Capítulo 5 🥀
Antonella
Después de una hora aproximadamente de estar mirando a la nada, me llega un mensaje de Vero.
—Hola cielo, ¿Cómo estás?
—Bien, ¿y tú?
Bien llevada del carajo, querrás decir.
—Bien, hace no mucho termine mis prácticas. ¿Quieres ir a tomar un helado? Y no me vayas a decir que estás trabajando porque ya me enteré por encimita de la situación.
— ¿Qué? ¿Cómo?
—Mándame tu ubicación.
Resoplo y se la envío. No me dice más y en cuestión de segundos veo que llega en el coche de su mamá.
Me acerco hasta allí y ella me abre la puerta. Entro y me abrocho el cinturón de seguridad.
— ¡Santa mierda! — Grita dejándome sorda por un instante.
— ¿Ahora qué?
—Tu estas saliendo con alguien y en estos momentos me vas a decir con quien.
— ¿De qué hablas loca? No salgo con nadie, a duras penas tengo tiempo para mí, ¿Cómo crees que voy a lidiar con una relación?
—Mm—, niega—. No me mientas, lo recuerdo perfectamente ahora, anoche cuando estábamos en la discoteca estabas en el baño de hombres.
— Ya te había explicado que me había confundido y te estaba buscando.
—Y entonces, ¿de quién es esa chaqueta? Dios, huele a hombre—, hace unos gestos exagerados que solo causan que me empiece a reír.
— ¿Qué eres? ¿El FBI?
—Puede ser—, me guiña un ojo y emprendemos camino.
—Cambiando de tema, ¿Cómo tienes permiso de manejar de nuevo este auto?
— ¿Quién dijo que tengo permiso?
—Dios mío, solo espero que no nos caiga la policía o algo.
—Pfff, tonterías.
Una vez llegamos estaciona el auto como puede y ambas nos bajamos para entrar al establecimiento.
—Buenas tardes señoritas, ¿ya saben que quieren o desean ver el menú? — Una joven de pelo corto con mechones de todos los colores llega a atendernos.
—Umm, a mí me das una ensalada de frutas. ¿Qué quieres Toni?
—Lo mismo por favor.
—En un momento les traigo su orden—, se retira y me quedo a solas con Vero.
— ¿Ya viste su cabello? Lo quiero así.
—Yo te lo pinto—, le digo maliciosamente a lo que ella pone un gesto de horror.
—No gracias. Si cuando te pedí que me cortaras las puntas casi me quedo pelona.
Pasan unos segundos y como si me leyera la mente me empieza a contar como se enteró de lo de la cafetería.
—Hay un video ya en las redes.
— ¿Qué putas?
—El chisme llama a la gente Toni.
—Lo que me faltaba—, suspiro pesadamente mientras que Vero me toma de la mano.
—Pero Hey, ya habrá un mejor trabajo para ti, no hay de qué preocuparse. Si quieres le puedo decir a mi mamá que te ayude en eso.
—Lo agradecería.
Nuestro pedido llega y empezamos a hablar de cosas triviales mientras comemos. Vero me empieza a contar como la relación con su madre ha empezado a mejorar y eso es algo que verdaderamente me alegra. También me dice que le ha ido bien con sus cosas y que va a empezar a trabajar medio tiempo para ayudar con algunos gastos de su hogar.
— ¿Sabes Toni? — Dice mientras se mete una cucharada de helado a la boca.
—No, no sé.
—Siento que tú con 18 años haces más cosas que yo con 21. Me siento vieja.
—Uf si, viejísima.
Salimos del lugar al cabo de unos minutos y Vero me deja en mi casa.
—Gracias por el rato agradable—, me despido de un beso en la mejilla.
—No hay de qué y, como eres la mejor amiga del mundo si te llama mamá le dirás que estoy contigo en un retiro espiritual o algo por el estilo.
— ¿Qué? — Arranca sin decirme nada más—. ¡Verónica!
Me quedo parada unos minutos como tonta hasta que reacciono y entro a casa, casa en la cual ya se encuentra Albert.
—Hasta que llegas. Solo te la pasas vagabundeando, ¿no?
—No estoy de ánimos.
—A mí no me hables así que soy el hombre de esta casa.
— ¿Y eso qué? ¿El "hombre de esta casa" que aporta a ella?
—No me contestes Antonella, que hace un buen rato traigo unas ganas de darte unos buenos golpes para que aprendas.
Vamos Antonella, cállate, no sigas respondiendo por favor. Me digo a mi misma pero el enojo me gana y es inevitable no responderle nada.
—No tiene derecho alguno para hacer eso. No es mi papá, solo es el "marido" de Elisabeth con el cual no tengo ningún vínculo.
—Mejor anda a la cocina y prepárame algo que tengo hambre—, quiero responderle pero se me adelanta—. ¿O qué? ¿Prefieres que llame a Elisabeth y le diga que no has hecho nada? ¿Qué solo estas de contestona? Si según tu yo no puedo corregirte créeme que ella si lo hará.
Me muerdo la lengua para no responderle nada y voy directo a la cocina para hacerle alguna porquería.
Decido hacerle lo más práctico que hay: un sándwich. Termino, me lavo las manos, saco una cerveza de la nevera y se lo dejo en el comedor.
—No me tires las cosas—, protesta.
Lo paso de largo y me voy a mi habitación. Una vez miro la hora observo que tengo tiempo para dormir un poco.
Empiezo a despertarme cuando siento unos jaloneos.
— ¿Mamá? — Entre abro los ojos algo confundida.
—Párate, no hay tiempo casi.
— ¿Tiempo para qué? — Me siento en la cama mientras ella corre a mi closet a revolcarlo todo.
—Dios mío, ¿Qué es esta porquería de ropa?
—...
—Te pondría algo mío pero ni tetas tienes Antonella—, resopla frustrada por alguna razón.
— ¿Me puedes explicar que pasa? — Me levanto acercándome mientras ella sigue revolcando todo.
—Esto no quedara tan mal—, la veo sacar una mini falda negra y un top rojo.
— ¿Me podrías...?
—Ya, ya deja de hacer preguntas que vas a hacer que me explote la cabeza—, tuerce los ojos y me tira las prendas que previamente ha sacado—. Toma, ponte eso. Y ni vayas a reprochar, no hay tiempo.
Respiro tratando de tranquilizarme para no hacerla enojar.
—No creo que esa combinación de prendas se vea bien—, doy mi opinión, ya que la falda es demasiado corta y pegada, y el top que ha sacado a duras penas me cubre el pecho. Moriré de hipotermia si me pongo eso.
—No pedí tu opinión, apúrate, ¿o quieres que te desvista yo?
Tomo respiraciones profundas mientras me voy cambiando con lo que me ha pasado.
—Traeré unos zapatos mejores que las basuras que tú tienes allí.
No entiendo nada, ¿Qué está pasando?
Vuelve y me tira unos tacones altísimos de punta, pero altísimos.
—Me tronchare un pie si uso eso.
—Pues aprendes, Antonella. Aprendes.
Sin más remedio me calzo, me quedan apenas. Mamá y yo coincidimos en tallas.
Me quedo sentada en la cama mientras ella rebusca lo poco que tengo de maquillaje y bruscamente me toma de la cara.
Detallando a mamá puedo ver que sin las drogas ella sería una mujer preciosa sin duda. Es una mujer que aún se conserva pese a sus adicciones, su cabello pelirrojo es algo que la hace resaltar bastante.
—Listo, recógete el cabello en una coleta alta—, me miro en el espejo y no me gusta nada lo que veo. Me ha maquillado muy... muy extravagante pero no en el buen sentido—. ¡Obedece niña!
Hago lo que me pide y una vez me saca prácticamente a jalones de la casa entramos a un taxi.
—Mamá, tengo trabajo—, le recuerdo.
—No me importa.
— ¿Podrías decirme al menos a dónde vamos? — Tuerce sus ojos, estresada y enojada.
—A un casino niña, a un casino.
— ¿Qué?
—Si, como oíste.
— ¿Y por qué quieres que vaya contigo?
Elisabeth
—Deja de hacer tantas preguntas, estresas—. La reprendo.
La verdad es que por alguna razón unos hombres se comunicaron conmigo. Lo único que me importa es que me ofrecieron una muy buena cantidad de dinero por ella.
No me interesa lo que quieran hacer con ella, probablemente la quieran para un burdel o algo, pero, vamos, ¡ganare un montón de dinero y aparte me voy a deshacer por fin de Antonella!
Obviamente no iremos a un casino, pero fue lo primero que se me vino a la cabeza para decirle.
Nota de la autora:
¡Buenas buenas!
¿Como estan? Espero que muy bien.
¿Que opinan de nuestra querida Anto?
Yo les queria pedir algo... La version que estan leyendo de Conjuro de obsesion no es la primera, antes de esta habia otra, con muchos comentarios que me hacian morir de risa, pero al modificar ciertas cosillas ya no estan esos comentarios, asi que si quieren y pueden seria genial que comentaran algunas cositas :>
Hablando de versiones antiguas, ¿aun hay personitas que me leen desde que salio por primera vez CDO?
Picos en la axila <3
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