Nikolái Gogol.
-¿Quién eres?
Luego del incidente del sillón, Fyodor había quedado ciertamente abrumado; pero aún atontado por la sensación, quiso saber la verdad.
-¿Quién eres, y de que estabas hablando hace un momento?
-Hombres y sus aventuras, si lo que te interesa son las mujeres, también tengo unas cuantas.
Gogol confiado en sus palabras respondía sereno.
-No. Hablaste de ser un íncubo, y luego de clientes ¿Sabes acaso lo que es un íncubo?
-Sería estúpido si hablase de cosas que no conozco; por supuesto que sé lo que es ¿Tu sabes que es un humano?
-... ¿Claro? Entiendo tu punto.
-¡Muy bien! Pues es lo mismo Fedya.
-No me digas Fedya, no te conozco.
-...
Fyodor se paró con tranquilidad en su cuerpo, pero rigidez en su expresión.
-¿Quieres un café?
Ofreció mientras se acercaba a prender la tetera electrica, él por su parte, necesitaba un café más que nunca.
-Un té, si eres tan amable, la cafeína es mala para mí.
Luego de unos minutos de los que Fyodor decidió aprovechar para calmarse y meditar la situación, volvió al salón con el supuesto demonio.
Aún esperando un respuesta, el silencio hizo eco y el foráneo habló.
-Es uhm, un lugar cómodo.
-Sí, por algo vivo aquí.
-Ja, ja, ja, sí....
-...¿Vas a responderme de una vez qué estás haciendo aquí?
El hombre comenzaba a exasperarse, no había forma que un hombre tan corto lo hubiese engañado de tal forma; quizás él mismo no era tan inteligente como siempre creyó... ¡Bah, hasta lo hacía dudar!
-Ya te lo he respondido hace rato, soy un íncubo, aparecí aquí porque alguien me llamó, y en mi sellado aparece ésta dirección como la del remitente, a partir de ahí diría que fue fácil saber que se trataba de tí, y vaya que tuve suerte~
Dijo con un tono coqueto apoyando una mano en el muslo ajeno.
-¿Remitente dices? ¿Eres un mensajero?
-Vaya chico, tus notas escolares son altas pero tu capacidad de comprensión no lo es tanto.
Levantó una ceja con desgano.
-Mira, tú hiciste un conjuro de invocación demoníaca en los últimos 7 días ¿No es así?
-Uh... Sí, pero no fue por un íncubo.
El silencio volvió a llenar todo. Fyodor estaba expectante a la respuesta del contrario, y éste solo se quedó pasmado aún con su mano en el muslo ajeno.
-...¿Nikolái? ¿Estas ah-
La cara del demonio estalló en gamas de rojo como si se tratara de una llamarada vigente.
-¿QUÉ? ¡¿QUÉ QUIERES DECIR CON QUE NO FUE UN ÍNCUBO?!
Se apartó al otro lado del sillón mientras se sostenía la cabeza con angustia y desesperación.
-¡¿Qué te sucede?!
No es como que Dostoyevski fuera a entrar en pánico, pero sin duda el otro chico sí que iba a hacerlo.
-¿¿Lo siento??
-NO TIENES IDEA DE LO QUE HAS HECHO. ¿CÓMO MIERDA VOY A VOLVER YO AHORA?
Su brote solo parecía crecer, hasta que, un foco se prendió sobre su cabeza en llamas.
-¡AH, YA LO SÉ! SEXO.
-Disculpa.
-ESO MISMO. Ja, ja, ja ¿Por qué me altero? Fue una estupidez, ja, ja, perdóname.
Continuó riéndose mientras se acercaba.
-Solo tengo que cojerte.
Finalmente ya lo suficientemente cerca, volvió a sentarse arriba suyo inmovilizándolo.
-¡¿Qué?! ¡Que te dije que no me gustan los hombres! ¡Suéltame, maldita sea!
Pero su camisa ya estaba casi completamente abierta.
-¡¿Me estas escuchando?!
Con una mano, Gogol tomó las muñecas de Fyodor y las sostuvo sobre su cabeza, así siguió camino desabrochando su propia camisa.
-¡Ayuda!
-Bueno, que sí, que el chico es heterosexual, bien ¿Te parece si me pongo un par de tetas?
