☆ᵎ ⌇ CAPÍTULO DOS ˖ ݁ !! *
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Los chicos habían terminado de ensayar una de las coreografías hacía un par de horas. Chan seguía sumido en la pantalla de su portátil, sin darse cuenta de que Changbin y Han estaban preparando sus cosas para retirarse. Luego de las prácticas, los tres habían ido al estudio para componer y terminar de grabar algunas canciones.

—Chan hyung— lo llamó Han —¿Vuelves con nosotros o te quedas un rato más?

—Vayan que yo seguiré un rato más. No se preocupen en esperarme para cenar.

—Recuerda no quedarte hasta muy tarde. Ayer casi ni dormiste y mañana será más pesado que hoy— le aconsejó Changbin.

—Tranquilo, ya casi termino con esta idea que tengo en la cabeza. Les aseguro que dormiré.

—Tampoco te olvides de comer.

—Nos vemos.

Luego de que los chicos se fueran hizo todo lo contrario de lo que había asegurado. No había visto la hora, por lo que no se dio cuenta hasta que la luz artificial de la habitación se fundió con la del amanecer. Había estado tan concentrado que tampoco había visto la infinidad de mensajes que tenía por parte de los chicos.

La mayoría pertenecían a Changbin preguntándole cuándo volvería. Así que fue a quien le contestó primero. Le mintió diciéndole que había dormido en el estudio, que estaba en camino hacia los dorms.

Cuando fue a contestar el resto de los mensajes, un especie de puntazo le provocó dolor de cabeza. Supo al instante que debía dormir y descansar. Además de que estaba sin comer desde ya demasiado tiempo.

El día que tenían por delante era bastante agotador de tan solo pensarlo. Así que cogió su celular para buscar farmacias abiertas a aquellas horas de la mañana. Primero se ocuparía del dolor de cabeza. Era más difícil de disimularlo a diferencia de un poco de hambre.

Salió del edificio de JYP con una sudadera, mascarilla y gorra. Si bien dudaba que hubiera fans o siquiera personas a las cuatro casi cinco de la mañana, sus pintas eran terribles. Las ojeras oscuras, el pelo despeinado y sin lavarse el sudor del día anterior.

Al llegar al local el cajero le informó dónde estaba lo que buscaba tal como lo había pedido.

Tomó el medicamento que estaba acostumbrado a comprar para el dolor de cabeza. Hasta que vio una marca distinta, pero que definitivamente había escuchado hablar.

Estaba dudoso sobre cuál llevar, hasta que una voz lo distrajo de sus pensamientos.

—Disculpe que me meta en sus asuntos, pero si necesitas algo de acción rápida te recomiendo aquel. Sé que ambos dicen lo mismo pero he probado ambos y ese actúa antes.

No pudo evitar pensar que quizá lo había reconocido a pesar de las precauciones. Pero cuando vio que le había hablado formalmente y sin llamarlo por su nombre dejó pasar el pensamiento.

La chica levantó su mirada y pudo verla mejor. Llevaba el pelo recogido y podía notarse que traía la máscara de pestañas algo corrida bajo los ojos. Fue allí cuando los vio. A simple vista parecían de un clásico marrón, nada de distinto al resto. Aunque si los miraba con detenimiento, tenían un brillo dorado que sobresalía al darle la luz.

También pudo distinguir que se notaba preocupada, como si estuviera avergonzada por haberle hablado a un extraño. Pero a él le pareció tierno. La vergüenza le había teñido un rubor suave en las mejillas y un brillo peculiar se posaba en sus ojos.

Sintió un pequeño mareo al verla, lo que le indicó que debía apurarse a tomar la pastilla. Por lo que se apresuró a elegir la caja que le había acabado de recomendar.

—Disculpe nuevamente por meterme. Ojalá tenga un buen día.

La joven siguió su camino luego de tomar la misma medicación que él.

Él, sin embargo, se quedó en la misma sección debatiéndose por unos pocos minutos si debía agradecerle o tan solo volverse. Se decidió por la segunda opción. No quería arriesgarse a ser reconocido en ese estado. Estaba seguro de que estaba hecho un desastre. Pensó que incluso ella parecía mejor que él y por la sección en la que estaba, venía después de una noche de ebriedad.

Cuando terminó de pagar recibió una llamada de Felix.

—Hola ¿Qué sucede Felix? — le preguntó en cuanto contestó la llamada.

—Me dijo Changbin hyung que te habías quedado a dormir en el estudio— le reprochó.

—Estaba muy cansado como para volverme manejando y no quería molestar al staff para que me llevara— mintió.

—Miente tranquilo, que hago de cuenta que te creo— bromeó —De todas formas, llamaba para decirte que nos han suspendido la entrevista de la mañana y que el ensayo se pasó para la noche—

—Gracias Lix. Ahora iré para los dorms y aprovecharé para descansar. No me esperen para desayunar—

—De acuerdo. Vuelve con cuidado—

Aquella noticia le vino de maravilla. Al volver al dorm durmió hasta el mediodía. No había tenido la oportunidad de alimentarse, pero necesitaba más el sueño en aquellos momentos. De hecho, él deseaba dormir más de lo que había dormido. Lo habría hecho en caso de poder, pero Changbin lo había levantado para almorzar y prepararse para las entrevistas de la tarde.

Mientras preparaba su bolso con la ropa del ensayo que tendrían luego de la jornada, se acordó de que no se había bañado al llegar. Por eso, tomó otro par de prendas y se dirigió al baño para darse una ducha.

Allí, cuando se quitó la sudadera, vio algo inusual y nuevo en su cuerpo, específicamente, en su muñeca.

En su brazo se encontraba el lazo que todos aquellos que habían encontrado a su alma gemela tenían.

"Imposible" pensó. "¿Quién? ¿Cómo? ¿Dónde?" Su cabeza era un lio. El dolor de cabeza por la falta de sueño había desaparecido, pero ahora se instalaba un dolor de preocupación. Sus preguntas tenían respuesta: la chica de la resaca, cuando la miró a los ojos y en la farmacia.

Todo el tiempo que creyó que se había mareado por la falta de sueño, en realidad había sido porque la había encontrado.

No podía creerlo. Su cuerpo entero se hundió en preocupación.

No lo angustiaba el hecho de haberla encontrado, le había parecido una chica linda, hasta incluso amable.

El problema estaba en que no sabía su nombre, de dónde venía, ni siquiera estaba seguro de que podría volver a verla. No había nada que le asegurara que podrían volver a cruzarse.

Todo momento del día que no estuvo frente a una cámara o con los chicos, se la pasó preguntándose cómo hacer para encontrarla.

Su agotadora rutina se tornaría aún más agotadora si no hacían contacto físico. Ella también comenzaría a sentir su cansancio y en el peor de los casos su dolor. Necesitaba encontrarla. Por el bien de ambos... y por su intriga.

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ÚLTIMA EDICIÓN
— 2024.03.03