— Maldita sea, oppa, contesta el bendito celular. — dije para mí misma mientras esperaba que SeokJin atendiera mi llamada.

— EunJi... — susurró JiHu.

Ella estaba igual o peor que yo de preocupada. Suspiré. Necesitaba tranquilizarme para que mi amiga también se tranquilizara.

— JiHu, escucha... — cerré mis ojos y sostuve el puente de mi nariz. — Todo estará bien, ¿Ok?

¿De dónde demonios saqué el coraje para decir eso? Ni idea. Eran tres preocupaciones en una: JiHu y sus sentimientos, JiMin y su vida, y YoonGi...

Ambas nos encontrábamos en la entrada de la escuela. Sabía perfectamente a qué lugar había llevado YoonGi a mi hermano, y es por eso que esperaba que Jin y EunYeong se dieran prisa.

— ¡Ahí están!

Ni siquiera esperé a que llegaran con nosotras, corrí hasta donde ellos se encontraban.

— ¿¡Y NamJoon-oppa!? — cuestioné.

El mencionado iba unos cuantos metros más atrás, se encontraba platicando con JaeBum.

— ¿Sucede algo, pequeña? — preguntó el castaño.

— Vayan a la entrada, allí está JiHu. — grité. — ¡Que ella les expliqué lo que sucedió! 

— Oh, EunJi-ssi, hola — saludó NamJoon.

Lo tomé de la mano y comencé a correr.

— ¡Lo siento Jae-ah, necesito a oppa urgentemente! — miré de reojo al mayor y suspiré. — Lo siento oppa, pero lo necesito para que evite la muerte de JiMin.

En el camino al parque le expliqué qué fue lo que había sucedido. Como todo un buen chico esperó a que terminara de relatarle todo.

— Aún faltan varios metros para llegar... — susurró.

De imprevisto dejó de correr, ocasionando que yo también lo hiciera. Me miró y después sostuvo mi cintura, con su brazo me llevó hasta su hombro, cargándome como si yo fuese un simple costal de papas.

— ¿¡Oppa!? — grité aterrada cuando comenzó a correr.

— Lo siento, EunJi-ssi, pero necesitamos llegar lo más rápido posible.