Capítulo 18: ¿Sentido encontrado?
— ¡HoSeok! ¡Sube el volumen que esto está muy muerto! —mi amigo, dudando de si hacerme caso o no miró a Tae, quien se encogió de hombros y tal y como pedí subió un poco más el volumen— ¡Oh, venga ya! Un poco más.
— Así ya está bien —hice un puchero y en cuanto se marchó corrí a subir el volumen.
Satisfecho me lancé al centro de la sala bailando con la primera persona que tenía a mi lado, ya sea chico o chica, no me importaba en esos momentos. Alguno de los chicos se molestaban y me empujaban o insultaban, pero poco me importaba, pues mi objetivo era pasarlo bien sin tener mucha consciencia de lo que hacía.
TaeHyung al verme tan enérgico se animó a bailar conmigo, pero poco duró cuando HoSeok lo apartó de mí. ¿Qué hice mal? Se lo pasaba bien, ¿por qué se lo llevó? ¿Quizás estaba celoso?
Como si mi mente se iluminara al haber encontrado un método de diversión, me acerqué a TaeHyung y seguí insinuándole delante de HoSeok, quien me echaba malas miradas.
— TaeHyung, bailemos un poco más —posé mi mano en su cintura y el castaño se puso nervioso balbuceando y buscando a mi amigo con la mirada. HoSeok tardó poco en aparecer de nuevo y, dándome un empujón, me apartó de él.
— NamJoon, compórtate si no quieres que te eche fuera —me advirtió HoSeok.
— Que aburrido eres —negué y volví mi vista al castaño—. ¿Me ayudas a encontrar una cerveza —le pregunté con mi voz más seductora y que cualquiera caía al escucharla.
— E-están a-allí —tartamudo señaló a la cocina.
— Acompáñame.
— Joder, NamJoon, para ya —otro empujón por su parte. Comenzaba a molestarme.
— ¿No tienes nada que hacer por ahí?
— Qué diría JungKook... —oí una voz detrás mío, voz que me taladraba la cabeza siempre que la oía.
— Otra vez tú.
— Sí..., es difícil ignorarte cuando haces cosas que pueden dañar a una persona que no se lo merece.
— Me tienes hasta los huevos con tus palabras justiciadas —ignoré a los dos chicos que tenía delante y me acerqué a Jimin—. ¿Sabes qué? Que te jodan a ti y a JungKook. Dejadme en paz. Puedes quedártelo, al igual que tú, también me da dolor de cabeza.
— Desgraciado —soltó a centímetros de mi rostro. Me reí en su cara y terminó por largarse antes de que llegáramos a las manos.
Saqué aquel botellín que minutos antes había pedía, pues no mentía cuando quería ir a por uno. De nuevo solo y aburrido me dediqué a seguir bebiendo, la energía que tenía hace poco se esfumó y me quejé por ello, pero conmigo mismo, sino con todo el que se cruzara por mi lado.
Al final terminé hablando con una planta que había cerca de la puerta. Me encontraba sentado en el suelo, con mi famoso botellín en mano y conversando muy anímicamente con mi nueva amiga.
— Las personas son aburridas. ¿Te puedes creer que nadie quiere hablarme o bailar conmigo? —chisté y me quedé mirando las verdes hojas de la planta— Tú debes de sentirte peor, ¿verdad? Estar aquí siempre, aburrida, sin moverte, sólo recibiendo agua —cogí una de las hojas y la acaricié, dándole mi apoyo a la pobre planta.
Algunos chicos que iban a salir para marcharse se me quedaron mirando, unos riendo y otros asustados de verme hablar con mi extraña amiga. En cuanto se marcharon, me acerqué más y susurré en sus hojas.
— ¿Ves que son idiotas? —me volví a alejar un poco— Tengo una idea —me levanté de golpe emitiendo un sonido cuando mis pies tocaron el suelo al dar el salto—. Voy a llevarte conmigo.
Fui a por mi cazadora e intenté no llamar mucho la atención, me acerqué a la planta y la cogí en brazos, abriendo la puerta con algo de dificultad y saliendo de allí sin que nadie me hubiese visto.
Reí por las calles vacías, continuando mi charla con la ahora libre planta, o bueno, al menos lo fue durante un pequeño tiempo, ya que me tropecé con un escalón y se resbaló de mis manos. La maceta se hizo añicos y la tierra quedó desparramada por todo el suelo, al igual que la mismísima planta.
— Mierda —me agaché recogiendo la tierra y, viendo que no tenía dónde meterla, la dejé caer y cogí la planta entre mis brazos—. Lo siento... —suspiré y la dejé ahí tirada, mirándola con tristeza mientras me alejaba.
Me dejé caer cerca de un semáforo cuando perdí el equilibrio y me quedé ahí sentado durante unos largos minutos. Comprendiendo algo que no había entendido antes. Todo lo que tenía a mi alrededor lo destruía, dañaba y alejaba.
¿Era yo o era mi maldita mala suerte? Me hubiese gustado la segunda opción, simplemente para no sentirme tan miserable, pero era tonto huir a una respuesta que era claramente evidente. Era yo, todo mi maldito ser estropeaba lo que me rodeaba. Por eso estaba solo, por eso nadie me soportaba y por ello sólo tenía amigos igual de miserables que yo. HoSeok era un amigo, pero raras veces me dejaba salir con él, y con razón. No tenía pareja, pero ahora sí, y aunque debí compartirlo todo y ser feliz con él, también acabé por destruirlo.