Con un chasquido, en efecto, los senos del hombre parecían los de una mujer, pero todo el resto se veía intacto. Fyodor estaba sin palabras.
-¿No? ¿Quieres realmente una mujer? Ugh, pero como sea.
Nuevamente, con un chasquido el hombre cambió, pero esta vez toda su estructura física era distinta, sus caderas se habían ensanchado y su cintura achicado, hasta su voz sonaba distinta.
-Solo acabemos con ésto rápido, lindo~
Se acercó a besarlo mientras pasaba su mano por su abdomen en círculos, y aunque no estaba haciendo ésto por Dostoyevski, lo ofendía un poco la falta de reacción del otro.
-¿Qué te pasa? ¿Por qué no dices nada?
Pero al verlo a la cara estaba pálido, más, si era posible; sus ojos abiertos como platos y a pesar de que ya no oponía resistencia, estaba frígido, duro como piedra y no de la forma en la que Gogol hubiese deseado.
No faltó mucho para que saliera de aquel estado de shock, empujando al hombre (¿Mujer?) con toda su fuerza, mientras se paraba y corría a la cocina donde del lavaplatos sacó un cuchillo y lo apunto con ambas manos.
-¡No te me acerques, pervertido asqueroso!
Gogol estaba en cuatro sin saber si levantarse o no porque: aunque un cuchillo no le haría nada, Fyodor parecía decidido a echarlo de su casa, o matarlo incluso ¿Cómo iba a poder irse a casa habiéndo tenido sexo con él sin siquiera poder estar en la misma habitación?
-Un cuchillo no va a hacerme nada.
Nuevamente cambió a su forma masculina.
-Mira, hablemos.
-¡No hay nada de que hablar, quisiste violarme!
Su semblante y agarre se volvieron más duros.
-Tienes razón, no lo tomé de la mejor manera y perdí el control, pero déjame explicarte-
-Y un carajo, vete de mi casa, ya.
Se acercó a Gogol.
-Ya te dije que un cuchillo no me hará nad-¡¿Qué haces?! ¡Loco!
Fyodor lo tomó del pelo y casi a rastras lo llevó a la puerta, le tiró los zapatos en la cabeza y le ordenó:
-Vete.
-¡BIEN, BIEN! ¡Lo siento! ¡Por favor, déjame justificarme!
El ruso miró al reloj en la pared y luego a él.
-Dos minutos.
Nikolái se acomodó en el suelo y puso su mejor cara triste.
-Verás, cuando un demonio es enviado arriba, o sea aquí, casi siempre es para satisfacer los caprichos de un humano que ha decidido, por el motivo que fuera, hacer un trato o conjuro. Pero para volver, debemos llevar un remanente de dicho trato, sino será tomado como incumplimiento del reglamento, y puedo asegurarte que los castigos no son lindos.
-Nuevamente, yo no hice ningún conjuro con ningún íncubo, súcubo, o como fuere.
-¡¡Y yo que sé!! Pero a mi me mandaron a servirte a tí.
Se miraron en silencio buscando respuestas mentales.
-Y... ¿Qué pediste?
-Dinero.
-¿Cuánto?
-No finito.
-Ah... a si que eres de esos tipos... y yo que estaba tan emocionado por probarte...
-Largo.
-¡Fue una acotación!
Gogol se paró, mirando de nuevo desde una posición mayor a Dostoyevski.
-Mira, ¿Qué te parece si nos ayudamos mutuamente?
-Te queda un minuto.
-Escucha... tu hiciste un conjuro, para tener mucho dinero, pero algo sucedió, que llegó el mensaje equivocado y la información que recibieron fue que pediste un íncubo, quizás fue tu cara, je, je
Se rió achinando los ojos.
-...
-El punto es, que si yo no cumplo, lo que ellos creen que pediste, no puedo volver, entonces pensé: yo te ayudo a tener mucho dinero, posiblemente una cantidad finita, pero mucho aún así, y tú me dejas cojerte, ¡y mira! Puedes ser tu el que me la meta, puedo hacerme una mujer si te gustan mas, o puedo ser una mujer y metértela... vengo a complacerte, al fin.
-... Lo pensaré.
-Te gusto la idea de la mujer metiéndotela ¿Eh? Travieso.
-Me das asco.
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