Capítulo 3 🥀
Antonella
— ¡Esta es la Toni que yo necesito nena! — Grita una vez entro a su coche... o bueno, al de su madre.
— ¿Cómo lograste que te prestara el coche? La última vez lo chocaste—, me abrocho el cinturón de seguridad.
—Shh, eso ya fue hace mucho tiempo—, se le apaga el vehículo y vuelve a encenderlo haciendo una mueca.
—Fue hace cuatro días, el primer día de enero.
—Por eso—, intenta retroceder un poco y termina yéndose más de lo debido hacia atrás, casi que chocando otro auto.
— ¡Vero!
—Espérate, fallos técnicos. No me acuerdo como es que era—, murmura para sí misma.
— ¡Verónica! — Le llamo la atención cuando acelera demasiado el coche—, ¡Más despacio mujer, no quiero morir aun!
—Calla, calla, me distraes.
— ¡Vista al frente cuando manejas Vero!
—Sí, sí, ya voy.
Empieza a conducir a... no sé a dónde la verdad.
— ¿Sabes que es lo bueno? Que mañana ya es jueves, y del jueves llega el viernes y ¡pum! Fin de semana—, empieza a hablar.
—Empiezo a arrepentirme, es un miércoles, ¿en qué estoy pensando al aceptar salir contigo un miércoles? — Dramatizo.
—Nah cielo, ningún día es malo para salir a bailar—, quita su vista de la carretera para mirarme—, por cierto, ¿ya te dije que te vez divina? Tipo, si no fuera Hetero te re daba eh...
— ¡Verónica! — Tomo el volante girándolo bruscamente hacia la izquierda cuando veo que un camión venia directo hacia nosotras.
—Upsi—, dice ella al cabo de unos minutos. Por suerte y no nos volcamos.
—Casi... morimos—, mi respiración sigue un poco agitada—, ¡salte del auto! — Le grito cuando reacciono.
— ¿Qué? No voy a dejarte en medio de... la nada.
—Y yo tampoco voy a quedarme en medio de la nada tonta. Voy a manejar yo.
—No tienes licencia—, reprocha ella.
—Pero si se manejar mejor que tú.
A regañadientes se baja del asiento del conductor y cuando lo hace me paso a este y Vero se sienta donde yo iba.
—Pfff, la culpa fue del camión eh—, habla cuando empiezo a conducir.
—Cada vez que manejas estamos en peligro de extinción.
—No es mi culpa que los demás no sepan conducir bien— hace un puchero fingido.
— ¿Hacia dónde vamos?
—Yo te voy guiando.
Después de aproximadamente 15 minutos manejando llegamos a lo que parece ser una discoteca.
—Wow... jamás había visto este lugar—, aparco el coche con cuidado y ambas bajamos de este.
—Te demoraste mucho, ya no siento el culo—, Vero empieza a hacer sentadillas.
—Oye, deja de hacer eso—, la jalo del brazo para que se levante—, estás haciendo sentadillas afuera de una discoteca, ¿en serio?
— ¿Qué te puedo decir querida? Manejas muy lento.
—Cambiando de tema, ¿Cómo entraremos? Hay mucha fila.
—Por eso no te preocupes—, me jala del brazo y nos lleva hacia el guardia que, literalmente, parece un puto gorila. Estando al frente de él saca su móvil y empieza a escribir en este, se lo pone en la cara y milagrosamente nos deja pasar a ambas.
— ¿Qué fue eso?
—Digamos que ya he venido aquí y el jefe de todo tiene cierta preferencia hacia mí— grita debido a que la música esta durísima.
—Entiendo.
— ¿Qué quieres tomar cielo? — Me lleva a la barra.
—No sé, algo suave.
— ¡Barista! Tráenos por favor media botella de vodka.
—Si eso es suave no quiero imaginar que no lo es.
— ¿Qué dices Toni? ¿Qué media botella es muy poco? Tienes razón—, ¿Qué? — ¡Sabes que, mejor tráenos una botella!
— ¡Vero!
— ¿Qué? Tienes que sacar tiempo para ti mi vida, ¡mírate! Tienes 18 y tu madre y padrastro te consumen, ¡eso no está bien! Mándalos a tomar por culo por un solo instante, ¿vale? — Se responde ella misma—: Vale.
La botella nos llega y Vero empieza a servirnos copa tras copa. El alcohol entra tan rápido a mi sistema que siento que ni lo proceso bien.
— ¡Ya tenemos gasolina cielo! ¿Sabes que significa eso? — Mi amiga se levanta ya algo prendida y me toma de la mano—, ¡Exacto! ¡Hora de bailar!
Muchas canciones empiezan a sonar, me desenvuelvo bailando con Vero como no lo hacía casi. La discoteca se pone más movida cuando una canción de plan b empieza a resonar por todas partes.
Vero enloquece y es ahí cuando decido que mejor no seguiré bebiendo ya que mi amiga no parara y no quiero que nos pase nada.
Calculo que unas 2 horas han pasado después de que llegamos, he bailado tantas canciones y las he cantado a todo pulmón que mis pies duelen y mi garganta se siente seca.
— ¡Toooni!— Vero arrastra las palabras, sin duda ella está mucho más ebria que yo.
—Dime—, tengo que gritar demasiado fuerte ya que de verdad no se oye nada.
—Iré al baño, no tardo.
—Está bien.
Pasan unos cortos minutos y opto que lo mejor es que yo vaya a acompañarla para evitar que algo malo ocurra.
—Ay mierda, luzco horrible—, me digo a mi misma en el espejo—, Dios, que asco de maquillaje, con razón me miraban raro—, de la nada esta situación se me hace tan graciosa que me empiezo a carcajear. Vale, puede que yo también haya bebido un poquitín más... no tanto como Vero, claro está.
—Luces genial— salto en mi lugar cuando a través del espejo veo a uno de los 6 hombres.
— ¡Carajo! — Me giro de golpe—, este es el baño de mujeres, ¿Qué haces aquí?
—Creo que estas confundida—, me señala un cartel y... diablos, sí, estoy en el baño de caballeros.
—Bueno, por un momento pensé que me estabas siguiendo— me rio ante mi propio comentario— que casualidad, ¿vinieron a pagarle a alguien más para que les baile aquí o vienes por cuenta propia? — De la nada me siento en confianza para hablarle así. Mi lengua esta suelta.
Yo les hago los privados que deseen sin problema alguno.
—Calla subconsciente—, me doy un mini golpe en la frente.
— ¿Disculpa?
—Disculpado.
—Respondiendo a tu pregunta: no, no venimos a que nadie más nos baile—, sale otro de los 6 de no sé dónde.
—Vaya, sí que te demoras haciendo pis—, le digo—. Bueno, me tengo que ir, hagan sus necesidades tranquilos.
Me despido como si fuéramos amigos de toda la vida y salgo del baño.
¿Qué era lo que buscaba?
— ¡Oye! Te perdiste. Espera un momento, ¿Qué hacías en el baño de hombres? — ¡Ya me acorde! ¡Vero!
—Te estaba buscando.
— ¿En el baño de hombres?
—Seh, me confundí.
— ¿Quieres bailar un poco más?
—No, tú ya no estas caminando, te estas tambaleando, lo mejor es que vayamos a casa ya.
No reprocha y lo agradezco, salimos del lugar y para cuando Vero se sube al asiento del copiloto ya parece casi que muerta.
—Bien, diosito, ayúdame por favor—, prendo el coche y empiezo a rezar como 23 ave marías.
—Toooni, yo te quiero muchísimo.
— ¿Por qué parece que estas a punto de llorar?
—Porque eres mi amiga—, murmura después de unos segundos—. No mentira, debe ser el licor en mi sistema, aunque si te quiero.
— ¿Tienes las llaves de tu casa?
