𝑇𝑟𝑒𝑖𝑛𝑡𝑎 𝑦 𝑢𝑛𝑜
Canción del capítulo: Ruelle - Rival.
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Jeon JungKook
— JungKook.
— ¿Sí, señor Choi? —terminaba de guardar algunas carpetas en la oficina. La jornada laboral había terminado por hoy, había estado ocupado como otros días, más que nada porque hubo algunos errores con ciertas cuentas, pero pudo solucionarse.
— Mañana no abriremos, puedes quedarte en casa con tu novia—lleva su celular en la mano—¿SoHee se ha sentido bien con el embarazo?
— Tiene algunos antojos, pero está bien—sonrío un poco apagando el computador. Recojo mi chaqueta saliendo de la oficina—Ayer fuimos al ginecólogo, tendremos una niña.
— ¡Felicitaciones! —da algunas palmadas en mi espalda—Ya puedes decorar la habitación con más seguridad, dicen que las niñas siempre son apegadas al padre.
— Una vez esté listo prometo mostrárselo.
Juntos salimos de la pizzería. Su auto está frente al negocio, el señor Choi se ofrece a llevarme. En el camino conversamos de cosas triviales o del trabajo, pero el tema se enfoca en mí al cambiar.
— ¿Has pensado en estudiar alguna carrera, JungKook?
TaeHyung había conocido al señor Choi durante una guardia, el hombre aceptó darme trabajo confiando en Tae, pero al poco tiempo confió en mí. Era un buen hombre con su carácter de vez en cuando, lleva sus gafas circulares que le permiten ver mejor. Su cabello tiene ligeras canas.
— Estudiar no es lo mío.
— Tienes veinticinco años, ¿No es así?
— Sí, señor—asiento mirando la calle.
— Nunca es tarde para estudiar, eres muy bueno con los asuntos de la pizzería, deberías estudiar algo relacionado a empresas o contabilidad—volteo a verlo—A tu edad mi padre solía discutir conmigo sobre el tema, estaba muy inseguro, inicié la universidad casi a los treinta.
— ¿No sabía que escoger?
— Así es, no quería escoger algo y abandonarlo después.
— ¿Cómo logró decidirse?
— Mi padre quería casarme con una mujer que nunca antes había visto—sonrío un poco apoyando mi brazo de la ventana—Eso era más aterrador que abandonar una carrera, así que entré a los estudios y mi padre olvidó el tema de casamiento por unos años, cuando me gradué volvió con el tema.
— ¿Recuerda al chico de la fiesta de su padre? —es evidente que no lo recuerda—Min YoonGi. Dijo que era cercano a su familia.
— Ah, sí—asiente—Mi padre conoce al suyo. ¿Tienes problemas con ese chico?
— Es el ex de SoHee.
— Oh.
— No me cae nada bien.
— Supongo que a So tampoco.
— No supimos nada más sobre él y su rara novia.
— Escuché que él se mudó a Daegu—gira el volante doblando en la esquina—No sé nada sobre su novia.
— Probablemente se fue con él a Daegu.
— Mi padre todavía recuerda tu baile con So en su cumpleaños—sonríe—Me ha preguntado por ustedes, se alegró cuando supo que serían padres.
— Se supone que esperaríamos para tener bebés, pero...
— Estas cosas nunca se planean del todo. Por ahora, dedícate mañana a tu novia y a tu bebé.
...
Me parece extraño cuando entro al departamento encontrando las luces apagadas. Mochi viene en cuanto enciendo dichas luces, maúlla acariciando mis piernas, aquel gatito se había apegado mucho de SoHee en sólo cuatro meses. Tenía un collar azul con su nombre y nuestros números telefónicos en la placa.
— Hola Mochi, ¿Tu madre adoptiva no ha llegado? —acarició su cabeza. Su tazón de comida está vacío junto al agua—¿Tienes hambre?
Otro maullido recibo como respuesta, busco la bolsa de comida para el gato sirviéndole sus galletitas, acto seguido le sirvo más agua, me quito la chaqueta dejándola en el sofá, abro la puerta corrediza del balcón sacando mi celular. Busco el número de SoHee acercándolo a mi oreja cuando la llamada espera ser atendida, se supone que se vería con YeJi un poco más temprano para comprar algunas cosas a la bebé.
