Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9.1: Engañosos pensamientos

—¿Qué pasa? No me digas que te asusta un simple besito —me miento—. ¿Tenés miedo de volver a enamorarte?

Me recobro alzando la coraza que me protegió durante estos últimos diez años en que conviví con el recuerdo de su rechazo.

Ella me mira con picardía, como si me hubiera atrapado in fraganti. Ignorante completamente de lo que me hace con cada rechazo. Lo que genera en mis entrañas.

—¿Por qué querés besarme? ¿Acaso todavía sentís algo por mí?

Se aleja de mí hacia la mesa. Parece haber recobrado la compostura y ya no se tambalea tanto como al venir. Lo que sí tambalean son mis neuronas al compás de sus caderas.

Se sienta en la mesa y se molesta cuando me siento junto a ella.

—Dale, andate que si me ve acompañada no va a saber...

—¿No va a saber?

Es una incógnita. Stefano es capaz de pedirnos que parezcamos una pareja y luego citarla para que yo quede como un cornudo. Pero qué es lo que intenta ahora. ¿Saldrá con alguien más?

—Nada. Waiter! —El camarero se acerca con más bebida que Canela acepta gustosa—. ¿Alguien se acercó a esta mesa? ¿Preguntaron si una señorita lo esperaba?

—No señorita —contesta el mesero desinteresadamente.

—¿Seguro? ¿Nadie se acercó tampoco, y preguntó si estaba ocupada?

—No señorita. Nadie preguntó.

—¿Ninguna señorita tampoco señor? —pregunto indeciso si debería sentirme inquieto o aliviado porque Cinnamon no se haya presentado.

—No señor. Estamos asignando las mesas y nadie consultó por esta en particular ni por ustedes.

Canela sigue bebiendo y se molesta cuando unos gametubers se escandalizan al verla con un trago en la mano. Yo lo disfruto y se lo hago saber. Pasamos más de una hora bebiendo y peleando. Debo reconocer que tiene aguante para soportar la bebida. Nuestros padres la entrenaron bien para eso. De todas formas entiendo las habladurías de todos, pero compruebo que es más el tiempo que sostiene el vaso entre sus dedos que lo que bebe.

Junto a ella tengo acceso a sus largas piernas que se pierden bajo la mesa privándome del espectáculo. También tengo acceso a su cuello al que me acerco seguido para susurrarle barbaridades de las que ella se ríe y me acusa de charlatán.

—Me gustaría ser ese vaso, recibiendo tantas caricias y aguardando cada retorno de tus labios—susurro y ella sonríe deteniendo la forma en que rozaba su borde con el pulgar.

—¿Así de cursi le hablás a tu amiguita virtual?

—¡Ja! Creo que finalmente podemos asegurar que nos plantaron.

Ella se ríe. El alcohol la puso alegre y provocativa como me gusta.

—Seeehh, parece que no voy a tener suerte. Seguro que me vio con vos y se fue.

—Yo jamás me habría ido sin haber preguntado en cada mesa antes.

—Bueno, pero él no sabe... —piensa un segundo y se arrepiente—, nada... olvidate. Me voy. Waiter! The check please!

Se para y se marea. Se sienta con cuidado.

—Creo que yo estoy igual que vos. Así que me vas a tener que acompañar a mi suite —le digo.

—¿No vas a seguir la noche? ¿No tenés ningún gatito que te haga mimos esta noche?

Se ríe sola y me hace sonreír. Un flash da cuenta de que nos tomaron una foto. El mozo trae la cuenta y yo me hago cargo del gasto.

—El único gatito que quiero en mi falda esta noche, sos vos.

Me mira risueña.

—Yo no soy un gatito... soy una gata salvaje.

¡Ay por Dios! ¿Cómo puede provocarme con unas palabras solamente? ¿Cómo hace que sienta tantas cosas después de tantos años?

Caminamos a los ascensores. La tomo de la cadera y ella me quita la mano. Me encanta así de provocativa y difícil a la vez.

Entramos al ascensor con varias personas. Cinco pisos antes del nuestro quedamos solos.

Me le acerco suavemente, mirándola fijo a los ojos. La voy arrinconando contra uno de los espejos.

—Vas a hacerme pensar que todavía sentís algo por mí —dice provocadora.

—No significa nada para mí un simple beso —miento porque ya no sé lo que es verdad y lo que no.

—¿Ah no?

—Puedo besarte entera sin que se me mueva un pelo.

—¿En serio?

—Me sos tan indiferente que podría tener el sexo más ardiente y brutal sin que me afectara en lo más mínimo —la desafío.

—¿Ah si? ¿Y qué te hace pensar que yo aceptaría eso?

—Tchhh tchhh tchhh—chasqueo con la lengua en negación—. No creo para nada que lo aceptarías —aseguro y se sorprende—. Estoy seguro, —susurro acomodándole el cabello tras la oreja y hablándole muy cerca de su boca—, que sabés bien —elevo su barbilla para que me mire a los ojos y nuestros labios se rocen—, que no podrías resistirlo sin enamorarte de nuevo.

Me sonríe con autosuficiencia.

—Estás taaan equivocado —le sonríe todo el rostro con arrogancia exquisita.

—¿De que te enamorarías?

Me retiro un poco y la miro.

—De que no aceptaría —afirma con altivez.

Se me para el corazón un latido y luego otro, y se desboca como manada de caballos espantados.

Arrojo mi boca sobre la de ella como desaforado. Ella responde igual. Aprisiono mi cuerpo al suyo y acaricio su nalga pegando su pelvis a la mía, para que sienta cómo me pone duro como roca.

Me siento un adolescente otra vez. No puedo controlar mis emociones. Me desespero y quiero ahogarla a besos.

La puerta se abre. Es nuestro piso y bajamos a los trompicones.

Una puerta se abre y se cierra de golpe. Ni nos inmutamos concentrados en saborearnos.

La arrastro haciéndola retroceder hasta mi puerta. Ella recibe mis besos y mis manos por todo su cuerpo hasta que cansada se trepa en mi cintura y se me pone todavía más dura de lo que ya estaba. La acomodo para que sepa bien lo que me causa y ella se retuerce aprisionándome descaradamente.

Gimo. No puedo controlarme.

—¿No sentís nada de nada? —pregunta burlona.

—Nada.

Con mucho esfuerzo, poniéndome en puntas de pie con Canela subida sobre mí y dándonos besos frenéticos, abro la puerta con el celular que está atrapado en mi bolsillo. Entro y de una patada la cierro.

—¡Luces y Música! ¡Baladas R.E.D.!

Las luces se suavizan y comienzan a danzar hologramas de aves en la suite mientras la banda sonora de R.E.D. llena nuestros oídos. Todas mis baladas metálicas preferidas.

Bajo a Canela en medio de la sala sin dejar de besarla y palpar cada uno de los centímetros de su piel a mi alcance.

—Apuesto a que acondicionaste el ambiente de esta manera porque no se te mueve ni un pelo cuando me besás así —me dice.

—Ni uno... —afirmo y desciendo a sus pies besando la cara interna de su pierna, subiéndole la falda lentamente, provocándola con la mirada mientras mi boca recorre su piel —. Todo —un beso—... esto —otro beso—... no me causa —otro más—... ninguna —uno más—... emoción.

—Mrmrmh... —ronronea sin cesar y eso me excita más. Cada uno de ellos me suena a agradecimiento por cada caricia que le brindo. Deja caer su cuello hacia atrás absorbiendo cada sensación.

Quiero verla rendida a mis pies. Que recuerde lo que abandonó para luego quitárselo como ella me hizo a mí.

—No siento nada, absolutamente. Pero vooss... en cambio... —la provoco.

Le desabrocho la pollera y la dejo caer. La miro suplicando su permiso en silencio.

—¿Yo qué? —se agita aún con los ojos cerrados y su cuello laxo.

—Te va a dar miedo sentir... y por eso me vas a frenar —insisto.

Ella respira agitada y me ve suplicando su permiso para avanzar.

—Para nada... Para mí esto es puro salvajismo. No hay ni una pizca de emoción —afirma.

Por encima de su tanguita, me zambullo con voracidad en su entrepierna.

Ella gime.

—Entonces no me vas a detener si hago esto...

Me siento en el sillón, frente a ella, le corro la tanga y la lamo entera así parada como está. Ella jadea.

Me incorporo y la beso con desesperación. Ella se apresura a desabotonarme la camisa y tironea de ella.

Le desabotono la suya con destreza mientras la sostengo de una nalga. Con la mano derecha le desabrocho el sostén.

—Al menos aprendiste a desabrochar corpiños.

Augh. Éramos muy inexpertos. Me recuerda por qué estoy haciendo esto con la viborita destila veneno.

—Al menos ahora provocás sin sutilezas.

Pongo mi mano en su pubis.

—Al menos ya sabés dónde se encuentra ubicada.

Me acaricia los genitales.

—Al menos sabés lo que querés.

Me saca la verga del pantalón sin dejar de mirarme a los ojos, y me empuja hacia el sillón donde caigo sentado.

—Y ahora quiero esto —afirma y mira mi pene como con hambre.

Se me pone más dura que con nadie más en la vida. Pero ella no tiene por qué saberlo.

¡Dios! Las veces que recreé esta escena en mi imaginación no le hace justicia a la realidad.

Desciende lentamente a mi pija y se relame.

¡Ahhh! Creo que solamente con ese gesto podría acabar ahora.

Pero esquiva intencionadamente mi pene y le da un largo lametón a la cara interna de mi muslo, en ascenso hasta mis testículos.

¡Ay Dios! No voy a aguantar mucho ni por putas.

Sigue lamiendo mis testículos con los ojos cerrados, como si fuera una paleta y por fin toca la punta de mi ansiosa pija.

Le tomo la cabeza porque es muy hot y mis caderas empiezan a moverse en su boca cuando la introduce todo lo que le da.

Me vuelve loco bombeando con su mano, mientras succiona con su boca.

Contengo las exclamaciones lujuriosas, pero no puedo sofocar los gemidos que se exacerban con los sonidos sexys que hace ella. Me caliento más cuando me doy cuenta que ella se está calentando al cogerme con la boca.

Jadea entrecortadamwnte y cuando yo gimoteo abandonando mi cabeza hacia atrás, ella me sigue y retroalimenta mi desenfreno. Necesito darle duro.

—Al menos ahora sabés chuparla.

La subo a horcajadas sobre mí y le chupo los senos. Gime.

—Al menos ya no preguntás todo.

—Al menos ahora sos una perra también en la cama.

La penetro con rabia. Ella se sobresalta excitada y grita.

—Al menos ahora no perdés tiempo en lo más aburrido —se agita al decirlo.

—Al menos no reclamás palabras dulces.

La embisto.

—Al menos no vas a acabar sólo en tus pantalones.

La castigo por ese comentario empujando con fuerza y satisfago la desesperación por cogerla con bronca. Nos movemos a la par. Somos uno y a la vez estamos luchando contra el otro.

Gime en mi oído y me revuelve las neuronas. Cada vez lo hace más alto, grita.

—No sólo te volviste una zorrita en el laburo —presiono sus límites.

—Es porque practiqué bastante.

Me desquicia. Me vuelve loco de celos y frenesí. La castigo penetrándola con más dureza, pero disfruta más la muy perra.

—Espero que hayan sido muchos hombres así te recuerdo lo que es bueno.

—No fueron sólo hombres con quienes practiqué.

¡Ay Dios!

Juega con mi mente y estoy al borde.

Imágenes de Canela besándole las tetas a otra mujer sin rostro me invaden la mente y tengo que controlarme para no avergonzarme.

Pero mi mente vuelve a verla rodeada de cuerpos de hombres desnudos y me arden las entrañas.

—En éste momento quisiera despedazarlos uno por uno —gruño desquiciado y acelero el ritmo de las embestidas.

Canela grita más fuerte y llega al clímax arrastrándome con ella en el torbellino.

Ella pierde las fuerzas y se abandona sobre mi pecho.

Se siente tan bien su mejilla en mi pectoral y su mano en mi tetilla.

Siento su aliento en los vellos de mi pecho.

De pronto me siento incómodo. Sé que se va a querer ir y no puedo demostrarle que me importa.

Controlo el impulso de abrazarla porque mi orgullo me lo impide.

Ella se retira agitada y acomoda su hermosa cabellera. Se coloca mi camisa que había caído a un lado y permanece a medio vestir para enloquecerme con sus hermosas piernas expuestas a cada paso que da.

Me abrocho el pantalón pero permanezco en cuero y me voy a servir un whisky.

Le llevo un vodka con Coca Cola a ella y lo acepta sin preguntar. Sabe que conozco sus gustos.

—No dormí nada. Tengo mucho sueño —dice—... y hambre. Me voy a...

—Pidamos servicio al cuarto.

No pude contener el impulso. No quiero que termine esta noche.

Me mira y le brillan los ojos con suficiencia.

—¿No vas a confundir... —hace ademanes con las manos señalándonos— ...todo esto, no?

—Los dos tenemos las cosas bien claras... ¿no es cierto? Entonces no hace falta que te vayas sin comer... La última vez que miré, no la estabas pasando mal.

Reprime ineficazmente una sonrisa.

—Pedime una hamburguesa completa —cede.

—Estamos en un hotel de lujo, ¿y pedís una hamburguesa?

—Sí.

—Bueno, que sean dos. Llamá vos.

—Idiota —se resigna—. ¡Room service! —grita y se oye una voz por el intercomunicador.

Hace el pedido caminando de acá para allá dejándome admirar sus largas piernas y alucinar con lo que esconde el bajo de mi camisa y que no pude disfrutar como quisiera. Siento que no me alcanza un encuentro tan fugaz para sacármela de mi sistema. Necesito algo más.

Acomodo unos almohadones en la mesa ratona de la sala de la suite y sirvo vino en las copas para sentarme a beber luego.

Es una sensación extraña. No estamos cómodos pero nos comportamos como si debiéramos estarlo.

Ella trae sus esbeltas piernas y se detiene un momento junto a mí. Tengo que contenerme para no extender mis manos a sus muslos. No son mías para tomar. Quedó claro que ninguno tiene ningún derecho sobre el otro. No puedo tomarme esas libertades sin su permiso. Sin confianza mutua.

A propósito coloqué su copa junto a la mía. Ella se sienta a mi lado para beberla, pero guarda distancia.

No hablamos.

Llaman a la puerta y me levanto a recibir el servicio.

Los detengo antes de que entren y les doy una generosa propina para que se retiren y me dejen a mí el encargo.

Entro el carro de las bandejas y sirvo los platos.

Dejo el de Canela en su sitio y el mío a su lado. Vuelvo a tomar mi lugar pero me pego a ella, esta vez.

Canela se agrega Kétchup y come con gusto.

Parece hambrienta y yo me quemo por acariciarla otra vez.

❤️❤️❤️

Holaaaa!!!! Las extraño!!!
Por fin creo que ya quedaron todos los libros como debían y ahora solamente mando el pedido y me llegan las impresiones!! Wiiiiiiiii... estoy entusiasmada!

Además prontito presentan el tercer tomo del libro sobre los 48 barrios porteños.

Mi cuento está en segundo lugar wiiiii...

... y esta es la ilustración del animal mitológico que me tocó:
Señoras y señores....
¡¡¡LA QUIMERA!!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro