𝐷𝑖𝑒𝑧
Jeon JungKook
Mi madre tiene la mirada vacía, sus ojos me ven, pero sé que no está en sus cinco sentidos. Ahora mismo no es consciente del golpe que me dio mi padre en el rostro, mi mejilla izquierda está inflamada. Mi padre le inyecta más de ese líquido que tanto detesto, lo miro con ganas de asesinarlo, pero no por mucho porque él viene a mí para inyectarme aquello.
Despierto respirando con dificultad, la habitación se encuentra a oscuras, giro en la cama quedando boca arriba, junto a mí SoHee duerme ajena de lo que sucede. Abraza la almohada con algunos mechones de su cabello en su mejilla, con cuidado los aparto mientras ella respira profundo. Soñar con mis padres se está haciendo constante.
Me levanto de la cama con cuidado sin hacerle ruido a So, voy al baño cerrando la puerta, me miro al espejo al encender la luz, paso mis manos por mi cabello despeinado. Apoyo mis manos en el lavabo mirando mi reflejo, este JungKook luce muy diferente al de hace dos años, luce más sano, más fuerte y más... ¿Seguro? La visita de Dami y Vernon no fue tan mala, pero me sentí extraño contando mis pocos recuerdos, Dami tenía razón, si recuerdo, pero no quiero contarlo.
Mientras me miro al espejo uno nuevo aparece en mi mente.
Diez años atrás
— ¿Cómo es que siempre sacamos ropa y cosas que jamás hemos visto pero por alguna razón tenemos aquí? —pregunto a mi madre mientras ella guarda ropa usada pero perfecta para donar en una caja.
— Es bueno ayudar siempre que se pueda, Kookie.
— ¿Y quién nos ayuda a nosotros con papá? —reprocho. Ella suspira sabiendo a que me refiero, usa una falda larga hasta sus tobillos y una camisa de mangas cortas con cuello de tortuga—Omma, eres muy buena.
— Tú también eres bueno—extiende su mano a mí. Respiro profundo acercándome, tomo asiento a su lado en la cama, acomoda mi cabello y sostiene mi rostro besando mi frente—¿Ya escogiste que vas a donar?
— Saqué la ropa que ya no me queda.
— Para tener quince años eres muy guapo.
— Omma—reprocho—No es cierto.
— Claro que sí, en unos años te veré tontamente enamorado por alguien.
— No quiero enamorarme—me levanto de la cama—No necesito eso, quiero largarme de aquí y llevarte conmigo, alejarnos de papá.
— Sólo quiero que estudies y te enfoques en ti, Kookie, la vida no es tan mala, hijo.
— Desde que tengo memoria siempre ha sido mala—me acerco a la peinadora que tiene frente a la cama—¿Donarás estos collares? —señalo.
Hay algunas cosas sobre la peinadora, cosas de ella o papá. Me llama la atención la grabadora que hay en una esquina, tiene un poco de polvo. Mi madre sigue doblando algunas prendas.
— ¿Cuándo compraron una grabadora?
— ¿Qué? —me mira—Ah, quizás se la regalaron a tu padre, déjala junto a una de tus cajas...
— Tiene buena resolución.
Apunto al espejo haciendo zoom y luego alejándolo. Hago muecas en el espejo escuchando las risitas de mamá, me gusta verla así o al menos hacerla reír. Son pocas veces que eso pasa.
Presente
— Me pregunto si ella también olvidó todo eso—susurro. Echo algo de agua a mi rostro, lo seco y salgo del baño, me dirijo hacia el escritorio, al lado de éste se encuentra la caja que Suzy me dio después de la muerte de mi madre.
SoHee se mueve en la cama, pero sigue dormida, salgo de la habitación con la caja y cierro con cuidado. Enciendo el televisor en un volumen bajo para no usar la luz, me siento en el sofá con la caja a mi lado, tomo aquella hoja del dibujo que mi madre hizo sobre SoHee y sobre mí. Recuerdo las fotos que SonWoo me dio, ¿Acaso mamá nos veía reflejados en esa relación?
Sé que solía decirle a SoHee sobre su parecido a ella cuando joven, ni siquiera yo como su hijo lo noté, sé que nuestra relación es muy diferente a la de mis padres, el daño que hice a So sigue atormentándonos, pero cada día nos esforzamos por superarlo.
— Te extraño, mamá—susurro mirando el dibujo—Te extraño mucho—abrazo la hoja. Cierro mis ojos tragando con dificultad—Lo siento, por no darte más.
...
— ¿JungKook? —una caricia en mi cabello va despertándome. Entreabro los ojos encontrando a SoHee con su pijama puesta y su cabello suelto—Buenos días, dormilón, ¿Qué haces aquí en la sala?
— Buenos días—mi voz sale algo ronca. Me enderezo en el sofá sintiendo un poco de dolor en mi espalda—¿Qué hora es? —restriego mis ojos.
— Las nueve de la mañana exactamente—mira la caja de mi madre—¿No podías dormir?
— ¿Ah? —caigo en cuenta de lo que dice—Ah, yo...estaba...sólo...necesitaba un poco de...tiempo—bostezo—¿Necesitas ayuda con el desayuno?
— Puedo prepararlo sola—se sienta a mi lado. Acuesto mi cabeza en sus piernas dejando que acaricie mi cabello—Duerme un poco más si tienes sueño.
— Estoy bien, sólo me gusta disfrutar estas cosas contigo—suspiro. Cierro mis ojos dejándome hacer por ella.
— Iré a visitar a mi madre, sólo iré por unas horas—la escucho decir—¿Harás algo hoy?
Mi plan de anoche viene a mi cabeza. Sería bueno aprovechar esas horas a solas en el departamento.
— Sí, haré...algo.
— ¿Ese algo es algo que deba preocuparme?
— No, tranquila, cuando vuelvas verás de qué trata—volteo a mirarla—¿Hablarás con tu madre de Jimin?
— Quizás. Quiero simplemente verla. ¿Estarás bien solo?
— ¿Crees que tengo cinco años?
— A veces—bromea riendo un poco—Pero te amo incluso así.
...
Camino por las tiendas que venden cosas escolares, tengo una bolsa blanca con el logo de una de las tiendas en ella, he comprado lo que creo poder necesitar. Una vez llego al departamento SoHee todavía no ha llegado, dejo las cosas en el comedor, echo un vistazo alrededor sin saber dónde poder trabajar. Me decido por el balcón para tener algo de brisa, acomodo mi espacio allí comenzando por el lienzo en blanco.
Quince años atrás
— ¿Qué te parece? —mi madre sonríe orgullosa por su trabajo. El lienzo en blanco ahora tiene una obra de arte.
— Es muy bonito, omma—sonrío. Hay un árbol en medio del atardecer con flores de cerezo, la imagen por sí sola transmite paz—Quiero pintar así.
— ¿Quieres que te enseñe?
— ¿Crees que pueda hacerlo?
— Claro que sí, dicen que los niños heredan los talentos de sus madres la mayor parte del tiempo—pellizca mi mejilla.
Presente
— No creo que haya heredado tu talento, pero espero recordar lo que me enseñaste.
Tomo una bocanada de aire al sentarme frente al lienzo, tengo pinturas de distintos colores en la paleta y pinceles de distintos tamaños, puede parecer ridículo, pero siento como si mi madre estuviera aquí conmigo guiando mi mano. Ésta se acera al lienzo en blanco sin temblores ni temores.
En toda la pintura la siento más cercana a mí.
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