— El número que usted ha llamado no está disponible en este momento, inténtelo más tarde.
— ¿Qué? —intento de nuevo, pero tengo el mismo resultado. Busco entre mis contactos el número de YeJi, ésta responde casi de inmediato.
— ¿Hola?
— Hola YeJi, disculpa, ¿SoHee está contigo todavía?
— ¿SoHee? No, ella me escribió por la tarde diciendo que se sentía mal, por eso no nos vimos—dice confusa—Pensé que estaba en casa.
— Ella no está en casa, acabo de llegar al departamento—regreso al interior. Mochi sigue comiendo, camino a la habitación abriendo la puerta, la cama está vacía y el baño igual—Ya, oye, si esto es una broma de las dos no es gracioso—regreso a la sala.
— No estoy jugando, SoHee me envió un mensaje en la tarde.
Respiro profundo pasando mi mano por mi cabello. Cuelgo la llamada con YeJi decidiendo llamar a Jennie.
— ¡Hola, tío Kookie! —saluda una tierna Lia.
— Hola, preciosa. ¿Podrías darle el teléfono a tu madre?
— Está ocupada.
— Entonces dáselo a tu padre, necesito hablar con él.
A los cortos minutos Tae responde.
— Lo siento, Jennie estaba preparando la cena. ¿Qué sucede?
— ¿Puedes preguntarle a Jennie si sabe algo de SoHee? —puedo escucharlo de fondo preguntarle.
— Dice que no habla con ella desde hace tres días.
— Joder.
— ¿Qué sucede?
— No sé en dónde está—Mochi sube al mueble buscando caricias de mi parte—Iba a verse con YeJi hoy, pero la llamé y dijo que le escribió diciéndole que se sentía mal, pensé que Jennie sabría algo.
— Tranquilo, tal vez todavía no sale de la agencia...
De inmediato corro a la habitación, busco en los cajones de la mesa de noche la tarjeta de presentación que So una vez me mostró, coloco la llamada en alta voz mientras reviso.
— Ella no sale tan tarde, no dejarían que salga a esta hora estando embarazada.
— ¿Has intentado llamarla a su celular?
— Lo hice, fue lo primero que hice, pero no responde—saco algunos papeles de So—¡Maldita sea!, ¿Dónde demonios la puso?
— ¿Qué estás haciendo?
— Quiero llamar a la agencia donde trabaja, pero no consigo la tarjeta de presentación—me levanto de la cama echando un vistazo en el tocador. Junto a varias tarjetas más está lo que busco—Te llamo luego, Tae.
— ¡Espera! ¿Por qué no llamas a su madre primero?
— Lo haré luego de esto—cuelgo la llamada marcando el número que sale en la tarjeta. Ni siquiera hace el intento de sonar, cae la contestadora de una vez—¿Qué? —intento de nuevo—¡¿Qué?!—pruebo varias veces sin tener éxito—¡Mierda! —intento llamar a SoHee, pero no responde—Debo calmarme, debo respirar—me digo a mí mismo. Entre mis contactos marco al número de la señora Park.
Aclaro mi garganta sabiendo que debo mantener aún más la calma con ella.
— ¿JungKook?
— Buenas noches, ahjumma, disculpe, ¿SoHee se encuentra con usted?
"Dime que sí"
— ¿So? No, no hablo con ella desde ayer que fuimos al ginecólogo—estoy teniendo náuseas. Creo que incluso comienzo a sudar frío, me siento a orillas de la cama intentando calmarme, mi ansiedad amenaza con aparecer, ¿Dónde está SoHee? —¿Pasó algo, JungKook?
Trago con dificultad apoyando mis brazos en mis piernas.
— Yo...no sé en dónde está.
— ¿Qué? ¿Quién?
— Acabo de llegar del trabajo, SoHee no ha llegado y nadie sabe dónde está—tomo la tarjeta de presentación. Abajo está la dirección, miro la hora en el despertador, son las ocho de la noche.