— ¿¡Que!? ¡No! A mi casa no. Tengo 30 llamadas perdidas de mamá que acabo de ver.
—Mi casa no es una buena opción Vero—, le recuerdo.
—No pasa nada, no hare daños y si quieres entramos por la ventana—, termina de decir esto y como si estuviera en piloto automático, se duerme.
Lo único que queda es rezar para que por alguna razón Albert y Elisabeth no estén en casa.
De camino a casa puedo ver por los espejos a una camioneta negra muy elegante.
Demonios, ¿nos están siguiendo?
Me meto por varias calles para tratar de comprobar esto y al parecer sí.
Debe ser nuestra imaginación, ¿Por qué esa camioneta nos querría seguir? Mejor sigue conduciendo a casa para que podamos dormir ya, que la madrugada va a darnos duro.
¡Carajo, solo tenía en mente que debo trabajar, me olvide por completo del instituto!
Sin más rodeos sigo conduciendo a mi hogar. La camioneta seguía detrás, pero me tranquilizo cuando veo que sigue de largo de mi casa.
—Vero—, la muevo pero no parece querer reaccionar—. Párate por favor, ya llegamos—. Al parecer ni me escucha, por lo que sin más remedio estaciono el auto afuera de mi casa y me cuelgo a Vero de un lado.
—Mmmm, ¿Dónde estamos? — Dice entre dormida.
—En mi casa—, abro la puerta sigilosamente y todo esta oscuro, por lo que o deben estar dormidos o no están.
No prendo ninguna luz y en silencio subo como puedo las escaleras para llegar a mi habitación. Le quito los zapatos a mi amiga. Busco en mi closet dos pijamas, una me la pongo yo y la otra como puedo se la coloco a Vero. Dejo su ropa en una silla y voy al baño a lavarme los dientes.
Miro la hora en mi móvil y al parecer no me queda mucho tiempo para dormir, definitivamente fui muy irresponsable por salir hoy.
Salgo del baño y recibo una notificación, desbloqueo mi móvil y entro a la bandeja de mensajes <que extraño>
Mi curiosidad aumenta cuando veo que el mensaje es de un número desconocido.
—Cuando seas oficialmente nuestra te aseguro que no saldrás así como hoy, te pusiste en riesgo.
¿Qué mierda?
—Mejor duerma y no moleste. Ni lo conozco y, ¿ya vio la hora que es?
Bloqueo el número y me meto debajo de las sabanas, no sin antes cubrir bien a Vero.
Apenas cierro los ojos y siento la alarma sonar.
¿Es una broma?
Miro la hora y efectivamente no lo es, si pasaron unas cuantas horas pero ya es hora de levantarme.
Cielos, siento que no dormí absolutamente nada.
— ¡Antonella! ¿Por qué tienes con seguro la puerta? ¡Abre! — Escucho los gritos de mamá y siento que la cabeza me va a estallar.
Verónica sigue dormida pero sé que tiene prácticas ahora y aparte tiene que irse a su casa, por lo que apenas se vaya mamá la despertaré.
— ¡Antonella! — Elisabeth sigue gritando como una loca.
— ¿Qué pasa mamá? Seguro se puso el seguro sin querer— abro la puerta lo suficiente para que madre no vea a Vero.
—Haciendo nada como siempre, ¿no? — Empieza a reclamar.
— ¿Podemos hablar después? Tengo que empezar a organizarme.
— ¿Qué acaso no sirves para nada? ¡Albert está furioso porque no le has hecho el desayuno!
—Mamá...
— ¿Qué? ¿Tras de todo me vas a contestar? ¡Por favor sirve de algo, nunca haces nada!
— ¿Tener dos trabajos para ti es nada? — Sé que todo lo que me está diciendo es porque Albert ya tuvo que desquitarse con ella por algo.
—Todo sería mejor si no te hubiera tenido, al menos el estúpido de tu padre seguiría conmigo y yo sería feliz.
