4. Kinn
— ¿Encontraste algo?
—Parece estar encriptado, Khun Kinn. —Arm avisó con cautela, Tawan se encontraba a su lado y con la vista en la pantalla del computador. El guardaespaldas prefería tenerlo en la habitación que supuestamente le servía de calabozo. —. Si alguien intenta descifrarlo, se cierra automáticamente. Estoy haciendo lo posible para resolverlo.
—Se cerrará por tratarse de una intrusión en un equipo ajeno al original.
Big sonrió, desconfiado por las palabras de Tawan. —O tal vez, no haya nada adentro y esto solo sea una tetra para retrasar el tiempo.
Tawan se giró hacia Big, Kinn entendía la advertencia de su jefe de guardaespaldas. Creía ya no necesitarla, fue suficiente el viaje que compartió con Tawan para ir en busca de las supuestas pruebas que delatarían al que filtraba información sobre su familia. Porque en ese dichoso viaje, su corazón y mente terminaron por aceptar la realidad que rodeaba a Tawan, esa llena de embustes.
La llegada de Tawan no fue por amor a él, planeaba traicionarlo. Su instinto se lo gritaba desde un inicio, solo que prefirió callarlo por los recuerdos del pasado. Los mismos que ahora no cobraban más sentido, Tawan no lo amaba. Y quizás nunca lo hizo, sospechaba que aquello debiera bastar para que él acabara nuevamente rendido. Tal como sucedió hace tres años, pero lo que le embargaba era un inmenso alivio
Kinn se sentía libre de las cadenas de su primer amor fallido, esa jaula en la que se empeñó en permanecer desapareció. No le debía absolutamente nada a su dolor del pasado, el recelo y las heridas que juraban aun palpitando ya no estaban. Era extrañamente reconfortante saber que podía cerrar el capítulo con Tawan, que no terminó destruido. No fue el patán que creyó; cayó junto con Porsche por la genuinidad de sus sentimientos a él, y no por un patético intento de sacarse a Tawan. Él sí era capaz de volver a amar, de volver a entregarse. Así que, su corazón tan juicioso por los miedos del pasado supo escoger esta vez, no se equivocaba con Porsche.
"¿Será tarde para nosotros, Porsche? ¿Podrás volver conmigo, creer en mi amor?", la mente de Kinn enfrentaba un nuevo conflicto, uno que realmente podría destruirlo.
Porque Porsche era ese conflicto.
—Si no tienes nada que hacer, entonces escoge bien a quién juzgar. O, mejor persigue a la persona que abandonó sospechosamente la mansión.
— ¡Tawan! ¡Vuelve a tu habitación! —Kinn furioso ordenó y Big obedeció. Se llevó a empujones al omega, Kinn se lo agradecía.
Desde el viaje que realizaron por la búsqueda de las pruebas, pasaron cinco días en los que se esmeraba por seguir con su actuación. Quería que Tawan crea que lo volvía a engañar, que estaba de su lado e incluso que confiaba en él. Esta vez, Kinn quería jugar su juego y ganarle. Sin embargo, todos esos deseos y esfuerzos parecían agotarse cada vez que el omega arremetía contra Porsche. No soportaba los intentos de Tawan por culpar a Porsche, por sembrar la intriga en sus guardaespaldas y lo tildaran como traidor. No cuando sentía el abandono de Porsche el precio de este jodido juego.
Estaba harto, su lobo no escuchaba sus razones. Le reclamaba la cercanía de Porsche con insistencia, que pronto lo enfermaría. Y no entendía el por qué, estaba seguro de que era lo correcto el permitir que Porsche estuviera lejos de este enredo, que estuviera a salvo y sin posibilidad de que Tawan lo enlode. Sin embargo, su lobo no se dejaba persuadir. Hacía de gran uso de voluntad para no ir por Porsche, para no sacarlo del departamento de su amigo y devolverlo a la mansión.