— ¡¿Qué?! No, ¿Estás seguro?
— Señora Park, cuente tres horas, si no la llamo vaya a la comisaría más cercana, le devolveré la llamada—cuelgo sin darle tiempo a decir más. Voy a la sala tomando mi chaqueta, cierro al salir presionando varias veces el botón del elevador.
La tarjeta de presentación va en mi mano.
...
Nunca había venido con SoHee a la agencia, nunca tuve la oportunidad de acompañarla, el edificio no es muy alto, la fachada es de ladrillos, queda frente al supermercado, todo está oscuro, la puerta está cerrada, no hay nadie aquí. Mi celular suena, lo tomo al ver quién es.
— ¿La encontraste? —Tae se escucha algo agitado.
— Vine a la agencia, pero no hay nadie.
— Estoy saliendo del departamento, iré por ti en el auto.
— Le dije a su madre que fuera a la comisaría, nadie sabe nada sobre ella.
— Tranquilo, aparecerá.
Mi mente hace clic de repente, la sangre me hierve por dentro y mi mente se nubla. Empujo la parte interna de mi mejilla con mi lengua, no puedo esperar a Tae, necesito ir yo mismo.
— Te enviaré una dirección, te veo allí.
...
El taxi me deja frente a la casa que inició todo esto, la casa que dibujó mi madre. TaeHyung no ha llegado, supongo que el tráfico lo atrapó, empujo la reja acercándome a la puerta, toco con fuerza sin importarme que la maldita puerta se rompa. Mis nudillos duelen, la puerta se abre, SoHee, la esposa de SonWoo abre confusa por los golpes.
Mi boca se abre para decir algo, pero SonWoo aparece vistiendo con algo cómodo para estar en casa, el muy maldito está demasiado tranquilo. Sin pensarlo entro a la casa tomándolo de la camisa y estampándolo contra la pared.
— ¿Dónde está SoHee?
— ¿Qué demonios te pasa? —intenta soltarse.
— ¡¿Dónde está SoHee?!—alzo la voz sin tener intenciones de alejarme. Bufa tomándome por loco—Si le hiciste algo juro que te asesino.
— JungKook, cálmate—su esposa libera mis manos—Ella no está aquí.
— ¿Entonces dónde está?
— No sé qué sucede, pero te juro que SoHee no está aquí—dice. La miro sin confiar en ella tampoco, SonWoo acomoda su camisa, una sonrisita burlona se dibuja—Eres un hijo de...—mi puño se estampa en su rostro. SoHee deja salir un pequeño grito preocupada por su esposo—¡Dime dónde está!
— ¡JungKook! —TaeHyung aparece.
— ¿Dónde están mi novia y mi bebé?
— SonWoo—su esposa parece advertirle. El maldito juego me está desesperando.
— No está aquí, JungKook—el chico toca su labio roto. Sonríe descaradamente—No me digas que las perdiste, quizás les pase lo mismo que a tu madre.
Mis manos toman su cuello, ambos caemos al suelo, yo sobre él presionando su garganta, mis manos ejercen la presión que pueden. TaeHyung intenta apartarme, SonWoo sigue burlándose con esa jodida sonrisa, su esposa pide que lo suelte, acabo haciéndolo porque lo necesito vivo por desgracia.
Tae me saca a rastras de la casa entre empujones, mi corazón late a toda prisa, él la tiene, claro que sí, él sabe dónde está. Necesito ir a la comisaría, me detengo en seco al pasar la reja cuando un recuerdo golpea mi mente.
— ¡No puedes volver a entrar allí!
Es primera vez que veo a mi madre molesta. Se coloca a mi altura acomodando mi uniforme, miro la casa protegida por una reja grande.
— Pero omma, ese niño me invitó a jugar.
— ¿Qué niño? —voltea a donde señalo. El niño ya no está—Si vuelves a verlo quiero que te alejes de él—toma mi mano levantándose.
— Pero ese niño no es feliz, omma.
— A tu padre no le gustará que juegues con él, vamos—jala un poco de mi brazo volviendo a caminar.
Siempre tuve la duda de porque no podía entrar allí.
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