Min YoonGi

JiMin me había pedido que habláramos antes de que las clases comenzaran, por lo que me encontraba en la azotea del instituto.

EunJi ya me había comentado lo que había hablado con su hermano el día anterior, por lo que sabía que yo tendría que disculparme con el pelirrojo.

— Oh, YoonGi. — dijo JiMin en forma de saludo. Levanté mi barbilla y luego lo miré. — Lo siento.

— Por dos a lo que acabas de decir — musité encogiéndome de hombros.

— ¿“Por dos a lo que acabas de decir”? — cuestionó sorprendido. — ¿¡De verdad, sólo dirás eso!?

— Ajá. — respondí con total sinceridad.

— No sé cómo es que mi hermana te aguanta — reconoció JiMin. — Si por mí fuera, yo ya te hubiera mandado al carajo hace mucho tiempo.

— Pero no lo has hecho, lo que significa que me necesitas en tu vida — murmuré.

— Touché — dijo el pelirrojo.

Ambos comenzamos a caminar. Me sentía mejor al haberme disculpado con él, pues eso significaba que me había quitado un gran peso de encima.

— Adiós. — dije mientras daba vuelta al lado contrario al que se iría JiMin.

Al llegar al salón de clases, me percaté de que EunJi estaba de pie junto a la puerta; cuando nuestras miradas se encontraron esbozó una gran sonrisa. Sus ojos tomaron un lindo brillo y mi corazón comenzó a descontrolarse.

— YoonGi, hola — musitó ella.

— Hola — dije con una pequeña sonrisa en mi rostro.

Entramos al aula y nos dirigimos a nuestros respectivos lugares. Por alguna extraña razón, la mayoría de nuestros compañeros no estaban haciendo su típico relajo, sin embargo, no le dí vueltas al asunto.

— ¿Y bien? — cuestionó la castaña.

— Nada más nos dijimos que lo sentíamos, y ya — contesté.

— No esperaba una reconciliación emotiva entre ustedes dos — dijo entre risas.

— Ya lo sé, o sea, estás hablando con el swag en persona, así que no esperes a alguien sentimental.

Ella soltó una carcajada, ocasionando que sus ojos se achinaran y que tapara su boca con sus manos. Si tuviera un propósito por el resto de mi vida, sería hacer reír todos los días a Park EunJi.