Se obligaba a sí mismo a permanecer en la mansión, a seguir el juego de Tawan y a conformarse con los reportes de sus guardaespaldas sobre Porsche. No podía seguir los deseos de su lobo, no podía ir por él. Una fuerte y constante acorazonada se lo impedía, no descifraba la razón. Era un completo caos por dentro, que debía a resignarse a esto, a ir cada noche a la habitación de Porsche y aferrarse al poco rastro de su aroma para conciliar el sueño.
Su lobo enloquecía, su corazón temblaba de miedo.
Todo por Porsche, su Porsche.
—Khun Kinn. —La voz de Pete se esmeró por sonar normal, el jefe de guardaespaldas de su hermano mayor ocultaba cierto nerviosismo que Kinn pudo detectar. Lo ventajoso que Pete fuese omega era que sus emociones podían ser reveladas en su aroma. —. Le tengo un nuevo reporte.
Kinn suspiró, ladeó la cabeza ordenando que Pete lo siguiera. Ambos llegaron a su habitación, ordenó que los otros guardaespaldas los dejaran solos. No quería más oídos que no fuese los de ellos, porque cada reporte que el omega le daba era sobre su primo Vegas. No podía arriesgarse, no cuando sus sospechas se incrementaban el doble por la oportuna llegada de Tawan. No pretendía sonar paranoico, pero no era de extrañarse que hubiera un infiltrado en la mansión. No sería la primera vez, así que solo a Pete pudo confiarle esa misión tan arriesgada. No había otro como él, Pete era leal a la primera familia, a su hermano Khun.
—Te escucho, Pete.
El omega tomó aire, tanteando sus palabras. —Khun Vegas ha visitado esta mañana a Porsche, ambos salieron del departamento y compartieron viaje juntos.
— ¿A dónde? —Kinn apretó sus puños, no dejaría que su instinto tome el control. Tampoco los celos, era consciente que su relación con Porsche pendía de un hilo. Y no quería hacer idioteces, no quería perderlo.
Más de lo que ya creía haberlo hecho.
—No logramos alcanzarlo. —Kinn asintió, apretó con más fuerza sus puños. Pete pudo notar el intento de su otro jefe por calmarse, el cambio que Porsche hizo sobre él era evidente. El omega no quería que ambos retrocedieran, que perdieran esto. Por lo que, entendía que Khun Vegas les significaba otro obstáculo.
Pete avanzó un paso más hacia su jefe, decidido. —Usted todavía confía en Porsche, pero cree que Khun Vegas lo perjudicará. ¿Verdad? —Kinn no respondió, no era necesario para ninguno de los dos. —. Porque sospecha que Khun Vegas está detrás de todo esto y que alguien de nosotros es su informante.
—Así es. —Kinn nuevamente asintió, tras encender un cigarrillo. La sola idea de que Porsche estuviera con Vegas le desquiciaba. Porque lo sentía en peligro, una sensación que empeoraba más a su lobo.
—Entonces considero que debemos descubrir a Khun Vegas, demostrarle a Porsche quién es.
— ¿Acaso ya cuentas con esa información?
Pete negó. —Pero, creo que la obtendré en la cámara secreta que encontré en casa de la segunda familia. Siempre y cuando, me permita regresar.
—La última vez que entraste fue porque Vegas te lo permitió. —Kinn parecía sorprendido por la determinación de Pete, era como si olvidara el peligro que representaba infiltrarse en la casa de la segunda familia. —. Pero, esta vez irás de incógnito. ¿Qué ocurrirá si te atrapan? ¿Qué vas a hacer?
—Sé que puedo ser torturado. —Pete fue directo, no temía lo que le sucedería. Siempre supo que este sería su final, dar su vida por proteger a la primera familia y a quienes aman. —. Van a querer hacerme hablar. Y una vez que no tenga valor para ellos, me matarán.
— ¿Entonces quieres que te envíe a morir?
—Debo ir por lealtad a usted y a Porsche. —Kinn suspiró, miró a Pete y lo convencido que el omega estaba.
Khun no le dejará ir, no solo.
—Pide todo lo que necesites a Arm. —Pete asintió. —. Y procura regresar, Khun te necesita.
—Entendido, Khun Kinn. —Pete se retiró, mientras que Kinn apagaba su cigarrillo.
Estaba jugando todas sus cartas para dar fin a este juego.
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