—De verdad tengo prisa...— sus palabras duelen, duelen y lo hacen mucho. Mamá siempre me ha reclamado que por mi culpa papá nos abandonó. A veces me hubiera gustado conocerlo al menos.
— ¡No! ¡Vas a escucharme decirte todas las mierdas que se me salgan en gana! ¡Por tu culpa soy infeliz, por tu culpa no puedo divertirme como quisiera, tienes dos malditos trabajos y ni así eres capaz de darme para mis cosas!
Lagrimas amenazan con salir y las quito con brusquedad, enojada y triste por sus comentarios.
— ¡Mantengo esta casa, compro la comida, te doy para lo esencial a ti y a tu marido cosa que no debería de ser así porque la mamá eres tú, no yo! ¿Te has tomado la molestia de ver mis calificaciones? ¿De ver que tengo un buen promedio? ¿De ver que siempre estoy en el cuadro de honor tras todo? ¡Creo que la respuesta es no, porque a ti lo único que te interesa es el dinero, nunca me preguntas nada acerca de mi día, nunca te sientas a hablar conmigo como debería hacerlo una madre!
Exploto, sé que esto me saldrá caro, pero le cierro la puerta en la cara.
Verónica sigue dormida, menos mal.
Me meto en la ducha, lavando cada parte de mi cuerpo. ¿Qué he hecho de malo para que mamá me odie? Se supone que deberíamos ser unidas, somos lo único que ambas tenemos de familia. Pero no, no es así, siempre se desquita conmigo, me grita y en ocasiones me golpea. Aunque no siempre lo demuestre todo lo que me dice si me duele, y puede que mis problemas no sean mayor cosa, pero me siento cansada de toda esta mierda.
Termino de asearme y salgo de mi habitación, cuando lo hago Vero ya está sentada en la cama.
—Buenos días—, pongo mi mejor cara cuando ella me ve.
—Vente a vivir conmigo.
Me burlo ante su chiste.
— ¿Qué? ¿Por qué te ríes? Lo escuche todo—, mi risa se apaga cuando dice esto.
—Perdón por eso.
— ¡No, mierda! ¿Por qué te disculpas? No tienes la culpa de nada. Mira, sé que no soy la persona más responsable del mundo, Anto, pero te juro que en mi hogar vivirás mucho mejor de lo que vives aquí. Aunque no te lo demuestre eres mi amiga y me importas.
—Yo... no puedo Vero, aprecio mucho todo pero de verdad no puedo.
— ¿Por qué? En mi casa no tendrás tantos gastos, así que te sobrara dinero y tiempo. No convivirías con tu "familia" y eso es lo importante para que tú estés bien.
—Agradezco tu ayuda pero de verdad no tengo el corazón para abandonar a mamá, sé que ella me necesita, sin mi ella viviría muy mal. No me perdonaría eso—, me sincero.
—Solo... prométeme que al menos lo pensaras, ¿sí?
—Tu ropa está en esa silla pero apesta a licor, toma algo mío y te bañas, ¿vale? — Doy fin a la conversación y empiezo a vestirme.
Ella suspira y se mete al baño. Me ato los zapatos y me hago dos trenzas para no verme tan despeinada.
—Casi muero de hipotermia—, sale temblando de frio y empieza a rebuscar en mi closet—, ¿Qué me puedo poner?
—Lo que quieras, ya me tengo que ir Vero. Sales e ignoras si te encuentras con mamá o Albert. Que tengas un bonito día.
—Está bien—, me tira un beso, tomo mi mochila y salgo de casa lo más rápido posible.
Camino lo más rápido posible, saco mi móvil cuando de nuevo observo que tengo un mensaje.
—Te ves algo apagada el día de hoy pequeña, no nos gusta eso.
¿Pero qué? Esto ya empieza a asustarme un poco.
Dejo el mensaje leído y decido que lo mejor es ignorarlo, debe ser una broma de mal gusto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro