Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 17.3: Confesiones confusas

👔👔👔

Me permite caminar a su lado y cumplo mi promesa de no decir nada.

Disfrutamos de nuestra compañía caminando no sé a dónde. De pronto me encuentro en la rivera del río, sentándonos en los bancos observando al sol levantarse del agua.

Mi alma se llena de esperanza. Estoy tan perdidamente enamorado que me conformo con esto.

—Gracias por el video

Me sorprende dirigiéndome la palabra con su dulce voz de miel que hace juego con el color de sus ojos... ¿tristes? ¿melancólicos? ¿enamorados? Ojalá.

—No tenés que agradecerme.

Se levanta y camina hacia el agua. La sigo con la mirada para llenarme de su silueta oscura, contrastando con el sol brillante que da justo a la altura de su torso.

Es tan hermosa que me quita la respiración y se me anuda la garganta cuando pienso que estuve a punto de perderla para siempre, por no haberle permitido explicarse como ella me lo está permitiendo en éste momento.

Trago saliva para pasarlo y la sigo.

Día tras día comenzamos así la mañana. La acompaño y caminamos al río. Nos sentamos a contemplar el sol alzarse. No hablamos mucho. Solamente disfruto de su compañía. De sus medio sonrisas.

Arrojamos piedras al agua haciendo sapitos.

Nos sonrojamos cuando rozamos las manos al caminar.

Lentamente la voy llevando a que se acostumbre a mi roce. Toco sus dedos, le alcanzo prendas y acaricio sus manos. Le comparto mis abrigos y acaricio sus brazos o su cuello.

Ella sonríe y me mira. Pero esta vez no la voy a apresurar. Si es necesario, voy a esperar a que me ruegue por que la bese o que la abrace.

Pero la espera es dura.

Muchas tardes como hoy, rodeados de expectantes testigos de mis infructuosos intentos por reconquistarla, caminamos de vuelta hasta su casa y la dejo ahí, en la puerta, partiendo con la esperanza de que me hubiese alentado a besarla, despedazada.

Pero hoy, la tomo de la mano y ella no la quita.

Siento el pequeño triunfo de sentir el suave tacto entre mis dedos, desde donde un calor ardiente asciende hasta mi pecho, y tengo que refrenar la pasión que desbordan mis sentidos. Caminamos de la mano como cuando éramos chicos. Como si fuéramos novios. Ojalá aunque fuera pudiera llamarme así.

Antes de besarla en la mejilla, con el corazón en un puño ante una nueva despedida, seguro de que no habrá una invitación a pasar, como no la hubo en la última semana en la que me dejó acompañarla hasta la puerta de su departamento, me detiene, y con mis pasos, se detiene mi corazón un latido, para arremeter con precipitación luego. Mira hacia el suelo del lintel de la puerta, tal vez recordando algo que no logro discernir.

—Cuando te fuiste a Italia —comienza—, y subías por la escalera mecánica para pasar migraciones... te vi levantarlo del suelo.

La miro acongojado porque una vez más me dirige la palabra, aunque totalmente desorientado, sin comprender de qué habla.

—¿Cuándo, qué...?

Mi voz pasa a través del nudo de mi garganta y se nota.

—Te habías llevado al Tío Cosa.

Se refiere al recuerdo lanudo que ella hizo con sus propias manos para mí, hace más de diez años atrás.

Le sonrío con el nudo cerrándose aún más en la base de mi cuello.

—¿Estabas en el aeropuerto? —logro balbucear—. No me lo dijeron nunca.

—Yo se los hice prometer. Les juré que te iba a contar todo cuando estuvieras fuera de peligro.

Las lágrimas tocan mis ojos sin caer, porque fui yo el que no se lo permití.

—El muñeco era lo que me ataba a la cordura estando lejos —confieso.

—¿Por qué? —La miro sin comprender su pregunta—. Me odiabas en ese momento —aclara.

Me molesto y la enfrento para que lo entienda bien.

—Jamás te odié. ¿Me entendiste? Jamás —refuerzo con tono serio, aunque suave, sujetándola de sus brazos con firmeza—. Ojalá te hubiera escuchado, ojalá no me hubiera comportado como un idiota. Me avergüenzo cuando muestran esas imágenes insultantes en la que te arrojo unos billetes a la cara como si fueras una desconocida pidiendo limosnas. Como si nunca hubieras significado mi mundo entero. Como si no hubieras estado en mis pensamientos cada día de mi vida, incluyendo los de aquel día antes de verte caída delante de mí. Como si no se me hubiera agrietado el alma y se me hubiera acelerado el corazón hasta casi perder el aliento. Perdoname Canela. No me va a alcanzar la vida para pedírtelo.

Mira mis manos y aflojo la sujeción. Luego me mira con ternura y me desarma. Tengo que controlar el deseo de arrebatarla con un beso.

—Ya te perdoné hace rato. Yo también me arrepiento de cómo sucedieron las cosas —confiesa.

Levanto su barbilla.

—Y ahora estoy perdido porque no estoy seguro de nada de lo que hago. Estoy a ciegas intentando llegar a tu corazón.

—¿Por qué no estás seguro?

—Tengo miedo de volver a equivocarme. Tengo miedo de alejarte otra vez. Tengo miedo de que me digas que no. De volver a sentir ese dolor que sentí cuando me pediste que me alejara de vos.

—No sé qué decir a semejante declaración...

—¿Te das cuenta que me volviste a enamorar?

Me sonríe y siento que se ilumina mi alma.

—Es lo que yo pensé cuando supe que eras vos. Tuvimos una segunda historia de amor con nosotros mismos.

¡Dios mío! ¿Está diciendo que también se volvió a enamorar de mí? ¿Como yo?

Sus palabras me dan esperanza. Aunque no la quiero abrumar.

—Pero me odio cuando pienso lo engreído e idiota que fui con vos —repito arrepentido.

—Si no hubiera ocurrido así, tal vez estaríamos separados después de algunos tropezones... y más lastimados.

—Tal vez no estaría en éste momento sintiendo que si no estuviera a tu lado, no podría respirar.

Se le llenan los ojos de lágrimas y quisiera besarla hasta ahogarnos en deseo. Pero me prometí no presionarla ni para besarla.

👠👠👠

—¿Por qué dijiste que te engañé con Stefano? —pregunto.

El ceño de Milho demuda de la esperanza al dolor profundo.

—Ya sé que no fue un engaño. Nosotros no éramos nada. Vos me dijiste que estabas en pareja en un momento y cuando supe que vos eras vos, entendí que él era tu pareja en ese momento.

—No entiendo. Stefano es mi jefe y un buen amigo que me ayudó en mi peor momento y me ayudó a dar rumbo a mi talento.

—Cane... por favor... me hace mal hablar de Stefano y vos. ¿No entendés? Me muero de celos.

Los ojos se le inyectan en sangre y los oculta de mí, avergonzado.

Siento cómo pierde el control presionando mi mano en la suya y lo amo por celarme así.

—Pero jamás pasó nada con él. —Me oculta sus ojos y entiendo que no me cree—. Decime lo que pensás. No podemos seguir nada con desconfianza entre nosotros.

Traga saliva y junta coraje para hablar. Con ambas manos sujeta la mía, me alivia de la presión involuntaria que ejercía un momento atrás. La besa y noto que tiene miedo de abrir alguna compuerta que él cree va a traer alguna calamidad.

—Escuché todo, la tarde en el hotel de Alemania.

—¿Qué tarde?

—Cuándo golpeé como un desquiciado la pared para que paren.

—¿Qué? Estábamos jugando.

—Cane... me hace mal que tomes tan a la ligera ese tema con otro que no sea yo.

Noto su lucha interna. Hace un esfuerzo desmesurado por contenerse.

—¿Tan celoso te pone que juegue a tu juego con Stefano?

—Perdón, no puedo más. —Me abraza y me aprisiona tanto que casi no puedo respirar—. Sos mía Cane, perdón. No quiero presionarte pero, muero de celos. No puedo ni siquiera pensar en compartirte, en que vuelvas a ver a alguien con quien tuviste ese tipo de intimidad.

—Me estás aprisionando más que presionando.

Afloja la fuerza del abrazo.

—Cane, perdón... No lo voy a poder soportar. No puedo compartirte.

—Tenés que entender que Stefano es fanático de R.E.D. Y a mí me encanta también. Hay niveles que solo no puede pasarlos y como sabe que yo ya lo hice más de una vez, me pide ayuda para hacerlo.

Su cara se transforma. Me toma la cara entre sus manos y las mariposas revolotean en mi estómago como si fuéramos adolescentes.

¡Cómo extraño sus besos!

—¡¿Qué?! ¿De qué red me hablás?

—De tu juego, el que jugábamos con Stefano.

Respira agitado y parece que acaba de correr una maratón.

—¿Estás queriéndome hacer creer que solamente estaban jugando a R.E.D.?

—No. —Me mira confuso—. No te estoy queriendo hacer creer nada. Estábamos jugando a tu juego para pasar el nivel del Huerto Esperanza.

—A fare l'orto speranza!

Comienza a hiperventilar pero sonríe tanto que creo que se le va a caer la mandíbula después de reventar un pulmón.

Comienza a reír como un poseso y me alza en brazos para girarme en el aire y por fin me besa apasionadamente hasta que las piernas ya no me sostienen.

👔👔👔

Se rompen todas las compuertas de control que había intentado erigir. Me lanzo a su boca perdiéndome en su belleza, en saber que sólo fue mía, al menos éste último tiempo. Que sólo la acaricié yo, que sólo yo la vi llegar al cielo del placer y que fui yo el causante de ello.

La aprisiono con todo mi cuerpo contra la puerta de su departamento. Ella siente mi excitación en la entrepierna y aprisiona la suya también. Si estaba encendido, ahora llameo por los poros.

Acaricio su espalda, su cadera, su hermoso y firme culo.

—¡Dios mío Cane! Te extraño. ¡Tanto! —confieso con mi frente pegada a la suya y tratando de hacer ingresar aire a los pulmones lentamente para calmarme.

—Yo también te extraño.

Nos miramos y refreno mi ímpetu para volver a respirar con normalidad. Acaricio su cara tan suave.

—Sos tan hermosa Cane —le digo con mis labios rozando los suyos.

Se sonroja.

—¿Querés pasar?

La miro como si hubiera preguntado si el mar era salado. Me sonríe y me hace pasar.

El corazón bombea con frenesí.

Deja las llaves en la mesa y me acerco por detrás apoyando todo mi cuerpo a lo largo del suyo y respirando pausada pero fuertemente en su cuello tentador. Acaricio sus brazos hasta sus manos y entrelazo nuestros dedos.

Ella deja caer su cabeza soportando su cuerpo en el mío. Beso su cuello y el aliento retrocede en su boca.

La giro entre mis brazos y la beso suave y tiernamente, para transmitirle lo que ella me inspira en éste momento de ternura.

Acaricio su cuello y beso sus párpados. Vuelvo a su boca con ternura.

—Esta vez no voy a dejar de luchar por vos hasta que seas mía para siempre, mi amor.

—Te quiero Milho.

—Y yo te amo más que nunca.

Se le llenan los ojos de lágrimas y quiero hacerla feliz.

—Nunca dejé de amarte —deja escapar.

—Entonces vas a aceptar casarte conmigo.

Saco de mi bolsillo el anillo que hace semanas llevo cada día esperando el momento adecuado para entregárselo.

Me mira y me besa con dulzura.

La alzo entre mis brazos y la llevo a su cama. La acomodo suavemente sin dejar de besarla. Comienzo a desvestirla mirándola a los ojos, consciente de que todavía no me contestó y tal vez me hablaba de otro tipo de amor. Rozo su piel con cada prenda que deslizo, con cada movimiento.

Quiero recordarle cuánto nos amamos alguna vez y hacerle sentir cuánto más la amo y la atesoro ahora.

La beso largamente por todo su cuerpo. Maduró tan hermosamente sensual. Trazo círculos de besos secundados por mi lengua alrededor de su ombligo sin dejar de mirarla a los ojos.

—Dios mío —susurro—. Sos tan hermosa... No puedo explicar lo que me hace sentir tenerte así para mí.

—Ya no soy la adolescente que recordabas...

Cubro su boca y no la dejo emitir sonido más que para gemir a mis caricias y a mi invasión una vez que la llené de orgasmos deliciosos con mi lengua.

—Gemí para mí, mi amor... así... —la incito.

Sus sonidos me enloquecen y ya no puedo soportar más cuando se contraen sus músculos y me aprisiona entre las piernas, arrastrándome con ella al torrente de pasión que desagota mi simiente en ella sin... sin protección alguna...

¡Oh por Dios! ¿Cuántas veces no...? ¿Desde cuándo?... ¡Ay... qué irresponsable estúpido!

—Cane... Perdoname... no usé... no me puse... preservativo... Te juro que estoy limpio. Me hice análisis antes de Alemania y no volví a... más que con vos... Mi amor... perdón...

—Mi amor... Ya es tarde para eso...

—¿Qué?...

—Tres cosas: Estoy embarazada... Te amo y sí... acepto.

Cada respuesta va penetrando lentamente. Mis neuronas hacen la sinapsis más lenta del reino animal hasta que uno a uno, la comprensión me llega y caigo. Caigo en cuenta de lo que significa, caigo en la comprensión de que voy a ser papá, de que me ama y que me voy a casar. ¡Dios! ¿Se puede ser más feliz?

La emoción que siento no puedo soportarla en mi cuerpo enredado con el suyo. Lloramos juntos de felicidad. No hay realidad virtual que se equipare a esta sensación de sentir piel contra piel.

—Cane...

—¿Qué mi amor?

—Dos cosas: Primero... Recién estaba un poco ansioso por meterme dentro tuyo. —Ella se ríe—. Pero ahora que ya estoy más calmado, me gustaría que vuelvas a mostrarme lo mucho que progresaste con tus mamadas.

—¿No era que no te movía ni un pelo?

—¡Dios! Mi amor... ya no sos la tímida adolescente. Aquello fue... increíble. Tuve que hacer un esfuerzo inmenso para no acabarte en la boca.

Se ríe por mi cara de desesperación.

—Me pareció que te había gustado.

—Gustado es poco. Y segundo —retoma la lista—, un día de éstos, vamos a probar de hacer todos esos experimentos, con los cascos puestos.

Nos reímos mucho, con la certeza de que lo haremos sin lugar a dudas.

La envuelvo en mis brazos y se acurruca en mi pecho por largo rato hasta que nuestros cuerpos desnudos despiertan una vez más para hacer el amor muchas veces durante la noche, interrumpiendo sueños ligeros dónde duermo con ella en mis brazos, donde nunca debió haber dejado de estar.

🎁🎁🎁
Hoy es el día de la bandera en mi país. ¡¡Feliz día 🇦🇷!!
Es feriado y estoy generosa jaja. Les dejo el penúltimo capítulo. Sólo queda el Epílogo.
Ya casi olvidé las sensaciones que me dejaba éste último libro. Pero lo poco que releí recién de éste capítulo me llenó de emociones. Y sé que cada vez que leo el epílogo no puedo evitar una sonrisa llena de felicidad por ellos dos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro