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☆ᵎ chapter one







☆ᵎ ⌇ CAPÍTULO UNO ˖ ݁ !! *
— ꒰‧ ❝ change by louis tomlinson!¡ ₊˚༊*·˚

— ꒰‧⁺💌¡! | ❝'cause everything's changed outside but i feel the same inside
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La época de exámenes había terminado, lo que significaba que Yejin y sus amigas saldrían a festejar el esfuerzo hecho. Desde que se conocieron en la secundaria, las chicas habían pactado reunirse cada vez que pasaban las fechas de entregas o pruebas. Dentro del grupo había algunas que no se tomaban tan en serio sus estudios, pero otras, se internaban semanas enteras a estudiar. Esto implicaba que no se veían por varios días. Fue por ello, y porque sabían que cuando se separaran para la universidad sería aún más complicado coordinar, que decidieron hacer aquel pacto.

Para suerte de Yejin, el estrés de rendir ya había pasado. Solo quedaba despejar la mente y no pensar en cuál habría sido el resultado. Así que se encontraba en camino a casa de Heedo para después de allí ir en busca de Minah. Normalmente, la chica solo pasaba a buscar a Minah ya que no tenía licencia, pero esta vez Heedo se encontraba sin su chofer personal, es decir, su novio. Él se encontraba en un viaje familiar y se había llevado el auto que ambos compartían por lo que le había pedido a Yejin si podía sumarse a ellas. Por suerte, la casa de la chica no le quedaba lejos de su trabajo, así que accedió sin problemas.

Mientras la joven terminaba de limpiar la cafetera la música de su teléfono fue interrumpida por una llamada entrante. En la pantalla de su celular podía verse el nombre de su amiga por lo que la atendió y puso en altavoz así podía terminar de limpiar.

Hola— se escuchó la voz de Heedo retumbar en el local vacío —te llamaba para avisarte que ya llegué a casa así que cuando termines ahí ya podrás venir. Tengo un par de ropa para prestarte si necesitas.

Entre las chicas era bastante común dejarse ropa en la casa de la otra. Casi todas tenían prendas desparramadas en las cinco casas por si alguna emergencia o situación como aquella sucedía.

—Hola. Yo estoy terminando de limpiar aquí. Supongo que en diez minutos terminaré, así que en veinte estaría pasando por allí. No me he traído ropa más de la que llevé a la universidad así que sí ando necesitando.

—Genial, entonces te espero. Ya sabes la clave.

—Te escribo en cuanto salga.

Pronto escucho el sonido que indicaba el final de la llamada. Por suerte era la última allí y podía darse el lujo de terminar todo mientras escuchaba música a un alto volumen.

Si bien estaba cansada por todas las actividades que había hecho durante el día, estaba emocionada en salir con sus amigas. Desde que la mayoría había encontrado a su alma gemela era aún más complicado coordinar para salir las cinco juntas. Así que no le importaba el agotamiento en días como aquellos.

Cuando terminó de guardar todo en su lugar y dejó todo en orden para quien abriese el local al día siguiente, apagó la música y le escribió a Heedo que estaba en camino.

Una vez que llegó y se preparó junto a la chica, ambas fueron en busca de Minah. La joven las estaba esperando en la puerta de su edificio lista para salir. Habían quedado a unos cuantos minutos de la casa de la chica así que hicieron lo posible por llegar temprano.

Ya en el lugar, el resto las estaban esperando en una mesa con las bebidas ya pedidas. Solo les quedaba pedir la comida.

La noche transcurrió entre risas y gritos. Por suerte los trabajadores y dueños del lugar ya estaban al tanto de sus locuras. Habían ido tantas veces al pequeño restaurante que prácticamente parecían parte de la familia. Sabían a la perfección que podían llegar a pedir y que cosas nunca lo hacían.

Eunsoo y Heedo se encontraban charlando de sus carreras. Más bien parecían nenas que apenas estaban aprendiendo a hablar ya que las bebidas provocaban lentitud en su modulación. Ambas estudiaban abogacía por lo que tenían charlas sobre clases y profesores que recomendaban tomar.

Miyeon les estaba explicando a Yejin y Minah sobre cómo había conocido a su alma gemela. Las chicas estaban seguras de que preguntarían otra vez por la historia ya que entre que no se le entendía lo que decía y sus propias borracheras, la historia tendría demasiados huecos. Lo poco que había rescatado Yejin era que había sido durante el trabajo y que era extranjero.

Mientras escuchaba a su amiga tratando de contar la historia con coherencia y veía la ilusión y felicidad en sus ojos, no pudo evitar pensar si alguna vez ella se encontraría en esa posición.

Cada vez que alguna de sus amigas o conocidos contaban sobre el hecho de encontrar a la otra mitad su corazón se llenaba con un extraño pesar. Era una mezcla de dudas y angustia junto con desilusión. Además, no podía evitar sentirse culpable por no poder estar plenamente feliz por aquellas personas.

Volver a sentir aquellas emociones al mismo tiempo que tenía una botella de alcohol en la mano era, definitivamente, una mala idea. Se olvidaba de la resaca que podía llegar a sentir al día siguiente, de lo complicado que sería completar las tareas pendientes que tendría por culpa del alcohol y de que no era seguro manejar a la vuelta.

Fue tanto lo que bebió que tuvo que cederle las llaves de su auto a Heedo. No estaba en sus planes dormir en la casa de la chica, lo que implicaba que al día siguiente debería levantarse demasiado temprano para su gusto e ir a su casa para cambiarse y luego ir a la universidad. Sin olvidarse de que iba a tener que ducharse, lo que le llevaría aún más tiempo.

—Creo que es momento de irnos— ofreció Minah, quien junto con Heedo se encontraban ya casi sobrias —Mañana la mayoría tenemos clases.

Todas menos Miyeon estudiaban carreras universitarias. La joven, por otro lado, estaba haciendo un internado de modas en un prestigiado instituto. Sus clases eran durante la tarde así que se había dado el lujo de beber tanto como Yejin.

—Llamaré a Dusik para que me pase a buscar— dijo como pudo Eunsoo.

—Yo llevaré a Minah y por lo que veo Yejin se queda conmigo— Heedo comenzó a recolectar el bolso de su amiga y el de ella —Miyeon ¿Necesitas que te lleve también? — le ofreció.

Eunsoo fue junto con la aludida para ayudarla a ponerla de pie. Dado el estado de ebriedad que tenía no le permitirían volverse sola por más que la zona fuera segura y que su edificio contaba con privacidad.

—Tranquila, nosotros la llevamos. Nos queda de pasada mientras que a ustedes les queda en contramano.

Heedo y Minah sostenían a Yejin para que se mantuviera un poco despierta. El trío espero a la llegada de la pareja de Eunsoo y se despidieron de las chicas para luego ir al carro.

Tal como la joven dijo, se aseguró que Minah llegase bien al departamento y cuando le escribió que ya había entrado se dirigió hacia su casa.

No le molestaba ocuparse de su amiga. Yejin lo había hecho por ella muchísimas veces. Prácticamente se turnaban para estas situaciones y siempre se obligaban a que al menos dos estuvieran en un estado de sobriedad apto para conducir en caso de emergencia. Todas se apoyaban constantemente, incluso cuando al final terminaban por hacer todo lo contrario de lo que le habían aconsejado.

Al día siguiente, Yejin se despertó con resaca. La cabeza aún le daba un poco de vueltas y si se paraba demasiado rápido debía quedarse quieta unos segundos para poder adaptarse. Internamente se maldecía por haber bebido tanto, sin embargo ya no había nada más que hacer salvo por ir a comprar pastillas para la resaca.

Intentando no despertar a su amiga, se vistió con la ropa con la que había llevado el día anterior y fue a la farmacia a conseguir algo para su estado. Además aprovecharía a comprar el desayuno de Heedo como agradecimiento por haberla cuidado.

No conocía demasiado la zona, pero recordaba que camino al trabajo había una farmacia 24 horas. Lo único que reconocía de allí era debido a las veces que había visitado a su amiga y el trabajo. Ella vivía a media hora por lo que no soportaría el viaje manejando con el dolor de cabeza. Por eso intentó identificar los locales y encontrar dicha farmacia.

A unas cinco cuadras logró hacerlo. Eran tan solo las cinco de la mañana así que aquello junto a la tienda de conveniencia era lo único abierto.

Intentó apurarse en encontrar la medicina en la tienda, pero debido a que nunca había estado allí se le complicaba un poco. Con duda se acercó al cajero para preguntarle si le podía indicar dónde se encontraba.

—Allí, donde está el joven con sudadera están las medicinas para el dolor de cabeza y un poco más al fondo están los medicamentos para resaca. Cualquier otra duda puede acercarse y preguntarme— le indicó el joven amablemente.

Pudo identificar rápido el sector al que se refería el trabajador ya que solamente estaban ellos tres en la tienda.

En silencio se acercó y vio como el chico  estaba mirando dos cajas de medicina.

Yejin no era de entrometerse en la vida de extraños, mucho menos a las cinco de la mañana de un jueves. Incluso así, decidió ayudarlo a elegir.

—Disculpe que me meta en sus asuntos, pero si necesitas algo de acción rápida te recomiendo aquel. Sé que ambos dicen lo mismo pero he probado ambos y ese actúa antes.

El joven la miró sorprendido ante la intromisión de la chica. Ella pensó que quizá se habría sentido incomodado por su presencia así que simplemente tomó el medicamento y levantó la vista para disculparse. Yejin no pudo ver más que los ojos del chico. De hecho, hasta le había costado verlos ya que traía gorra y barbijo. Al verlo, sintió un leve mareo que aludió a la bebida de la noche anterior.

—Disculpe nuevamente por meterme. Ojalá tenga un buen día.

Sin esperar respuesta de él, se acercó a la estantería con remedios para la resaca. Eligió uno y luego se dirigió a la caja para pagar dichos productos. En cuanto la tarjeta dio por aprobada, se despidió con cortesía del cajero y cruzó hacia la tienda de conveniencia para comprar algunas cosas del desayuno. No sin antes darle una última mirada hacia el misterioso desconocido.

Si bien tenía clases en dos horas y media, aún le daba tiempo para desayunar con su amiga. Además, se lo debía por haberla ayudado y dejarla quedarse en su hogar.

Al llegar, Heedo ya estaba levantada y preparando café.

—Supuse que irías a comprar medicina así que comencé a preparar el café.

—Eres mi sol— bromeó.

—¿Has conseguido lo que buscabas?

Yejin apoyó la bolsa con las compras sobre la mesada de la cocina y prosiguió quitándose el buzo que traía puesto. Cuando fue a pasarle las cosas a su amiga para que las pusiera sobre la mesa Heedo tomó bruscamente su brazo.

Emitió un gemido de dolor para luego girarse a verla confundida. No comprendía cuál había sido la razón de tal agarre hasta que vio su muñeca.

Allí posaba un bello lazo rojo. Eso implicaba una sola cosa: había encontrado a su alma gemela y no se había dado cuenta.

—¡Yejin! — le gritó Heedo —Debes decirme ya quien es el afortunado.

—No... no lo sé— le respondió sin quitar su vista del lazo.

Había esperado tanto tiempo y lo había ansiado con tantas ganas que no podía creérselo. Mucho menos podía imaginarse que estaría en aquella posición.

—¿Cómo que no lo sabes?

—Es que no me di cuenta cuando pasó. Solo hablé con tres personas y a una ni siquiera la miré a los ojos.

Heedo vio el revuelto de emociones de su amiga reflejado en sus ojos, por lo que intentó ayudarla a calmarse.

—¿A quién sí viste a los ojos? — le preguntó con calma acompañándola a sentarse en el sillón.

—Al cajero de la farmacia y a un chico que estaba allí.

—¿Recuerdas si con alguno te sentiste algo mareada? Cuando ves a tu alma gemela sientes una especie de mareo y luego es como si te liberaras un peso de encima por unos instantes. Deberías haber hecho contacto físico para que aquella sensación se prolongue— le comentó según la experiencia que tenía —Supongo que no has entrado en contacto porque teniendo en cuenta tu resaca te hubieras dado cuenta del alivio.

Yejin lo pensó unos instantes. No se había mareado cuando vio al cajero pero sí cuando vio al chico de la sudadera. Ella creyó que era parte de sus síntomas por el alcohol, jamás hubiera pensado que se debía a otra cosa, mucho menos que acababa de encontrar a su alma gemela. 

—Debe ser el chico de la sudadera. Luego de coger la medicina para la cabeza, que era donde estaba él, fui al sector de la resaca— contó mientras Heedo prestaba suma atención —De hecho dudé cuál forma llevar porque por unos segundos se me calmó el dolor y creí que no necesitaba algo tan fuerte.

—Entonces fue él. Tiene que haber sido él...—dejó a Yejin procesar la información y prosiguió abrazándola —Amiga, encontraste a tu alma gemela— la felicitó sabiendo lo importante que era para ella encontrarla.

—Pero no sé ni quién es—le comentó con preocupación — No sé cómo se ve, tenía máscara y gorra cuando lo ví.  Hasta donde sé puedo no volver a encontrármelo ¿Qué pasa si no lo encuentro en una semana? Sabes bien que debemos tener contacto físico, incluso más durante los primeros días o si no nos debilitaremos.

—Quédate tranquila. Hoy sigue con tu rutina, quizá él se dé cuenta y pase más seguido por aquí. Incluso puede vivir cerca. Trabajas a tan solo unos minutos de aquí. Si es necesario, luego de cada turno, te acompañaré por toda la ciudad hasta que lo encuentres.

Tal y como le dijo su amiga, siguió con su rutina. Fue hacia su casa a arreglarse para clase y al mediodía dio por finalizada su jornada educativa. No podía negar que estaba preocupada. No solo por su salud sino que también por la de su alma gemela. Sin embargo, intentó olvidarse del asunto durante el trabajo y mantuvo como pudo su profesionalismo. Debía calmarse y no sobre pensar demasiado.


















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ÚLTIMA EDICIÓN
— 2024.03.01

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