Capítulo 28 🥀
Antonella
— ¿Se encuentra bien señorita? — Asiento—. ¿A dónde desea ir?
—Solo... solo siga conduciendo, yo le iré indicando.
Sin más eso hace, conduce y conduce. No me molesto en darle muchas indicaciones, total ni siquiera sé a dónde quiero ir, solo sé que quiero tomar un respiro.
—Eh, señorita.
— ¿Si?
—Disculpe la pregunta pero, ¿está escapando de alguien? — Su pregunta me toma desprevenida hasta que observo por el retrovisor; hay un coche que nos sigue. Me da igual, lo más probable es que sean los Kiselev o gente de ellos.
—No le preste atención, por favor.
Seguimos en estas por unos cuantos minutos. El coche se aleja cada vez más del penthouse. Ya luego veré que hago.
Un auto sale de la nada y nos bloquea el camino, haciendo que el taxista frene de golpe.
— ¿Qué demonios? ¡Quítese! ¡No ve que estoy manejando!
—Reversa—, indico pero es tarde, en segundos estamos rodeados de más coches.
Una mujer con capucha baja de uno de los autos, y sin darme tiempo de reaccionar saca un arma, disparándole entre ceja y ceja al conductor.
¿En qué mierda estoy metida ahora?
—Baja. Ahora—, ordena prácticamente gritando. A través del vidrio sigue apuntándome con el arma, así que lentamente abro la puerta y salgo.
Al menos no tenemos que pagar el pasaje del taxi.
— ¿Qué es lo que quieres? ¿Dinero? — Definitivamente esta no parece ser gente de los Kiselev.
Se quita la dichosa capucha y aquí mismo capto todo.
—Elena...
—No eres tan bruta como pensé.
—No sabes el terreno que estas pisando.
—Oh, lo sé desde hace mucho—, sigue apuntándome, esto le entretiene.
Uno de los hombres de Elena trata de aproximarse a mí, es allí cuando reacciono y saco rápidamente una pequeña pistola que tenía en el soporte debajo del vestido.
Lo asesino.
—Ese era uno de mis hombres de confianza—, chasquea la lengua e inmediatamente un dolor monstruoso me atraviesa el hombro—. No chilles, apena y te rozó.
En cuestión de segundos todo es negro para mí, no precisamente porque me acaban de disparar, sino porque alguien golpea mi cabeza.
≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪
Poco a poco recobro la consciencia. Estoy atada a una maldita silla, trato de gritar pero algo me lo impide.
—Shh, la harás enojar—, me alarmo aún más cuando veo a un sujeto prácticamente encima mío, o bueno, está limpiando mi hombro—. Te voy a quitar la cinta de la boca si prometes que no empezaras a gritar—, asiento frenéticamente—, bien.
—Carajo, ten más cuidado— farfullo—. ¿Quién coño eres?
—Eso no es muy importante. Elena vendrá dentro de poco, ella te dará todos los detalles—, sigue concentrado en mi hombro derecho—. La herida no es muy grave, con este vendaje sobrevivirás.
Gracias, que amable.
—Adal, fuera de aquí—, la voz de esa mujer inunda la asquerosa habitación en la que me encuentro. El tal Adal sale sin rechistar, con la cabeza.
— ¿Sabes? Me equivoqué en algo.
—La mayoría de tu vida se basa en equivocaciones, Antonella. Pero, ilumíname por favor.
—Por un momento llegue a pensar que eras más guapa que yo, definitivamente tienes que ser buena en el sexo para que tuvieras contentos a los Kiselev un tiempo.
Un ardor recorre mi mejilla cuando me estampa su mano.
— ¿Quieres morir rápido? ¿Verdad? Lástima que antes de que eso ocurra planeo divertirme un poco.
—La que va a desear morirse pronto serás tú. Te lo puedo asegurar.
—Eres una maldita perra—, me escanea y sus ojos se posan en mi cuello, justo donde está el lindo collar que uno de los hermanos me obsequió.
— ¡Devuélvemelo! — Grito en cuanto me lo arranca—, ¡eso es mío!
—Esto no es tuyo. Nada de lo que tienes te pertenece. Eres una maldita zorra de quinta. ¡Yo debería estar en tu lugar! ¡Yo debería portar este maldito collar y todo lo que posees! — Esta vez me abofetea más fuerte, no me deja procesar las 5 que me da.
— ¿Qué? ¿Eres otra traumadita? Supéralo.
— ¿¡Quién te crees para hablarme así!? ¡Soy una maldita agente de la FSB!
—Desátame de esta silla y miramos que tan agente eres.
Furiosa, enrosca el collar con una mano y con la otra me da un puño tan fuerte que por un momento siento que me estoy yendo.
— ¿Ese es tu plan? ¿Usarme como saco de boxeo? — Hablo entre jadeos tras unos segundos—. Que ética la tuya, agente. Debería estar en una sala de interrogatorios con un maldito abogado a mi lado, no atada a una silla en una habitación podrida como esta.
—Tus derechos me valen una mierda desde que te convertiste en la mujer de los Kiselev.
— ¿Haces esto por venganza por que no los superas? ¿O todo es laboral?
—Confórmate con saber que esta "habitación podrida" será tu hogar por un tiempo hasta que logre convencer a mi superior de que ya no serás más útil y que una basura como tu merece morir.
La puerta de la habitación rechina cuando la abren. Un hombre mayor con algunas canas entra, al igual que 3 hombres inmensos.
—Tienes los días contados a partir de ahora Elena—, susurro muerta del miedo pero sin demostrarlo.
—Eso está por verse "señorita Kiselev".
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro