7. Porsche
La tensión entre los dos era asfixiante, Porchay apenas removía los fideos y él se esforzaba por contener las náuseas. Ambos regresaron a casa y su salud volvía a desestabilizarse. Estaba nuevamente lejos de Kinn, su cuerpo realizaba un doble esfuerzo por reemplazar el apoyo que el alfa que tomaba por suyo le daba a él y al cachorro que empezaba a formarse. Así que, mantener su condición en secreto lo acabaría enfermando con mayor rapidez.
Porsche inquieto suspiró, apartó su propio plato de fideos para sujetar la mano de su hermano. Tomó una decisión, continuaría con su embarazo. Pero, no quería hacerlo con mentiras, esta vez consideraría la opinión de Porchay. No quería cometer el mismo error, que su hermano se sintiera enojado con él. —Renuncié, posiblemente deba encargarme de buscar mi reemplazo.
—... —Porchay se mantenía en silencio.
—Tendré que pagar una penalidad, pero no afectará tus estudios. Lo tengo...
— ¿Por qué te atreviste a aceptar ese trabajo? —Porchay fue directo. Esa era la duda que no lo dejaba dormir, conocía a su hermano y él nunca se hubiera dispuesto a trabajar para la mafia. Quería saber la verdad, entender a su hermano y dejar de estar enojado con él. Porque detestaba estarlo, amaba a su hermano. —. Dime la razón.
—No pensé en las consecuencias, Ché. —Porsche se sinceró, no imaginó este caos. —. Solo en ti, hice todo esto por ti.
— ¿Hiciste todo esto? —La culpaba invadía a Porchay, lo sospechó de un inicio. Él no exigía continuar con sus estudios, podía renunciar a ellos. Se lo hizo saber, podía contar con él. Su hermano no estaba solo. —. Si haces todo esto por mí, deberías escucharme... Somos dos, nos tenemos al otro. Si te pasa algo, entonces... ¿Con quién voy a estar?
La voz de su hermano amenazaba con romperse, Porsche apretó con fuerza su mano. —Te prometo que no me pasará nada.
—Más te vale, porque si te pasa algo, me enfadaré contigo... No te perdonaré. —Los ojos de Porchay se cristalizaron, para Porsche fue suficiente. Se levantó y fue abrazarlo, su hermano se aferró a él. —. Yo... No te atrevas a...
—Escúchame, estoy aquí. —Porsche tomó el rostro de su hermano, lo miró directamente y sonrió. Esparció sus propios feromonas para tranquilizarlo, su nueva condición parecía influenciar más en él. Porchay lucía más seguro, confiado en su promesa. —. Estoy frente a ti, no te dejaré más. ¿Lo entendiste?
Porchay asintió. —Somos y seremos los dos.
—De hecho... Seremos tres. —Porsche susurró nervioso, tanteando la reacción de su hermano. Porchay lucía confundido, creía haberse equivocado en escuchar.
— ¿Dijiste tres?
—Tres. —Porsche soltó una de sus manos para llevarla a su vientre, lo que le bastó a Porchay. Al principio, frunció el ceño y luego lo cambió por una sonrisa. Abrazó nuevamente a Porsche, pegó su cabeza en el vientre de su hermano; reconfortándolo de una manera inimaginable.
Esta era una reacción pura, sin miedos o dudas.
Porsche suspiró profundamente, seguido besó en la cabeza a su hermano. —No quiero que te preocupes, yo me voy a asegurar que no les falte absolutamente nada.
Porchay volvió abrazarlo como respuesta.
— ¿Se lo dirás a Khun Kinn? —Porsche se quedó en silencio, aún no lo decidía. Lo correcto era decírselo, permitir que su hijo tuviera a Kinn en su vida. Y ciertamente era lo que él quería, darle todo. Para Porsche, no había términos medios con las personas que quería y el bebé que tendría ahora formaba parte de esas personas.
Sin embargo, no estaba seguro si bastaría. Aún dudaba de Kinn, de sus palabras. Borrar simplemente todas esas conclusiones que lo hirieron cada noche, ese constante tormento de no haber sido suficiente e incluso de saberse usado no era sencillo.
No podía. "¿Kinn se conformará con sola la oportunidad de estar en la vida de este bebé? ¿Dejaría de pelear por recuperar lo que tenían?".
—Deberías, Khun Kinn merece saberlo.
Porsche le dio la razón a su hermano. — ¿Puedo pedirte algo? —Porchay asintió. —Pase lo que pase, ¿me dejarás cuidar de ti, de este bebé e incluso de Kinn? No puedo abandonar a nadie.
Porchay nuevamente asintió, con una sonrisa en el rostro. —Te extrañé mucho.
—Yo también.
—Estoy aquí, estoy aquí. —Porsche repitió con serenidad, sentía un enorme alivio. Tanto que toda la tarde dejó que su hermano le abrumara con recomendaciones sobre obstetras y notas respecto a la quinta semana de embarazo que tenía.
Lo escuchaba por momentos y por otros, se dedicaba a mirar el reloj ansioso. Kinn llegaría en cualquier instante, tendrían esa conversación que aplazó con pretextos tontos. No estaba seguro si decirle la noticia al inicio o esperar a escuchar lo que Kinn dijera. Ambos tenían claro lo que querían; Kinn buscaba una nueva oportunidad y él, espacio para asimilar lo que ocurría a su alrededor. Esto sin presiones, sin estar en el fuego cruzado. Por lo menos, un par de semanas.
El timbre sonó, Porchay se separó de su hermano para fijarse por la ventana. Era Khun Kinn, Porchay avisó y se despidió de Porsche. El castaño resopló pesadamente, sentía que su cabeza acabaría en el suelo de tanto pensar y no encontrar ninguna salida. Así que, se envalentó y fue a abrirle la puerta a Kinn. A lo lejos, pudo divisar otra camioneta con sus guardaespaldas. Esperaba ver a Pete, pero no fue así. Seguramente, el loco de Khun se adueñaba de él por completo.
Porsche se apenó por su amigo, ese era peor castigo de lo que le tocaba a él. Antes de sentarse con Kinn en el comedor del jardín, estaba listo para ir a la cocina por algo de beber para Kinn. Esto para bajar la tensión en ambos. — ¿Quieres una cerveza?
—No quiero perder tiempo, no si puedo gastarlo en tratar de convencerte de volver conmigo. —Kinn habló con cuidado, no quería a Porsche a la defensiva. No cuando aún le era extraño tener a un Porsche que huía de él, temía que el omega lo aborreciera al punto de rechazar toda oportunidad para los dos.
—Me quedaré aquí, Kinn. He renunciado y...
—Ni mi padre ni yo aceptamos esa renuncia.
— ¿Entonces me obligarán a volver? —Porsche amenazaba con ofuscarse. Jamás le agradó que lo obligaran, la conversación con Kinn no parecía tener buen augurio.
—No, Porsche. Yo... —Kinn removió sus cabellos, lo que permitió a Porsche observar su aspecto. Tenía severas ojeras, una mayor palidez en el rostro y ciertamente una delgadez que lo alarmó. —. No duermo bien, tampoco vivo bien. El remordimiento por la actitud tan estúpida con la que te traté no me deja en paz, fui un imbécil y sé que me merezco tu rechazo. Pero, quiero remediar mis errores.
—Entonces déjame ir y no me busques más. —El recelo de su propio dolor habló por él, que la sensatez. Porsche seguía herido, fueron días interminables e infernales. El saberse desplazado era una vivencia que no se lo desearía ni a su peor enemigo.
—Puedo hacer cualquier cosa, menos dejarte ir. No soy capaz, tienes que estar conmigo... Por favor.
Porsche sonrió a medias, era la amargura. —Es fácil para ti. Vienes a pedirme otra oportunidad por tu propio remordimiento, por tu propio dolor. ¿Acaso has considerado alguna vez mis sentimientos, lo mucho que me heriste?
—Cada noche, Porsche. El remordimiento y el rechazo que siento por mí mismo nace de eso. —Porsche miró directamente a los ojos de Kinn, esperaba encontrar un indicio de que lo engañara. Pero, no. Kinn estaba siendo sincero. —. Por lo mismo, te ruego que vuelvas conmigo. Te prometo que todo estará bien, que nadie más te volverá hacer daño.
— ¿Por qué tengo que volver una y otra vez, Kinn?
—Porque soy un idiota, un reverendo idiota. —Porsche sonrió, no pensaba discutirlo esa confesión. Kinn era un idiota, en los primeros días que tomó esa actitud tan arrogante solo deseaba pisarle la cara. —. Creí estar envuelto en un conflicto, pero nunca fue así. Mi corazón siempre supo lo que sentía, a quién amaba.
— ¿De qué hablas?
— ¿Recuerdas la vez que me preguntaste si te amaba? Escucha esto, te respondo aquí mismo. —Kinn tomó la mano de Porsche y la llevó a su pecho, a su corazón. El simple tacto empeoró a Porsche, lo hizo flaquear. —. Porsche, te amo. Yo realmente te amo.
—Kinn, yo...
—Te lo demostraré, no solo con palabras. Si me das la oportunidad, comenzaremos una nueva historia.
Porsche apartó su mano del pecho de Kinn para llevarla al vientre, recordando la noticia que debía darle. No lo negaría, temía la reacción de Kinn.
"¿Qué pasaría si un bebé no estaba en sus planes de una nueva historia para los dos?".
—Podemos darnos esa oportunidad, Kinn. Necesitaremos tiempo, yo lo necesitaré. —Kinn asintió decidido a entregarle todo lo que Porsche quisiera. —. Pero, antes quiero saber si estás dispuesto a empezar esa nueva historia con otra personita más.
— ¿Con Porchay?
—No precisamente.
—Entonces con quién.
Porsche acarició su vientre, Kinn lo notó y empalideció al instante. "¿Acaso vio lo que vio?". De un momento, todo cobró sentido para Kinn, desde su comportamiento tan demandante de su lobo respecto a Porsche hasta la insistencia de Porsche por tenerlo lejos.
— ¿Voy a ser papá, Porsche?
—Es una elección que puedes tomar si realmente lo deseas.
Kinn sonrió, no había una elección que hacer. Estaba dicho, siempre escogería a Porsche y a todo lo que involucraba. Especialmente, si se trataba de una parte de Porsche y de él.
— ¿La tomarás?—Porsche preguntó, Kinn tardó en reaccionar, sorprendiendo al omega. Pues lobesó, la emoción lo rebasó.
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