándole lo que había pasado y, sobretodo, recalcándole su marcha. De nuevo tuvo palabras para mí, pero como siempre nunca terminaba por darme una respuesta concreta, siempre me decía que debía resolverlo yo. Aunque hubo algo que me dijo esta vez que me dejó pensando por el resto de días hasta hoy. Y aún no conseguía entenderlo.


No te preocupes por cómo están las cosas ahora, deberías provocar que despierte. Déjalo despertar de una vez.

Este tipo de situaciones no pasan porque sí, pero tampoco sabemos por qué pasan, simplemente ocurren.


Sus palabras no dejaban de resonar en mi cabeza una tras otra, intentado descifrarlas en vano, pues al terminar el día acababa durmiéndome. ¿Qué significaban? ¿Qué podía hacer yo?

Sin encontrar la misteriosa respuesta decidí ir a verle, de seguro estaría en el hospital ya que no tenía otro lugar a donde ir. Pedí el día libre a HoSeok quien convencido me lo concedió, era claro lo harto que lo tenía últimamente. No paraba de romper cosas o dejar de atender clientes o simplemente confundir los pedidos.

Al llegar al hospital vi a la madre caminando por el pasillo. Intenté ocultar mi rostro y así no tendría que pararme a hablar con ella, porque para qué mentir, me sentía avergonzado de mirarla a la cara, si supiera que sufre por mi culpa jamás me lo perdonaría.

— ¿NamJoon?

"Mierda"

— H-hola, señora Kim.

— Dios mío, pensé que habías abandonado a mi hijo —dijo con cierto tono de melancolía y yo no pude evitar sentirme aún peor.

— Lo siento, he estado demasiado ocupado, apenas he tenido tiempo.

— Entiendo —sonrió no muy convencida—. Yo ya me marchaba. La enfermera acaba de asearlo así que ahora debe de estar solo.

— Iré a verlo —hice una pequeña reverencia, aligerando la despedida. Estuvo a punto de decir algo, abriendo su boca levemente, pero la volvió a cerrar y terminó marchándose.

Era fácil darme cuenta de las pocas esperanzas que tenía su madre, ni siquiera me echó en cara el no haber venido, más aún sabiendo que soy "su novio".

Llegué hasta la puerta y mis nervios comenzaron a ser notables, suspiré unas cuantas veces antes de posar mi mano en el pomo de la puerta y girarlo lentamente. No sabía qué iba a decir, pero mis ganas de verlo eran enormes, debía saber que estaba bien, que aún seguía aquí. Entreabrí un poco y asomé mi rostro, viéndolo de pie junto a la cama, mirándose a sí mismo; tan quieto que parecía estar petrificado.

— ¿Jin? —musité cuando metí casi todo mi cuerpo en la habitación. El castaño me miró asustado, quizás porque alguien pronunciara su nombre o puede que por verme aquí.

— ¿Qué haces aquí? —cerré la puerta y di un par de pasos, él se quedó en la misma posición, con el ceño fruncido y sin una pizca de alegría por verme.

— He venido a verte.

— Vete.

— Sólo quería verte, Jin.

— Pues yo no, lárgate.

— ¿Por qué eres así? —caminé lentamente hasta él, hasta que puso una mano tendida para ordenarme que no me acercara más— Escúchame, al menos.

— No tengo por qué escucharte, ya sé suficiente, no quiero nada de ti, ya me has dado suficiente —miró su cuerpo tendido y ahí dejó posados los ojos.

— Lo siento.

— Eso ya lo has dicho.

— Y-yo no recuerdo nada de aquel día... —bajó su mano, pero no me acerqué, era evidente que aún no quería tenerme cerca, el hecho de tenerme a un par de metros le era suficiente— Juro que no lo recuerdo.

— No me extraña, debiste pasártelo muy bien ese día. Bebiendo, drogándote, follando y luego atropellando a una persona inocente y dejarla en coma —sus palabras dolieron como miles de cuchillos atravesando mi cuerpo—. Quizás no fui al único que dejaste así, quizás atropellaste a más personas o incluso has matado a alguien por tus estupideces —escupió sus palabras sobre mí, clavando sus ojos en los míos, mostrándome todo su odio con simples muecas.

— Tienes razón, no merezco pedir perdón y mucho menos obtenerlo —desvié su mirada, no podía mirarlo por más tiempo, a cada segundo que pasaba sentía que me desvanecía más y más. Sabía que era culpable pero mirarlo era como recordarlo una y otra vez.

— No vengas más, por favor.

Simplemente asentí. Con la cabeza gacha aún, metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón y antes de voltearme para marcharme me fijé en un jarrón de cristal con flores secas en su interior. Las flores se habían marchitado porque nadie se había encargado de echarles agua, había algunos pétalos sobre la mesa, secos y oscuros, sin ese vivo color que solían tener las rosas.

Alguna vez fueron rosas, llenas de vida y de color, tal y como lo era Jin. Y de alguna forma yo era ese recipiente vacío, sin nada bueno por dentro, sin ese agua que necesitaban las flores para vivir.

"Yo provoqué que ahora Jin se esté marchitando en esa cama sin ninguna esperanza de que pueda volver a despertar y, por supuesto, no puedo hacer nada"



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