El vacío que comenzaba a sentir al principio del día se hizo más notorio, tanto, que entre mi estado ebrio y la extraña sensación acabé llorando en mitad de la fría noche. No supe cuánto tiempo, pues ni una sola vez miré el reloj, y para qué, nadie me esperaba.
Sequé mis lagrimas con las mangas y caminé a paso inseguro hasta el lugar que necesitaba, lugar donde había dado comienzo mi malestar. Fingí necesitar urgencia, me retorcí del dolor que no sentía y una enfermera me dejó en una sala de espera donde me atendería un doctor después de acabar con el paciente que tenía en ese preciso momento.
Habiendo conseguido mi objetivo, busqué la habitación que no recordaba por todas partes. ¿El número?; no lo sabía. ¿El pasillo?; mucho menos. Pero lo encontraría, aunque no conté con tardar tanto, pero lo importante es que lo conseguí.
Abrí la puerta de golpe, casi cayéndome al suelo. Me volví a incorporar y lo vi, levantado ahora por el susto que le di, junto a ese cuerpo que palpitaba por sobrevivir.
— ¿N-NamJoon?
— SeokJin... —me apresuré hasta él y, tropezando por milésima vez, caí encima suyo. Él me atrapó antes de que ambos cayéramos al suelo y me ayudó a incorporarme— Mi vida es una mierda —solté entre suspiros y sólo conseguí preocuparlo.
— NamJoon, ¿qué ha pasado?
— ¡Tú tienes la culpa! —me alejé unos pasos y él arrugó el entrecejo— Desde que salí de aquí mi cabeza no ha parado de atormentarme, de removerlo todo y acribillarme a preguntas que no sé responder.
— No entiendo.
— Al fin me he dado cuenta que toda mi vida es un asco. No tengo a nadie con quien contar y confiar. Y las personas que tengo a mi alrededor les hago daño.
— Bueno no voy a negar que sea un asco porque lo es, pero podrías cambiar eso si dejas esa actitud tan agria y luchas en contra de tus asquerosos vicios. Y con respecto a tu soledad... Tienes a JungKook.
— No Jin, no quiero a JungKook.
— ¿Jin?
— Sí, déjame llamarte así, me gusta más —sonreí como idiota y me acerqué de nuevo—. También me he dado cuenta de algo —lo vi tragar y ponerse algo nervioso—. Hecho de menos que me molestes, que me hables, que me hagas compañía, así sea para atormentarme como bien sabes. No me importa —cogí su mano, mirándola y luego subiendo hasta sus ojos, los cuales me parecían hermosos.
— Estás borracho —apartó su mano, pero volví a atraparla—. NamJoon, aléjate, me incomodas.
— Tú a mí también, pero por alguna extraña razón me gusta que me incomodes. Quiero que sigas molestándome —llevé mi otra mano a su cintura—. ¿Sabes que tienes los labios más bonitos que he visto nunca?
— NamJoon...
— Shh —siseé para luego sonreír y acortar la poca distancia entre nosotros y plantarle un beso que lo dejó anonadado. Intentó empujarme y separarse, pero mis manos, ahora aferradas a su rostro, lo impidió.
Lo dejé acorralado contra la pared donde me fue más fácil besarlo y que él, aún intentando separarse, no lo consiguiera. Metí mi lengua en su cavidad y al ganarme una mordida me quejé, dejándolo de besar unos segundos. Nuestras miradas conectaron, ninguno dijo nada, sólo nuestra agitada respiración hablaba por nosotros. Estábamos entre faltos de aire y nerviosos, y en cuanto recuperamos nuestro aire perdido, volvimos a besarnos, esta vez lanzándose él primero, dejándome ahora penetrar su boca con mi lengua.
Nuestras bocas y las máquinas conectadas al cuerpo de Jin, que yacía en la cama, eran los únicos sonidos que se producían en aquella habitación.
Un fuerte mareo en mi cabeza volvió a tambalear mi cuerpo y provocó que me separara de esos labios que aún quería seguir sintiendo y besando. Jin me sujetó de los brazos, pero mi pesado cuerpo acabó en el suelo, sentado y con mi mano masajeando mi nuca.
— NamJoon —me llamó al quedar sentado junto a mí—, ¿cuánto has bebido?
— No lo sé.
— Ven —se pegó a la pared y me tendió su mano para que la cogiera y me pusiera con la espalda reposada en ésta y volviendo a quedar pegado a él—. Seguro mañana olvidas todo —pasó su brazo por mis hombros y dejó que recostara mi cabeza en el suyo.
No dije ni añadí nada a su comentario. Era verdad que olvidaba todo al día siguiente después de soltar alcohol hasta por los poros, pero ahora, la poca consciencia que tenía, disfrutaba del momento, de su calor y de saber que no estaba solo, que alguien estaba junto a mí, al igual que su voz, que llenaba el espacio vacío que tuve durante años.
Ni yo mismo me entendía. Había llegado hasta aquí, buscando el calor de la persona que tantas veces le hice saber lo mucho que me molestaba. Y él, en vez de echarme, me dio lo que vine a buscar.
"Después de todo no es tan malo tenerlo cerca"
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